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A medida que el siglo XX iba avanzando y las grandes industrias y negocios optaban por instalarse en los núcleos urbanos, con la subsiguiente oferta de puestos de trabajo, los procesos de desplazamiento hacia las ciudades fueron haciéndolas crecer a un fuerte ritmo, como nunca antes se había visto. De esta manera, se acabaron conformando espacios más heterogéneos, donde el contacto entre personas pertenecientes a distintas clases y colectivos sociales posibilitaba una convivencia con mayor proximidad y más facilidades para las interrelaciones. Prácticas en Educación Intercultural

La educación rural en el marco de la revolución en la estructura de las poblaciones de las naciones. Jurjo Torres Santomé

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A medida que el siglo XX iba avanzando y las grandesindustrias y negocios optaban por instalarse en losnúcleos urbanos, con la subsiguiente oferta de puestosde trabajo, los procesos de desplazamiento hacia lasciudades fueron haciéndolas crecer a un fuerte ritmo,como nunca antes se había visto. De esta manera, seacabaron conformando espacios más heterogéneos,donde el contacto entre personas pertenecientes adistintas clases y colectivos sociales posibilitaba unaconvivencia con mayor proximidad y más facilidadespara las interrelaciones.Prácticas en Educación Intercultural

Fotografía: Osama Eryan

investigación

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La educación rural en el marco dela revolución en la estructura delas poblaciones de las nacionesA medida que el siglo XX iba avan­zando y las grandes industrias ynegocios optaban por instalarseen los núcleos urbanos, con la sub­siguiente oferta de puestos de tra­bajo, los procesos dedesplazamiento hacia las ciudadesfueron haciéndolas crecer a unfuerte ritmo, como nunca antes sehabía visto. De esta manera, seacabaron conformando espaciosmás heterogéneos, donde el con­tacto entre personas pertenecien­tes a distintas clases y colectivossociales posibilitaba una conviven­cia con mayor proximidad y másfacilidades para las interrelacio­nes.Este proceso de concentración dela población en las ciudades, de ur­banización de la humanidad y, enconsecuencia, de despoblamientode los núcleos rurales alcanza supunto más álgido en el año 2008;con más de la mitad de la pobla­ción mundial viviendo en ciuda­des, 3.300 millones de personas;con una humanidad mayoritaria­mente urbana por primera vez enla historia. Así, por ejemplo, lasciudades en Europa albergan ya aun 80% de la población. Los estu­dios de prospectiva prevén que anivel planetario, si el modelo dedesarrollo sigue siendo el actual,en el año 2030 más del 60% delas personas vivirán en las ciuda­des, y más del 75% en el 2050(UNFPA, 2007).

En las ciudades conviven personasde muy diferentes orígenesgeográficos y culturales, lo quesuele crear, en bastantes ocasio­nes, problemas de comunicación,de cohesión y de convivencia, es­pecialmente cuando, como resul­tado de las políticas que allí rigen,se llevan a cabo agrupamientosdiferenciados que visibilizan laprecarización laboral, la discrimi­nación. Compartir zonas para vivirpuede ir acompañado de un au­mento de la tensión y de la con­flictividad en esos espaciosurbanos, en la medida en que nose acompaña de una reducción delas diferencias entre las distintasclases y grupos sociales a la horadel acceso al mercado laboral, yde las posibilidades de be

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Fotografía: Eriotropus

neficiarse de similares oportunida­des en el resto de los servicios cul­turales, de salud y de ocio.Tales desigualdades pasan dadavez menos desapercibidas, hacién­dose muy visibles hasta en la or­ganización de los espacios. Estees el caso, por ejemplo, de deter­minados barrios periféricos quepasan a concentrar a los sectoresmás desfavorecidos de la pobla­ción: inmigrantes pobres, sin te­cho, sin papeles, bandasjuveniles, personas drogadictas,prostitutas pobres, ..., a lo que so­ciológicamente hablando denomi­namos las "nuevas clasespeligrosas”. Grupos a los que unsector importante de las clases al­tas y medias contemplan como norecuperables, sin esperanza, sin

posibilidades reales de que se"normalicen", de ser integra­dos. Son las personas que“sobran” y a las que da lasensación de que las cla­ses más ricas no van aprecisar; por esta razón,tampoco les están ofre­ciendo su colaboración yayuda.Quienes primero suelennotar el paro, la destruc­ción de empleos, la preca­rización y degradación delos puestos de trabajos sonlas capas más jóvenes de lasociedad, y en concreto las hijase hijos de las clases sociales máspopulares, al igual que las pobla­ciones inmigrantes de países po­bres; colectivos que nonencuentran otro lugar para habi­tar que no sean esos poblados obarrios más marginales.Esta concentración espacial enzonas diferenciadas en la actuali­dad es, asimismo, una buenamuestra de situaciones que sonnovedosas en las actuales eco­nomías neoliberales, en concretode la movilidad descendente.Frente al mensaje y ejemplos deotros periodos históricos en losque las posibilidades eran casisiempre de ascender en la escalasocial, laboral y económica; en laactualidad son demasiados losejemplos contrarios: la pérdida deestatus, de poder y de recursospara sobrevivir. Gente que hastahace poco tenía un puesto de tra­bajo y podía considerarse como

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del neoliberalismo, pasa a engro­sar el mundo de las clases pobres,y desde ese momento estas perso­nas se ven forzadas a localizaruna vivienda en este tipo de ba­rrios.Un fenómeno novedoso del presen­te son los barrios­guetos en losque también se ubica una buenaparte de esa población rural quese ve forzada a desplazarse a lasciudades, dado que en su mediode origen no dispone de recursospara sobrevivir. Los guetos sonlos lugares donde habitan los ex­pulsados y los no admitidos; noson espacios elegidos, sino empla­zamientos obligados, las cárcelesabiertas en las que se mora invo­luntariamente. En la actualidad,mil millones de personas viven enchabolas, y esta cifra sigue subien­do debido al modelo económiconeoliberal de desarrollo que hoyes dominante en el mundo.La aceleración de este proceso deurbanización no planificado explicaque los suburbios donde habitanlas poblaciones de inmigrantes po­bres y de razas marginadas, no ha­gan nada más que crecerdesorganizadamente, en especialen las grandes urbes. Estos espa­cios, al no tener ni accesos fácilesposibilitan que la marginación ylas injusticias pasen casi completa­mente desapercibidas para los sec­tores sociales que habitan en laszonas mejor dotadas. Las situacio­nes de pobreza no se hacen visi­bles con facilidad y, de ahí, lasorpresa con la que acostumbran

a ser recibidos los informes y es­tadísticas que sacan a la luz estasrealidades.En gran medida, en una buenaparte de los países más desarro­llados es una realidad la concep­tualización que hace ZygmuntBAUMAN (2007, pág. 26) de que"las ciudades son lugares repletosde desconocidos que conviven enestrecha proximidad", generandomiedo y una considerable agresi­vidad latente que, de vez encuando, estalla. “El desconocido,por definición, es un agente movi­do por intenciones que a lo sumose pueden intuir, pero que nuncase conocerían a ciencia cierta”(Zygmunt BAUMAN, 2007, pág.27). Un ser del quedesconocemos susintenciones e intere­ses y, que por tan­to, ante el que hayque estar alerta, delque es lógico sospe­char.La contribución delsistema educativo ala “desruralización”Contemplada estarevolución urbanadesde las institucio­nes escolares, loque no podemos esobviar que el siste­ma educativo tradi­cional contribuyótambién en granmedida a “desrurali­zar”, convirtiendo ala ciudad en el ar

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rafía:

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opus

quetipo de vida para las nuevasgeneraciones.Todo planteamiento mínimamenteriguroso acerca de la educación enel mundo rural conlleva abrir undebate acerca de los modos de vi­da en el país de que se trate; inte­rrogarse sobre qué tipo deeconomía, qué modelos producti­vos, que ubicaciones preferimos in­centivar para que puedan vivir laspersonas que lo habitan; decidirqué infraestructuras es precisoconstruir, qué recursos va a utili­zar la población para poder vivir,trabajar y desarrollar todas sus po­tencialidades como seres huma­nos.

La realidad es que hasta elmomento presente, este de­bate explícitamente no estáteniendo lugar, pero en lapráctica los modeloseconómicos y productivospor los que se viene apos­tando conllevan de mane­ra implícita un ideal desociedad completamenteurbano.Desde los inicios de latransición democrática eldebate sobre qué tipo desociedad queremos construir,dónde queremos que viva, tra­baje, estudie, disfrute y conviva lagente no se abrió en ningún mo­mento. Pero las políticas que se

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zonas urbanas, en las ciudades.Buena prueba de ello son las polí­ticas de comunicaciones y trans­porte, obsesionadas por laconstrucción de autopistas, au­tovías, trenes de alta velocidad yaeropuertos y, por tanto, preocu­padas por interconectar las ciuda­des entre sí y, simultáneamente,dejar incomunicados a los núcleos

rurales. Igualmente, las políticasen vigor de vivienda, de sanidad,de cultura, de trabajo, de justicia,de educación, de interior, de cien­cia y tecnología, de hacienda, ...son el resultado de las miradas decarácter urbano de los partidospolíticos, del cuerpo de funciona­rios de las Administraciones públi­cas y del conjunto

Fotografía: Juan Soriano

de especialistas que asesoran alos gobiernos de turno. Cada vezes frecuente observar como el me­dio rural es contemplado de mane­ra reduccionista como espacio deocio para la ciudadanía urbanaque acude a ese entorno con laidea de descansar y relajarse. Pe­ro la ignorancia sobre las condicio­nes de vida de las personas quehabitan en los núcleos rurales, so­

bre sus posibilidades labora­les, culturales, recreativas,sanitarias, educativas, ... esdemasiado notoria y, portanto, generadora de de­masiadas injusticias.Por lo que atañe a los sis­temas educativos, veni­mos careciendo desdehace décadas de debatessobre cómo debería ser laeducación en los entornosrurales. Entre otras cosas,no se abrió nunca un deba­te riguroso y democráticoacerca de si el sistema educa­tivo debía servir para que las ge­neraciones jóvenes descubran ono el mundo rural, para conven­cerles de las posibilidades de viviry desarrollarse plenamente en esecontexto o, si por el contrario, elsistema educativo debía capacitary orientar a la ciudadanía paraque pusiera sus miradas en la vi­da en las ciudades y, seguida­mente, el destino de susdecisiones también en este lugar:la ciudad.Pensemos que ninguna de las le­yes de reforma del sistema edu­cativo que se vienen legislando eimplementando desde mediadosdel siglo XX le prestaron la debidaatención a la educación rural.Política que además chocaba fron­talmente con una realidad en laque casi la mitad de la poblacióndel Estado Español a mediados deese siglo habitaba en núcleos ru­rales. En 1940, el 51.9% de la po­blación activa del Estado Españolse dedicaba a la agricultura; en

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crecerá a un fortísimo ritmo; altiempo que la población que que­da en el ámbito rural se va a ca­racterizar también por serpersonas de edad muy avanzada;las generaciones jóvenes van aapostar por las ciudades. La reali­dad de una península ibérica agra­ria, rural y tradicional vatransformándose en industrial yurbana.Las distintas leyes educativas nocontemplaron con la debida aten­ción las características del mundorural y, en consecuencia, comodebía ser la red educativa destina­da a ese medio. Un entorno en elque entre sus notas distintivashay que subrayar: la dispersiónde la población, el reducido núme­ro de niñas y niños de una mismaedad, los dificultad de acceso a re­cursos y materiales educativos, ...Tengamos en cuenta que, porejemplo, las editoriales de librosde texto producen únicamente li­bros "urbanos" en cuanto a loscontenidos que incorporan. Elmundo rural no suele contemplar­se ni en los contenidos escolaresvehiculados por los libros de tex­to, ni en los modelos sociales, la­borales y comunitarios que setrabajan como explicación del fun­cionamiento de la sociedad. Losque se proponen y estudian, implí­citamente, son los que se reco­miendan como más adecuadospara la vida en las ciudades. Loque resulta mucho más frecuentees encontrarnos con ejemplos delmundo rural vistos con ojos urba­

nitas; o sea, como espacios bucó­licos donde la naturaleza"incontaminada" se muestra entodo su esplendor; con unos ani­males y plantas consideradas res­pectivamente, mas al estilo de lasmascotas urbanas o elementos dedecoración que como seres queson imprescindibles tanto pararealizar tareas agrícolas y detransporte, como para asegurar laalimentación de los seres huma­nos. Además, este tipo de recur­sos didácticos, loslibros de texto, estánconstruidos para serutilizados por el alum­nado de una mismaedad escolar, de unaúnica materia y curso.Modelo organizativoque no se acomoda alas peculiaridades delmundo rural.Asimismo, el profeso­rado es formado enlas Universidades yEscuelas de Magiste­rio sobre la base demetodologías paradesarrollar con alum­nado de la mismaedad, del mismo cur­so académico. Laatención a la didácticamultinivel, integradae inclusiva es dema­siado desconocida pa­ra las nuevasgeneraciones de do­centes. Sin embargo,un modelo mucho

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más pertinente fue ensayado en laprimera mitad del siglo XX, en lasescuelas rurales de aquel momen­to, en las que en una misma aulatrabajaban niñas y niños de distin­tas edades, de distintos niveles es­colares, de distintas capacidades,con distintos intereses, con dife­rentes recursos y materiales curri­culares.En la medida en la que no se plan­tea la necesidad explícita de prepa­rar a profesorado para trabajar en

modelos de educación rural, esmuy difícil contrarrestar el"sentido común" ideológica­mente dominante. Un pen­samiento que es totalmentecontrario a las necesidadesy prioridades del alumnadoque vive en núcleos rura­les.No caer en la cuenta deestas rutinas y automatis­mos explica que, aun cuan­do se mantengan algunas

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mado con modelos y ejemplos decentros escolares urbanos. Igual­mente, es cada vez más difícil queel profesorado que es destinado acentros ubicados en el medio ruraldecida trasladar allí su domicilio fa­miliar e integrarse en aquella co­munidad como un vecino o vecinamás; implicarse en la vida colecti­va que allí tiene lugar. Su mentali­dad y aspiraciones urbanas esmuy probable que le lleven a acep­tar un cargo allí, pero como malmenor y, casi siempre, como untrabajo lo más provisional posible;hasta que se logre acumular lapuntuación suficiente como parapoder concursar a una plaza en uncolegio urbano.Es por todo ello que afirmamosque las instituciones escolares sonun fuerte motor de desruraliza­ción.A la hora de pensar el rol de lossistemas educativos en este cre­ciente proceso de urbanización y,simultáneamente, de "guetiza­ción" de las minorías más desfavo­recidas, no podemos olvidar queuno de los principales objetivos delos procesos de escolarización fuey sigue siendo, el contribuir a en­señar a convivir.Los centros y aulas escolares sonespacios en los que las niñas yniños aprenden a conocerse entresí, a trabajar juntos y, por tanto,a socializarse y a convivir, con in­dependencia de su clase social deorigen, su nacionalidad, raza, se­xo, capacidades, creencias religio­sas y culturales, y sus opciones

sexuales.La desvertebración por barrios y,por tanto, por clases sociales hacedificilísimo el trabajo en esta metade contribuir a vertebrar las socie­dades. Asimismo, también es mu­cho más ardua la tarea decontrarrestar los prejuicios y este­reotipos con los que el alumnadoacude a las instituciones escola­res, y que son construidos y re­construidos constantementemediante las informaciones e imá­genes que vehiculan los mediosde comunicación, un gran númerode direcciones en Internet, el ciney la publicidad actual.Si cada colectivo social vive y es­tudia aislado de los demás, el fu­turo también tiene mayoresprobabilidades de continuar sien­do diferente en función del grupode origen y de escolarización. Unpresente geométricamente en pa­ralelo augura un futuro en el quese continuarán evitando los en­cuentros y la colaboración.Si nos acostumbramos a vivir, es­tudiar, trabajar y disfrutar en am­bientes homogéneos y uniformes,con personas agrupadas por simi­lares características sociales,económicas, físicas o intelectua­les; en contextos en los que nonos vemos obligados a esforzar­nos para comunicarnos, a trabajarcolaborativamente e, incluso, a di­vertirnos con quienes son diferen­tes, poseen otra idiosincrasiadistinta de la nuestra, “más pro­babilidades hay de que «desa­prendamos» el arte de llegar a

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fórmulas conciliatorias y a un mo­dus convivendi” (Zygmunt BAU­MAN, 2007, pág. 34).Una educación segregada siemprepretende evitar el encuentro conlos que se considera como diferen­tes, con quienes se etiqueta como"los otros".Asimismo, conviene ser conscien­tes de que la ayuda que tradicio­nalmente vinieron desempeñandolos sistemas educativos en la cons­trucción de una identidad nacio­nal, sobre la base de imponer ylegitimar una única visión de lahistoria, de la cultura y una únicalengua, supone en la actualidaduna rémora para la nueva ciuda­danía que requieren las socieda­des abiertas y multiculturales. Lossistemas educativos actuaron endemasiados momentos de la histo­ria como murallas de contenciónde lo extranjero, de lo diferente,de otras culturas, religiones, idio­mas, ideologías, modelos de pro­ducción, etc.Este acelerado proceso de urbani­zación de las sociedades precisade hombres y mujeres que no sevean como extraños, en la medi­da en que no comparten raícesculturales y geográficas comunes.Los desplazamientos de la pobla­ción rural a las ciudades son coin­cidentes con la llegada a ellas depersonas de otros países, con raí­ces culturales y religiosas muy di­versas, hablando distintosidiomas, etc. Y este nuevo fenó­meno no debe contemplarse comouna amenaza, como el preludio

del choque de civilizacionesdel que habla Samuel P.HUNTINGTON (1997), sinode un poderoso estímulopara generar modelos deconvivencia y construirsociedades más abiertase inclusivas.Debemos hacer conscien­te a la población, pero deun modo muy destacado alas nuevas generacionesde que, como subraya NanELLIN, "al permitir queprospere la diversidad (depersonas, actividades y cre­dos), el espacio público posibilitala integración (o la reintegración)sin destruir las diferencias; enrealidad las celebra. El miedo y lainseguridad se van calmando gra­cias a la preservación de la dife­rencia y al hecho de podermoverse uno a sus anchas por laciudad". (cit. en Zygmunt BAU­MAN, 2007, pág. 57).Las ciudades cosmopolitas siem­pre fueron un importante motoren el progreso humano. Si apren­demos de la historia y apostamospor un modelo de organización yde gestión más democrático y ba­sado en la justicia social, estanueva peculiaridad de las ciuda­des modernas debería ser algorealmente atractivo, creativo yproductivo. Tal y como subrayaPeter HALL (1998, pág. 285), “lasciudades creativas eran casi todascosmopolitas; atraían al talentode los cuatro rincones de susmundos, y desde el primer mo­

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na ciudad ha sido nunca creativasin una continua renovación de es­ta corriente sanguínea creativa”.Los nuevos vínculos de ciudadaníatienen que basarse más en com­promisos con proyectos de futuroque en el compartir orígenesgeográficos y tradiciones del pasa­do; algo que además es coheren­te con una ciudadaníademocrática que desea y debe de­cidir sobre su futuro, no esclavade tradiciones que le vinieron im­puestas, en la medida en que sólounas pocas personas tenían dere­cho y posibilidades de decisión.Las instituciones escolares sontambién un espacio privilegiadopara imaginar nuevas posibilida­des a los pueblos y núcleos rura­les. Al igual que intencionalmentese llevó a cabo un proceso de ur­banización acelerado, como conse­cuencia de unos modelos deindustrialización y comercializa­ción capitalista, de igual maneraexiste la posibilidad de reiniciaruna nueva reinstalación y repobla­miento de entornos ahora abando­nados, pero que con unainfraestructura adecuada podríancontribuir a conformar nuevos mo­delos de convivencia más huma­nos, mucho más respetuosos conel medio ambiente y económica­mente más limitado a las necesi­dades verdaderamente humanasy no de puro mercantilismo y acu­mulación al coste que sea.Apostar por revitalizar un nuevomodelo de vida en núcleos rura­les, aprovechando su potencial

medioambiental, apostando porotros modelos de economía y deproducción precisa, asimismo, deun sistema educativo que hagapresente este mundo hasta ahorasilenciado o nostálgicamente pre­sentado, con todo su verdaderopotencial. Es de este modo comoel sistema educativo dejará depreparar fugitivos del mundo ru­ral para educar otra ciudadaníamás respetuosa con el medio am­biente y, lógicamente con lasdemás personas con las que con­vive. De este modo, las posibili­dades de elección que el día demañana tendrá cada alumna yalumno serán mayores, y suselecciones las realizará disponien­do de mucha mas información yde mayor rigor en sus análisis.

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