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Percepción del buen docente en el Sistema Escolar de América Latina Resumen El presente trabajo entrega la perspectiva de cómo se forma y en que consiste un buen docente , recabada por diferentes investigaciones que tuvieron en cuenta a los diversos actores de la educación. Según dichas investigaciones hemos podido recabar datos que nos entregan información tanto positiva, como negativa acerca de las prácticas que poseen los docentes, la visión de los apoderados y de los propios estudiantes de pedagogía respecto a dichas prácticas. A su vez podemos determinar la perspectiva que tienen los estudiantes respecto a sus docentes y su opinión de cómo debiese ser su práctica pedagógica para favorecer su aprendizaje. En este trabajo pretendemos dar cuenta de la percepción que se posee tanto de las prácticas pedagógicas, el quehacer educativo y la formación de un buen docente que favorezca el aprendizaje de sus estudiantes, desde la perspectiva de todos los actores involucrados en la temática. Palabras Clave: Percepción, actores de la educación, buen docente. Abstract This paper gives the perspective of how it is formed and that is a good teacher, gathered by various investigations that took into account the various actors in education. According to these investigations we have been able to collect data that give us so much positive information, as negative about the practices that teachers have the vision of the parents and the students themselves to teaching about such practices. In turn we can determine the perspective that students have about their teachers and their perception of how their teaching practices ought to be to encourage learning. In this paper, we give an account of perception that has both teaching practices, educational work and the formation of a good teacher that promotes student learning, from the perspective of all actors involved in the subject. 1

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Percepción del buen docente en el Sistema Escolar de América Latina

Resumen

El presente trabajo entrega la perspectiva de cómo se forma y en que consiste un buen docente, recabada por diferentes investigaciones que tuvieron en cuenta a los diversos actores de la educación. Según dichas investigaciones hemos podido recabar datos que nos entregan información tanto positiva, como negativa acerca de las prácticas que poseen los docentes, la visión de los apoderados y de los propios estudiantes de pedagogía respecto a dichas prácticas. A su vez podemos determinar la perspectiva que tienen los estudiantes respecto a sus docentes y su opinión de cómo debiese ser su práctica pedagógica para favorecer su aprendizaje. En este trabajo pretendemos dar cuenta de la percepción que se posee tanto de las prácticas pedagógicas, el quehacer educativo y la formación de un buen docente que favorezca el aprendizaje de sus estudiantes, desde la perspectiva de todos los actores involucrados en la temática.

Palabras Clave: Percepción, actores de la educación, buen docente.

Abstract

This paper gives the perspective of how it is formed and that is a good teacher, gathered by various investigations that took into account the various actors in education. According to these investigations we have been able to collect data that give us so much positive information, as negative about the practices that teachers have the vision of the parents and the students themselves to teaching about such practices. In turn we can determine the perspective that students have about their teachers and their perception of how their teaching practices ought to be to encourage learning.In this paper, we give an account of perception that has both teaching practices, educational work and the formation of a good teacher that promotes student learning, from the perspective of all actors involved in the subject.

Keywords: Perceptions, Actors of education, good teaching.

Introducción

En este trabajo se incorpora la opinión de los diferentes actores educativos (docentes, estudiantes, apoderados y estudiantes de pedagogía), puesto que parece relevante que cada cual brinde su perspectiva respecto a cómo se forma un buen docente y que aspectos debe tener.Este artículo nos entregará lineamientos generales para la profundización respecto al que hacer docente, a como se debe desempeñar un buen docente en su labor profesional. A su vez esto quiere decir que debemos profundizar respecto a que implica la percepción que tienen los diferentes agentes educativos respecto a lo que es ser un “buen” docente, ya que su opinión construye una imagen y por ende contribuye a la identidad del profesional.Esto tiene directa relación con las controversiales reformas que se están produciendo en América Latina, puesto que la formación docente es una temática en boga constantemente,

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Esto no se entiende
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ya que estamos hablando del profesional a cargo de formar a los ciudadanos que construyen nuestra sociedad, por ende es necesario tener en cuenta que es lo que dicha sociedad considera como un buen docente que contribuya a la sociedad y a su formación.Finalmente daremos a conocer las conclusiones que se obtienen después de la revisión de la bibliografía y la información que nos entrega, las cuales están directamente relacionadas con la percepción que existe en el sistema educativo acerca de cómo debe formarse un buen docente, la perspectiva de las prácticas del buen docente y la visión de los propios docentes acerca de su quehacer educativo.

Percepción de los docentes sobre las buenas prácticas pedagógicas

Giraldo y Mera (2014), hablan de un aspecto a tener en cuenta, la actitud del profesor; aquellos que tienen presente la individualidad del estudiante estimulan su crecimiento y aprendizaje, son comprensivos frente a sus dificultades, generan interés y motivación hacia el estudio. Considerando este enunciado cabe destacar que las buenas prácticas pedagógicas están relacionadas con la actitud que presenta el docente respecto a sus estudiantes, por ende es importante que sus prácticas den cuenta de las expectativas que posee el docente en el aprendizaje de sus estudiantes.

Por otra parte, Kramarski y Michalsky (2013), proponen que hay dos enfoques para observar las prácticas pedagógicas más centradas en los resultados, es decir, obtiene mejores resultados el docente vinculado con el modelo constructivista y centrado en el alumno, frente al «modelo centrado en la enseñanza» de corte tradicional, puesto que sus prácticas pedagógicas se centran más en la necesidad de entregar al estudiante las herramientas para que pueda construir su aprendizaje a través de sus propios intereses.

A su vez, debemos delimitar, explicar, caracterizar la opinión y/o visión que el docente tiene de sí mismo. Aguirre, Beltrán y Jacobo (2014), utilizan el término de “autoconcepto”, que será el que facilita la formación de la identidad docente; ésta debe tener en cuenta lo que se espera de un buen docente, prestando más atención a las prácticas pedagógicas para poder cumplir con el ideal que se propone en su formación; esta visión está condicionada por la perspectiva que exista en la sociedad respecto a cómo debe ser el profesional que eduque a sus ciudadanos.Oviedo (2015) en su investigación en México, hace referencia a que los docentes tienen una imagen confusa, ya que la mayoría de ellos son profesionistas que se dedican a su labor por situaciones diversas, entre ellas: vocación, necesidad o comodidad. Esto relacionado a lo mencionado anteriormente, propone la necesidad de que la formación sea una preocupación principal de la sociedad y los gobiernos en los profesionales de la educación, puesto que desde esta perspectiva es necesario que cada docente tenga un autoconcepto claro que le permita conducir sus prácticas pedagógicas en camino hacia convertirse en un buen docente.

Por su parte, también es necesario tener en cuenta que los docentes deben estar sometidos a evaluaciones, bajo esta mirada Sisto (2012) propone que el profesional debe responder a mediciones estándares e indica que al docente se le exige una labor constitutivamente individual, posible de ser evaluada según estándares objetivos y homogéneos, orientada a la demostración de altos niveles de competencia y al logro de objetivos medibles. Dichos

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estándares y evaluaciones dejan de lado el hecho de que los docentes deben trabajar de manera colaborativa con otros profesionales para poder dar una adecuada atención a la diversidad de estudiantes que poseen en el aula, debido a que las prácticas pedagógicas constituyen una labor ardua en donde los docentes deben tener en cuenta que los estudiantes requieren de motivación constante para su aprendizaje y que poseen diversos estilos de aprendizaje.

El Marco para la Buena Enseñanza (MBE) (MINEDUC, 2008) desarrollado en Chile, toma como base el trabajo realizado por Danielson en los Estados Unidos. El marco será utilizado para orientar las políticas de fortalecimiento de la profesión docente, el desarrollo de programas para la formación inicial y el desarrollo profesional y llevar a cabo procesos de evaluación del desempeño. Así mismo, se resalta la importancia del MBE como instrumento para que los docentes examinen sus prácticas, de manera individual o colectiva, a partir de referentes consensuados para el perfeccionamiento y la mejora (Vázquez, Cordero, & Leyva, 2014).

En esta línea Jofré, G. (2010) sostiene que los saberes profesionales de los docentes no se reducen a las competencias en una disciplina. En efecto, una de las principales características de la profesión docente es que ésta se desarrolla en medio de personas –sus estudiantes-, por tanto, el docente junto con conocer el saber propio de una disciplina requiere conocer las estrategias que le permitan hacer que éstas sean comprensibles para los estudiantes, sin embargo, también debe tener en cuenta las habilidades blandas que le permiten manejar este conocimiento desde el aspecto emocional de los estudiantes, empatizando con la situación que puede pasar cada uno cuando no está interesado en el conocimiento y manejando diferentes estrategias en cuanto a situaciones conflictivas, como la tolerancia a la frustración o la desmotivación frente al aprendizaje.

En esta misma línea, López, K (2015) indica que el concepto de educación de calidad, establecido en la Ley General de Educación (LGE), pone énfasis en el desarrollo integral de los alumnos, y no sólo en el logro de estándares de aprendizaje, entendiendo que el objetivo es brindar una formación que abarque competencias, conocimientos y valores sustentados en la democracia y la solidaridad. Esto, entendido desde la perspectiva de las prácticas pedagógicas, pone énfasis en que el buen docente debe tener las herramientas necesarias para poder educar de manera integral a los estudiantes.

Rosales (2014) sostiene que el saber docente se conforma desde la práctica y se nutre con las teorías que dotan de variados puntos de vistas y perspectivas diferentes, permitiendo con ello, el accionar en contexto sobre la información que tenga del escenario donde se desenvuelve profesionalmente. La práctica reflexiva plantea la transformación de la escuela en comunidades de aprendizaje donde los profesores se apoyen para encarar las realidades que se presentan.

Por su parte Sánchez y Domínguez (2007) nos grafican la constelación de factores influyentes en la labor del profesor: "Podemos observar que un Buen Maestro se define como aquél que tiene conocimientos sobre la materia que imparte, es preparado, responsable, inteligente, organizado, comprometido, puntual, justo, capacitado, paciente, cumplido y respetuoso, y que se comunica eficientemente". En ellos podemos identificar

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Revisar identidad
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que el buen docente debe entenderse desde las prácticas pedagógicas como aquel que esta preparado para tener en cuenta la diversidad de estudiantes a los que se puede enfrentar y es consciente de que debe cumplir con una cantidad de cualidades y valores para poder ser considerado como tal.

La convicción subyacente en este estudio, es que no se puede hablar de buenos profesores (ni formarlos tampoco) si es que no se considera la dimensión humana del docente y su recorrido existencial, íntimamente relacionado con su compromiso pedagógico, social y político por el trabajo bien hecho. Se debe comprender, en consecuencia, que al analizar la práctica pedagógica (para obtener luces de los elementos constituyentes de un buen profesor) no se pueden dejar de lado "las intencionalidades del profesor y (del) contexto sociocultural en que está inmerso" (López-Vargas & Basto-Torado, 2010). Por ende, no podemos hablar de un buen docente sin tener en cuenta su dimensión personal, es decir, que los buenos docentes deben estar en concordancia con los valores que poseen y de igual forma que su práctica pedagógica está en concordancia con su creencia respecto a cómo debe ser tratado el estudiante como persona.

También cabe mencionar que la adquisición de la identidad profesional es una parte fundamental del desarrollo profesional, ya que ofrece un marco para construir las propias ideas sobre cómo ser, cómo actuar, cómo entender su trabajo y su lugar en la sociedad. (Hidalga & Gallego, 2015) En cuanto a la identidad también es necesario mencionar que el liderazgo es una parte primordial en la formación del docente, puesto que debe tener en cuenta que sus prácticas están relacionadas a que es un agente de cambio en su comunidad y por ende para la sociedad que está formando.

Así, al ser el liderazgo pedagógico uno de los medios fundamentales para mejorar la calidad educativa, proponemos considerar el liderazgo del profesor como uno de los principales cometidos en la gestión de los centros educativos (Soria & García, 2014).

Finalmente según Day (2006), debemos considerar que la pasión por enseñar ayuda a un buen docente a realizar su quehacer pedagógico, puesto que es en ella que radica la necesidad de entregarse a su profesión y realizar una labor que trascienda su propia vida, la de sus estudiantes y de toda la comunidad educativa. Los docentes apasionados por la enseñanza se muestran comprometidos, entusiasta e intelectual y emocionalmente enérgicos en su trabajo con niños, jóvenes y adultos. Sin embargo, estos signos manifiestos de la pasión se sustentan sobre unos fines morales claros que van más allá de la implementación eficiente de los currículos establecidos. Los docentes apasionados son conscientes del desafío de los contextos sociales más generales en los que enseñan, tienen un sentido claro de identidad y creen que pueden favorecer el aprendizaje y el rendimiento de todos sus alumnos.

Percepción de los estudiantes sobre el buen docenteEn cuanto a la percepción que los estudiantes poseen sobre el buen docente, podemos encontrar que la valoración positiva que dan los alumnos a los profesores es la clave para obtener un buen rendimiento, afirma Villalta y Saavedra (2012), puesto que la valoración positiva funciona como un incentivo hacia los docentes, debido a que entrega una

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Unir con rosales.
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retroalimentación positiva hacia el autoestima y autoconcepto del docente que reafirma su postura como buen profesional.

Debido a la relación que se establece entre docente y estudiante, podemos determinar que existe una reciprocidad entre las percepciones que ambos tienen respecto a su rol en el aprendizaje, por ejemplo podemos establecer que las actuales tensiones entre profesores y estudiantes se evidencian en la dificultad que experimentan los docentes para ser reconocidos como autoridad pedagógica. Esta situación es nueva. En la escuela tradicional los profesores daban por sentada su legitimidad ante los estudiantes y las familias, ya que eran considerados representantes de un bien mayor (Zamora-Poblete, 2015).

Por otra parte podemos determinar que la visión de los estudiantes respecto al quehacer de un buen docente está determinado por aquellos aprendizajes que entregan a su vida y que pueden marcar de manera significativa la vida de los estudiantes, debido a que cada una de sus palabras influyen en las decisiones que toman a lo largo de su vida y lo toman como un ejemplo de conciencia vicaría que les permite conducirse de la forma correcta. Tal y como lo menciona Montañez (2013) en su tesis “El buen docente es aquel que ha marcado e influido de manera trascendental la vida personal y profesional de un alumno, y, por ello, es reconocido y recordado incluso por sus exalumnos, a pesar del tiempo transcurrido”.

En relación a esto también podemos establecer que los estudiantes deben tener una imagen del docente como un agente que predique con el ejemplo frente a las situaciones que se generan en la comunidad educativa, puesto que de esta forma podrán tener un patrón de comportamiento frente a las mismas situaciones. De esta forma podemos determinar que la percepción de los estudiantes respecto a un buen docente es aquel que con su propio ejemplo influye de manera trascendental en la vida de sus estudiantes, guiándolos a tomar decisiones que sean favorables para su formación y aprendizaje, y también posteriormente para su vida.

Percepción de los apoderados sobre el buen docente

La percepción de los docentes respecto a lo que consideran un buen docente está ligada a un docente que facilite la participación de ellos en el proceso enseñanza - aprendizaje y vean, por otro lado, la relación de la familia – escuela, como interacción participativa y horizontal; que respeten la contribución de cada actor del proceso, con una preocupación real por las necesidades del otro sin expectativas asistencialistas ni una búsqueda paralela de influencia o beneficios personales (Navarro, Pérez, González, Mora, & Jiménez, 2007)Sin embargo a la descripción anterior se agrega una mirada actual y crítica, indicando que estudios en educación arrojan que la percepción de los apoderados hacia los docentes es que "hacen lo estrictamente necesario"; planteando un escenario de posible falta de compromiso o de habilidades en los profesores con su trabajo y con los principales beneficiarios de este último, los alumnos. Nail y Muñoz (2011). Lo anteriormente genera una dualidad respecto a lo que los apoderados piensan y lo que sienten respecto a lo que debiese ser un buen docente y a lo que se hace hoy en día en educación, puesto que consideran que su participación es importante para el aprendizaje de los estudiantes, sin embargo los docentes no le dan el suficiente espacio ni los hacen suficientemente participes

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Hay que arreglar esto, es redundante. Seguramente hay un error de transcripción
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del proceso de enseñanza y aprendizaje de sus hijos. Es decir, se involucran lo justo y necesario con los apoderados respecto al aprendizaje de los estudiantes.

En la misma línea de las valoraciones, un estudio hecho en argentina acerca de concepciones y creencias sobre enseñanza y aprendizaje de profesores de matemática (Dodera, Burroni, Lázaro, & Piacentini, 2008), se visualizó que una de las características que más se valora en la profesores, es el carácter formativo de la profesión; conjuntamente con esto, se develó que una de las satisfacciones más estimadas por el profesor, es aquella que surge cuando éste logra despertar interés y participación de los estudiantes, lo que se relaciona en gran medida con las habilidades interpersonales que pueda desarrollar el docente. Ligado a las habilidades interpersonales, podemos determinar que ellas no son importantes solamente al relacionarse con los estudiantes, sino que también a la hora de relacionarse con los apoderados, puesto que son ellos la primera institución de crianza de los estudiantes y por ende son el principal apoyo para los aprendizajes que se desarrollan a lo largo del proceso educativo. Esto se subentiende como que los docentes deben apoyarse en la familia y apoderados de los estudiantes para poder afianzar los aprendizajes que se generan en la escuela, es decir, debe existir una relación de mutuo apoyo entre ambas instituciones para que se desarrolle de manera integral a la persona, por ende los apoderados también entenderán al buen docente como aquel que muestra preocupación por establecer vínculos de confianza con la familia y de constante apoyo.

Frente a ello también podemos entender que existe un preocupante acuerdo en el escaso desarrollo de competencias ligadas a la colaboración con las familias, la participación en la gestión de los centros educativos y a la atención a la diversidad. (García, Pueyo, Gutiérrez,& Picos, 2014), lo cual tiene que ser fomentado en todas las instituciones a lo largo del sistema educativo para favorecer el desarrollo educativo óptimo.

Percepción de los estudiantes de pedagogía al quehacer del buen docente

En cuanto a la percepción de los estudiantes de pedagogía respecto al quehacer del buen docente, es necesario mencionar que los estudiantes de pedagogía tienen una visión de la formación docente que está fuertemente ligada a las experiencias personales.

En relación a la opción de jóvenes talentosos por la pedagogía, la investigación de Mizala (2011) indica que los alumnos y directivos destacan como motivación central para ingresar a la carrera su vocación por el servicio público, específicamente su interés en la formación de estudiantes tanto en educación parvularia, básica y media, y agrega que en términos de vocación, el primer referente que mencionan los alumnos es la figura de algún profesor con quien tuvieron una relación cercana y les legó el amor y pasión por enseñar” (Mizala,2011). De esta forma podemos establecer que la vocación que conlleva el quehacer docente es primordial para realizar un trabajo enfocado a ser un buen docente, pues es la pasión por la enseñanza la que permite que las personas quieran entregar lo mejor de si en su quehacer diario.Por su parte, Solis (2011) agrega que parece importante destacar que los profesores en formación no esperan recibir apoyo para clarificar su vocación y comprender la profesión docente. Esto debido a que es una constante en la formación que los docentes no se vean apoyados en la búsqueda de las motivaciones que los dirigen a ser docentes, debido a que

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Debido, redundante. Se repite un poco más adelante
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se asume que están intrínsecamente motivados a dicha profesión. Sin embargo, esto quiere decir que al momento de presentarse dudas respecto a la vocación que ha de seguir el estudiante de pedagogía se le deja solo en su proceso, siendo que es necesaria una orientación respecto al quehacer que tendrá que seguir posteriormente. Ligado a ellos también es necesario determinar, según citan Hidalga y Gallego (2015), que la imagen de un profesional es “un conjunto de saberes teóricos y experienciales referidos a la profesión (Tardiff, 2004) que los estudiantes comienzan a adquirir durante sus estudios y que siguen construyendo con la experiencia profesional a través de la socialización”, esto quiere decir que todos aquellos estudiantes de pedagogía van desarrollando su identidad e imagen profesional a medida que van adquiriendo experiencias relacionadas al rol que ejercerá luego y que por ende, determinan su actuar como un futuro buen profesional.

Sin embargo, para mejorar el desempeño de los docentes, Vaillant (2014) sugiere que es necesario también pensar en política relacionadas con los mecanismos de reclutamiento para diversificar el ingreso de aspirantes a la profesión docente y revertir la tendencia que sólo postulantes de bajo nivel cultural e ingresos y en su mayoría mujeres postulen al mismo. Habría que lograr que la elección de la profesión docente sea la primera opción de carrera y prestar particular consideración al perfil socio-demográfico de maestros y profesores y a la mejora de las condiciones de trabajo y de la estructura de remuneración e incentivos.

Conclusiones

Sin lugar a dudas, y atendiendo a la diversas percepciones de los distintos actores en la labor docente, son muchas las dimensiones que se deben atender cuando se habla del quehacer del profesor. Ahora bien, al hablar de las percepciones en torno al buen docente, encontramos varios puntos de convergencias, que pueden servir para profundizar a la hora de mejorar las prácticas pedagógicas. Una de las más transversales, es aquella compresión del docente que va más allá de la mera transmisión de contenidos, más allá del cumplimiento de metas en cuanto a rendimiento y más allá de la consecución de un programa de estudio específico, posicionando el trabajo del profesor en una dimensión más integral. En esta posición, el docente no sólo tiene competencias en un saber específico, sino que además es capaz de atender la diversidad de sus estudiantes, la emocionalidad de cada cual, en definitiva, la humanidad de aquel a cual está formando.

En este sentido, el saber pedagógico debe ser entendido como un saber dinámico, que va respondiendo al contexto en el cual se desarrolla, es decir, se construye a partir de la praxis. Considerando esto, se hace necesario que el profesor construya comunidades de aprendizaje, que vayan nutriendo la profesión desde las distintas experiencias, y a partir de ellas, vaya erigiendo una identidad docente.

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Otro punto en común, es el que refiere la formación del docente; esta debe ser permanente y debe estar ligada a un acompañamiento vocacional y motivacional. Este apoyo debe hacerse desde la formación inicial, complementándose con el desarrollo de espacios en donde los estudiantes de pedagogía puedan tener contacto con el trabajo docente en terreno, nutriéndose así de experiencias propias de la que será su profesión.

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