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Lecturas prescriptivas (2010-2012)
El árbol de la ciencia
Pío Baroja y El árbol de la ciencia.
Pío Baroja
«Baroja, con los popularismos y la jerga de La busca y las otras dos novelas de la
trilogía está en la misma línea que sus contemporáneos. Y aún más, en su
complacencia en usar de ese vocabulario de los bajos fondos, ese argot de los
suburbios, en el virtuosismo de su empleo, viene a coincidir con Don Ramón del
Valle-Inclán, que usó, y abusó, artísticamente de ese mismo fondo léxico en sus
esperpentos y en la novelas del Ruedo ibérico [...] Valle y Baroja están muchas veces
muy cerca a través de ese lenguaje majo, populachero y carcelario que ambientaba
temas comunes en una veta de la literatura del 98 [...]: aquella en que se encontró
especial gusto en representar lo deforme, grotesco y macabro, en pintar una "España
negra" de perfil grotesco, sórdida, mísera y pintoresca [...] » Carlos Clavería, Baeza,
1961, 288.
1. Vida. Personalidad. Ideología.
Don Pío Baroja Nessi nació en San Sebastián en 1872. Pasó su infancia y juventud
en varias ciudades españolas: Madrid, Pamplona. En Madrid cursó la carrera de
medicina, chocando siempre contra profesores y el ambiente. Se doctora con un
estudio sobre El dolor. Estudio de psicofísica. Ejerce en Cestona (Guipúzcoa) como
médico y, decepcionado de su profesión, regresa a Madrid en 1896 para regentar una
panadería; fracasado también como industrial, se dedica a la literatura, actividad
que ya no abandonará.
Fue un trabajador infatigable como escritor, un lector constante y un incansable
viajero por España y por Europa. Tras una serie de colaboraciones en diarios y
revistas, publica sus primeros libros en 1900. En 1935 lee su discurso de entrada en la
RAE, La formación psicológica de un escritor. En 1936 huye a Francia y regresa
definitivamente en 1940. Sus penurias económicas acaban con la publicación de sus
memorias, Desde la última vuelta del camino, y de sus Obras completas a partir de
1946; en los últimos años de su vida sigue escribiendo, a pesar de la alarmante
pérdida de sus facultades, convencido de que tenía que trabajar para ganarse el pan;
al final, murió en Madrid en 1956.
Por su personalidad de hombre individualista y sincero, Baroja incomodó a
mucha gente. Su vida fue una constante de experiencias negativas, un recuento de
fracasos y decepciones que desde muy joven lo fueron convirtiendo en un
inadaptado, solitario, amargado e inseguro de sí mismo, tal y como explica el propio
Baroja en Juventud, egolatría o en sus memorias. Su radical pesimismo se vio
fomentado por la lectura de Schopenhauer. Su resentimiento personal y su amargura
vital, unidos a su hipersensibilidad enfermiza(él mismo se incluye entre los
"enfermos" por tener más sensibilidad de la necesaria) fueron haciendo de Baroja un
hombre agresivo, irascible, huraño y sentimentalmente frustrado. Se considera un
neurótico y lo confiesa: «La moral de nuestra sociedad me ha perturbado y
desequilibrado». Baroja padece un desequilibrio entre su intensa vida interior y su
incapacidad de realizarla por medio de la acción. Puede afirmarse que Baroja era
"anti-casi-todo": antirreligioso, anticlerical, anticristiano, antimilitarista,
antiacadémico, antirretórico, antisemita, antimonárquico, antimasón, antisocialista,
anticomunista, anticapitalista, misógino, antiurbano, etc. Esa fue, su reacción contra
el ambiente de crueldad y brutalidad colectiva que veía en la sociedad de su época.
Frente a este ambiente adoptó una agresiva actitud iconoclasta de radical
inconformista, sincero y libre, y rechazó toda manifestación de integración social.
Autodefinido como "pajarraco del individualismo", su actitud general fue siempre la
del pesimismo radical (sobre el hombre y sobre el mundo) y la del individualista
empedernido. Despreció profundamente todo lo que significase mediocridad, de ahí
su postura elitista. Se manifestó contra todo lo falso. Arrastró siempre una sensación
de fracaso y frustración personal que transmitió a sus criaturas novelescas. Es, pues,
un contemplativo sentimental que se defiende con agresividad de un entorno hostil,
pero que se muestra tierno y compasivo con los seres desvalidos y marginados.
Madariaga dijo de él que representaba "la paradoja de un sentimental sin amor".
Su concepción de la vida, así como su ideología se hallan esparcidas por toda su
obra. Sus ideas acerca del hombre y del mundo lo conducirán al pesimismo
existencial. En algunas de sus obras el autor trató este tema directamente: El
tablado de Arlequín, Juventud, egolatría. Podríamos afirmar que no tenía un
pensamiento muy sólido y coherente. Su individualismo rebelde le condujo a una
visión pesimista que lo hizo desconfiar de cualquier orientación constructiva; para él,
la vida era un caos absurdo y el mundo carecía de sentido. El fuerte se come al débil
y la única posibilidad de salvación está en la acción constante. De ahí que su
pensamiento tenga mucho más de actitud vital que de sistema coherente. Desconfía
por completo del hombre. Su ideología explica el hastío vital, el nihilismo y la
angustia existencial de muchos de sus personajes (como veremos en la figura de
Andrés Hurtado).
Enemigo declarado de cualquier religión, pues considera que no hace mejores a
los hombres y se opone a la vida y al progreso. En el terreno científico y filosófico
fue autodidacta. los pensadores que más influyeron en él y en su obra fueron Calude
Bernard, Kant, y, sobre todo, Schopenhauer. De Bernard recibió su educación
biológica. En Schopenhauer encontró la identificación de su propio pesimismo y de su
escepticismo vital: la solución del hombre está en la voluntad de renuncia hasta
llegar a la ataraxia epicureista1, o serenidad negativa basada en la abstención y la
1 Epicureismo: doctrina filosófica cuyo fundamento principal es el pensamiento del filósofo griego
Epicuro. La afirmación más relevante de esta doctrina y también la más polémica es que el mayor bien y
el propósito de la vida es el placer. En realidad se refiere más a los placeres del intelecto ya que
considera que los placeres sensuales trastornan el espíritu. Para Epicuro, una persona es feliz cuando
puede controlar sus miedos, el miedo al futuro, al fin de la vida y a Dios. La ética de Epicuro prioriza la
justicia, el equilibrio entre placer y sufrimiento y la honestidad; y la amistad para él es mejor que el
amor, porque éste produce intranquilidad y desequilibrio. La felicidad es lograr la tranquilidad
mediante el control de sí mismo, el desapego y la moderación.
indiferencia. La filosofía de Nietzsche le dejó el elogio del individualismo y la
amoralidad del hombre fuerte y el deprecio por el cristianismo, por la masa, por la
democracia y por las doctrinas socialistas.
Por lo que respecta a su ideología política, Baroja pasó del anarquismo juvenil al
liberalismo radical y acabó en el escepticismo. Considerado por unos como un
revolucionario y por otros como un reaccionario.
Es cierto que tuvo algunas manías escasamente justificables: aversión hacia lo
semita y lo judío, hacia el socialismo (dice de los socialistas: "lo que más me repugna
en ellos, más que su pedantería, más que su charlatanismo, más que su hipocresía es
el instinto inquisitorial de averiguar las vidas ajenas"), hacia la democracia;
admiración por el carácter alemán y su ciencia y cultura, o por una dictadura
intelectual que permitiese la libertad de expresión. Por su individualismo nunca llegó
a comprender que el progreso social sería más factible a través de la comunidad del
individuo. Desengañado de todo, incluso del regeneracionismo, del anarquismo y de
la acción individual, desembocó en el escepticismo absoluto.
«Para mí un político es un retórico... y el gobierno que no haga nada es el
mejor», dice en sus memorias.
«Es posible que el hombre necesite matar, incendiar, atropellar, y que la
brutalidad sea síntoma de salud colectiva», afirma en Juventud, egolatría.
2. Concepción de la novela o poética narrativa.
Baroja afirmaba escribir sus novelas sin plan previo y sin preocupación por el
arte de la composición; no obstante, su interés por el tema lo demuestran las páginas
que dedicó a su teoría estética en Juventud, egolatría, Las horas solitarias, o La
caverna del humorismo.
Más que una teoría coherente y sistematizada sobre la novela, las ideas de
Baroja son una explicación y una autodefensa de su propia forma narrativa.
Baroja defiende un género "multiforme y proteico" (o interdisciplinario que lo
abarque todo), en contra de la novela cerrada de Ortega. Defiende, pues, una novela
abierta.
Rechaza la existencia de fórmulas que encorseten al escritor en "un
argumento cerrado y definitivo". Exige la libertad de creación absoluta y la
espontaneidad y considera lo natural como una cualidad de lo bello. Admite
episodios, anécdotas, disgresiones (incluso defendía que una novela era posible sin
argumento).
Concede importancia al fondo sentimental del novelista, la fantasía o
invención y su capacidad de observación. Algunos de los soportes del arte narrativo
barojiano son: la captación ambiental, el ritmo dinámico, casi cinematográfico que
consigue a través de pinceladas descriptivas y el aliento vital de sus personajes.
Por ejemplo, el ambiente y su plasmación es fundamental como marco de la
novela. El ritmo rápido, casi trepidante, lo consigue Baroja por medio de la acción
ininterrumpida y el constante desfile de figuras humanas, hábiles concentraciones de
escenas dialogadas, rápidos cambios de escenario o el procedimiento sintáctico
estilístico de la frase breve.
Baroja pretendía siempre narrar algo interesante y entretener al lector, además
de vapulear el modelo social de su época.
Su "falta de composición" o "desorganización", como él decía, no son sino formas
propias de organizar la materia novelística.
Sus novelas, no lo olvidemos, a pesar de que no pretenden probar tesis alguna
nos informan sobre su concepción de la vida.
En cuanto a su estilo, aparte de sus incorrecciones gramaticales debido al hecho
de que era vascuence, es coherente con su ideal de espontaneidad narrativa. Baroja
lleva hasta sus últimas consecuencias la tendencia antirretórica de los
noventayochistas (buscaban el ideal de claridad, precisión y rapidez). De esta
voluntad estilística nace una prosa rápida, nerviosa y muy viva. Destaca, además sus
preferencias por la frase corta y el párrafo breve. Todos estos elementos estilísticos
dotan al relato de gran viveza y amenidad. Y en sus descripciones podríamos hablar
de un técnica impresionista (son rápidas y breves, pero consiguen, con poco, lo que
los realistas lograban con sus prolijas descripciones).
3. Obra literaria: las novelas.
La obra de Baroja es muy copiosa. Se le ha reprochado haber escrito mucho y
muy deprisa. Ortega afirmaba que Baroja publicaba siguiendo un "ritmo zodiacal" y
que sus obra aparecían casi invariablemente, una en mayo y otra en otoño de cada
año. La obra de Baroja abarca unos 98 volúmenes: 66 novelas, 34 de ellas agrupada
en trilogías, cinco volúmenes de novelas cortas, dos de teatro, tres de biografías,
nueve de ensayos, ocho de las memorias y un libro de versos. El propio Baroja indicó
las dos posibles clasificaciones que se han mantenido hasta hoy: la agrupación de sus
novelas en trilogías (es arbitraria y las novelas son de escasa similitud temática) y la
división en etapas cronológicas.
Agrupadas por trilogías:
1. Tierra vasca: La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903),
Zalacaín el aventurero (1909) y La leyenda de Jaun de Alzate (1922).
2. La vida fantástica: Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre
Paradox (1901), Camino de perfección (1902), Paradox rey (1906).
3. La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904), Aurora roja
(1904).
4. El pasado: La feria de los discretos (1905), Los últimos románticos (1906),
Las tragedias grotescas (1907).
5. La raza: La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909), El árbol de la
ciencia (1911).
6. Las ciudades: César o nada (1910), El mundo es ansí (1912), La sensualidad
pervertida (1920).
7. El mar: Las inquietudes de Santi Andía (1911), El laberinto de las sirenas
(1923), Los pilotos de altura (1929), La estrella del capitán Chimista (1930).
8. Agonías de nuestro tiempo: El gran torbellino del mundo (1926), Las
veleidades de la fortuna (1927), Los amores tardíos (1927).
9. La selva oscura: La familia de Errotacho (1932), El cabo de la tormentas
(1932), Los visionarios (1932).
10. La juventud perdida: Las noches del Buen Retiro (1934), El cura de Monleón
(1936), Locuras de carnaval (1937).
Novelas agrupadas en serie:
―Memorias de un hombre de acción: son 22 volúmenes, publicados entre 1913 y
1935, y que narran las aventuras de Eugenio de Aviraneta, antepasado de Baroja y
aventurero del siglo XIX.
Clasificación por etapas cronológicas:
1900-1912: los protagonistas de las novelas de esta época buscan un sentido a
la existencia en la vida misma o en la acción. A esta etapa pertenecen las novelas
más reveladoras de la personalidad de Baroja, del espíritu del 98 y de la crisis
nihilista del momento; las mejores presentan como tema central la problemática
existencial y humana del individuo en un ambiente de ruindad social en el que se
estrellan sus personajes ―en gran medida autobiográficos, hasta llegar a esa síntesis
nihilista entre lo personal e ideológico que es El árbol de la ciencia―.
1913-1936: las obras de este período repiten moldes anteriores en nuevas
"ediciones corregidas". Decae la capacidad creadora de Baroja. Perduran las
tendencias del ciclo anterior: actitud demoledora y rechazo social.
1937-1956: ya no creó nada nuevo; su obra acumula lecturas, opiniones o
curiosidades de época anteriores.
Baroja es el novelista por antonomasia de la literatura española por sus dotes de
narrador y por su capacidad de creación.
El árbol de la ciencia
Baroja, en sus memorias, escribió que El árbol de la ciencia era, entre sus
novelas de carácter filosófico, la mejor que había escrito, su libro más acabado. la
crítica coincide con esta opinión. Azorín ya decía que este libro resume, mejor que
ningún otro, el espíritu de Baroja.
Esta novela es la más noventayochista de la generación, la que mejor expresa la
crisis existencial del siglo XIX al XX. La escribió en plena madurez y tiene mucho de
autobiográfica. Hay tantos paralelismos que en 2º volumen de sus memorias relata su
estancia en Madrid (por sus estudios), en Valencia y la muerte de su hermano Darío
(pasajes que parecen sacados de El árbol de la ciencia).
El asunto narra la vida de Andrés Hurtado hasta su muerte por suicidio. La
estructura se divide en siete partes que presentan paralelismos en dos bloques y un
intermedio reflexivo.
Parte 1 y 2: primeras experiencias Parte 5 y 6: nuevas experiencias
Formación de la personalidad anímica e intelectual Búsqueda de una solución vital.
1ª Parte
Experiencia universitaria.
(Refleja su paso por la universidad de medicina y
la decepción que le producen profesores y
alumnos.)
5ª Parte
Experiencia profesional y social en
Alcolea.
(Experiencia negativa de Andrés como
médico en Alcolea del Campo.)
2ª Parte
Experiencia social en relación con las casas
de vecindad.
(Esbozo de la panorámica social del Madrid de las
clases media y baja. Aparece Lulú.)
6ª Parte
Experiencia profesional y social de
Andrés como médico de prostitutas y
pobres.
(Regreso a Madrid. Médico de higiene y de
una sociedad dedicada a gente pobre.)
3ª Parte
Experiencia decisiva.
(Enfermedad y muerte de su hermano Luís. Viaje
a tierras valencianas. Tranquilidad en contacto
con la naturaleza aldea burgalesa.
Desorientación existencial de Andrés en Burgos.)
7ª Parte
Nueva experiencia reflexiva: abstención
social en el matrimonio.
(Matrimonio con Lulú, época de paz.
Tragedia por la muerte del niño y Lulú.
Suicidio de Andrés.)
4ª Parte
Intermedio reflexivo.
(Extenso diálogo entre Andrés e Itúrrioz sobre la vida
y la ciencia a raíz de la muerte de los seres
queridos.)
Esta novela es lo que se denomina «novela de formación del personaje».
Desarrolla la vida de Andrés Hurtado, un hombre perdido en un mundo absurdo, y en
medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños. Se
puede establecer una similitud con la personalidad de Baroja. El tema central podría
ser: la desorientación existencial del hombre inadaptado y encerrado en un
callejón sin salida. Es la más autobiográfica de las novelas barojianas, sobre todo por
las ideas que plasma. Los problemas filosóficos de Baroja están proyectados en
Andrés ―Baroja joven― y en Itúrrioz ―Baroja maduro―. En esta novela proyectó su
FRACASO VITAL.
Bibliografía:
Fox, E. Inman, Baroja y Schopenhauer: El árbol de la ciencia, Revue de Littérature
Comparée, París, v. XXXVII, julio-septiembre, 1963.
Felipe B. Pedraza Jiménez y Milagros Rodríguez Cáceres: Manual de literatura
española. Vol. IX, Generación de fin de siglo: prosistas, 1987.