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La Condesa de Viches y el Marqués de Villafuerte Una muy cruda anécdota de la decadente España del Siglo XIX

La Condesa De Viches Y El MarquéS De Villafuerte

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Chiste de mal gustoi, ¡Aguas!

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La Condesa de Viches y el Marqués de Villafuerte

Una muy cruda anécdota de la decadente España del Siglo XIX

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Doña Amalia del Llano y Dotres • Fue una destacada escritora en

la vida social y cultural del Madrid del siglo XIX. Fue la esposa de don Gonzalo José de Vilches y Parga, con quien contrajo matrimonio en 1839. En 1848 Don Gonzalo recibió el título de Conde de Vilches y doña Amalia se convirtió, en consecuencia, en condesa. De su círculo de amistades formaba parte el pintor Federico de Madrazo quien le hizo este célebre retrato en 1853.

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La Condesa…• Participaba, cuando no organizaba,

constantemente en tertulias literarias, encuentros que eran frecuentados por lo más granado de la sociedad madrileña, así como por figuras intelectuales y artistas. Aficionada a la literatura, la condesa probó suerte como escritora. Consiguió publicar dos novelas: “Ledia” y “Berta”, esta última vio la luz el año de la muerte de la autora. Pero donde más se distinguía ella era en las tertulias, donde solía improvisar ingeniosas adivinanzas y recitar bellas poesías.

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Un Día….

• Reinaba a la sazón la infortunada Isabel II, cuyo gobierno siempre fue débil y errático. La corte estaba llena de personajes intrascendentes y estúpidos. Bien reflejaba Isabel y quienes la rodeaban la aguda decadencia de la España decimonónica.

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• Un día la Su Majestad, de quien la Condesa de Vilches era muy amiga, invitó a toda la realeza a tomar el té a palacio. En plena tertulia, y sabedora del talento de la condesa para las adivinanzas, Su Majestad la invitó a improvisar algunas para entretener un poco a los aburridos invitados.

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Ella aceptó de buena gana.• Comienza entonces la

condesa a echar un vistazo alrededor de la espléndida sala donde estaban reunidos, llena de hermosas pinturas y lujosos adornos de toda índole. De repente, se fija en un cuadro de la Reina montando a caballo y dice: “Ya está. Ahí va la primera: Es GRANDE, ENHIESTO, BRIOSO, Y ENTRE LAS PIERNAS DE LA MUJER SE PONE NERVIOSO”.

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“¡La Verga!”

• Se oyó exclamar en el salón a una voz estentórea y aguardientosa.

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Se trataba del Marqués de Villafuerte…

• hombre obeso y tosco conocido por soez y prepotente, pero que era muy respetado por el gobierno de Su Majestad a causa de ser un excesivamente rico y poderoso.

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“¡Oh, Dios mío! Es usted un mal educado y un vulgar. ¿Cómo se le ocurre? ¿Cómo se atreve?”

• Expresó de inmediato, con gran indignación la Condesa, “Jiménez, por favor tráigame mi capa y mi sombrero que me retiro”, pidió dirigiéndose al mayordomo de Palacio.

• “Oh no, discúlpenlo por favor damas, condesa. Denle otra oportunidad al marqués”, se apuraron a suplicar varios invitados (los cuales eran deudores del Villafuerte, dicho sea de paso)”. “Sí amiga, perdona esta pequeña insolencia del nuestro amigo el marqués”, solicitó en voz alta la reina, y le susurró al oído “Recuerda que necesito de su apoyo”

• “Bueno, por esta vez lo disculpo, pero que no se repita”, cedió la condesa.

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Siguió entonces el juego…..

• La duquesa nota una bella sortija de matrimonio en la mano de una de las invitadas y se inspira para decir : “ES REDONDA, SOBERBIA, BRILLANTE, Y NO HAY MUJER A LA QUE NO LE ENTRE COMO UN GUANTE”.

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“¡LA VERGA!”

• Vuelve a exclamar el protervo marqués sin dudar ni un segundo.• “Oh, ¡esto... esto es espantoso, es inadmisible e imperdonable!

Jiménez, tráigame ahora sí mi capa y sombrero que me voy”. La condesa ya gritaba de enojo. “No, hombre, no se enoje condesa, le recuerdo que soy gente de campo”, comentó Villafuerte a manera de disculpa con esa desagradable voz y su actitud siempre desafiante.

• Todos los invitados ruegan para el marqués una última oportunidad. “Amalia, por favor……”, suplica la reina mientras retenía con delicadeza el brazo de la condesa. “Bueno, pero será la ÚLTIMA VEZ que soporto una impertinencia de esta laya”. La Duquesa cedía ahora con un severo rictus facial.

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Va otra adivinanza

• La Duquesa observa entonces a un invitado metiendo una galleta dentro de la taza de su té y pregunta a su auditorio: “ENTRA SECA Y ESPONJOSA Y SALE MOJADA Y BABOSA”

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“Jiménez, mi capa y mi sombrero, qué me largo”

• Vociferó de súbito Villafuerte ¡¡¡PORQUE CHINGO A MI MADRE SI NO ES LA VERGA!!!