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México: un patrimonio plural México es uno de los mejores ejemplos de la complejidad de estos procesos y de la paulatina formación y transformación de la idea de patrimonio cultural. Sobre su territorio se han sucedido, encontrado o fusionado los más diversos grupos étnicos, dueños de particulares y heterogéneas culturas. La idea de que en México se inicia el mestizaje a partir de la llegada de los españoles ha sido abandonada hace mucho tiempo. Étnica y culturalmente, México ha sido siempre escenario del mestizaje, de la fusión de pueblos y culturas, a través de los más diversos y complejos procesos, en cuyas condiciones no se reconoce siempre el libre y natural intercambio o comercio cultural, sino también las superposiciones, las oposiciones y las sustituciones de las formas culturales. Por ello, si bien cada pueblo ha generado actitudes propias y formas en las que se reconocen maneras de entender o valorar lo que podría considerarse su patrimonio cultural, el concepto de éste como sistema de vasos comunicantes entre los grupos y comunidades que en un sentido más amplio constituye un pueblo -como factor de integración de sectores y estratos diversos, como suma, en consecuencia, de elementos y formas heterogéneos- tiene sus orígenes en el surgimiento mismo de nuestro Estado nacional. No es casual que haya sido el más temprano ideario de nuestro movimiento delndependencia el que, partiendo del reconocimiento de la diversidad de la nación, se propusiera construir un Estado capaz de aglutinar a todos los individuos y grupos en términos de equidad, no suprimiendo sus diferencias, sino afirmando la pertenencia de todos a una misma condición, la de ciudadanos mexicanos, por el solo hecho de haber nacido en esta tierra, más allá de toda particularidad étnica, cultural y social. Al mismo tiempo que se rechazaban las distinciones étnicas en la prescripción de derechos y obligaciones, se afirmaba la pluralidad como una característica intrínseca de nuestra sociedad, más allá de todo juicio o adjetivo. Ello implicó una gradual asunción, que se prolonga hasta nuestros días, de los patrimonios y las formas culturales de los grupos como mexicanos. Así, la idea de patrimonio cultural tal como hoy la entendemos, como la suma del legado cultural de todas las épocas y todos los grupos étnicos que han habitado nuestro territorio, remonta sus orígenes a

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México: un patrimonio plural

México es uno de los mejores ejemplos de la complejidad de estos procesos y de la paulatina formación y transformación de la idea de patrimonio cultural. Sobre su territorio se han sucedido, encontrado o fusionado los más diversos grupos étnicos, dueños de particulares y heterogéneas culturas. La idea de que en México se inicia el mestizaje a partir de la llegada de los españoles ha sido abandonada hace mucho tiempo.

Étnica y culturalmente, México ha sido siempre escenario del mestizaje, de la fusión de pueblos y culturas, a través de los más diversos y complejos procesos, en cuyas condiciones no se reconoce siempre el libre y natural intercambio o comercio cultural, sino también las superposiciones, las oposiciones y las sustituciones de las formas culturales.

Por ello, si bien cada pueblo ha generado actitudes propias y formas en las que se reconocen maneras de entender o valorar lo que podría considerarse su patrimonio cultural, el concepto de éste como sistema de vasos comunicantes entre los grupos y comunidades que en un sentido más amplio constituye un pueblo -como factor de integración de sectores y estratos diversos, como suma, en consecuencia, de elementos y formas heterogéneos- tiene sus orígenes en el surgimiento mismo de nuestro Estado nacional.

No es casual que haya sido el más temprano ideario de nuestro movimiento delndependencia el que, partiendo del reconocimiento de la diversidad de la nación, se propusiera construir un Estado capaz de aglutinar a todos los individuos y grupos en términos de equidad, no suprimiendo sus diferencias, sino afirmando la pertenencia de todos a una misma condición, la de ciudadanos mexicanos, por el solo hecho de haber nacido en esta tierra, más allá de toda particularidad étnica, cultural y social.

Al mismo tiempo que se rechazaban las distinciones étnicas en la prescripción de derechos y obligaciones, se afirmaba la pluralidad como una característica intrínseca de nuestra sociedad, más allá de todo juicio o adjetivo. Ello implicó una gradual asunción, que se prolonga hasta nuestros días, de los patrimonios y las formas culturales de los grupos como mexicanos.

Así, la idea de patrimonio cultural tal como hoy la entendemos, como la suma del legado cultural de todas las épocas y todos los grupos étnicos que han habitado nuestro territorio, remonta sus orígenes a nuestro siglo XIX. Es cierto que ya desde los primeros años de la Colonia hubo, junto al desarrollo de la cultura hispánica trasplantada a nuestro suelo, fusiones con la cultura indígena e intentos de valorarla o preservarla, pero la noción de que las diversas formas culturales desarrolladas en México se identifican en términos de valor e importancia en cuanto emanaciones genuinas de los múltiples y heterogéneos grupos que en el país han coexistido, es relativamente reciente, y parte del inicio de la construcción del Estado nacional en el siglo XIX.

De este modo, la historia del concepto de patrimonio cultural refleja, entre nosotros, un paulatino ensanchamiento tanto respecto de los géneros y las formas culturales que comprende, como de sus expresiones en diversos grupos étnicos o sociales, al igual que paulatinos han sido la propia integración social de esos grupos en nuestra sociedad y el reconocimiento social y jurídico de términos equitativos en esa integración.

De ahí que hasta fechas muy recientes haya seguido siendo necesario introducir reformas y declaraciones explícitas a nuestro marco jurídico, como la que significó, en el caso del artículo 40. constitucional, el reconocimiento de México como país multiétnico y pluricultural y la obligación de la ley de promover el desarrollo de las lenguas, culturas, usos, costumbres,

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recursos y formas específicas de organización de los pueblos indígenas.

Esta reforma constitucional indirectamente consagra una conciencia de nuestro patrimonio cultural que es el resultado de complejos procesos a lo largo de cinco siglos, y que tuvo sus mayores impulsos en dos momentos determinantes: el movimiento de Independencia y la Revolución de 1910. Estos dos movimientos políticos y sociales conllevaron, entre otras cosas, una introspección profunda del país, una mirada hacia su interior, una conciencia de identidad y una redefinición del proyecto nacional.

En ambos casos, la nación cobró conciencia de su pluralidad histórica y de la necesidad de fincar su unidad en la diversidad. Este autorreconocimiento fue dando forma a la conciencia de nuestra cultura no como una cultura homogénea sino como una cultura de culturas, sustentada en el sincretismo, en la convivencia y en el influjo recíproco de tradiciones diversas.

Concepción jurídica del patrimonio culturalLa conciencia de la pluralidad de nuestra cultura es la base de nuestra concepción del patrimonio cultural, plasmada en la definición y el uso social del patrimonio y reflejada en la legislación vigente consagrada a su protección y cuidado. Nuestra Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972 está basada en una definición cronológica de los bienes pertenecientes a nuestro patrimonio, que comprende las épocas prehispánica (monumentos arqueológicos: bienes muebles e inmuebles producidos por las culturas anteriores al establecimiento de la hispánica, así como los restos humanos, de flora y de fauna relacionados con ellas), colonial y decimonónica (monumentos históricos: inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, así como documentos y expedientes, documentos originales manuscritos y colecciones científicas y técnicas del mismo periodo) y del siglo xx (monumentos artísticos: bienes muebles e inmuebles con valor estético relevante pertenecientes a este siglo).