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El ‘Ardipithecus ramidus’, una especie de homínido que vivió hace 4,4 millones de años y a cuyo mejor ejemplar fósil los científicos han denominado ‘Ardi’, precede en los inicios de la evolución de los homínidos al ‘Australopithecus afarensis’. ‘Ardi’, también hembra, precede a ‘Lucy’, el ejemplar mejor conservado de A. afarensis en aproximadamente un millón de años. Los autores señalan que el Ardipithecus está tan plagado de sorpresas anatómicas que nadie podría haberlo imaginado sin evidencias fósiles directas. Toda la información sobre el nuevo homínido se publica en un especial de la revista ‘Science’. Se cree que el último ancestro común compartido por humanos y chimpancés vivió hace seis o más millones de años. Aunque el Ardipithecus no es en si mismo este último ancestro común, probablemente compartió muchas de sus características. La evolución del simio africano A través de un análisis de cráneo, dientes, pelvis, manos, pies y otros huesos, los investigadores han determinado que el ‘Ardipithecus’ tenía una mezcla de características ‘primitivas’ compartidas con sus predecesores, los primates de la época del Mioceno, y características ‘derivadas’, que comparte sólo con los homínidos posteriores. Debido a su antigüedad, el Ardipithecus conduce a los científicos más cerca del último antepasado común. Sin embargo, muchas de sus características no aparecen en los simios africanos actuales. Según los científicos, es probable que los simios africanos hayan evolucionado ampliamente por separado desde que compartían el último ancestro común con el ser humano. Por ello, chimpancés y gorilas actuales podrían no ser buenos modelos para el estudio El ‘Ardipithecus ramidus’, una especie de homínido que vivió hace 4,4 millones de años y a cuyo mejor ejemplar fósil los científicos han denomindo ‘Ardi’, precede en los inicios de la evolución de los homínidos al ‘Australopithecus afarensis’. / Ap Bípedo y socialmente menos agresivo Hasta ahora, los investigadores habían asumido que chimpancés, gorilas y otros simios africanos modernos habían retenido muchas de las características del último antepasado que compartieron con los humanos, como el balancearse por las ramas y caminar sobre los nudillos. Sin embargo, el ‘Ardipithecus’ desafía estas teorías. Según sus descubridores, Ardi vivía en un ambiente boscoso, húmedo y más frío de lo que es en la actualidad. Subía a cuatro patas a las ramas de los árboles, como algunos primates del Mioceno, y caminaba erguida sobre las dos piernas cuando se encontraba en el suelo, aunque no tan eficazmente como los homínidos posteriores. Los dientes y el cráneo del Ardipithecus son bastante diferentes de los del Australopithecus y los simios modernos. El análisis del esmalte dental también indica que Ardi y su linaje tenían una dieta omnívora relativamente diversa que incluía frutas y otros alimentos del bosque como nueces y hojas. El análisis de sus dientes también sugiere que el ‘Ardipithecus’ era socialmente menos agresivo que los chimpancés y otros simios africanos actuales.

Proceso de Hominización. Ardi

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articulo de la verda sobre el descubrimiento de Ardi

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Page 1: Proceso de Hominización. Ardi

El ‘Ardipithecus ramidus’, una especie de homínido que

vivió hace 4,4 millones de años y a cuyo mejor ejemplar

fósil los científicos han denominado ‘Ardi’, precede en

los inicios de la evolución de los homínidos al

‘Australopithecus afarensis’. ‘Ardi’, también hembra,

precede a ‘Lucy’, el ejemplar mejor conservado de A.

afarensis en aproximadamente un millón de años. Los

autores señalan que el Ardipithecus está tan plagado

de sorpresas anatómicas que nadie podría haberlo

imaginado sin evidencias fósiles directas. Toda la

información sobre el nuevo homínido se publica en un

especial de la revista ‘Science’.

Se cree que el último ancestro común compartido por

humanos y chimpancés vivió hace seis o más millones

de años. Aunque el Ardipithecus no es en si mismo este

último ancestro común, probablemente compartió

muchas de sus características.

La evolución del simio africano

A través de un análisis de cráneo, dientes, pelvis,

manos, pies y otros huesos, los investigadores han

determinado que el ‘Ardipithecus’ tenía una mezcla de

características ‘primitivas’ compartidas con sus

predecesores, los primates de la época del Mioceno, y

características ‘derivadas’, que comparte sólo con los

homínidos posteriores.

Debido a su antigüedad, el Ardipithecus conduce a los

científicos más cerca del último antepasado común. Sin

embargo, muchas de sus características no aparecen

en los simios africanos actuales. Según los científicos,

es probable que los simios africanos hayan

evolucionado ampliamente por separado desde que

compartían el último ancestro común con el ser

humano. Por ello, chimpancés y gorilas actuales

podrían no ser buenos modelos para el estudio de este

último ancestro común y para la comprensión de la

evolución humana desde entonces.

Entre los equipos de investigadores que han

participado en el estudio y descripción de los

Ardipithecus está Nuria García del Centro UCM-ISCIII

de Evolución y Comportamientos Humanos de Madrid.

Junto a la identificación de 109 fósiles de Ardipithecus,

que representan a un mínimo de 36 individuos, el

grupo de trabajo de García ha identificado entre los

fósiles descubiertos a otras dos especies de primates,

babuinos y colobinos, y a antílopes de cuernos en

espiral, que compartieron territorio y época con Ardi.

El ‘Ardipithecus ramidus’, una especie de homínido que vivió hace 4,4 millones de años y a cuyo mejor ejemplar fósil los científicos han denomindo ‘Ardi’, precede en los inicios de la evolución de los homínidos al ‘Australopithecus afarensis’. / Ap

Bípedo y socialmente menos agresivo

Hasta ahora, los investigadores habían asumido que chimpancés, gorilas y otros simios africanos modernos habían retenido muchas de las características del último antepasado que compartieron con los humanos, como el balancearse por las ramas y caminar sobre los nudillos.Sin embargo, el ‘Ardipithecus’ desafía estas teorías. Según sus descubridores, Ardi vivía en un ambiente boscoso, húmedo y más frío de lo que es en la actualidad. Subía a cuatro patas a las ramas de los árboles, como algunos primates del Mioceno, y caminaba erguida sobre las dos piernas cuando se encontraba en el suelo, aunque no tan eficazmente como los homínidos posteriores.Los dientes y el cráneo del Ardipithecus son bastante diferentes de los del Australopithecus y los simios modernos. El análisis del esmalte dental también indica que Ardi y su linaje tenían una dieta omnívora relativamente diversa que incluía frutas y otros alimentos del bosque como nueces y hojas. El análisis de sus dientes también sugiere que el ‘Ardipithecus’ era socialmente menos agresivo que los chimpancés y otros simios africanos actuales.Además, el hecho de que los dientes de macho y hembra sean de tamaños similares, a diferencia de los simios africanos, también indica que podrían haber participado en un sistema social que supusiera menos competición entre los machos. Los investigadores también proponen que las manos del ancestro más temprano de los seres humanos eran ya relativamente ágiles y que sólo requerían un alargamiento de los pulgares y un acortamiento de los dedos para utilizar y producir herramientas.

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Un cerebro pequeño

En uno de los artículos publicados en ‘Science’ Tim

White, de la Universidad de California en Berkeley,

presenta los principales descubrimientos de la

investigación. Los científicos estudiaron 110

especímenes de Ardipithecus procedentes de la

cordillera de Afar al noroeste de Etiopia. Al ejemplar

mejor conservado los científicos lo han bautizado como

‘Ardi’, una hembra que pesaba 50 kilogramos y medía

alrededor del metro y medio y de la que se conserva un

esqueleto parcial con gran parte del cráneo, manos,

pies, miembros y pelvis.

Ardi tenía un cerebro pequeño, incluso más pequeño

que el del Australopithecus y similar al de los bonobos

y los chimpancés hembra. Su cara tenía un hocico

prominente, lo que le confería una apariencia similar a

los simios aunque no se proyectaba tan adelante como

la parte inferior de las caras de los simios africanos

modernos. Algunas características de su cráneo, como

el promontorio sobre el entrecejo, son bastante

diferentes a las de los chimpancés.

Se trata de 'Ardipithecus ramidus', el esqueleto más antiguo de un homínido hallado hasta ahora, que vivió hace 4,4 millones de años en lo que hoy es Etiopía. Según los científicos, este fósil es lo más cercano que tenemos al momento en el que nuestra rama evolutiva se separó de la de los simios.

Los resultados se presentan hoy en la revista Science por medio de un inusual despliegue de 11 artículos en el que han participado un total de 47 investigadores de 10 países diferentes. A lo largo de 17 años de investigaciones, se han analizado 110 muestras, pero la pieza principal es el esqueleto de una hembra del que se conserva la mayor parte del cráneo, las manos, los pies, las piernas y la pelvis. Se cree que pesaba unos 50 kilos y medía 120 centímetros. Y tiene ya nombre: 'Ardi', la han bautizado los expertos.

Se piensa que el ultimo antepasado común compartido por humanos y chimpancés vivió hace al menos seis millones de años. 'Ardipithecus' data de hace cuatro millones y, por tanto, no es ese último ancestro compartido. Sin embargo, está más cerca que otros fósiles a ese momento crucial. 'Ardi' es al menos un millón de años más antigua que Lucy, el famoso esqueleto de una hembra de 'Australopithecus afarensis' que durante mucho tiempo ha sido uno de los restos de homínidos más antiguos conservados en el registro fósil.

Una criatura mosaico

Al analizar los fósiles de 'Ardipithecus', los expertos han descubierto que tenía una mezcla de rasgos «primitivos» compartidos con sus predecesores y rasgos «derivados» que comparte exclusivamente con homínidos posteriores.

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Sin embargo, varios de sus rasgos no aparecen en los simios africanos de la época moderna. Por consiguiente, una conclusión sorprendente es que es probable que los simios africanos hayan evolucionado ampliamente desde que compartimos ese último ancestro común, lo que convierte así a chimpancés y gorilas vivos en pobres modelos para el último antepasado común y para entender nuestra propia evolución desde ésa.

«En 'Ardipithecus' tenemos una forma no especializada que no ha evolucionado mucho en la dirección de 'Australopithecus'. Por lo que cuando vas de la cabeza a los dedos del pie, lo que ves es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé, ni es humano. Es 'Ardipithecus'», afirma uno de los principales autores de la investigación, Tim White, de la Universidad de California Berkeley.

«Estos artículos abren una ventana a un periodo de la evolución humana de la que hemos sabido poco, cuando los homínidos primitivos estaban estableciéndose en África, poco después de separarse del último antepasado que compartieron con los simios africanos», señala Brooks Hanson, subeditor de ciencias físicas de 'Science'.

El Ardipithecus ramidus, una especie que vivió hace 4,4 millones de años en la actual Etiopía, podría ser el homínido más antiguo de la historia. A esa conclusión han llegado varios equipos de investigadores que, a lo largo de 11 artículos publicados en la revista Science, certifican la importancia de un ejemplar hembra apodado Ardi que precede a Lucy, el ejemplar mejor conservado de Australopithecus afarensis, en aproximadamente un millón de años. Por eso Ardi es la nueva candidata a abuela de la humanidad.

Se cree que el último ancestro común compartido por humanos y chimpancés vivió hace seis o más millones de años. Aunque el Ardipithecus no es en sí mismo este último ancestro común, probablemente compartió muchas de sus características. A través de un análisis de cráneo, dientes, pelvis, manos, pies y otros huesos, los investigadores han determinado que Ardi tenía una mezcla de características "primitivas" compartidas con sus predecesores, los primates de la época del Mioceno, y características "derivadas" que comparte sólo con los homínidos posteriores."Cuando vas de la cabeza a los dedos del pie, lo que ves es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé, ni es humano. Es Ardipithecus", asegura Tim White investigador de la Universidad de California Berkeley y autor de uno de los principales artículos publicados en Science.

White y su equipo descubrieron 110 especímenes de Ardipithecus procedentes de la cordillera de Afar al noroeste de Etiopia. El ejemplar mejor conservado, Ardi, resultó ser una hembra que pesaba 50 kilogramos y medía alrededor de 1,5 metros, de la que se conserva un esqueleto parcial bastante completo con gran parte del cráneo, manos, pies, miembros y pelvis. Ardi tenía un cerebro más pequeño que el del Australopithecus y similar al de los bonobos y los chimpancés hembra. Su cara mostraba un hocico prominente, lo que le confería una apariencia similar a los simios. Algunas características de su cráneo, como el promontorio sobre el entrecejo, son bastante diferentes a las de los chimpancés.

Hasta ahora, los investigadores habían asumido que chimpancés, gorilas y otros simios africanos modernos habían retenido muchas de las características del último antepasado que compartieron con los humanos, es decir, que este ancestro era mucho más parecido a los simios que a los humanos. Por ejemplo, se habría adaptado a balancearse y colgarse de las ramas de los árboles y quizás caminaba sobre sus nudillos cuando estaba en el suelo. Sin embargo, el Ardipithecus desafía estas

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teorías. Según sus descubridores, Ardi vivía en un ambiente boscoso, húmedo y más frío de lo que es en la actualidad y existían claros y bosques tapizados por prados. Subía a cuatro patas a las ramas de los árboles, como algunos primates del Mioceno, y caminaba erguida sobre las dos piernas cuando se encontraba en el suelo. No parece que anduviera con los nudillos en el suelo o que pasara mucho tiempo balanceándose y colgándose de las ramas, como hacen los chimpancés. Por otra parte, todo apunta a que el Ardipithecus pudo también correr pero probablemente con menos velocidad y eficacia que los humanos.

El análisis del esmalte dental indica que Ardi y su linaje tenían una dieta omnívora relativamente diversa, que incluía frutas y otros alimentos del bosque como nueces y hojas. Los investigadores también concluyen que las manos de este ancestro de los seres humanos eran ya relativamente ágiles, y que sólo requerían un alargamiento de los pulgares y un acortamiento de los dedos para utilizar y producir herramientas. Hace seis millones de años, quizá algo más, hombres y chimpancés tuvimos un ancestro común. Luego la genética de ambos divergió, la evolución y el tiempo hicieron su trabajo y hoy somos especies emparentadas pero bien distintas. El reto mayor de la paleontología es la búsqueda de ese antepasado lejano. El antes mal llamado eslabón perdido sigue perdido, aunque estamos algo más cerca de verle la cara gracias a uno de los homínidos más antiguos hallados hasta ahora. El Ardipithecus ramidus vivió en África hace 4,4 millones de años y el estudio exhaustivo de sus fósiles por parte de un equipo multidisciplinar da un salto atrás en el tiempo respecto de los anteriores homínidos más viejos, aportando nueva luz sobre la escisión del linaje humano y el de los grandes simios. Diecisiete años de trabajos y la colaboración de 47 científicos de 10 países -España entre ellos-, se sustancian ayer en un número extraordinario monográfico de la revista Science. Su protagonista es Ardi , una hembra de Ardipithecus a la que pertenece el esqueleto más completo de los al menos 36 especímenes desenterrados entre 1992 y 2008 en Aramis, en la región de Afar (noreste de Etiopía), dentro del llamado Proyecto Awash Medio. Ardi tiene 4,4 millones de años de antigüedad y es más de un millón de años más vieja que Lucy, el célebre fósil de Australopithecus afarensis desenterrado en 1974 apenas a unos kilómetros de distancia en la región africana reconocida como la cuna de la Humanidad por la abundancia de fósiles primitivos. Evolución Por simplificar, en este duelo de reinas homínidas podría decirse que Ardi releva a Lucy en el trono de la paleoantropología, donde la antigüedad es un grado y cuanto más cerca del origen mayor relevancia tiene el hallazgo. El Ardipithecus no es, desde luego, el último peldaño antes del antecesor común pero probablemente compartió varias de sus características y, sobre todo, ilustra un período de la evolución humana anterior al de la rama de los australopithecus -distintas especies que vivieron hace entre 4 y 1 millón de años-, muy desconocido hasta ahora por falta de evidencias fósiles. De Ardi se encontró la pelvis, gran parte del cráneo -hogar de un cerebro muy pequeño-, la mandíbula inferior completa y las extremidades. Pesaba unos 50 kilos y medía 1,20 metros de altura. Vivió en lo que entonces era una zona boscosa. Su nombre científico significa mono terrestre, aunque el examen anatómico indica que trepaban a los árboles a cuatro patas y en el suelo optaban por el bipedalismo, más torpe y precario que el de los australopithecus pero ya erguidos. Por la forma de su extremidades no parece que anduvieran sobre los nudillos, como los chimpancés y gorilas, ni que pasaran o mucho tiempo colgados de los árboles o columpiándose.

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Esto cuestiona la tesis de que los grandes primates actuales habían conservado rasgos de ese ancestro primigenio, de modo que la locomoción de éstos hoy día sería herencia del pasado lejano. Y sacude otra creencia, la de que la locomoción bípeda exclusiva, presente ya en la familia australopiteca, se desarrolló sólo como respuesta a la migración de estos primates a las llanuras de pradera africanas.