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(notas) La "ideología de género" rompe la solidaridad básica hombre-mujer -El “género” es ideología y caballo de Troya, ¿de dónde viene su poder? -¿Progresismo o espejismo? -Apuntes de ideología de género

La "ideología de género" rompe la solidaridad básica hombre-mujer (Notas)

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(notas) La "ideología de género" rompe la solidaridad básica hombre-mujer -El “género” es ideología y caballo de Troya, ¿de dónde viene su poder? -¿Progresismo o espejismo? -Apuntes de ideología de género Una mirada a las consecuencias de la “reeducación” del hombre actualmente en marcha Conferencia de Stefano Fontana en Novaglie, Verona, para la Confederación Italiana de Centros de Regulación Natural de la Fertilidad (13 octubre 2013). En esta intervención mía no describiré en qué consiste la llamada ideología de género, y no contaré su historia. Me concentraré solamente en sus consecuencias sociales, jurídicas y políticas. Estas consecuencias, como veremos, no son indiferentes desde el punto de vista religioso y teológico. Mi horizonte de referencia es la doctrina social de la Iglesia.

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(notas)La "ideología de género"

rompe la solidaridad básica hombre-mujer

-El “género” es ideología y caballo de Troya, ¿de dónde viene su poder?

-¿Progresismo o espejismo?

-Apuntes de ideología de género

© Pressmaster/SHUTTERSTOCK

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Una mirada a las consecuencias de la “reeducación” del hombre actualmente en marchaConferencia de Stefano Fontana en Novaglie, Verona, para la Confederación Italiana de Centros de Regulación Natural de la Fertilidad (13 octubre 2013). En esta intervención mía no describiré en qué consiste la llamada ideología de género, y no contaré su historia. Me concentraré solamente en sus consecuencias sociales, jurídicas y políticas. Estas consecuencias, como veremos, no son indiferentes desde el punto de vista religioso y teológico. Mi horizonte de referencia es la doctrina social de la Iglesia.

El origen de la sociedad La primera consecuencia de la ideología de género sobre la sociedad afecta al origen mismo de la sociedad. La sexualidad humana no es indiferente a la constitución y a la construcción de la sociedad. Cuando la DSI repetidamente sostiene que en el origen de la sociedad está la familia y que ésta es una sociedad natural anterior al Estado, hace referencia a la identidad sexuada del hombre y de la mujer. Esta identidad sexuada de carácter polar contiene dos aspectos fundamentales para la sociedad: el primero es la complementariedad o reciprocidad que funda la sociedad como relación de acogida, el segundo es la apertura a la vida que funda la sociedad en cuanto que proyecta el género humano en el futuronyuges ty ementariedad entre los crtura a la vida que funda la sociedad en cuanto que proyecta el gfunda la sociedad como relaci. En ambas dimensiones - la complementariedad entre los cónyuges y la apertura a la vida – se produce la actitud de acogida, sin la cual la sociedad no existe. Esto es así en dos sentidos. De uno de ellos hablaré más tarde. Del otro podemos hablar ahora yconsiste en no ver al otro como un adversario, sino como un cómplice. La mirada por la que el otro no es el que me roba el mundo, sino que es cómplice en la construcción de algo que nos incluye a ambos tiene su origen en la complementariedad hombre-mujer. Por ello, si la actitud de la acogida no se da allí, en el momento inicial y constitutivo de la vida social, uno se pregunta cómo podrá darse después, en los demás aspectos de la vida comunitaria. Por esto, la Caritas in Veritate dice que “si se pierde la sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida, también se volverán áridas otras formas de acogida útiles a la vida social. La acogida de la vida templa las energías morales y nos hace capaces de ayuda mutua. Cultivando la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las necesidades de los pobres, evitar emplear ingentes recursos económicos o intelectuales para satisfacer deseos egoístas para los propios ciudadanos y promover, en cambio, acciones virtuosas en la perspectiva de una producción moralmente sana y solidaria, en el respeto del derecho fundamental de todo pueblo y persona a la vida” (n. 28). La ideología de género pone al inicio no una pareja, sino individuos abstractos asexuados. Mientras que el hombre y la mujer son complementarios, los individuos abstractos y asexuados no lo son. Su genitalidad no expresa una sexualidad más amplia de tipo antropológica, sino que se vuelve neutra y, por tanto, utilizable de modo diverso. Los partidarios de la ideología de género acusan a los que defienden la complementariedad hombre-mujer de comprender la genitalidad de forma rígida y, por tanto, minusvalorar su significado. Sin embargo es al revés, porque aquí la genitalidad es expresión de una identidad antropológica sexuada portadora de sentido, se convierte en cambio en un neutro instrumento técnico privado de rostro. O hay socialidad desde el primer momento en una pareja complementaria y abierta a la vida, o ya no se

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construye después, si no en sentido extrínseco u técnico. Este es un primer punto.

Una sociedad in-natural Una segunda consecuencia tiene que ver con el concepto de naturaleza y de naturaleza humana en particular. La ideología de género niega la existencia de una naturaleza humana, considerándola fruto de una elección personal, cultural o ideológica: “El hombre rechaza tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega su propia naturaleza y decide que ésta no le es dada como hecho preconstituido, sino que se la crea él mismo”. El problema es si la sociedad puede estar sin referencia a la naturaleza. La naturaleza es lo que nos precede y hemos recibido. Lo que nosotros no hemos producido. La sociedad necesita algo que no sea producción suya, en cuanto que necesita sentido y el sentido nunca se produce. Hoy se tiende a decir lo contrario: el sentido siempre es producido. La hermenéutica ha sustituido a la metafísica. Pero la sociedad no puede estar sin la mirada metafísica que la ponga ante lo incondicional, a un sentido recibido y no producido. Un gran jurista laico como Böckenförde ha reconocido que el Estado consume valores que no ha producido y que no logra reconstituir con sus fuerzas cuando los pierde. El filósofo iluminista Habermas, en el libro “El futuro de la naturaleza humana” ha reconocido el hecho de que el hombre no es productor de sí mismo, lo que él llama “contingencia natural”, es la condición de su actuar de forma autónoma. Sólo si el cuerpo se mantiene espontáneo, como algo nuevo, se mantiene así la distinción entre subjetivo y objetivo, entre artificial y natural, entre lo que crece naturalmente y lo que se produce técnicamente. Hans Jonas, en el libro “Una ética para la civilización tecnológica”, afirma que “La condición humana, definida por la naturaleza del hombre y por la naturaleza de las cosas, se da de una vez por todas en sus rasgos fundamentales, Sobre esta base se puede determinar sin dificultad y adecuadamente el bien común”. Parecidas posiciones no llegan a comprender la naturaleza humana en sentido ontológico, como se requeriría para fundarla adecuadamente, pero en todo caso son un significativo testimonio de la necesidad de que el sentido nos precede. La sociedad no puede estar sin la naturaleza y, en particular sin la naturaleza humana, porque es de la naturaleza de donde surgen los fines. Robert Spaemann, en un amplio ensayo recientemente publicado en Italia, mostró cómo el finalismo ha sido sustituido en la cultura occidental por el determinismo. Hobbes decía que conocer una cosa significa imaginar cómo podemos usarla cuando la poseemos, porque sólo el hombre se marca objetivos. La naturaleza, en cambio, consiste en un mundo de formas y la forma indica no sólo que el hombre es algo (en cuanto hombre) y alguien (en cuanto este hombre) sino que indica también qué debe ser, qué puede ser, indica cómo debe vivir si quiere vivir como hombre. Significa, en otros términos, los fines. El concepto de bien común, por ejemplo, central en la Doctrina social de la Iglesia, es un concepto finalista, de tipo cualitativo, que se nutre de las indicaciones recibidas por la naturaleza humana. Sin esta visión se vuelve incomprensible y ya no se entiende. La naturaleza, en cuanto que expresa la finalidad, sobre la que no hay deliberación humana, la cual se refiere sólo a los medios, está detrás nuestro como algo que hemos recibido pero que está ante nosotros, como decía Romano Guardini. Y como dice la Doctrina social de la Chiesa, según la cual la naturaleza está detrás de las culturas, en cuanto que “existe una profunda unidad de las culturas en el saber originario de los hombres”, pero está también ante las culturas en cuanto que a ella, a la naturaleza humana, tienden todas las culturas, aún en sus limitados recorridos.

La re-educación de la sociedad

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La ideología del género priva a la sociedad de estos contextos de sentido no producido por nosotros. Pero hay algo más. La ideología de género pretende no solo abolir la referencia a la naturaleza, sino que quiere volver a plasmarla. Estamos así en el corazón de la “cuestión antropológica”. El hombre nuevo, que la modernidad no había conseguido producir por la vía política, ahora se intenta producir por la vía cultural y técnica. La ideología de género no es sólo una cuestión moral, sino que se propone como la voluntad del hombre de re-crear el mundo. Vienen a la mente tantas sugestiones pasadas. Viene a la mente Rousseau, el verdadero padre de la modernidad, que afirmaba en el Contrato social que quien asume el poder debe ser consciente de tener el deber de volver a plasmar la naturaleza del hombre. Viene a la mente el marxismo, según el cual el hombre nuevo, como decía Engels, nadie lo había visto aún. Vienen a la mente los teóricos del hombre cyborg, que explícitamente dicen: “Nosotros hoy somos capaces, literalmente, de cambiar la naturaleza de los seres humanos”. La re-creación comporta ante todo re-crear la familia. Se va hacia “una familia polimorfa (recompuesta, monoparental, homoparental). La familia debe ser elegida”]. Se recrea la maternidad mediante el útero artificial o el útero en alquiler. Esto requiere en el plano jurídico el reconocimiento de nuevos derechos: derecho de las parejas al matrimonio, derecho al matrimonio para todos, derecho al hijo, derecho a la maternidad. Esto trasforma el matrimonio de institución a contrato. La parentela es sustituida por la parentalidad, que prevé varios tipos de filiación: la biológica, la jurídica y la social están disociadas entre sí. Entran por ejemplo en la filiación social el compañero de la madre biológica de un niño o la mujer que alquila el útero para que dos hombres tengan un niño. Que hoy nos encontramos ante la voluntad de re-crear el mundo, es hoy evidente por el carácter violento y dictatorial que la ideología de género está asumiendo. Y, quizás aún más, por el empeño que está mostrando en “reeducar” al hombre con nuevos programas y textos escolares obligatorios y planificados, además de con las series televisivas. Hemos llegado, como en el caso Barilla, a la autodenuncia y al arrepentimiento, como se pretendía y como al final se obtuvo del protagonista de “1984” de George Orwell. Existe el peligro de que nos convirtamos en un gran campo de reeducación.

Consecuencias jurídicas: Naturaleza y sobrenaturaleza Uno de los aspectos más inquietantes de esta reeducación es el lingüístico. Está en marcha un cambio de palabras y de conceptos que tienen como fin replanificar las relaciones sociales, En la nueva familia alargada y en red, con una multiplicidad de padres biológicos y sociales, de distinta orientación sexual, fruto de bancos de semen y úteros en alquiler, al que se le añaden las consecuencias de las separaciones, de los divorcios, de los nuevos derechos parentales del compañero o de la compañera, sea homo o hetero, está claro que los actuales conceptos de marido y mujer, padre, madre, hijo, hija, primo o tía, abuelo o abuela, están destinados a terminar. Mañana podrán no significar nada, o algo muy distinto que ahora. Esto vale para el ámbito civil, pero aún más para el ámbito religioso. Todo el léxico religioso católico tiene una base esponsal y familiar.Quien no tiene experiencia de paternidad o fraternidad en el plano natural, dentro de una familia, ¿cómo podrá captar el elemento sobrenatural de estas nociones? Tocamos aquí un punto de notable importancia que hay que analizar atentamente. A lo largo de la historia la humanidad ha subrayado algunas verdades que son de razón natural, pero que nunca habrían sido descubiertas sin la revelación cristiana, en cuanto que la razón tiene en sí la posibilidad de conocerlas, pero a menudo no lo consigue. Me refiero, por ejemplo, a la noción de persona humana o también

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al significado verdadero del matrimonio. Se trata de nociones de orden natural, pero que nunca se habrían visto en su profundidad sin el cristianismo. Sin la fe, además, se habrían perdido.

FUENTE: http://www.aleteia.org/es/educacion/documentos/la-ideologia-de-genero-rompe-la-solidaridad-basica-hombre-mujer-8064001

El “género” es ideología y caballo de Troya, ¿de dónde viene su poder?Un argumento para mayores de 5 años

El pedigree gnóstico de la ideología de género (1)

DESCARTES, PADRE DEL “DUALISMO ARTIFICIAL”, UNO DE LOS IMPULSORES DEL MODERNISMO. EL SUSODICHO DUALISMO ES EL ARMA CONCEPTUAL, LA FANTASÍA ADECUADA, USADA POR LOS IDEÓLOGOS DEL GÉNERO

La ideología de género puede mostrar el carácter gnóstico y “modernista” de los movimientos intelectuales detrás de todos los intentos de dominación nihilista, que constituyen lo que “DE HOY“, constituye a “la cultura de hoy“. En efecto, en la sexta de lasMeditaciones Metafísicas, Descartes asegura que el cuerpo humano pertenece, a diferencia del yo del hombre, al mundo de la res extensa; que es, a su vez, el campo de la dominación de la conciencia. Así, el cuerpo no tiene significación cualitativa ni bien ni orden inteligible intrínseco. En su aspecto de promoción de la homosexualidad y del arbitrismo en materia de “preferencia” de “género” y de cambios artificiales de la anatomía de los particulares que no estén contentos con el ser mismo que Dios les dio, ésta es precisamente la “filosofía” detrás de la cual se esconde la voluntad de poder de los grupos de presión “gay”: “La orientación sexual se refiere a la capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más de un género, así como a la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con estas personas. La identidad de género se refiere a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea

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libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales” (Boletín semanal del Population Research Institute para Iberoamérica, del 14-06: OEA: venta y compra de lobbies al mejor postor)*. Es imposible no concluir en que hay una influencia, siquiera mediata, de Descartes a declaraciones como las de los lobistas homosexuales. Y, como se verá, el asunto va de Yogyakarta a Argentina, donde se aprobó el llamado “matrimonio” homosexual, contra la Constitución y la inmensa mayoría del país, o a cualquier rincón del planeta, vía la OEA, la ONU, las organizaciones feministas, la presión entre las naciones y las grandes fundaciones estadounidenses.

Lo peor, en el caso de esta ideología particular es que introduce cambios legislativos para destruir a las familias, cuando no representan ningún derecho (no hay derechos homosexuales, ni discriminación a estas personas, ya que nadie les dice que no pueden contraer matrimonio, sólo que se reconoce la esencia del mismo, que no deriva de ninguna definición cartesiana de la materia o la conciencia). Representan, en el mejor de los casos, problemas emocionales que requieren de la ayuda denodada de la sociedad, en bien de quienes los sufren, o, en el peor, una indulgencia a comportamientos gravemente inmorales. Tampoco representan grupos de personas que tengan una presencia significativa en ninguna sociedad actual ni que, para colmo, tenga ningún interés real en su “derecho” a “casarse”. Sin duda:

“Tras el clamor por legalizar el matrimonio del mismo sexo, resulta que pocos homosexuales lo desean verdaderamente. Tras una dura batalla el año pasado, el gobierno español dio a los homosexuales el derecho a contraer matrimonio. Desde que la ley entró en vigor, el 3 de julio del año pasado, hasta el 31 de mayo, sólo han tenido lugar 1.275 matrimonios de personas del mismo sexo, informaba el periódico ABC el 17 de junio. Comparativamente, esta cifra suma un mero 0,6% de los 209.125 matrimonios contraídos en España durante 2005. De la suma total de matrimonios del mismo sexo, 923 fueron entre hombres, y 352 entre mujeres. Un estudio reciente, del Institute for Marriage and Public Policy de Virginia, hacia un bosquejo de las tendencias del matrimonio del mismo sexo. El estudio, «Demand for Same-Sex Marriage: Evidence from the United States, Canada and Europe» (La Demanda de Matrimonios del Mismo Sexo: Evidencias de Estados Unidos, Canadá y Europa), fue publicado el 26 de abril. La estimación más alta en cuanto a la proporción de homosexuales que ha utilizado las nuevas leyes sobre el matrimonio se da en el estado norteamericano de Massachussets, con un 16,7% de enlaces. Pero esto parece ser una excepción. En Holanda, donde el matrimonio del mismo sexo está establecido desde más tiempo, el porcentaje es bastante más bajo. Los autores del estudio, Maggie Gallagher y Joshua Baker, advierten que a menudo resulta difícil obtener datos precisos, tanto del número de matrimonios del mismo sexo, como del número de homosexuales en una determinada zona geográfica […].

“En abril de 2001 Holanda se convirtió en el primer país en legalizar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Desde dicha fecha hasta finales del pasado año, se han casado en Holanda 8.127 parejas del mismo sexo. Los datos holandeses sugieren que el 2,8% de los holandeses y el 1,4% de las holandesas son homosexuales. Si se asume que todas las parejas del mismo sexo que se han casado en Holanda son residentes, cerca del 6,3% de los homosexuales estaban casados a finales de 2005. El porcentaje, tanto en este como en el resto de los países, incluye a todos los que alguna vez se han casado, y que no necesariamente están casados en la actualidad. Bélgica siguió a Holanda en junio de 2003. Durante el resto de aquel año se casaron en Bélgica 1.708 parejas del mismo sexo. A finales de 2004 esta cifra aumentó hasta las 2.204 parejas. Los autores no han encontrado estimaciones oficiales del número de homosexuales en Bélgica. Si hubiera el mismo porcentaje que en Holanda, cerca del 4.7% de los homosexuales belgas estarían casados a finales de 2004. En Canadá, el Tribunal de Apelación de Ontario abrió el camino a los matrimonios del mismo sexo en junio de 2003. Los tribunales de algunas provincias hicieron lo mismo. El matrimonio del mismo sexo se legalizó a nivel nacional el verano pasado.

“La ley permite casarse a las parejas aunque ninguna de las partes resida en Canadá. Tras comprobar los reportajes de prensa y las estadísticas oficiales, Gallagher y Baker confirmaban que muchos de los matrimonios del mismo sexo eran entre parejas no canadienses, la mayoría de Estados Unidos. Gallagher y Baker lograron

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obtener datos sobre matrimonios del mismo sexo de nueve de las 13 provincias canadienses. En la Columbia Británica, se contrajeron 2.531 matrimonios del mismo sexo desde julio de 2003 hasta finales de 2005. En Quebec, son posibles los matrimonios del mismo sexo desde marzo de 2004. Desde entonces hasta septiembre de 2005 se casaron 574 parejas homosexuales. La Canadian Community Health Survey, una encuesta anual llevada a cabo por Statistics Canada preguntó por primera vez sobre la orientación sexual en el año 2003. Dio como resultado que el 1,3% de los hombres y el 0,7% de las mujeres entre 18 y 59 años se identificaban a sí mismos como homosexuales. De las siete provincias donde ha habido matrimonios del mismo sexo durante al menos un año, entre el 0.15% y el 14% de los homosexuales canadienses se casaron […].

“Según el estudio, no existen estimaciones fiables de la población homosexual de Massachussets. Si se asume que la proporción es la misma que la media nacional (el 2,3 % de los hombres y el 1,3% de las mujeres), y si se asume que todos los matrimonios son entre residentes locales, el 16,7% de los homosexuales estarían casados en matrimonios del mismo sexo […].

“La información de reportajes de prensa y los datos recogidos por Gallagher y Baker sugieren que el número de matrimonios del mismo sexo parece que, tras el empuje inicial, desciende cada año que pasa. Esto queda más claro en Holanda. En 2001, de abril a diciembre, se casaron 2.414 parejas del mismo sexo. En 2002, el número de nuevos matrimonios del mismo sexo cayó hasta los 1.838. En 2003, el descenso fue hasta los 1.499. En 2004, la caída llegó a los 1.210. Las últimas estadísticas publicadas ponen el número para 2005 en 1.166 parejas”* (Los tropiezos del matrimonio del mismo sexo, publicado en Zenit, el 1° de julio de 2.006).

Esto muestra claramente que la verdad de este asunto es más que oscura. Si el, digamos, para no quedar cortos y conceder, 5% del 5%, o sea, el 0,25% de la población es la que está realmente interesada en la legalización del referido “matrimonio”, sin contar con los que lo contrajeron por la emoción de la victoria, pero sólo querían seguir con su promiscuidad rampante (Ronald G. Lee, La verdad sobre el movimiento de derechos homosexuales. Publicado en:http://www.aciprensa.com/Familia/homosex-libros.htm)**, entonces esa victoria no puede deberse a ellos, sino a poderes distintos.

Esos poderes están en la ONU, la OEA, etc. Y toman como cara a gente como la citada en el artículo Homofobia, Misantropía , esto es, Masha Gessen, Michelangelo Signorile, entre muchos otros. Igualmente, el financiamiento procede de las fundaciones Rockefeller, Ford, carnegie, Bill y Melinda Gates, Hewlett Packard. Desde estos frentes, con gente como Barack Obama en la Casa Blanca (intentando acabar con la Iglesia en el país, vía la reforma de salud), con Angela Merkel en Alemania y la Unión Europea (atacando sin misericordia, por ejemplo, a Nicaragua, por prohibir constitucionalmente el aborto, de manera unánime), la potencia del movimieto se hace imparable. Sobre todo por el irrestricto apoyo de los grandes medios de comunicación, de Hollywood… y pare de contar. Esto es la revolución. Atrevámonos, alcémonos contra la tiranía. se necesita rebelión, la rebelión de la esencia.

* Este informe explicita el origen del referido “principio” de la “libertad sexual” o de “orientación de género”: 29 “expertos” que se reunieron en Yogyakarta, Indonesia, del 6 al 9 de Noviembre del 2006. Es interesante, porque este grupo de personas nunca o rara vez confiesan en público que tales sean sus “principios”, pero en su petit comitee así lo hicieron. Dice el informe: “Normalmente su estrategia es introducir los conceptos de ‘orientación sexual’ e ‘identidad de género’ sin definirlos para evitar oposición. En este documento se establecen las […] definiciones [transcritas]”.

* El artículo continúa: “Los datos contenidos en el estudio de Gallagher y Baker se han visto confirmados por el profesor Stanley Kurtz, del Hudson Institute. Escribiendo el 5 de junio en el National Review Online, sostenía que las estadísticas del norte de Europa confirma la tendencia a un bajo nivel en el número de uniones del

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mismo sexo. Kurtz basaba su información en un nuevo estudio de una pareja de demógrafos escandinavos, Gunnar Andersson y Turid Noack: «La Demografía de los Matrimonios del Mismo Sexo en Noruega y Suecia». Los países escandinavos tienen legalizadas las uniones del mismo sexo desde hace años, y a efectos prácticos poco hay que las distinga del matrimonio. En Noruega, desde 1993 hasta 2001, sólo se contrajeron 1.293 uniones del mismo sexo, en comparación con los 196.000 matrimonios heterosexuales. En Suecia, se registraron 1.526 uniones del mismo sexo entre 1995 y 2002, en comparación con los 280.000 matrimonios heterosexuales”.

** En la presentación de este ensayo, la página aclara que: “El siguiente ensayo, escrito por un ex homosexual, revela la realidad psicológica que anima a los grupos de presión homosexual. Al hacerlo relata hechos y prácticas con absoluta crudeza. El autor ha pedido que se respete la cruda y gráfica versión original, por ello, no recomendamos su lectura a quienes creen que la descripción de algunas prácticas homosexuales pueden ofenderle”.

FUENTE: http://eticacasanova.org/2013/07/09/el-genero-es-ideologia-y-caballo-de-troya-de-donde-viene-su-poder/

¿Progresismo o espejismo?por CARLOS DANIEL LASA • JUNIO 10, 2011

¿Progresismo o espejismo?

Podemos observar que en la actualidad se respira una atmósfera intelectual caracterizada por un permisivismo moral que no tiene antecedentes en el mundo entero. Hoy por hoy, aquello que siempre ha sido considerado como malo, no sólo es aprobado sino que, incluso, es alentado. Desde los gobiernos nacionales, provinciales y municipales se promueven campañas en favor de la ideología del género, del sexo como instrumento de placer, del aborto, etc. Hace poco tiempo una inspectora de jardines de infantes, fiel a las directivas que se bajan en educación, amonestó severamente a una docente porque se le había ocurrido separar, en un coro, a los varones, que harían sonar las maracas, de las niñas, que tendrían cascabeles. ¿Cómo era posible que a esta pobre docente se le ocurriese desafiar a la ya consagrada y dogmáticaideología del género? Ciertamente que era todo un atrevimiento que no se podía permitir. ¿Cómo podía ser posible que una maestra de música desafiase a los númenes de la educación actual que nos enseñan que todo concepto es una pura construcción y que, por lo tanto, no habiendo nada de natural, es preciso someter todo a

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una resignificacióninagotable, menos, claro está, a esta última afirmación. Estas tesis y otras son moneda cotidiana en nuestras vidas. Sostenerlas equivale a ser progresista. Y ser progresista es la chapa ideal para validarse plenamente ante la sociedad. Sin embargo, si bien respiramos cotidianamente esta atmósfera progresista, no nos resulta fácil aprehender su núcleo de sentido. Por ello nos parece que es de fundamental importancia intentarlo.

El progresismo, que en la actualidad identificamos con el sociologismo, es el producto de la crítica marxista de las ideologías extendida al marxismo mismo. Karl Marx fue un crítico de lo que él mismo denominó ideología. Este término aparece en Marx, por vez primera, en La Ideología Alemana[1] y resulta, a lo largo de la obra del pensador alemán, ambivalente. A veces el término adquiere un sentido peyorativo, casi psicoanalítico, cuando designa las representaciones falsas que los hombres se hacen de sí mismos y que son productos meramente culturales. En otras, adquiere un sentido positivo. Este sentido es aplicado al mismo marxismo para designar la ideología del proletariado. Marx establece, dentro de la ideología misma, la distinción entre verdad y falsedad: se pueden distinguir, en efecto, las ideologías reaccionarias, justificadoras de la realidad dada (ideologías falsas), de las ideologías progresistas y liberadoras (ideologías verdaderas).

Es curioso observar que el marxismo, pese a su historicismo, mantiene un conjunto de verdades eternas (juicios de valor o juicios teóricos universales), válidos para todos los hombres de todo tiempo, como por ejemplo: la idea de hombre social entendida como negación completa de la idea platónico-cristiana de la participación (tesis VI sobre Feuerbach); la idea de la dialéctica como unidad de lo racional y lo real; la posibilidad objetiva de la realización histórica de una comunidad humana auténtica, caracterizada por la abolición de las clases sociales y del disfrute; la unidad de teoría y práctica, de donde viene la crítica de la filosofía especulativa y la reducción de la idea a puro instrumento de producción; la visión de la historia como progreso, etc. Ahora bien, cuando la crítica marxista a las ideologías se aplica al marxismo mismo, el resultado es el sociologismo o progresismo, posiciones verdaderamente postmarxistas.

La afirmación postmarxista sostiene que todo es ideológico, que es como decir, todo sistema de ideas es producto de un contexto socio-histórico. Esta última idea va a ser, a juicio de los progresistas o sociologistas, la única que trascienda todo contexto socio-histórico para adquirir validez transhistórica. Esta idea es la única verdad, el único principio universal, el único dogma que jamás puede ponerse en discusión. Si, entonces, no es posible al hombre alcanzar verdades transhistóricas (excepto aquella de que no hay verdad transhistórica alguna), ¿qué valores quedarán en pie para fundar la vida individual y social? La respuesta es obvia: sólo los valores vitales. De allí que una “sociedad racional” sea aquella que ordena todas sus fuerzas a satisfacerlos. Dentro de esta lógica, todo adquiere razón deinstrumento, de medio, incluidos el conocimiento y la persona humana misma. Ya no podremos decir, con Kant, que la persona debe ser considerada como un fin. Y si la persona humana, en lugar de instrumento apto, se transformase en obstáculo, deberá ser eliminada. Una vida humana dentro del vientre de una madre, por ejemplo, que se plantease como un estorbo para la mujer, para la familia o para la sociedad, deberá ser eliminada. Por esta razón se habrá de abogar, entre otras cosas, para que el ordenamiento jurídico de la sociedad legalice el aborto.

En esta sociedad de la opulencia, cuyo núcleo constitutivo es el sociologismo o el progresismo, el hombre ha quedado reducido a la pura dimensión biológica y, en consecuencia, han quedado sólo en pie los valores vitales. En un mundo así configurado, donde no queda lugar alguno para el espíritu ni para su cultivo, el reinado del progresismo equivale a la degradación del hombre a la pura y mínima vida animal y la consiguiente renuncia a la excelencia humana. En un mundo así planteado, los negocios, en lugar de los ideales, ocupan el lugar central. Es por ello que nuestros revolucionarios han devenido de«revolucionarios de la hoz y del martillo» a «revolucionarios de la hoz y del bolsillo». Augusto del Noce describe esta patética situación con estas palabras: «El desarrollo lógico de este proceso espiritual debe ser, por eso, el “activismo”, la mística de la acción para la acción, la fuga de sí y de la verdad de la acción. La acción es ya querida por sí, no más como medio para la realización de un fin. Los valores, en lugar de dirigir y dar significado a la acción, valen solamente

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como instrumentos que pueden promoverla. Pero la acción así entendida se reduce a una simple transformación de la realidad; y esta transformación, este “mover” que es por sí querido, no implica una humanidad mejor. De allí que el retroceso de los valores equivalga a un retroceso de los hombres. Ellos cesan de ser fines en sí mismos para convertirse en instrumentos y en obstáculos para mi acción. La lógica inmanente del activismo conduce a la negación de la personalidad de los otros, a su reducción a “objetos” (y nos viene en mente el sentido etimológico de objeto: “realidad puesta delante de mí”; y por eso, ya no centro de vida espiritual, sino límite que puedo utilizar o abatir, por mi acción)»[2].

Notas

[1] Vocablo “Ideología”, en Dictionnaire critique du marxisme. Paris, Presses Universitaires de France, 1982, 1re. édition, p. 440.

[2] Del Noce, Augusto. Il suicidio della rivoluzione. Rusconi, Milano, 1992, seconda edizione, pp. 210–211. La traducción es nuestra.

FUENTE: http://fueralosmetafisicos.com/2011/06/10/%C2%BFprogresismo-o-espejismo/

Apuntes de ideología de género

La época que se está viviendo actualmente es una época sumamente difícil. El hombre actual vive en la “posmodernidad”, una época que se ha dado a sí misma el nombre, sin ningún tapujo ni vergüenza, una época que se caracteriza por un “pensamiento débil” –como diría Gianni Vattimo– y que no está preocupada por considerar la “consistencia de las cosas” y más aún ni está ocupada en considerar la naturaleza de las personas. Hace más de un siglo cuando Friedrich Nietzsche dijo que “Dios había muerto”, Michael de Foucault no dudó en decir en pleno siglo XX que “el hombre había muerto”. Se empezó, entonces, a dudar de las grandes teorías, de los grandes meta-relatos; de las grandes metafísicas.

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Cuestiones esenciales como la persona y lo que ésta implica de acuerdo a su dignidad y dimensiones esenciales, quedó como un saber de segundo orden, una epistemología de segundo nivel. Sin embargo, no sólo la persona sino la realidad entera. La búsqueda de la verdad, entonces, quedó como una ilusión de la razón. La ley natural quedó sustentada como un discurso religioso y anacrónico. La razón y la fe eran lo más discorde. El tema religioso quedó como un primer estadio, perteneciente, en todo caso, a las eras más primitivas pero no a las eras de la razón. La posmodernidad, pues, es una época en la que ya no se puede hablar con juicios universales ni buscar algo más allá de lo aparente. Es una explícita renuncia a las metafísicas tradicionales y a todo lo que éstas impliquen. En el mundo contemporáneo todo queda supeditado a la “doxología” y no a la “episteme”; al “yo opino” y no a un “saber más riguroso y sistemático”. Se vive –como diría el teólogo Joseph Ratzinger– en una “dictadura del relativismo”. Todo vale, pero al mismo tiempo nada vale.

Ante tal perspectiva, las cuestiones como el amor quedan relativas a lo que cada quien considere como tal, y no sólo el amor sino la cuestión de genero. Desde Jean Paul Sarte ya no hay naturaleza, “la existencia precede a la esencia”. No es la verdad o la naturaleza del hombre la que determina tales cuestiones sino el sujeto particular quien lo decide; ahora todo es absoluta libertad. No hay base sobre la que construir, no hay naturaleza. Simone de Beauvoir dice que no se nace hombre o mujer, sino que eso se construye o se decide. El feminismo radical, promotor en gran medida de la ideología de genero, apoya tales cuestiones. El relativismo, pues, entra en escena: cada quien construye su propia verdad y moral. El deconstruccionismo de Derrida no duda también en sustentar tales postulados.

De modo que, la importancia del cuerpo como parte esencial de la persona quedó relegado, porque lo que realmente determina al ser humano, en la ideología de género, no es la unidad de su cuerpo y alma, sino su pura alma; una idea que viene propiamente de Descartes, cuando éste valora como esencia de la persona el pensamiento, la “res cogitans” y no el cuerpo, “res extensa”; en todo caso, el cuerpo es meramente accesorio y, por tanto, intercambiable. Por ende, la persona como varón y mujer, le “cede” el paso a la construcción subjetiva y cultural del género y la sexualidad, cuestiones en las que finalmente se justifica otras conductas como la homosexualidad, entre otras….

Publicado 22nd October 2010 por Abraham Siloé R.

FUENTE: http://abrahamsiloe.blogspot.com.ar/2010/10/apuntes-de-ideologia-de-genero.html