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La cigarra y la hormiga

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En los felices días del verano, una cigarra alegre aprovechaba el calor cantando y bailando, mientras la sufrida hormiga no descansaba, en la búsqueda de comida que llevar a su casa.La cigarra se burlaba de la hormiga y le decía:— ¿No es más bonito gozar de la vida con bellas canciones, como yo hago, que trabajar todo el día como haces tú?La hormiga callaba y seguía afanándose.

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Pero llegó el invierno y, con los fríos, la cigarra guardó silencio y tuvo que refugiarse en cualquier agujero. Allí, sin nada que llevarse a la boca y casi helada, se acordó de la hormiga:— Ella estará calentita en su casa y seguro que no le falta alimento en la despensa.Iré a verla, pensó.Acudió la cigarra al hormiguero y, zalamera, preguntó:— ¿No tendrás, buena hormiga, algo para comer y un rincón caliente donde pasar el invierno?

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Entonces la hormiga, muy enfadada, le contestó:— Yo trabajaba duro en verano para no pasar hambre en estos días fríos, ¿qué hacías tú en el buen tiempo?La cigarra tuvo que admitirlo:— Yo cantaba y reía alegremente sin pensar en el futuro.Y la hormiga le replicó:— Pues ahora yo canto y me alegro, mientras tú sufres hambre y frío por culpa de tu holgazanería.Vete y no desprecies a los que trabajan por su sustento.

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