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Llanto numero 2

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Y acá la segunda y última, después nos dispersamos un poco, pero bueno, nos divertimos mucho haciéndolas. En esta las colaboraciones de Pablo Peisino, Guillermo Goffré y Fede Rubenacker en las tapas, en los textos de A. Schmidt, Diego Cortes, F. Rubenacker, María Fernanda Sattler, Iván Wielikosielek, un poema de Nicanor Parra y un especial extraño sobre Jesús, con textos de Dostoeivsky, Tolstoy y Gorki, Van Gogh, Antonio Machado, Albert Camus, Arthur Rimbaud. 32 páginas, editadas en octubre de 1997, formato 17x22 cms.

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LLANTO DE MUDO-2

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Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!

Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

El Apocalipsis 3, 15-16.

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Sombras

Y si, esta noche mi alma puede encontrarla paz en el sueño, y sumirse tranquilamente en el olvido, y despertar por la mañana como una flor recién abierta,entonces he estado otra vez en Dios, y he renacido.

Y si, cuando transcurren las semanas, en la oscuridad de la luna,mi espíritu ensombrece y apaga, y una suave y extraña sombrase esparce por mis movimientos y pensamientos y palabras,entonces sabré que aún estoy caminandocon Dios, que estamos estrechamente unidos ahora que la luna se oculta.

Y si, cuando el otoño sedimenta y enlutasiento el dolor de las hojas cayendo, cayendosobre mi alma y espíritu, sobre mis labios,tan dulces, como el desvanecimiento, o más biencomo la embriaguez de una canción triste y queda,sonando más oscuramente que el ruiseñor volando hacia el solsticioy el silencio de los días cortos, el silencio del año, la sombra;entonces sabré que mi vida circula aúncomo la tierra oscura, y se empapacon el profundo olvido y el lapso de renovación del universo.

Y si, en el cambio de las fases de la vida humanacaigo enfermo y en la miseria, y mis muñecasparecen rotas y mi corazón muertoy mi fuerza perdida, y mi vida sólo la cenizade una vida:y todavía, dentro de todo esto, fragmentos de un bello olvido, y fragmentos de renovación,raras flores invernales sobre tallos muertos, y sin embargo nuevas, extrañas florestales como mi vida no había gestado antes, nuevos florecimientos;entonces sabré que todavíaestoy en las manos del Dios desconocido,quebrándome hasta su propio olvido,para enviarme en una nueva mañana, un nuevo hombre.

D . H . L A W R E N C E - ( 1 8 8 5 - 1 9 3 0 )

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A L E J A N D R O S C H M I D T

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conozco algunos trucos

trabajo muchas horas tatuando gente en joyland parksoy calvoy gracias a la marina he recorrido el mundo

no sé pensar lejospero conozco algunos trucos

logré que wade miller me hiciera protagonista de la novela Paso Fatal(san diego-postguerra)

por otra partejamás bordaría una odalisca en la espalda de nadie.

me gusta ver público todas las nochesno es por dinerono

la multitud me gusta

en las Filipinasme abrieron el vientre con una botella de pilsenpor una nativa

que no recuerdono logro recordar

era una mestiza con aceite en el pelo

he soportado casi todo-tengo cicatrices norteamericanas en la mente-

no es necesario vivir mil años para estar en paz

permíteme que pinteel emblema de la Uniónen tus bíceps

y te confirmaré un prejuicio:

la piel de los negros es mucho más dura que la de los animales.

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Conclusiones

Al findespués de media vidaterminamos sentados frente a un muro

la línea de ladrillosse quiebra contra el cieloal borde, el álamo, sacude su instrumentoy abajoentre las sillastréboles y hierbas están sobre la tierra

al patio sale una mujery discutes o comprendeso simplemente te abrazasy te olvidas

a vecesun ángel te recuerday puedenlos vapores del díabrillar la ruina del corazónen la cerrada noche

no creas en la dulzura del erroren las posibles cabezas del amanecer

el muro está más cerca que el consuelomucho másmucho más.

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Alumbrado

ese que caminasoporta el látigo de altos centinelas

manchado por el destello de los autospor mordaces ventanas

hacia pobres callesenumera sus pasosalejándose

lo lleva un animal de ecos

sabe quemientras los ladrones iluminan la ciudad

la furia de viviry vivircontra toda esperanza

irá hasta el fin del mundo

inútil como un rey antiguoel hombreatraviesa la ciudad de los muertos

señaladomultiplicadopor las lejanas lámparas del Diablo

agradeceráun error de tinieblasquedar por un instanteintacto victorioso

no importa

el luchará con su linterna negracon su vela de niño por los campos

su sombra pelearáy peleará todavía

cuando esté hundidoen una tumba ajena

y regresarádescalza

la nochea su ceniza estremecida.

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ALEJANDRO SCHMIDT

Nació en 1955 en Villa María, Provincia de Córdoba, Argentina. Publicó los siguientes textos de poesía: Clave Menor (1983), LAsBienaventuranzas (1983), Tajo en la piedra (1984), Elegías y epitafios (1985), Serie Americana (1988) , El Muerto ( 1991), Arder(1991), Dormida, Muerta o Hechizada (1993), Notas de una biografía perdida (en edición Colectiva Desfile de Monstruos, 1993),Entre los muertos (Plaqueta, 1995), La noche volverá (Plaqueta, 1996), Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío (Plaque-ta, 1996), El diablo entre las rosas (1996). Dirigió las revista de divulgación literaria El gran dragón rojo y la mujer vestida de sol(1987-1991. Dirige las colecciones: Alguien Llama (Carpetas de poesía argentina), Palabra Sola (Pliegos de poesía mural),Plaquetas del Herrero. Ha merecido diversos premios por su obra poética. Colabora con diarios y revistas del país y el exterior.El poema “conozco algunos trucos” pertenecen a Serie Americana; “Conclusiones”, “Alumbrado” y “Grita” eran inéditos.

Grita

A estos años llegué dandome vueltadiciendo yo no fuino fui(y había sido, claro)

cambió el cuerpocambiaron las palabras(el mundo no cambióno cambia nunca)

y de ahora en adelante giro a la izquierdaa la derechasaco mis víscerasal aire(y no y no)

no hay donde irno hay otro tiempo

llueve en la luna

llueve en el corazón

la verdadgritainsoportable.

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este viejo consumido por las arrugaseste viejo que parece que mastica sus propios dientes haciendo muecaseste viejo que tiene la ropa sucia de color beigeeste viejo que tiene olor a vino en la garganta este viejo despeinadome mira con sus ojos grises hundidos en coloradosostiene un papel con su mano derechatoda sucia y destruidaun papel que pide una ayuda para sobrevivir.me quita la vistaespera una respuestame muestra su perfil, y la luz corta su figurasu piel llena de porosuna nariz aguileñauna barba de dos días, bien blancaigual que su cabeza.le digo que no.él se burla de mí haciendo el mismo gesto que yoy chistando un “no” con sus labios finos y planos,todas las personas a mi lado hacen lo mismole dicen que noalgunas tocan sus ropas para demorarlo pero igual dicen no.todos.semiencorvado y moviendo las piernas como pénduloscamina por el centro de la vereda,se dirige a un banco donde sentadas hay tres mujeres grandesriéndose entre ellas,con sus lentes con sus labios rojos con sus ropas estampadasy ellas estampadas en la ropa,sentadas bajo la sombra de un gran árbol.el viejo sostiene el papel y las mira fijo, una por vez,veo su brazo delgado y lleno de pequeñas arrugas,las tres mujeres lo ignoran por completono lo miran, ni le contestansiguen riéndose.antes de seguir su caminoél mira a ambos costadosmira a la gente que pasa rozando su espaldamira a la gente que lo mira.gira y caminaluego de unos pasos se detienelo observosu cabeza dirige la vista hacia arribayo miroy ahí arriba hay un cristo entre las cúpulas de la catedraly detrás de ese cristo una gran nube blancay detrás de la gran nubeel cielo azul.

Federico Rubenacker7

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decile a ellos que te amendeciles que te den un poco de su caridaddecile a ellos que besen tus piesdeciles que van a sufrir en pazdecile a ellos que succionan tu corazóndeciles que no midan la vozdeciles que no te desvistanque te dejen en el suelodeciles lo que ahora no puedo decirlesdecíselos porque no tengo palabrasdeciles que no se escondan en botellas vacíasdeciles que no quiero hablardeciles que son una mierdadecíselo a ellosque se disfrazan con guantes blancosque se masturban en las plazasque aman el arte delante tuyoque aman las palabrasa ellos no les des cariño porque podés depertaruna mañana en su cuarto y sentirte un extrañopero insistí en decirles que cambien sus cabezasdeciles que no los soportodeciles a ellos que escriben en los baresque beban su café de amargurasdeciles que no lloren por vosdeciles que te cuiden cuando estés muertodeciles lo que tengas que decirlesaunque no entiendandeciles que se suicidentotal no valen nada.

Federico Rubenacker

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las aves

vuelven a mí

sus alas

traen a dios

¡dios vuelve a la tierra!

¡la tierra vuelve en sí!

amanece

Federico Rubenacker

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Una luz perdidaen alguna mirada enceguecida.Algún consuelo en vanopara quien sabe lo que viene,y ríe.Voces de informativoconvenciendo esclavos,domesticando cachorros de fieras.

Sustracción, paréntesis, disimulo,y sus mentes blancasen caras pintadas de negro.Persecución,proyección de imágenes sin sonido,sonido desconectado que da asco.

Es hora de encender fuegoy relajarse.La tierra promete nuevos bellos oloresy nuevos verdes ardiendo la pólvora.Mortales gritandola paz en un símboloy lanzando en mis botas.

Luego yo,deslizándome en la abejaque clava en mi pupila su aguijón,es mi yugo.

María Fernanda Sattler

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La desesperación cayó en gota,superando toda capacidad de soportar...cada aguda espinaparecía mas intensamente clavada,y cada segundo se eternizaba en su memoria,en su vehículo vital de varios años.Todos parecen esperar, tranquilos,pero ella ya no percibe sus pies cansados,sangrantes, llorosos, hartosde minutos en su cabezay pequeños respiros huidizos en sus venas.

El piano sonando suave, delicado,aunque quizás no exista nada bello.Sólo repetición vulgaro simulacros...

Nadie le enseño nada.

El árbol la abraza, tontoimpávido,sediento,y se va,porque él también se va,porque él también se fue.Todo se va, lo puro, lo bello, lo inocentetodo se torna, en algún puntotortuosamente irrecuperable.

María Fernanda Sattler

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Septiembre. Frágil. Desnutrido crío, creciendo.

Extraño romper las hojas secas al paso.La gente con frío.El vidrio empañado con el aliento húmedo.

Furia.El sol tomó poder de mi pupila,ya débil, asqueada.

Y veo todo.Todo grande, detallado. Perfecto.Venas delgadamente ajustadas,con plástico.- Compraré veneno para ratas -

Lapso...roces de cuerpos sudados,violentos, opacos.

Quiero oler mentiras.

María Fernanda Sattler

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VIEJOS BUHOS DEL VERANO

EL CULTO POR LAS MOSCAS(DELIRIO DE LA MUERTE)VIEJOS BUHOS DEL VERANOSON LOS QUE VIENEN A VERTE

A LA TARDE RECORTADOS VAN LOS HOMBRESA LA TARDE TODOS TRISTES DE SUCIA DESOLACION URBANAA LA TARDE HAN PLAGADO A LA CIUDAD DE PSICOTICOS

EL CULTO POR LAS LARVAS(GUSANOS DE LA MENTE)VIEJOS BUHOS DEL VERANOSON LOS QUE VIENE A VERTE

A LA TARDE NADIE VA POR AHI CON SUS SUPLICIOSA LA TARDE LOS HOMBRES SOLO ESTAN CANSADOSA LA TARDE NO PODES HACER OTRA COSA QUE ODIAR UN POCO MAS A TU CIUDAD

LA VIDA NO TIENE NADA QUE HACER AL CAER LA TARDE

VESDIFICIL ES REVENTAR DEL TODORESUCITAR DEL TODOAMAR DEL TODOREPONERSEENAMORARSESUICIDARSE DEL TODOVESDIFICIL ES AMAR A ALGUIEN AL CAER LA TARDEAMARTE A VOS MISMO AL CAER LA TARDETENER ESPERANZAS PARA VOS MISMO AL CAER LA TARDEVOLVER A VER A ALGUIEN MAS QUE ESTA DEL OTRO LADOABSORBER UNA DOSIS DE LUZ CONTRA LOS PAREDONES GRISESENCONTRAR UN POTENTE ROCK AND ROLL DE LOS SENTIDOS AL CAER LA TARDEVESDIFICIL ESCONVIVIR CON LOS BUHOS DEL VERANO ALREDEDOR DE TU CABEZAALREDEDOR DE TU CADAVERALREDEDOR DE TUS RESTOS PICOTEANDO TUS HUESOSALREDEDOR DE TU ESQUELETO LAMIENDO TUS HUESOSALREDEDOR DE TU MUERTE TRITURANDO TUS HUESOSVESDIFICIL ESNADIE HA DOMESTICADO AUN A LOS BUHOS DEL VERANO

EL CULTO POR LOS HONGOS(AMOR A LOS DEMENTES)VIEJOS BUHOS DEL VERANOSON LOS QUE VIENE A VERTE

LA VIDA NO VALE LA PENA DE SER VIVIDA AL CAER LA TARDE.

I V A N W I E L I K O S I E L E K

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LOS SEGADORES DE LA TARDE

porque todas las almas yacen aquí achatadas de espantoy también porque no se borran de las manos sus hondos recuerdosla ciudad hunde a la tarde entre sus callesy los viejos grillos del verano han desaparecidoentre el polvo viejo de los bares

han desaparecido además muchos ruidos de la viday una mujer vieja que maneja la máquina del caféestá muy sola y no sonríe tras el humocuando cuela el negro café de la angustiacomo un llanto

porque todas las almas yacen aquí aplanadas de espantoy también porque el rostro de la mujer se rasga en hondos recuerdoslos segadores han talado las almas al caer la tarde

y es por eso que todas estas almas van asícon el ocaso clavado en el hueco de los ojosy con toda la pena en sus manos planas de mendigos

y es por eso que sólo quedan aquí amontonados en los barestodos estos hombresy las viejas cigarras del verano han desaparecidojunto a muchos ruidos de la vida

los ecos del aparato de t.v. a todo volumenlos vasos que se chocanlas cucharitas de metal contra los pocilloslas voces de los muchachos cansadoslas hojas de los diarios que pasan los hombres aburridoslos motores lejanos de los colectivoslas pisadas de la gente que se vá por las veredas

los segadores han talado los cuerposy todos estos ojos no caben en un sólo farol de avenidatodos estos ojoshuecos oscuros que se hunden de ocaso en rostros rasgadostodo estos ojospastillas de luz disueltas en el gas de una mirada

los segadores han talado los cuerposporque el sol se ha trocado en sórdidos faroles amarillosy las almas que yacen aquí sin que se borren sus hondos recuerdoshan olvidado el ruido del veranoy las cigarras de la vida.

IVAN WIELIKOSIELEKNació en 1971 en Villa María, reside en la ciudad de Córdoba. Publicó los siguientes libros de poesía: Versículos (Córdoba, 1994); Tie-rra negra de los muertos (Córdoba, 1995); Almas Mediterráneas (libro de relatos de la ciudad de Córdoba, 1995), Almas MediterráneasII (libro de impresiones y relatos de la ciudad de Córdoba) y Album Doble (Córdoba, 1996, poesía).En 1995 publicó además las siguientes plaquetas: Album, Vilma, A Vilma, Adiós al viejo hospicio y Valia en 1996.Dirige la editorial El Gusano Vencedor. Colabora con diarios y revistas del país.

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ahídelante de mis ojosno estáel vacío aterradorde la angustia

sólo hay un vaso de aguay mis dedosapoyados sobre la mesa

y aunque gire la cabezade un lado a otroy revise cada rincónde esta habitación

delante de mis ojosno hay nadani nadiea quien culpary odiar

acásólo estoy yo

yoy mis manosy mi cabeza.

Diego Cortés

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Señoras y señoresEsta es nuestra última palabra.—Nuestra primera y última palabra—Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayoresLa poesía fue un objeto de lujoPero para nosotrosEs un artículo de perimera necesidad:No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores—Y esto lo digo con todo respeto—Nosotros sostenemosQue el poeta no es un alquimistaEl poeta es un hombre como todosUn albañil que construye un muro:Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos En el lenguaje de todos los díasNo creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa:El poeta está ahíPara que el árbol no crezca torcido.

Este es nuestro mensaje.Nosotros denunciamos al poeta demiurgoAl poeta BarataAl poeta Ratón de Biblioteca.Todos estos señores—Y esto lo digo con mucho respeto—

Deben ser procesados y juzgadosPor construir castillos en el airePor malgastar el espacio y el tiempoRedactando sonetos a la lunaPor agrupar palabras al azarA la última moda de París.Para nosotros no:El pensamiento no nace en la bocanace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamosLa poesía de gafas obscurasLa poesía de capa y espadala poesía de sombrero alón.Propiciamos en cambioLa poesía al ojo desnudoLa poesía a pecho descubiertoLa poesía a cabeza desnuda.

No creemos en nifas ni tritones.La poesía tiene que ser esto:Una muchacha rodeada de espigasO no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano políticoEllos, nuestros abuelos inmediatos,¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!Se refractaron y se dispersaronAl pasar por el prisma de cristal.Unos pocos se hicieron comunistas.Yo no sé si lo fueron realmente.Supongamos que fueron comunistas,Lo que sé es una cosa:

N I C A N O R P A R R A

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Que no fueron poetas populares,Fueron unos reverendos poetas burgueses.

hay que decir las cosas como son:Sólo uno que otroSupo llegar al corazón del pueblo.Cada vez que pudieronSe declararon de palabra y de hechoContra la poesía dirigidaContra la poesía del presenteContra la poesía proletaria.Aceptemos que fueron comunistasPero la poesía fue un desastreSurrealismo de segunda manoDecadentismo de tercera mano.Tablas de viejas devueltas por el mar.Poesía adjetivaPoesía nasal y guturalPoesía arbitrariaPoesía copiada de los librosPoesía basadaEn la revolución de la palabraEn circunstancias de que debe fundarseEn la revolución de las ideas.Poesía de círculo viciosoPara media docena de elegidos:“Libertad absoluta de expresión”.

Hoy nos hacemos cruces preguntandoPara qué escribirían esas cosas¿Para asustar al pequeño burgués?¡Tiempo perdido miserablemente!El pequeño burgués no reaccionaSino cuando se trata del estómago.

¡Que lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta:Mientras ellos estabanPor una poesía del crepúsculoPor una poesía de la nocheNosotros propugnamosLa poesía del amanecer.Este es nuestro mensaje,Los resplandores de la poesíaDeben llegar a todos por igualLa poesía alcanza para todos.

Nada más, compañerosNosotros condenamos—Y esto sí que lo digo con respeto—La poesía de pequeño diosla poesía de vaca sagradaLa poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubesNosotros oponemosLa poesía de la tierra firme—Cabeza fría, corazón calienteSomos tierrafirmistas decididos—Contra la poesía de caféLa poesía de la naturalezaContra la poesía de salónLa poesía de la plaza públicaLa poesía de protesta social.

Los poetas bajaron del Olimpo.

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A Jesús el hombre, quien su Padre hizovivir y morircon dolor

Porque todo el queconoce y enseñala Verdad,vive y muerecon dolor

Al que los demoniosno pudieron tentarcon nada sobre la tierra

Al que bendijoa los pobres,y a los que sufrenen vida,por creer y practicarla Verdad.

Al hombre que trajola espadapara luchar contra el demonio

Al que caminósobre el aguay curó a los enfermos

Al que dio de comera la multitudcon cinco panesy dos pescados

Al que hechoa los vendedoresdel templo

Al que conociósu destino trágicoy lo aceptó, como un hombre,como un dios

Al que traicionaroncon un beso

Al que coronaroncon espinas

Al que crucificaronjunto a dos ladrones

Al que negaron

Al que pudo no sufrir,pero lo hizopara cumplir su misión

Al que con su muertese hizo inmortal

Al Hijo del hombre,que fue entregado y muertopor el hombre,al que vino a salvar

A Jesús que ardeeternamente en los corazones

A vos y a los que te siguieronfielmente por lo que creían

a todos los que ardierony arderán en la Pasión

queremos el Valorpara consumirnosen ese FUEGO.

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“Pero he aquí que El quiso mostrarse, al menos por un momento, al pueblo sufrido y miserable, al pue-blo corrompido por el pecado, pero al que El ama inocentemente. La acción se desarrolla en España, enSevilla, en la época más terrible de la Inquisición, cuando cada día llameaban las hogueras en el país pa-ra mayor gloria de Dios, y cuando,

En ingentes autos de fe

Quemaban a los terribles herejes.

¡Oh! No es así como El prometió volver, al fin de los tiempos, con toda su gloria celestial, súbitamen-te, “tal como un rayo que brille de oriente a occidente”. No, El quiso visitar a sus hijos precisamente en unlugar donde crepitaban las hogueras de los herejes. En su misericordia infinita volvió entre los hombresbajo la forma que tenía durante los tres años de su vida pública. Helo aquí descendiendo hacia las callesardorosas de la ciudad meridional donde precisamente en la víspera, en presencia del rey, de los cortesa-nos, de los caballeros, de los cardenales y de las más encantadoras damas de la corte, el inquisidor ge-neral hizo quemar un centenar de herejes, ad majorem Dei gloriam. Apareció dulcemente, sin hacerse no-tar, y cosa rara, todos le reconocieron. Explicar la razón de ello será uno de los más bellos pasajes de mipoema. Atraído por una fuerza irresistible, el pueblo se agolpa a su lado y lo sigue, silencioso; pasa pormedio de la muchedumbre con una sonrisa de infinita compasión. Su corazón está lleno de amor, sus ojosdespiden la luz, la ciencia, la fuerza, que resplandecen y despiertan el amor de los corazones. El les tien-de los brazos, los bendice, una virtud saludable emana de su contacto y hasta de sus vestiduras. Un vie-jo, ciego desde su infancia, exclama entre la muchedumbre: “¡Señor, cúrame y te veré!” Cae una costrade sus ojos, y el ciego ve. El pueblo vierte lágrima de alegría y besa la tierra que pisa. Los niños lanzanflores a su paso, se canta y se exclama: “¡Hossana!” ¡¡Es El, debe ser El!!, exclaman, ¡¡No puede ser otroque El!! Se detiene ante el atrio de la catedral de Sevilla en el momento en que se lleva un pequeño fére-tro blanco en el que descansa una niña de siete años, la hija única de un noble. La muerta va cubierta deflores.

—El resucitará a tu hija— exclama la muchedumbre a la madre llorosa—. El sacerdote que iba delan-te del ataúd mira perplejo y frunce el entrecejo. De pronto, resuena un grito, y la madre se arrodilla a suspies: “¡Si eres Tú, resucita a mi hija!” y le tiende los brazos. Se detiene el cortejo, depositan el ataúd so-bre el empedrado de la calle. El la contempla con lástima, su boca exclama dulcemente una vez más: Ta-

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litha koum, y la jovencita se levanta, se sienta y mira a su alrededor, sonriendo extrañada. Tiene aún el ra-mo de rosas blancas que habían depositado en su ataúd. La muchedumbre turbada, grita y llora. En aquelmomento pasa por la plaza el cardenal inquisidor general. Es un viejo casi nonagenario, con el rostro en-juto y los ojos hundidos en los que aún brilla una chispa. No lleva ya el pomposo vestido con el que se pa-voneaba ayer ante el pueblo mientras se quemaba a los enemigos de la Iglesia romana. Lleva ahora suviejo y grosero hábito. Sus lúgubres auxiliares y la guardia del Santo Oficio le siguen a una respetuosa dis-tancia. Se detiene ante la muchedumbre y observa desde lejos. Lo ha visto todo, el féretro depositado an-te El, la resurrección de la muchacha, y su rostro se ha ensombrecido; frunce las espesas cejas y sus ojosbrillan con un resplandor siniestro. Le señala con el dedo y ordena a los guardias que lo detengan. Tangrande es su poder y el pueblo está tan acostumbrado a someterse, a obedecerle temblando, que la mu-chedumbre se aparta inmediatamente ante los esbirros. En medio de un silencio mortal, éstos le agarrany se lo llevan. Como un solo hombre, el pueblo se inclina hasta la tierra al paso del viejo inquisidor que lebendice silenciosamente y prosigue su camino. El prisionero es conducido al sombrío y viejo edificio delSanto Oficio donde se le encierra en una estrecha celda abovedada. El día muere; llega la noche, una no-che de Sevilla, cálida y sofocante. El aire está embalsamado de laureles y limoneros. De pronto, en las ti-nieblas, se abre la puerta del calabozo, y el inquisidor aparece con una antorcha en la mano. Viene solo,la puerta se cierra tras él. Se detiene en el umbral, mira detenidamente el Santo Rostro. Por fin, se apro-xima; deja la antorcha sobre la mesa y le dice:

—¿Tú eres Tú?— y al no recibir respuesta, añade rápidamente—: No digas nada, cállate; además¿qué podrías decirme? Demasiado lo sé. No tienes derecho a añadir ni una palabra más a lo que has di-cho. ¿Por qué has venido a molestarnos? Bien sabes Tú que nos molestas. ¿Pero sabes lo que ocurrirámañana? Ignoro quién eres y no quiero saberlo. Tú, o solamente su apariencia; pero mañana te condena-ré y serás quemado como el peor de los herejes, y ese mismo pueblo que hoy te besaba los pies se pre-cipitará mañana a una indicación mía para alimentar tu hoguera. ¿Lo sabes Tú? Quizás —añadió el viejopensativo sin apartar los ojos de su prisionero”.

Fragmento del poema relatado por Iván Karamazof a su hermano Alioscha, en el cap. V

“El Inquisidor General” del libro quinto, de la primera parte,

del libro LOS HERMANOS KARAMAZOF de Fedor Dostoievsky (1821-1881).

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“Qué maestro es Jesucristo cuando puede fortificar, consolar y aliviar a un obrero que tiene la vida dura,

porque él mismo es el gran hombre del dolor, que conoce nuestras enfermedades, que ha sido llamado él

mismo el hijo del carpintero aunque fue el hijo de Dios, que ha trabajado treinta años en un humilde taller

de carpintero para cumplir la voluntad de Dios, y Dios quiere que a imitación de Cristo, el hombre lleve una

vida humilde sobre la tierra, no aspirando más que a cosas elevadas, plegándose a la humildad, apren-

diendo en el Evangelio a ser dulce y humilde de corazón”.

Vincent Van Gogh (1853-1890) Fragmento de una carta dirigida a su hermano desde la cuenca

del Borinage (Bélgica), donde Van Gogh predicaba el Evangelio Cristiano en una desola

región de mineros que extraían carbón en condiciones infrahumanas.

“- Jesús era libre, Buda también: los dos se hicieron responsables de los pecados del mundo y voluntaria-

mente cautivos de la vida terrestre; y nadie, absolutamente nadie, ha ido más lejos. Mientras tú...; noso-

tros...¡vamos!. Tratamos de liberarnos de nuestros deberes hacia el prójimo, sin darnos cuenta que es,

precisamente, lo que nos hace hombres; sin este sentimiento viviríamos como bestias”.

Recuerdo de un monólogo de León Tolstoi (1828-1910)

redactado por Máximo Gorki (1868-1936) en su libro “Tres Rusos”.

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LA SAETA

¿Quién me presta una escalera

para subir al madero,

para quitarle los clavos

a Jesús el Nazareno?

SAETA POPULAR

¡Oh, la saeta, el cantar

al Cristo de los gitanos,

siempre con sangre en las manos,

siempre por desenclavar!

¡Cantar del pueblo andaluz,

que todas las primaveras

anda pidiendo escaleras

para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía,

que echa flores

al Jesús de la agonía,

y es la fé de mis mayores.

¡Oh, no eres tú mi cantar!

¡No puedo cantar, ni quiero

a ese Jesús del madero,

sino al que anduvo en la mar!

Antonio Machado

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“No, no es nada, tirito un poco a causa de esta bendita humedad. Por lo demás, ya llegamos, ya está. No,usted primero. Pero le ruego que se quede un momento todavía conmigo, y que me acompañe. Aún noterminé. Tengo que continuar. Continuar, eso es lo difícil. Mire usted, ¿sabe por qué lo crucificaron a aquelotro, a aquel en quien tal vez usted piensa en este momento? Bueno, había muchas razones para hacer-lo. Siempre hay razones para asesinar a un hombre. En cambio, resulta imposible justificar que viva. Poreso, el crimen encuentra siempre abogados, en tanto que la inocencia, sólo a veces. Pero, junto a las ra-zones que nos explicaron muy bien durante dos mil años, había una muy importante de aquella espanto-sa agonía. Y no sé por qué la ocultan tan cuidadosamente. La verdadera razón está en que él sabía, sí,él mismo sabía que no era del todo inocente. Si no pesaba en él la falta de que se lo acusaba, había co-metido otras, aunque él mismo ignorara cuáles. ¿Las ignoraba realmente, por lo demás? Después de to-do él estuvo en la escena; él debía haber oído hablar de cierta matanza de los inocentes. Si los niños deJudea fueron exterminados, mientras los padres de él lo llevaban a lugar seguro, ¿por qué habían muer-to, sino a causa de él? Desde luego que él no lo había querido. Le horrorizaban aquellos soldados san-guinarios, aquellos niños cortados en dos. Pero estoy seguro de que, tal como era él, no podía olvidarlos.Y esa tristeza que adivinamos en todos sus actos, ¿no era la melancolía incurable de quien escuchabapor las noches la voz de Raquel, que gemía por sus hijos y rechazaba todo consuelo? La queja se eleva-ba en la noche. Raquel llamaba a sus hijos muertos por causa de él, ¡y él estaba vivo!Sabiendo lo que sabía, conociendo profundamente al hombre —¡ah, quién hubiera creído que el crimenno consiste en hacer morir como en no morir uno mismo!—, puesto día y noche frente a su crimen inocen-te, se le hacía demasiado difícil sostenerse y continuar. Era mejor terminar, no defenderse, morir, para noser el único en vivir y para ir a otra parte en que tal vez lo sostendrían. Y no lo sostuvieron. Él se quejopor eso, y por añadidura lo censuraron. Sí, fue el tercer evangelista según creo, el que comenzó a supri-mir su queja. “¿Por qué me has abandonado?” Era un grito sedicioso, ¿no es cierto? Entonces acudierona las tijeras. Observe usted, por lo demás, que si Lucas no hubiera suprimido nada, apenas se habríaechado de ver la cosa. En todo caso, no habría ocupado un lugar tan importante. De esta suerte, el cen-sor proclamaba lo que proscribe. El orden del mundo también es ambiguo.El orden del mundo no impide que él, el censurado, no haya podido continuar. Y, querido amigo, sé biende lo que hablo. Hubo un tiempo en que a cada minuto yo no sabía cómo podría llegar a siguiente. Sí, eneste mundo podemos hacer la guerra, simular el amor, torturar a nuestros semejantes, aparecer en los pe-riódicos, o sencillamente, hablar mal del vecino, mientras tejemos. Pero en ciertos casos continuar, tan só-lo continuar, es algo sobrehumano. Y él no era sobrehumano, puede usted creerlo. Él grito su agonía, ypor eso lo amo, amigo mío. Murió sin saber.Lo malo es que nos dejó solos, para continuar, pasare lo que pasare, aún cuando estemos metidos en lamazmorra estrecha, sabiendo a nuestra vez lo que él sabía, pero incapaces de hacer lo que él hizo e in-

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capaces de morir como él. Claro está que la gente procuró ayudarse un poco con su muerte.Después detodo, fue un rasgo genial aquello de decirnos: “Vosotros no sois resplandecientes; eso es un hecho. Y bien,no vamos a contar cada detalle. Lo liquidaremos todo de un golpe en la cruz”. Pero mucha gente se subeahora a la cruz únicamente para que se la vea desde más lejos, aun cuando sea necesario patear al quese encuentra en ella desde hace tanto tiempo. Demasiada gente decidió prescindir de la generosidad pa-ra practicar la caridad. ¡Oh, qué injusticia, que injusticia se hizo con él y como siento oprimido el corazón!Vamos, ya empiezo otra vez, me pongo a abogar. Perdóneme usted, comprenda que tengo mis razones.Mire, unas calles más allá hay un museo que se llama Nuestro Señor del Desván. En su época, los hom-bres situaron sus catacumbas bajo los tejados. Que quiere usted, aquí los sótanos se inundan. Pero hoy,tenga usted la seguridad que su Señor, el de ellos, no está ya ni en el granero ni en el sótano. En lo mássecreto de su corazón lo pusieron presidiendo un tribunal, y entonces ellos pegan y pegan; y sobre todo,juzgan, juzgan en su nombre. Sin embargo, él hablaba tiernamente a la pecadora: “Yo tampoco te conde-no”; pues bien, eso no tiene importancia alguna. Ellos condenan, no absuelven a nadie. En nombre delSeñor, éstas son tus cuentas. ¿Del Señor? Él no pedía tanto, amigo mío. Él quería que lo amaran, nadamás. Claro está que hay gentes que lo aman, aun entre los cristianos, pero puede contárselas con los de-dos de la mano. Por lo demás, él lo había previsto. Tenía cierto sentido del humor. Pedro, usted sabe,aquel miedoso, Pedro, pues, renegó de él: “No conozco a ese hombre... No sé lo que quieres decir, etc.”Verdaderamente exageraba. Y entonces él hizo un juego de palabras: “Sobre esta piedra* edificaré mi igle-sia.” No se podía llevar más lejos la ironía, ¿no le parece? Pero no, ellos aún triunfan. “Vosotros veis, éllo dijo.” En efecto, él lo dijo y conocía muy bien la cuestión. Y luego partió para siempre, dejándolos juz-gar y condenar, con el perdón en la boca y la sentencia en el corazón”.

* Pierre en francés significa igualmente “Pedro” y piedra.

ALBERT CAMUS - (1913-1960)

Fragmento de “LA CAIDA” - 1956

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PROSAS EVANGELICAS

En Samaria, muchos han declarado tener fe en él. Él no les ha visto. Samaria se enorgullería, la advenediza, la pér-fida, la egoísta, más rígida observadora, de su ley protestante que Judá de las antiguas tablas. Allí la riqueza univer-sal permitía pocas discusiones inteligentes. El sofisma, esclavo y soldado de la rutina, había dejado allí, después dehaberles halagado, muchos profetas degollados.Lo que dijo la mujer en la fuente, era algo siniestro: “Vos sois un profeta: sabéis lo que he hecho”.Las mujeres y los hombres creían en los profetas. Ahora se cree en el hombre de estado.A dos pasos de la ciudad extranjera, incapaz de amenazarla materialmente, si era tenido por profeta, puesto que allíse había mostrado tan singular, ¿qué habría hecho?.Jesús no pudo decir nada en Samaria.

El aire ligero y encantador de Galilea; los habitantes le recibieron con una alegría curiosa: le habían visto, sacudidopor la santa cólera, tratar a latigazos a los cambistas y a los mercaderes de caza del templo. Milagro de la juventudpálida y furiosa, creyeron. Sentó su mano en las manos cargadas de anillos y en la boca de un oficial. El oficial es-taba de rodillas en el polvo: y su cabeza era bastante agradable, aunque medio calva.Los coches pasaban por las estrechas calles de la ciudad; había bastante movimiento por este barrio; parecía quetodo tuviera que estar contento en exceso, aquella noche.Jesús retiró su mano: tuvo un movimiento de orgullo infantil y femenino. “Vosotros en cuanto no veis milagros, nocreéis en nada”.Jesús todavía no había hecho milagros. En una boda, en una sala dispuesta para comer, verde y rosa, había habla-do con cierta altivez a la Santísima Virgen. Y nadie había hablado del vino de Caná en Carfarnaum, ni en el merca-do ni en los muelles. Tal vez los ciudadanos.Jesús dijo: “Vete, tu hijo está curado”. El oficial se fue, como quien se lleva un botiquín ligero, y Jesús siguió por lascalles menos frecuentadas. Las corregüelas anaranjadas y las borrajas mostraban un brillo mágico entre las baldo-sas. Al final vio a los lejos la pradera polvorienta, y los ranúnculos y las margaritas pidiéndole merced al día.

Bethsaida, la piscina de las cinco galerías, era un lugar enojoso. Como si fuese un siniestro lavadero, siempre aho-gado por la lluvia y enmohecido; los mendigos se agitaban sobre los peldaños interiores empalidecidos por los res-plandores de los temporales precursores de los relámpagos infernales, bromeando respecto sus ojos azules ciegos,sobre las vendas blancas o azules que rodeaban sus muñones. Lugar de colada cuartelera o baño popular. El aguaera siempre negra y ningún enfermo caía allí, ni en sueños.Fue allí donde Jesús cometió la primer acción grave, con enfermos infames. Era un día de febrero, marzo o abril enel que el sol de las dos de la tarde dejaba que se extendiera una gran címbara de luz sobre el agua sepultada. Allíabajo, lejos tras los enfermos, hubiese podido ver todo lo que ese rayo de luz despertaba de brotes, cristales y gu-sanos con su claridad, parejo a un ángel blanco recostado sobre su costado que removiera todos los reflejos infini-tamente pálidos.Entonces todos los pecados, hijos ligeros y tenaces del demonio, que para los corazones un poco sensibles, hacíanestos hombres más espantosos que los monstruos, querían lanzarse al agua. Los enfermos descendían, dejando debromear; pero con ansiedad.Los primeros en entrar, salían curados, decían. No. Los pecados les rechazaban hacia los escalones y les obligabana buscar otros puestos: pues su demonio sólo puede quedarse en los lugares donde la limosna es segura.Jesús entró inmediatamente después del mediodía. Nadie lavaba ni hacía bajar a los animales. La luz en la piscinaera amarilla como las últimas hojas de las viñas. El divino Maestro de apoyaba contra una columna: miraba a los hi-jos del pecado; el demonio le sacaba la lengua en su idioma; y reía o negaba.El paralítico se levantó, pues había permanecido recostado, y se marchó, y fue con un paso singularmente firme quele vieron cruzar la galería y desaparecer por la ciudad, los condenados.

ARTHUR RIMBAUD - 1854-1891

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cristo no es un camino, ni un principio. cristo no es el amor

ni la paz humana,

cristo es lo que no hacemos, lo que no somos capaces de sentir

cristo no es la verdad que el hombre cree tener,

cristo

son las cosas bellas que no están en nuestros sueños, ni en nuestros cuerpos,

ni en la tierra

ni en el cielo

cristo es nuestra alma.

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También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para

ponerla en el candelero?.

Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a la luz.

Si alguno tiene oídos para oir, oiga.

Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aún se os

añadirá a vosotros lo que oís.

Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene, se le quitará.

San Marcos 4, 21-25.

“Si alguien me hubiese demostrado que Cristo está fuera de la verdad, y si estuviera realmente estableci-

do que la verdad está fuera de Cristo, hubiera preferido quedarme con Cristo antes que con la verdad”.

Fedor Dostoievsky (1821-1881) - Fragmento de una carta enviada

desde las cárceles de Siberia, donde se encontraba recluido.

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Colaboran en este número:Ale jandro Schmidt

Mar ía Fernanda Sat t lerIván Wie l ikos ie lek

Jav ier Goff ré

I lus t rac ión de tapa:“At rapado” - Pablo Peis ino

I lust rac ión de cont ra tapa:“Autor re t ra to” - Feder ico Rubenacker

I lus t rac ión re t i ro de tapa:Gui l lermo Goff ré

ot ras publ icac iones:

- poemas de un suf r ido h i jo de puta -Char les Bukowski- pájaros negros - Pablo Peis ino -Diego Cor tés

- habi tac ión vacía - D iego Cor tés- l lanto de mudo-1 - sup lemento Antonín Ar taud

en preparac ión:

- gotas de mie l sobre un cuchi l lo - Gustavo Ponce- los perros duermen enter rados en e l pasto de las p lazas - Feder ico Rubenacker

- todas las armas ba jo la a lmohada - Diego Cor tés- niño azul - D iego Cor tés- Feder ico Rubenacker

l lanto de mudo edic ionescórdoba - octubre 1997

Correspondencia:Talcahuano 939 - Bª Residencial América - C.P. 5012 - Córdoba

Impreso en: Página’s - Colón 2415 Local B - A. Alberdi - Tel . : 808114

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