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Título del libro: La pedagogía de la esperanza.
Por: Paulo Freire
Siglo veitiuno editores, s.a. de v.c. México
Presentado por: Ángela Patricia Garzón Morales
Pedagogía y didáctica de la lengua
Reseña crítica
Si bien es cierto, la esperanza es un concepto que suele sonar muy armonioso y
agradable. Éste mantiene vigentes nuestros anhelos y deseos. Es una parte importante en
nuestra vida, porque promulga lo que queremos o apetecemos.
El texto pedagogía de la esperanza es un texto rico en bagaje reflexivo, porque como
lectora, imaginaba lo que el autor exponía, y en muchos casos me identificaba con sus
apartados. Así que, a medida que iba leyendo, me encontraba en un proceso de
autocrítica, en tanto que pensaba en mi papel de docente como sujeto político,
ciudadana y persona natural.
Como lo expone el autor, “sustantivamente político y solo adjetivamente pedagogo”1.
Vaya reflexión que me lleva a pensar que nuestra profesión mas allá de un concepto que
parece plano es transdisciplinar porque nos converge como sujetos críticos, no solo en el
papel como educadores sino también como sujetos sociales.
Recuerdo la parte reflexiva que hacia el autor acerca de su papel profesional como
abogado, en el cual afirma que se sumergía en la contradicción con sus principios y
valores. De tal forma, que decide renunciar a aquel camino, porque no se siente a fin
con este. Lo cual me parece muy coherente puesto que uno en primera medida debe
amar lo que hace y en segundo plano se debe estar en coherencia con los principios que
se tienen; donde la esperanza se define como una necesidad ontológica la cual nos
mueve como sujetos críticos. Pero ésta no es suficiente para transformar la realidad, se
tiene que combinar con el hacer para que tome su forma verdadera.
1 FREIRE, Paulo, Pedagogía de la esperanza, edit. Siglo veintiuno, editores, s.a. México. Pg 15
Por consiguiente, es importante la esperanza, porque de esta hace parte la utopía,
aunque en el mundo no se le de la trascendencia que debe tener, es importante saber que
ésta no debe desaparecer. La desesperanza en su forma contraria, nos aula e inmoviliza,
y por tanto esta debe estar presente en cada uno de nosotros.
La escuela debe ser ese espacio buscador incansable de la coherencia y de la tolerancia,
porque como es sabido, la educación es política y en ésta hay un arduo camino de
búsquedas, descubrimientos, incertidumbres, quiebres históricos y arrases de muros,
donde las utopías no mueren, sino que se extienden, derrumbando mitos, y haciendo
críticas a la politización exagerada, enalteciendo a la autenticidad como un valor
primordial para la pedagogía y para cualquier sujeto.
Indudablemente existe una esperanza en cada uno de nosotros y en cada rincón de los
lugares que son aledaños a nuestras vidas, porque la existencia humana viene con
sueños, esperanzas y luchas que conforman el sentir y hacer. Pero la esperanza no
cambiara al mundo, es solo un paso para alcanzar lo que se quiere, no hay que ser
ingenuo para saber que se necesita el hacer y así se hará realidad lo que se anhela.
“Por eso, no hay esperanza en la pura espera, ni tampoco se alcanza lo que se espera en
la espera pura, que así se vuelve espera vana.”2
Y en el educar se debe tener presente, que es un proceso mutuo, no impartido desde el
maestro al estudiante, sino un proceso equitativo y alterno, creyendo en la perspectiva
libertadora, y no autoritaria. Y en este proceso, se debe entender que en la educación es
importante que nosotros como educadores tomemos conciencia de que nuestra
perspectiva de la vida y la lectura del mundo pueden ser divergentes de la de los demás.
En esta medida se debe entender al otro, siendo tolerante y aprendiendo de la lectura de
la realidad que hacen los otros, de sus propias vivencias, teniendo como necesidad el
aprendizaje y la educación alterna para mejorar nuestra visión de vida, y permitirle al
educando que se haga participe de una educación donde él sea un sujeto crítico, como el
maestro lo debe ser.
2 FREIRE, Paulo, Pedagogía de la esperanza, edit. Siglo veintiuno, editores, s.a. México. Pg 75
Miles de experiencias vienen con nuestra vida, y de esta manera conformamos nuestra
visión del mundo y hacemos una lectura particular de cada espacio y comprensión de
éste. En este orden de ideas, al saber que cargamos con nuestro pasado, debemos estar al
tanto de superar todo sentimiento de desesperanza.
En la escuela se debe dejar la figura autoritaria de maestro –estudiante para hacer un
distanciamiento de la realidad, de tal manera, que se puedan hacer críticas y análisis
desde una perspectiva exterior.
Recuerdo como Paulo Freire describe algunas de sus experiencias, donde uno reside en
el hecho en que el factor de opresión suele estar en algunos momentos, pero es partir de
este, donde renacen nuevas ideas, y se puede hablar de la pedagogía de la esperanza,
rehaciendo sus criterios, para redimensionar la visión de las cosas, y hacerlas de otra
manera, es decir reconocer nuestro pasado, y empezar a reconstruir, donde nosotros
como maestros debemos ser los lideres o guías, enseñando la necesidad que tiene el
individuo de reconocerse, reconocer su autenticidad, haciendo valer sus ideas y
respetando las de los demás. Éste es un proceso cíclico de aprendizaje, donde lo
importante es aprender, reconociendo que el mundo es dinámico, dialéctico y no
mecanicista y autoritario.
Freire preocupado por la educación en escuelas y familias, menciona que la
convivencia entre hijos y padres marca una ideología autoritaria, ejemplos con los
cuales se sentía herido, lo cual lo iba desinteresando del mundo, una extrañeza con
razón de desesperanza. Pero decía que hay una minoría que nos oprime pero la mayoría
somos los oprimidos, entonces debe existir una lucha y una derrota por lo que nos
agobia y nos encarcela, donde la pedagogía puede ser una clave llevada al salon, la
clave para transformar la visión autoritaria de la educación. Construyendo un
pensamiento crítico y una conciencia que nos permita cambiar nuestra visión, creyendo
en lo que somos y podemos lograr, haciendo que nuestra opinión valga, nuestras ideas y
pensamientos y redefiniendo el concepto de esperanza, sabiendo que este no es real sino
se convierte en un hecho.
Así que, la comprensión del mundo, puede empezar a cambiar en el momento mismo en
que la vigilancia de la realidad concreta va dejando a la vista razones de ser de la propia
perspicacia que se tenia hasta ahí, porque en cualquiera de los casos cuando se presiente
el malestar se debe procurar ver lo que hay alrededor, revisar y recordar lo ocurrido,
para crear un análisis como objeto de curiosidad, rehaciendo una lectura del mundo,
bajo la fuerza de una percepción nueva por medio de la capacidad y reflexión crítica.
Enseñar y aprender son así momentos de un proceso exigente, donde se reconoce que el
educando en la toma de decisiones se va tornando como sujeto crítico, al igual que el
maestro. Comprendiendo el papel del otro no con determinismo, sino con familiaridad
invaluable de la lectura del mundo, aprendiendo de la visión del otro y reconociéndonos
como sujetos políticos, que se divergen en el análisis y la reflexión como la quimera de
la educación.