Upload
yizza-delgado-de-vita
View
194
Download
18
Embed Size (px)
Citation preview
© Julio Garmendia © Fundación Editorial El perro y la rana, 2014
Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio.Caracas - Venezuela, 1010Teléfonos: (0212) 7688300 - 7688399
Correos electrónicos [email protected]@fepr.gob.ve
Páginas webwww. elperroylarana.gob.vewww. mincultura.gob.ve/mppc/
Ilustraciones © Henry Rojas
Edición Coral Pérez
Corrección Joel Rojas
DiagramaciónHenry Rojas Hecho el depósito de leyiSBN: 978-980-14-2786-5lf: 4022014800513
iMPRESO EN LA REPÚBLiCA BOLiVARiANA DE VENEZUELA
Ilustrado por Henry Rojas
La máquina de hacer
Julio Garmendia
Ilustrado por Henry RojasAdaptación de Coral Pérez
¡pu! ¡pu! ¡puuu!
Era la última palabra en materia de adelantos; al fin, después de pacientes y laboriosos esfuerzos, experimentos y tanteos, se había logrado fabricar por vía sintética aquello que la máquina fabricaba.
El mundo entero recibió la noticia del sensacional descubrimiento.
Fue una ola de optimismo y de ilimitada confianza en el futuro.
Era la última palabra en materia de adelantos; al fin, después de pacientes y laboriosos esfuerzos, experimentos y tanteos, se había logrado fabricar por vía sintética aquello que la máquina fabricaba.
Cada día se producían nuevos portentos, nuevos inventos, grandiosos e increíbles que cambiaban y revolucionaban por completo la hasta entonces mísera existencia humana.
¡Tantas cosas, tantas creaciones e invenciones se habían perfeccionado y
propagado,hasta ponerse al alcance de los míseros!
¡Y ahora esta máquina de hacer pupú!
Era la nueva maravilla, y en realidad la cosa más revolucionaria de cuantas había podido concebir y realizar la mente humana.
¡Y ahora esta máquina de hacer pupú! No era ya necesario alimentarse para hacer pupú: las
nuevas máquinas lo hacían sintéticamente, mecánicamente, y
matemáticamente.
Los precios del producto, fabricado a máquina resultaban extraordinariamente ventajosos, muchos más bajos y halagüeños que los del antiguo producto original.
La nueva industria se desarrolló con arrolladora eficiencia y rapidez; creció de la noche a la mañana en características arquitecturas de grandes plantas de fabricación ultra-modernas: especie de gigantescos hangares, metálicas armazones,en donde inmensas y perfectas maquinarias trabajaban sin descanso noche y día.
De sus techumbres se elevaban al cielo humeantes chimeneas, y rodeaban sus edificios costosas fajas de terrenos cuidadosamente sembradas de verdeciente grama.
Inmensos almacenes o depósitos estaban en capacidad de suministrar en breve plazo cualquier cantidad que se les pidiera de su específico renglón de productividad…
Había llegado la época del pupú prefabricado,a mínimo precio y óptima calidad, inmejorable, y la antigua y pequeña industria doméstica languidecía, agonizaba, y desaparecía rápidamente.
Sólo uno que otro empecinado o testarudo se rebelaba; había aún gente anticuada y gruñona, reacia por naturaleza a todo espíritu de innovación.
Seguían haciendo pupú de acuerdo con las empíricas y antieconómicas recetas de otro tiempo, en antihigiénica forma doméstica.
Pero, al caer en desuso la manera tradicional de hacer pupú, he aquí que
quedó muy poco aliciente a la producción de
artículos alimenticios destinados a satisfacer las viejas necesidades humanas de alimentación
por vías naturales.
La agricultura y la ganadería, la producción e industria de alimentos cayeron verticalmente al vacío.
Entraron en colapso las farmacopeas, los productos medicinales, la confección de vitaminas abecedarias, así como también los restaurantes, los mercados y las pastelerías, empezando también los médicos y sus monumentales clínicas a seguir el mismo camino del viejo pupú.
¡Era ya demasiado!
El mundo moderno se desmoronaba, se moría la cultura, el idealismo agonizaba... Nuestra civilización se venía al suelo.
El suelo mismo, como nadie lo cultivaba ni labraba, empezó a producir por propia cuentaencantadores bosques y matorrales más y más tupidos e intrincados invadiendo los campos y laderas de labranza, acercándose a las ciudades y los pueblos y urbanizaciones.
Los Estados o Potencias se reservaron para sí el privilegio
de tal fabricación; se adjudicaron el secreto, la fórmula y los
procedimientos, requisicionandopara sí las fábricas y maquinarias.
Llegó un momento en que fue terminantemente prohibida, bajo las
más severas penas y sanciones, la elaboración del pupú en forma sintética y moderna.
¡Entonces se vio surgir el monstruo, la verdadera faz del monstruo que estaba detrás de todo esto!
Cuando simplemente no podían ponerse de acuerdo sobre esto o aquello… los grandes poderes, exclusivos poseedores del pupú, se amenazaban unos a otros.
Hacían gestos de coger ya los grifos, las llaves y las mangueras que comunicaban con los depósitos de prefabricado almacenados desde años en secretos inmensos mares muertos subterráneos....
El terror de la pavorosa inundación, del gran diluvio, una y otra vez paralizaba el gesto de los feroces
contendores presuntos.
La pobre humanidad sentía pasar su escalofrío, una vez más, lanzando un gran suspiro de alivio por la tregua…
Hasta que el vientre de la tierra -de la pobre madre tierra- se fue llenando de aquel producto amenazante y predispuesto.
Hasta que el vientre de la tierra -de la pobre madre tierra- se fue llenando de aquel producto amenazante y predispuesto.
Se fue llenando...
...colmando... ...hinchando...
Pero ese día...¡no quedó ningún memorialista para contar lo que pasó!
...inflamando.
Como tampoco quedó nadie para detenerlas, cuando ya no faltaba
más a quien ahogar en aquella inmensa masa desolada que recubría
los continentes y océanos.
Tan sólo se conoce este detalle:
Las máquinas de hacer pupú hacían ¡pu! ¡pu! ¡pu! ¡puuuu!
En el eterno silencio, las máquinas siguieron largo tiempo:
¡pu!¡pu!¡pu!¡pu!¡puuuu!
Este libro se terminó de imprimir en la Fundación Imprenta de la Cultura
en el mes de julio de 2014 Guarenas-Venezuela3.000 ejemplares