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EDUCACIÓN MUSICAL El éxito de la educación musical en otros países europeos reside en que es coherente con la Educación General que recibe el individuo a través de los distintos periodos de escolaridad que lo componen, fundamentalmente en la primaria. De otra parte, el ambiente familiar y social plenamente integrado de ese “espíritu musical” contribuyen a mantener y fomentar lo que es estimado como una virtud ciudadana. A partir de 1900 la cuestión de la educación estética de los niños y niñas llegó a ocupar el primer plano de las preocupaciones pedagógicas de los países del Norte y centro de Europa. Parece ser que fue en Alemania donde nació este movimiento, extendiéndose más tarde a Australia, Suecia, Holanda, Francia, Suiza e Inglaterra. Entre tanto, otros países como España e Italia, permanecieron indiferentes a este importante movimiento de “pedagogía-artística”. Desde 1958, fecha en que tuvo lugar el II Congreso de la UNESCO sobre Pedagogía Musical celebrado en Copenhague (al que asisten un nutrido grupo de importantes músicos y pedagogos: Dalcroze, Kodàly, Ward, Martenot y Orff), la preocupación fundamental fue revalorizar la educación musical desde la escuela. Los argumentos esgrimidos por este grupo de didácticos musicales tienen mucha importancia, ya que son fruto de la experiencia en el aula y parte de tres ideas principales: 1. La práctica musical crea una serie de lazos afectivos y de cooperación importantísimos para lograr la integración en el grupo. 2. El canto es un medio excelente para el desarrollo de la capacidad lingüística del niño y la niña en su doble vertiente compresivo-expresiva. 3. La actividad rítmica del niño y la niña, vivida a través de estímulos sonoros de calidad favorece el desarrollo fisiológico y motriz así como la memora musical. Las conclusiones que se sacaron del II Congreso de la UNESCO sobre Educación Musical fueron son los siguientes: La práctica musical crea una serie de lazos afectivos y de cooperación importantísimos para lograr la integración del grupo. El canto es un medio excelente para el desarrollo de la capacidad lingüística del niño y la niña en su doble vertiente compresivo-expresiva. La actividad rítmica del niño y la niña, vivida a través de estímulos sonoros de calidad favorece el desarrollo fisiológico y motriz así como la memora musical.

Objetivos de la educación musical

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EDUCACIÓN MUSICAL

El éxito de la educación musical en otros países europeos reside en que es coherente

con la Educación General que recibe el individuo a través de los distintos periodos de

escolaridad que lo componen, fundamentalmente en la primaria. De otra parte, el ambiente

familiar y social plenamente integrado de ese “espíritu musical” contribuyen a mantener y

fomentar lo que es estimado como una virtud ciudadana. A partir de 1900 la cuestión de la

educación estética de los niños y niñas llegó a ocupar el primer plano de las preocupaciones

pedagógicas de los países del Norte y centro de Europa. Parece ser que fue en Alemania donde

nació este movimiento, extendiéndose más tarde a Australia, Suecia, Holanda, Francia, Suiza e

Inglaterra. Entre tanto, otros países como España e Italia, permanecieron indiferentes a este

importante movimiento de “pedagogía-artística”.

Desde 1958, fecha en que tuvo lugar el II Congreso de la UNESCO sobre Pedagogía

Musical celebrado en Copenhague (al que asisten un nutrido grupo de importantes músicos y

pedagogos: Dalcroze, Kodàly, Ward, Martenot y Orff), la preocupación fundamental fue

revalorizar la educación musical desde la escuela.

Los argumentos esgrimidos por este grupo de didácticos musicales tienen mucha

importancia, ya que son fruto de la experiencia en el aula y parte de tres ideas principales:

1. La práctica musical crea una serie de lazos afectivos y de cooperación importantísimos

para lograr la integración en el grupo.

2. El canto es un medio excelente para el desarrollo de la capacidad lingüística del niño y

la niña en su doble vertiente compresivo-expresiva.

3. La actividad rítmica del niño y la niña, vivida a través de estímulos sonoros de calidad

favorece el desarrollo fisiológico y motriz así como la memora musical.

Las conclusiones que se sacaron del II Congreso de la UNESCO sobre Educación Musical

fueron son los siguientes:

La práctica musical crea una serie de lazos afectivos y de cooperación importantísimos

para lograr la integración del grupo.

El canto es un medio excelente para el desarrollo de la capacidad lingüística del niño y

la niña en su doble vertiente compresivo-expresiva.

La actividad rítmica del niño y la niña, vivida a través de estímulos sonoros de calidad

favorece el desarrollo fisiológico y motriz así como la memora musical.

En el área afectivo-social conduce al alumno a la auto-expresión y a la espontaneidad,

vehemencia y deleite propio de los niños al involucrarse en la actividad musical.

Propicia la adaptación social y el sentido de la responsabilidad dentro de un grupo,

sobre todo en actividades de conjunto como canto coral, orquesta infantil, etc…

Favorece la admiración de opiniones propias y la aceptación de opiniones ajenas.

Siguiendo con los objetivos que se plantean actualmente en la Educación Musical en el

ámbito de la Educación general, estos son los principios o supuestos básicos que se siguen en

la mayoría de países europeos:

La educación musical ha de tener un carácter progresivo. Debe acompañar al niño a lo

largo de su proceso evolutivo, desde la educación infantil hasta los niveles de

educación superior, adaptándose en cada momento a sus capacidades en intereses

específicos.

Debe tener además un carácter integral. En todos los programas educativos la música

es interpretada como un contenido formativo, más que como una asignatura especial

o enseñanza técnica, cuyo objetivo es el de cooperar con los demás bloques de

contenidos en beneficio del desarrollo de la personalidad del niño.

En la metodología utilizada se atenderá primordialmente a familiarizar al niño con la

realidad musical y participativa más que con la representación conceptual y gráfica de

los sonidos.

En todas las instituciones escolares. A pesar de las limitaciones de horario y material,

debe existir una preocupación por abordar la realidad musical desde una perspectiva

amplia entrándose no solamente en el canto, sino también en la educación del oído, la

educación rítmica, el solfeo, la historia de la música y el conocimiento de sus obras.

La educación musical no debe revestir las formas de asignatura o disciplina sometida a

una calificación escrita de los resultados obtenidos a nivel individual. Al igual que la

educación artística en general, ésta ha de llevarse a cabo en un ambiente de atractiva

libertad para el alumno, sin olvidar la disciplina y el esfuerzo necesario para alcanzar

determinados objetivos.

Es necesario que el responsable de la educación musical sea el propio maestro. Tutor

con una adecuada formación musical y conciencia de su capacidad formativa o, en su

defecto, el maestro especialista, de amplia formación didáctica. En este último caso, el

maestro debe mantener una estrecha colaboración con el equipo docente del centro.

La educación musical de los niños no pretende la formación de artistas, es decir no es

una iniciación paciente en la técnica de los sonidos, simplemente deberá esforzarse en

hacer que fluyan del alma infantil emociones y vivencias de naturaleza estética.

Preocupación para que lo musical transcienda los estrecho9s límites de la escuela e

impregne el ambiente de la colectividad. La preocupación de musicalizar la sociedad,

fundamentalmente el entorno inmediato a la escuela resulta manifiesta.