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CURSO VIRTUAL DE MARIOLOGÍA Prof. Mg. Alexandre José Rocha de Hollanda Cavalcanti Módulo 01: INTRODUCCIÓN Tema A – Participación del hombre en la salvación Al iniciar junto con Ud. este curso virtual de Mariología, vamos juntos conocer los motivos teológicos que fundamentan la devoción a María, la doctrina de la Iglesia sobre el tema y las principales características de la persona que fue elegida para ser la Madre de Dios, nuestro Salvador Jesucristo. La Biblia nos describe de modo muy claro el camino por el cual el Hijo eterno de Dios quiso hacerse hombre. Si abrimos el Evangelio de San Lucas, encontramos la descripción muy clara: «He aquí que concebirás y darás a luz un hijo, y pondrás el nombre de Jesús». María se encuentra delante de un plan divino que supera todo lo que ella podría imaginar, pero cuando recibe la explicación de que cómo se dará la obra de Dios por acción del Espíritu Santo, ella responde con decisión a Dios: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según su palabra». Es importante observar que sólo después que María pronunció su aceptación es que el Verbo de Dios se hizo carne. ¿Por qué Dios esperó la manifestación de la voluntad de María para la cumplir su plan de la Encarnación? Porque Él, Página 1 de 4

Introdución Mariología-Mg. Alexandre José Rocha de Hollanda Cavalcanti

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CURSO VIRTUAL DE

MARIOLOGÍA

Prof. Mg. Alexandre José Rocha de Hollanda Cavalcanti

Módulo 01: INTRODUCCIÓN

Tema A – Participación del hombre en la salvación

Al iniciar junto con Ud. este curso virtual de Mariología, vamos juntos conocer los motivos teológicos que fundamentan la devoción a María, la doctrina de la Iglesia sobre el tema y las principales características de la persona que fue elegida para ser la Madre de Dios, nuestro Salvador Jesucristo.

La Biblia nos describe de modo muy claro el camino por el cual el Hijo eterno de Dios quiso hacerse hombre. Si abrimos el Evangelio de San Lucas, encontramos la descripción muy clara: «He aquí que concebirás y darás a luz un hijo, y pondrás el nombre de Jesús». María se encuentra delante de un plan divino que supera todo lo que ella podría imaginar, pero cuando recibe la explicación de que cómo se dará la obra de Dios por acción del Espíritu Santo, ella responde con decisión a Dios: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según su palabra».

Es importante observar que sólo después que María pronunció su aceptación es que el Verbo de Dios se hizo carne. ¿Por qué Dios esperó la manifestación de la voluntad de María para la cumplir su plan de la Encarnación? Porque Él, desde los inicios de la creación quiso que el ser humano participara de esta obra, pues la salvación es un don divino, pero Dios quiere salvar al hombre por el hombre, involucrando al ser humano en su propia salvación.

Para entender bien esto, vamos imaginar que estuviéramos en otra época histórica y en un lugar distante: la plaza central de la entonces pequeña ciudad de Toulouse, en Francia, alrededor del siglo XV…

La plaza está llena de gente curiosa, al centro se encuentra un patíbulo de madera negra y los soldados se acercan conduciendo un condenado, acompañado por los jueces, con caras serias y vestidos de negro. La sentencia ya estaba firmada.

La escena es interrumpida por un sonido de caballos y es el coche real que para ante el susto de los jueces y el estupor del pueblo. El rey

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baja para hablar con ellos, mientras la reina, con quien se acabara de casar, estaba sentada en el coche, con las ventanas abiertas.

El verdugo pone la soga al cuello del condenado y tira la cuerda para arriba… La reina no consiguió mas mantenerse y dio un grito que se escuchó en casi toda la plaza.

El rey la miro apenado y se dirigió a los jueces:– Señores, como señal de bienvenida a la reina, les pido el perdón

de este condenado.Una parte del pueblo aplaudió, otra se quedó en silencio… Pero los

jueces respondieron sin dudar:– Majestad, el crimen cometido por este hombre es muy grave, la

sentencia está decidida y él ya está condenado. La ley existe para ser cumplida y la reina nos dará el ejemplo de aceptar el cumplimiento de la ley.

La joven reina, no soportó y preguntó: – ¿Pero… existe en el mundo alguna falta que no pueda ser

perdonada?– No se trata de esto, señora, la sentencia debe ser cumplida. –

Respondió el magistrado.En este momento, un consejero recordó que por una antigua ley de

Francia, cualquier condenado podría ser rescatado por la elevada suma de 1.000 ducados.

El rey abrió pronto su bolsa y sacó 800 ducados. La no se demoró en revisar la suya y sólo encontró 50 ducados. Todos los hombres del séquito real echaron mano de sus bolsas y todo fue entregado a los jueces, que se colocaron a contar todo el dinero, con la presencia de dos testigos.

Toda la plaza aguardaba en silencio, cuando el juez levantó la cabeza y dijo con voz seria y solemne: 997 ducados. Será ahorcado ahora mismo.

La reina, ya afligida, pregunto casi suplicante:– Señores, será a causa de 3 ducados que este hombre será muerto?– Señor, él está condenado por sus crímenes y no habiendo la suma

completa, no hay más que esperar. ¡Verdugo! ¡Cumpla su deber!El verdugo, con su capucha negra, corre la cuerda, agárrala bien y

jala con toda su fuerza para dar el golpe final al condenado, cuan la voz de la reina o interrumpe:

– ¡Pare! Revisen primero a este pobre hombre, quien sabe tendrá consigo los 3 ducados.

Escéptico, el verdugo verifica los bolsillos del condenado y bien al fondo encuentra exactamente 3 ducados.

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Se completó la suma necesario y el condenado fue perdonado y acogido por el rey y la reina.

¿Qué relación tiene esta historia con María? ¡Toda! Esta es la historia de cada uno de nosotros, de toda la humanidad. Somos herederos del pecado original y cada uno de nosotros tenemos también nuestros propios pecados, pero somos rescatados por la Sangre de Jesucristo, representada aquí por los 800 ducados del rey, por la intercesión de María, representada aquí por los 50 ducados, por las oraciones de los ángeles y de los santos, pero todo esto no se aplicará a cada uno de nosotros se no colocamos por lo menos nuestros 3 ducados de nuestro arrepentimiento y buena voluntad personal.

Como vamos ver en este curso de Mariología, este principio básico de la participación humana en su propia salvación en fundamental para comprender la función de María como colaboradora de la misión salvífica de nuestro Señor Jesucristo. La salvación es alcanzada por Cristo, Él es el único camino, Él es la verdad y la vida, pero Él nos salvó en la cruz, entregando al Padre todo lo que recibió de María: su vida, su sangre, su dolor. Por tanto, el camino para el Hijo de Dios llegar a la tierra, hacerse hombre y salvarnos fue María. Si Cristo es el único camino para el Padre, María es el camino para Cristo y ella fue el único camino elegido por Dios para que Cristo, haciéndose hombre, fuera para nosotros, el camino, la verdad y la vida.

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