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LA DICTADURA PRIISTA Y EL ASCENSO DEL PAN AL PODER. EL INICIO DE UNA DICTADURA PERFECTA. Antecedentes. En 1928, se cerraba la puerta que estuvo abierta por 18 años; la muerte de Obregón era el último puño de tierra que faltaba para sepultar una era: la era del caudillismo mexicano, la era que vio nacer a hombres cabales con anhelos de democracia; Madero, Villa, Zapata, entre otros memorables hombres, pero se abría otra puerta: una época en la que sólo las instituciones serían quienes tomarían las riendas del país. En palabras del entonces Presidente de la República, Plutarco Elías Calles, “termina la época de los caudillos e iniciaba la de las instituciones”. El 4 de marzo de 1929, nace el partido que pasaría a la historia por ser el único en el que por más de 70 años se canalizaría la aspiración presidencial: el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Este surge como un partido de corrientes de fuerzas políticas distintas pero afines provenientes del movimiento de 1910. El PNR sería, en consecuencia, la institución más poderosa para la competencia política, y el lugar adecuado para diseñar los primeros acuerdos y prácticas en la lucha por el poder público. Así 1

La dictadura priista y el ascenso del pan al poder

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Page 1: La dictadura priista y el ascenso del pan al poder

LA DICTADURA PRIISTA Y EL ASCENSO DEL PAN AL PODER.

EL INICIO DE UNA DICTADURA PERFECTA.

Antecedentes.

En 1928, se cerraba la puerta que estuvo abierta por 18 años; la muerte de

Obregón era el último puño de tierra que faltaba para sepultar una era: la era del

caudillismo mexicano, la era que vio nacer a hombres cabales con anhelos de

democracia; Madero, Villa, Zapata, entre otros memorables hombres, pero se

abría otra puerta: una época en la que sólo las instituciones serían quienes

tomarían las riendas del país. En palabras del entonces Presidente de la

República, Plutarco Elías Calles, “termina la época de los caudillos e iniciaba la de

las instituciones”.

El 4 de marzo de 1929, nace el partido que pasaría a la historia por ser el

único en el que por más de 70 años se canalizaría la aspiración presidencial: el

Partido Nacional Revolucionario (PNR). Este surge como un partido de corrientes

de fuerzas políticas distintas pero afines provenientes del movimiento de 1910. El

PNR sería, en consecuencia, la institución más poderosa para la competencia

política, y el lugar adecuado para diseñar los primeros acuerdos y prácticas en la

lucha por el poder público. Así pudo auspiciar relevos de gobierno por medio de

elecciones y en condiciones de estabilidad social.

Nueve años después, en 1938, luego de la ruptura entre el general Plutarco

Elías Calles y el entonces presidente Lázaro Cárdenas, en la cual participaron

varios miembros distinguidos del partido, como el ex presidente Emilio Portes Gil,

se realizó un cambio en las directivas del partido a nivel nacional, y en sus filas se

incluyó a varias centrales obreras del país que hasta entonces estaban

oficialmente fuera del partido y se cambió el nombre de la institución por el de

Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

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Finalmente, en el año de 1946, el partido sufría la última transformación que

daría paso al nombre con el que lo conocemos hasta nuestros días: Partido

Revolucionario Institucional (PRI). Este predominaría no sólo en la Presidencia de

la República, sino en el Congreso de la Unión y en los gobiernos de los estados.

Este cambio se dio por el envejecimiento de los militantes formados en la lucha

revolucionaria, para así abrir el paso al poder a civiles con educación universitaria.

Insuficiencias del PRI.

La verdadera cara del PRI, la cara que haría verlo como un partido con

gobernantes déspotas y tiranos, es perpetrada precisamente el 2 de octubre de

1968, en Tlatelolco. Aquel día ha pasado a la historia por ser una de las masacres

más atroces y escrupulosas que han dejado una marca, ocasionando la rabia y el

coraje de aquellos que recuerdan lo sucedido aquel funesto día. Miles de

estudiantes (aunque la prensa comprada por el gobierno sólo dice que fueron

algunos cientos) fueron saqueados, torturados y masacrados en una especie de

emboscada propiciada por Gustavo Díaz Ordaz.

La plaza de las Tres Cruces nunca borrará de sus alrededores aquellas

manchas de sangre de los jóvenes caidos que pidieron democracia,” pero esa

exigencia les costó la vida a ellos pero se la devolvió a México”, todo esto por

órdenes de un tipo que ni siquiera es preciso gastar nuestro aliento, porque para

algunos de sus allegados fue apoteósico. Poco tiempo después, el Presidente

Díaz Ordaz declaró:

(…)Yo esperaba que los nuevos escritores tradujeran todo esto a literatura, pero no

me eximía a mí mismo de una mirada dura, acusándome a mí mismo de

complicidades y cegueras que me impidieron participar mejor, más directamente, en

ese parteaguas de la vida moderna de México que fue el 68(...)1

1 Saint-André, E. (2001). El lenguaje que somos: Carlos Fuentes y el pensamiento de lo hispanoamericano. Argentina: Universidad Nacional de San Juan, p. 150.

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Díaz Ordaz es recordado hasta hoy como aquel aciago y asesino que acabó

con la vida de jóvenes inocentes y no se arrepintió de nada, como el pusilánime

que era, ensombreciendo con este acto a la historia mexicana:

“Estoy orgulloso del año de 1968, porque me permitió salvar al país…No temo al

juicio de mis contemporáneos… y los mexicanos saben que en mi actuación ha

habido aciertos y errores, pero que mis errores han sido involuntarios, que todo lo que

he hecho, lo he hecho tratando de servir lo más eficazmente posible a México…

Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e

histórica por las decisiones del gobierno en relación de los suceso con el año

pasado”2

Años más tarde, el 10 de junio de 1971, la matanza del jueves Corpus, o

conocido por todos como el halconazo del 71, demostraba una vez más que el

PRI seguía al pie de la letra lo que Maquiavelo plasmó en la obra que lo

inmortalizaría: “un principado debe ejercer el poder a través del miedo y no del

amor”. Luis Echeverría Álvarez, otro de los tantos presidentes títeres provenientes

del PRI, fue condenado muchos años después por este acto. Esto se dio cuando

una manifestación estudiantil en apoyo a los estudiantes de Monterrey, fue

violentamente reprimida por un grupo paramilitar al servicio del estado llamado

"Los Halcones". El presidente, Luis Echeverría Álvarez, se desligó de los hechos;

pero nunca aclaró la situación que fue siempre negada oficialmente. Más de 30

años después, en el 2006, se hace un “acto de justicia” cuando Echeverría es

enjuiciado por este acto, pero su sentencia fue un apóstrofe para aquellas

victimas: arresto domiciliario.

Para no hacer largo el tema, un fracaso tras otro eran acumulados en la

historia del gobierno priista: José López Portillo juró defender la banca, que en

aquel momento atravesaba una recesión económica, “cómo un perro”, en un

discurso más dramático que una novela de Televisa. Pero a fin de cuentas, la

Banca fue un caso perdido y México se hundía más y más en una terrible crisis

económica que ni siquiera su sucesor, Miguel de la Madrid, no pudo hacer nada

ante esto.

2 5° informe de gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz. 1° de septiembre de 1969.

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La cereza del pastel es, sin duda alguna, la crisis electoral de 1988, cuando

por primera vez en la historia, el partido tricolor tenía a dos verdaderos

contrincantes para ocupar la presidencia nacional: por un lado, Cuauhtémoc

Cárdenas Solórzano, representando a un recién nacido Partido de la Revolución

Democrática (PRD), “el camuflaje del viejo PRI, y, por otra parte, Manuel

Clouthier, del Partido Acción Nacional (PAN). Estas elecciones han sido las más

cuestionadas de la historia, ya que se sabe por palabras del mismo ex-presidente

De la Madrid que fue un verdadero fraude, en el que confabulo con el PRI para

darle la victoria a su candidato, Carlos Salinas de Gortari.

Es ilógico pensar que los gobiernos priistas lograron un desarrollo

económico en el país, pero “los hechos hablan más que mil palabras” y los

discursos baratos que sólo provocan populismo no son más que retrocesos a un

estado de crisis, pobreza y analfabetismo. Pero en palabras del escritor Mario

Vargas Llosa, “fue una dictadura perfecta que perduró por más de 70 años”.

FIN DE LA DICTADURA PERFECTA Y LA TRANSICION DEL CAMBIO.

El ascenso del PAN al poder.

El año 1994 se convertiría en un parteaguas en la historia mexicana. El

ambiente político se volvió tenso desde el primer día del año tras el alzamiento del

Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), quienes utilizan todos los

“medios posibles” para destruir a la “dictadura perfecta”. Respecto a esto, Vargas

Llosa comentó:

(…) Creo que la insurrección zapatista de Chiapas debe ser condenada sin

eufemismos, como un movimiento reaccionario y anacrónico, de índole todavía más

autoritaria y obsoleta que la que representa el propio PRI (…)3

Tiempo después, el 23 de marzo, en Lomas Taurinas de Tijuana, es

asesinado el candidato del PRI a la presidencia Luis Donaldo Colosio. A opinión

3 Roldán, J. (2000). Vargas Llosa entre el mito y la realidad. Marburg: Tectum Verlag DE., p. 225

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de varias personas, el ha sido el único candidato que verdaderamente ha tenido

para México, un prospecto de cambio y desarrollo, tal y como lo dijo en el discurso

que dio en el Monumento a la Revolución:

“(…) Me he encontrado con el México de los justos reclamos, de los antiguos

agravios y de las nuevas demandas; el México de las esperanzas, el que exige

respuestas, el que ya no puede esperar…Yo veo un México con hambre y con sed

de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley

quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las

autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales (…)”4

Para remediar esto y a pesar de la culpabilidad cargada a Salinas por el

asesinato de Colosio, que quedó más que mostrada en el abucheo que le dieron

cuando dio el último adiós a Colosio, Ernesto Zedillo Ponce de León queda como

suplente de la candidatura y elector para el periodo 1994-2000. Aunque no se

llegó a los niveles de tensión de 1988, la mayoría de los analistas políticos

coinciden en que la gente votó por la continuidad del partido en el gobierno como

una forma de contrarrestar su miedo a la desestabilización del país después de

cinco años percibidos como de progreso en el gobierno de Carlos Salinas de

Gortari.

El gobierno de Zedillo no quedaría atrás si hablamos de fracasos y deudas.

El FOBAPROA fue el peor de los pecados de Zedillo: contraer otra deuda cuando

la anterior seguía sin poder liquidarse. Pero si comparamos su sexenio con sus

predecesores, la estabilidad regresó a lo mínimo, pero la inestabilidad seguía a flor

de piel.

Sin embargo, la dictadura perfecta comienza su decline y el reinado de 70

años de tiranía, de despotismo, concluye con las elecciones que han marcado la

historia. En el año 2000 llega la alternancia de manera pacífica. Un candidato

agresivo, con un mensaje de cambio claro, que recogía lo que la sociedad

deseaba después de varios fracasos: un presidente comprometido con la

democracia que compartió su opinión a un partido dividido y agotado. Vicente Fox

4 Discurso de Luis Donaldo Colosio en el Monumento a la Revolución (6 de Marzo de 1994). Ver en: http://www.bibliotecas.tv/colosio/discursos/candidato06mar94.htm

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gana las elecciones y el candidato del PRI derrotado reconoció la caída. Nadie

cuestionaba los resultados y, al parecer, el fantasma del fraude electoral parecía

exorcizado para siempre. Era el fin de una era y, con las palabras de Fox, el inicio

de otra:

“(…) Cruzamos el puente de la alternancia en el poder de manera pacífica y legal.

Hoy estamos del otro lado del puente y comienza un nuevo camino… Lo que hoy

vivimos los mexicanos es la culminación de las luchas de varias generaciones (…)5

El cambio, la transición, se hacía realidad con este suceso que, años

posteriores, nos hemos dado cuenta de que no es suficiente un cambio

económico, sino un cambio político para obtener la confianza de los compatriotas

en las elecciones y, sobre todo, un candidato que sea confiable y que sea cabal,

que sea “el gobernante del pueblo, para el pueblo”.

5 Aguayo Q., S. (2011). La transición en México. México: Fondo de Cultura Económica, p. 135.

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CONCLUSION:

A partir de 1928, la historia política del país iniciaría con el nacimiento de

las instituciones, con la aparición del PRN por obra de Calles. Esto sólo fue una

fachada para poder consolidar “El Maximato”, lo que lo llevaría a la historia.

A pesar de las modificaciones que sufrió en 1938 y 1946, el PRI siempre

fue creado para proseguir una dictadura, como la de Santa Anna o la de Porfirio

Díaz, solo que en esta ocasión no sería un individuo quien la ejercería, sino una

institución que por más de 70 años logró su objetivo: perdurar en el poder por

mucho tiempo.

Las insuficiencias comenzaron en la matanza de Tlatelolco en 1968, cuando

a sabiendas de quien era el responsable, el pueblo vivió más de lo mismo. Sin

embargo, eso conllevaría a los problemas que se hicieron notar en los sexenios de

Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, que

generaron fuertes devaluaciones, desempleo y pobreza extrema.

La derrota contundente del PRI por el PAN demostró que la transición no

fue suficiente para lograr “ese cambio” tan anhelado por el pueblo, quien más

tarde, se dio cuenta de que no había cometido error alguno al elegir a un

presidente elogiado por su compromiso con la democracia y, en especial, con el

pueblo mismo.

Desde mi punto de vista, la dictadura priista puede ser duramente criticada

por usar algunos métodos de represión que solo un gobierno tirano y déspota lo

haría sin tentarse el corazón. No hubo desarrollo alguno, ni económico, ni social,

ni en otra división alguna. Pero la transición conllevó a una serie de cambios por la

nueva figura presidencial comprometida a traer el cambio que tanto anhelaba el

pueblo mexicano.

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REFERENCIAS:

AGUAYO Q., S. (2011). La transición en México. México: Fondo de Cultura Económica.

Discurso de Luis Donaldo Colosio en el Monumento a la Revolución (6 de

Marzo de 1994). Ver en:

http://www.bibliotecas.tv/colosio/discursos/candidato06mar94.htm

ROLDÁN, J. (2000). Vargas Llosa entre el mito y la realidad. Marburg:

Tectum Verlag DE.

SAINT-ANDRÉ, E. (2001). El lenguaje que somos: Carlos Fuentes y el

pensamiento de lo hispanoamericano. Argentina: Universidad Nacional de

San Juan.

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