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LOS CUATRO VIAJEROS POR VENECIA Era una soleada mañana de verano, y Manolo estaba bajando con su gorila Rock al comedor de la residencia de Arana para desayunar con los demás. Manolo es un señor (o un abuelo vejete) de 83 años, que para su edad es más marchoso que uno de 16. Es bastante amable, pero al final puede llegar a ser cansino. Siempre lleva unas gafas bastante grandes encima de su narizota de pepino. También lleva una gorra morada bastante rockera sobre la cabeza llena de pelo blanquecino. Va acompañado de su gorila Rock, un gorila de los más pequeños. Él no quiere estar en la residencia, quiere ser libre, pero por mucho que se queje él está a gusto allí. Siempre lleva su guitarra eléctrica, que aunque toque mal, le gusta tocar. Esa mañana estaba bastante nervioso, porque ya llegaban las vacaciones, y ese verano se iba a ir con un antiguo vecino llamado Iker a Venecia, y se llevaba muy bien con él. Iker es un chaval bastante pasote de 19 años, pero aunque lo esconda tiene buen corazón, y ayuda a sus amigos cuando lo necesitan. Se mete muchas veces con su hermana, y aún así le quiere mucho. Este chaval tiene el pelo marrón, tan marrón como la madera, aunque tiene algunos mechones rubios. Sus ojos son marrones como los troncos de los árboles mezclados con el verde como la hierba. Suele decir muchas coletillas. También compra “chuches” muy a menudo. Este chaval, estaba esa mañana tumbado en la cama escuchando música, sin haber empezado los deberes. Tenía todo el cuarto desordenado: la ropa sucia por los suelos, los posters de la pared medio caídos, todo lo que tenía en las baldas desordenado (tenía de todo menos libros educativos) la “play

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LOS CUATRO VIAJEROS POR VENECIA

     

Era una soleada mañana de verano, y Manolo estaba bajando con su gorila Rock al comedor de la residencia de Arana para desayunar con los demás.   Manolo es un señor (o un abuelo vejete) de 83 años, que para su edad es más marchoso que uno de 16. Es bastante amable, pero al final puede llegar a ser cansino. Siempre lleva unas gafas bastante grandes encima de su narizota de pepino. También lleva una gorra morada bastante rockera sobre la cabeza llena de pelo blanquecino. Va acompañado de su gorila Rock, un gorila de los más pequeños. Él no quiere estar en la residencia, quiere ser libre, pero por mucho que se queje él está a gusto allí. Siempre lleva su guitarra eléctrica, que aunque toque mal, le gusta tocar.   Esa mañana estaba bastante nervioso, porque ya llegaban las vacaciones, y ese verano se iba a ir con un antiguo vecino llamado Iker a Venecia, y se llevaba muy bien con él.   Iker es un chaval bastante pasote de 19 años, pero aunque lo esconda tiene buen corazón, y ayuda a sus amigos cuando lo necesitan. Se mete muchas veces con su hermana, y aún así le quiere mucho. Este chaval tiene el pelo marrón, tan marrón como la madera, aunque tiene algunos mechones rubios. Sus ojos son marrones como los troncos de los árboles mezclados con el verde como la hierba. Suele decir muchas coletillas. También compra “chuches” muy a menudo.   Este chaval, estaba esa mañana tumbado en la cama escuchando música, sin haber empezado los deberes. Tenía todo el cuarto desordenado: la ropa sucia por los suelos, los posters de la pared medio caídos, todo lo que tenía en las baldas desordenado (tenía de todo menos libros educativos) la “play station” sin apagar, los armarios medio abiertos, estaban las zapatillas de fútbol sucias encima de la cama… Estaba muy tranquilo ¡se le había olvidado que se iba de “vacatas" con su antiguo vecino, que ahora estaba en la residencia!   Manolo también se iba de vacaciones con sus dos nietas, Paula de 12 años y Ana de 13. Entre ellas eran primas, aunque no se pareciesen en nada: Paula tiene el pelo color castaño, muy liso, y con los ojos marrones y pequeños. De su pequeña frente cuelga un flequillito. En cambio Ana

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tiene el pelo ondulado y con unas trenzas delante, color castaño oscuro y encima una cinta, y los ojos grandes y de color azul mar. En lo único en que se parecen es en la nariz: las dos la tienen pequeñita. Paula es más alta y regordeta que Ana que en cambio es muy flaca. También es alta, pero no tanto como Paula. A Ana, como a Manolo, siempre le acompaña un alegre tucán llamado Tachu.   Llegó el día de la ida a Venecia, que es a donde se van a ir nuestros compañeros. Habían quedado para reunirse en el parque de Arana, a las nueve de la mañana, donde en esa época allí hace mucho calor.   Paula, Manolo, Ana, Rock y Tachu aparecieron con sus maletas, pero Iker no apareció ya que estaba jugando a la “play” en su cuarto sin haber hecho ni la maleta. Pasó mucho tiempo, y al final Manolo empezaba a enfadarse, y gritó: -¡¡¿¿Dónde se habrá metido ese crio??!!- Rock también estaba muy enfadado, y gritaba sin parar: -¡¡¡¡Uh, uh, uh, uh, uh, uh!!!!- y mientras, se daba golpes en pecho. Paula les intentó tranquilizar: -¡Tranquilos, tranquilos! Pronto vendrá. Igual se le ha olvidado que nos íbamos de viaje… -¡Tengo una gran idea!- salto Ana- ¿Por qué no le llamamos? Así, si se ha olvidado, la prepara rápido y ya está.- Le llamaron al momento, y en el cuarto de Iker sonó su sintonía del móvil, cogió y esta fue la conversación: -¿Dónde te has metido?- fue lo primero que soltó Manolo- ¡Te estamos esperando, hoy es el día de irnos a Venecia!- Y respondió Iker: -¿¿¿Hoy era??? ¡¡Lo había olvidado completamente!! ¡No me acordaba ni de que nos íbamos de vacaciones!- -¡Pues prepara rápidamente la maleta, y vamos, no querrás llegar tarde!- le ordenó Manolo. Después de colgar, Iker metió lo primero que encontró en su armario, ropa de verano, porque en Venecia hace muchísimo calor, se puso una camiseta de manga corta y unos vaqueros (que ya no eran vaqueros, porque los había cortado él mismo con unas tijeras para que fueran cortos) y se encaminó hacia el parque donde le esperaban sus amigos. Manolo se había ido a despedirse de su madre de 112 años, que estaba en la residencia, y como estaba en frente, volvió muy rápido, antes que Iker. Después de algún minuto, Iker llegó, y sus compañeros estaban algo enfurruñados, sobre todo Manolo y Rock. Pero pronto se les pasó, porque no pensaban estar enfadados todas las vacaciones, sino pasárselo bien en ellas, y que les ocurrieran cosas interesantes. Se fueron en autobús hasta Bilbao donde cogieron el avión rumbo Roma.

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Llegaron horas después, porque los aviones de hoy en día son muy rápidos. De Roma se fueron en autobús a la entrada de Venecia, y a continuación, desde allí, en góndola hasta el canal principal. El gondolero llevaba en traje de rayas azul marino y blancas, y un gorro también a rayas tipo plato. Era un chico bastante joven. Tendría unos 28 años. A nuestros compañeros les pareció muy gracioso que cantara una canción tipo ópera mientras movía el remo. Cuando bajaron de la góndola, se pusieron a hacer turismo por las aceras de los canales. Había muchos turistas por ellos, pero muy pocos ciudadanos. Y entonces Ana explicó: -Los ciudadanos se van de Venecia, porque hace mucho tiempo construyeron la ciudad sobre tablones de madera, y les pusieron pocos refuerzos, y la ciudad se hunde cada 10 años 3 cm. Y además de eso los pocos ciudadanos que quedan usan puentes para ir de un canal a otro.         Después de que Ana acabara la frase, se acercaron al hotel, porque estaban algo cansados de tantos viajes en autobús, en avión… El hotel era normalito, pero había algo que resaltaba en las fachadas de los edificios, como en el del hotel: Todos tenían colores claritos y finos, y tenían en cambio los tejados con tejas grandes y rojas, y muchos balcones grandes que tenían diferente color alrededor, y estaban llenos de macetas con platas. A Paula le encantaban, se alegró y dijo: -¡Me encantan este tipo de casas, tan bonitas, y parecen tan cómodas…!- Y era verdad. Entraron al hotel y por dentro, en el vestíbulo había muchísimos colores: rojos, verdes, azules… ¡Y había sofás por todos lados! Luego subieron al segundo piso, que es donde habían cogido la habitación. Entraron, y… ¡Era amplia y espaciosa!: Tenía en la primera habitación dos grandes camas con colchones muy regordetes y cómodos. Y al lado de las camas había mesitas de noche con despertadores. Las paredes, como en el vestíbulo, eran muy coloridas. Las de esa habitación, rojas. Allí dormirían Manolo, Iker y Rock En la segunda habitación, donde dormirían las chicas y Tachu, las paredes eran verdes, y había, dos camas como la de Manolo e Iker, con colchones regordetes, y las dos mesitas de noche con despertadores. Después, en cada lado de las dos habitaciones, detrás de puertas, había grandes baños. También, en cada habitación  un gran ropero donde las chicas y Manolo empezaron a meter la ropa. Iker era muy desordenado, y abrió su maleta, y la dejó encima de una silla que había, y como se

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había traído el MP4 se puso a escuchar música, como muchísimas veces hace. -Oye Iker, deberías meter le ropa en el armario- se oyó una voz detrás de la puerta. Y después de un momento apareció la cabeza de Paula. Entonces Iker le hizo caso, porque pensó que sino la tendría que guardar al día siguiente.   Todos se fueron a dormir, y a la mañana siguiente se levantaron sobresaltados: Se oían muchas voces en la calle, y por eso nuestros amigos se vistieron rápidamente y bajaron. Había algunos ciudadanos en el puente de en frente, pero como hablaban en italiano no les entendían. Solo Manolo sabía alguna palabra suelta, como hola, gracias… Se acercaron a ellos, y un ciudadano les dijo: -Buon giorno- y respondió Manolo: -Buon giorno, nosotros no sabemos italiano, solo sabemos español. ¿Qué sucede? Otra persona respondió: -Nosotros no sabemos mucho español, pero les hemos oído hablar a los turistas. Sucede que este año, todo Venecia se ha hundido muy bajo, y no podemos hacer el carnaval de verano en los canales ni en los palacios, muy famoso el Ducal, donde se celebran los bailes de carnaval alrededor de la basílica de San Marcos, y la plaza de San Marcos.- -¡Os intentaremos ayudar!- dijo Ana. Y Tachu desde su hombro repitió: -¡Os intentaremos ayudar! ¡¡UOOK!!-   Nuestros amigos se fueron en góndola hasta la basílica de San Marcos, pero en el trayecto, Manolo y su gorila Rock se cayeron al agua.  

Intentaron salir, pero había algo en el fondo que les impulsaba para abajo. Se hundieron, y como los demás vieron que no salían, también se tiraron para ayudar. Al final, ayudándose unos a otros lograron salir, pero había algo raro en la superficie. No había ninguna casa, ni tampoco góndolas ni puentes, solo había tablones de madera y escaleras para salir del agua, donde a un lado había muchas personas hablando, o mejor dicho, algunas preocupadas. Nuestros compañeros salieron del agua por unas escaleras, y se pusieron al lado de ellas. Todo aquello era muy extraño, y los ciudadanos llevaban ropas antiguas, y además todos hablaban español. Entonces Paula preguntó: -¿Qué ocurre? Y le respondieron:

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-Pues que no sabemos si estos tablones aguantaran las casas que pensamos construir. Es que estamos pensando en construir un pueblo…y… -Pues yo creo que deberíais poner más capas de madera, porque yo conozco otro pueblo que tenía las mismas capas de madera y…se hundió.- dijo Iker-Y otra pregunta, ¿En qué siglo estamos?- también preguntó -En el siglo XI- respondió una persona-¿Por qué?- -No,  por nada- intentó disimular Ana. -Nosotros os ayudaremos a poner más capas de madera- dijo Manolo. Y todos se pusieron manos a la obra: Unos pusieron mas capa por el este, otros por el sur, otros por el centro… -Ahora solo os queda construir las casas. ¡No les pongáis mucho peso, sino se hundirán!- ordeno Paula. -¡Grazie por todo! Ah, y ya sabemos que nombre ponerle al pueblo! Se llamara… ¡Venecia!- dijo otro ciudadano.   Se alejaron un poco de allí, y preguntó Iker a sus compañeros: -¿Y ahora, como volvemos a nuestra época?- -Pues tirándonos al agua, como hemos venido aquí.- le respondió Manolo. Todos se tiraron al agua, se volvieron para arriba y ya estaban al lado de la góndola, y el gondolero les ayudó a subirse. Después, vieron la misma gente que había en frente del hotel hablando en otro lado, y allí pararon y se pusieron a hablar con ellos. -Ya hemos arreglado lo del tema de las casas.- se alegró Ana. -Pues yo no lo veo, creo que siguen igual que antes- le restregó otra persona.   De repente, como por arte de magia aparecieron otras capas de madera por los canales. Las personas que estaban allí se quedaron boquiabiertas, y les dieron las grazies. Prepararon todo e hicieron el carnaval esa misma tarde. Nuestros amigos vieron primero la cabalgata y la marcha. Todos llevaban mascaras, y todo era espectacular: Algunos hacían malabares, otros, daban volteretas en el aire… Y después se acercaron a los palacios para bailar.   Eran unos palacios maravillosos, muy grandes y espaciosos, y cabrían miles de personas. Tenían unas bóvedas preciosas de flores, con formas, de dibujos de angelitos…   Todos estaban con máscaras, mujeres y hombres, y todos iban con trajes de lujo, hasta nuestros personajes. Manolo llevaba un traje fino

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azul marino con una pajarita blanca, y no llevaba ninguna gorra, iba peinado para un lado, Iker llevaba un traje negro con una corbata blanca con topos azules, y tenía el pelo pincho con gomina. Ana llevaba un vestido dorado liso, con las mangas cortas, muy excepcional, y tenía el pelo recogido en un moño moderno. Paula en cambio, llevaba un vestido corto verde de muchos tipos y el pelo suelto, que se lo había rizado con unas tenazas.     Manolo intentaba ligar con las señoras creyendo que eran guapas, pero cuando se quitaban las mascaras… ¡eran horribles! Manolo les decía entonces: -¡Eres horrible! ¡Apártate de mi vista! -¡Insensato!- ¡PLAF! Y le daban un guantazo.     Esa tarde Manolo acabó con la cara más roja que un tomate y en el hotel le tuvieron que dar una crema especial.   En los últimos días que les quedaban, disfrutaron de las vacaciones todo lo que pudieron, y además, arreglaron el tema de que se hundirán las casas en Venecia. Desde ese día, más gente se fue a vivir allí, a Venecia.       Nuestros amigos nunca olvidaron aquella aventura. AUTORA: MAITANE GARCIA 6.A