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LITERATURA AFROECUATORIANA
AUTOR: ALEXANDER CHÁVEZ-2do BGU «A»
El narrador afro ecuatoriano Nelson Estupiñán Bass, en su novela ‘El
último río’ (1966), fabricó un personaje que, como Gobernador de
Esmeraldas, importa a 100 norteamericanos blancos para que
se crucen con las morenas esmeraldeñas y “mejoren la raza”.
La literatura afro en Ecuador se ha caracterizado por ser aguerrida, por
contener letras enojadas, por ser una olla que hierve.
El escritor esmeraldeño Diógenes Cuero dice: “Los
escritores negros tenemos sed de justicia. Luchamos para que
la raza morena no sea el último vagón del tren. En su
poema Pueblo mío, la voz lírica exclama: “No culpes de tus
azotes/ a mis manos negras y ásperas/ ¡Negras! Por mi
África milenaria/ ¡Ásperas! Por labrar este mundo/ de ellos:
los ricos, los blancos”.
“Los poetas negros estamos obligados a defender nuestra identidad. No puedo aceptar a
ningún escritor negro con espíritu de blanqueamiento”, opina el poeta afro ecuatoriano Orlando Tenorio,
autor de nueve libros. Su poema Negros somos ¿y qué...?
evidencia la memoria histórica tan característica de la literatura afro
ecuatoriana. La voz lírica recuerda a los esclavos africanos que fueron traídos con cadenas al continente americano. “Nos convirtieron en
peones sin salarios/ para trabajar en las minas de sol a sol/ cultivar sin
descanso/ la tierra del patrón (...)”.
Otro de los rasgos que posee la literatura afro ecuatoriana es que está pensada para ser recitada. Tenorio considera que el escritor afro tiene el don de ponerle mucha fuerza y vitalidad a los poemas que recita.
“El moreno es un orador por excelencia”, añade Tenorio, quien reunió en su libro ‘Huellas imborrables sobre la arena’ toda su producción literaria caracterizada por ser una constante defensa de la raza negra ecuatoriana.
El esmeraldeño Antonio Preciado es otro de los grandes exponentes de esta literatura. Los poemas que componen su poemario ‘Jolgorio’ imitan el
habla popular tan típica de los morenos de la Costa
ecuatoriana. En su poema Chimbo, el poeta emplea este lenguaje para referirse a una
mujer que lo cautiva. “Me habís embrujao, morena/ ya me tenés amarrao/ me tenés que causo pena/ me tenés de tu
lado”.