Seneca: De la tranquilidad de animo I. SERENO: Cuando me examinaba a mí mismo, ¡oh Séneca!, aparecían en mí algunos vicios, puestos tan al descubierto que podía cogerlos con la mano; otros más obscuros y apartados, otros no continuos, sino que vuelven de cuando en cuando, de los cuales estoy por decir que son los más molestos, como esos enemigos escondidos que asaltan en las ocasiones, con los cuales ni se puede estar preparado como en la guerra, ni seguro como en la paz. Sin embargo, el estado en que principalmente me encuentro (¿por qué no he de confesarte la verdad como a un médico?) es el de ni estar liberado por completo de aquellas cosas que temía y odiaba, ni totalmente sometido a ellas; así estoy colocado en un estado que, no siendo el peor, es el más lamentable y molesto, porque ni estoy del todo enfermo, ni sano. Y no me digas que son tiernos los principios de todas las virtudes, que con el tiempo adquieren dureza y fuerza. Tampoco ignoro que en las cosas en que se trabaja por la estimación -me refiero a las dignidades, a la fama de elocuencia y a cuanto proviene del voto ajeno-, todo se consolida con el tiempo; y que así las que comunican verdaderas fuerzas como las que para agradar se revisten de falsas apariencias, han de esperar años hasta que poco a poco la duración les dé color; pero temo que la costumbre, que da consistencia a las cosas, no fije más profundamente en mí este vicio. La larga familiaridad, tanto de lo malo como lo de bueno, engendra cariño.
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1. " D E L AT R A N Q U I L I D A D D E L N I M O "S N E C
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2. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O3A SERENOI.
SERENO: Cuando me examinaba a m mis-mo, oh Sneca!, aparecan en m
algunos vicios,puestos tan al descubierto que poda cogerlos con
lamano; otros ms obscuros y apartados, otros nocontinuos, sino que
vuelven de cuando en cuando,de los cuales estoy por decir que son
los ms mo-lestos, como esos enemigos escondidos que asaltanen las
ocasiones, con los cuales ni se puede estarpreparado como en la
guerra, ni seguro como en lapaz.Sin embargo, el estado en que
principalmenteme encuentro (por qu no he de confesarte la ver-dad
como a un mdico?) es el de ni estar liberadopor completo de
aquellas cosas que tema y odiaba,ni totalmente sometido a ellas; as
estoy colocado en
3. S E N E C A4un estado que, no siendo el peor, es el ms
lamen-table y molesto, porque ni estoy del todo enfermo,ni sano. Y
no me digas que son tiernos los princi-pios de todas las virtudes,
que con el tiempo adquie-ren dureza y fuerza. Tampoco ignoro que en
lascosas en que se trabaja por la estimacin -me refie-ro a las
dignidades, a la fama de elocuencia y acuanto proviene del voto
ajeno-, todo se consolidacon el tiempo; y que as las que comunican
verdade-ras fuerzas como las que para agradar se revisten defalsas
apariencias, han de esperar aos hasta quepoco a poco la duracin les
d color; pero temo quela costumbre, que da consistencia a las
cosas, no fijems profundamente en m este vicio. La larga
fa-miliaridad, tanto de lo malo como lo de bueno, en-gendra
cario.Esta flaqueza del nimo, que permanece dudosaentre lo uno y lo
otro y ni se inclina fuertemente alo recto ni a lo depravado, no te
la puedo exponerde una vez, sino que he de ir por partes; yo te
con-tar lo que me pasa y t encontrars un nombre pa-ra esta
enfermedad. Confieso que siento un granamor por la templanza: me
gusta una cama noadornada ambiciosamente, y vestido que no hayasido
sacado del arca y planchado con pesos y mil
4. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O5tormentos
para obligarle a que resplandezca, sinoque sea casero y comn y que
ni haya de ser guar-dado ni puesto con solicitud; me gusta una
comidaque ni hayan tenido que prepararla todos los de lacasa, ni
admire a los convidados, ni tenga que serordenada con muchos das de
anticipacin, ni servi-da por las manos de muchos, sino la corriente
y f-cil, que no tenga nada de rebuscada ni de preciosa,que se
encuentre por todas partes, que no sea pesa-da ni al patrimonio ni
al cuerpo, ni haya de salir pordonde ha entrado; me gusta el criado
inculto y elesclavo tosco, la pesada plata de mi rstico padresin el
nombre del artfice, y una mesa no vistosapor la variedad de
colores, ni conocida en la ciudadpor haber pasado por muchos dueos
elegantes,sino la que baste para el uso y no retenga
voluptuo-samente los ojos de ningn convidado, ni enciendasu
envidia. Pero gustndome mucho todo esto, meaprieta el nimo el
aparato de algn pedagogo, esosesclavos vestidos con una mayor
diligencia y conms oro que para una procesin, ese ejrcito desiervos
resplandecientes; la casa en que se pisanpreciosas alfombras, en
que las riquezas estn dise-minadas por todos los rincones, los
techos son re-fulgentes y hay siempre esa muchedumbre que
5. S E N E C A6acompaa a los patrimonios que se despilfarran.Qu
dir de esas aguas, relucientes hasta el fondo,que rodean a los
convidados, y de los banquetesdignos de este escenario? Lo que s
digo es que, alvenir de la lejana frugalidad, me cerc con sus
res-plandores el lujo que por todas partes resuena a mialrededor.
Mi vista vacila un poco y ms fcilmenteseparo de l el nimo que los
ojos. As me retiro nopeor, pero s ms triste, y entre mis deslucidas
cosasno me encuentro ya satisfecho y me acomete unsordo
remordimiento y la duda de si sern mejoresestas otras cosas.
Ninguna de ellas me cambia, perotodas me combaten.Me gusta seguir
los mandatos de los maestros ylanzarme a la poltica; me gusta
alcanzar los honoresy haces, no por andar vestido de prpura y
rodeadode varas, sino para estar ms dispuesto y ser ms tila los
amigos, a los parientes, a todos los ciudadanosy a todos los
mortales. Ms concretamente, sigo aZenn, a Cleantes y a Crispo, de
los cuales ningunose meti en poltica y ninguno dej de enviar a ella
asus discpulos. Cuando algo hiere mi nimo noacotumbrado a ser
combatido, cuando sucede algoindigno, como hay tantas cosas en la
vida humana,o no fcil de resolver, o me piden mucho tiempo
6. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O7cosas que no
son de estimar, me vuelvo a mi ocio ycomo los animales fatigados
regreso a casa a pasoms ligero. Me agrada encerrar mi vida entre
susparedes: "Que nadie me quite un solo da, pues nadaha de
compensarme de tal dispendio, que estribe elnimo en s mismo, que se
cultive, que no haga na-da ajeno, nada en que intervenga el juicio
ajeno,que, libre de cuidados privados y pblicos, ame
sutranquilidad". Pero en cuanto que una lectura msfuerte levanto el
nimo y le espolearon los noblesejemplos, me gusta lanzarme al foro,
dar mi elo-cuencia al uno, mi trabajo al otro, y aunque no sir-van
de nada, intentar sin embargo que aprovechen,y enfrentar en el foro
la soberbia de alguno mala-mente engredo por su prosperidad.En los
estudios a fe ma que pienso que lo mejores contemplar a las mismas
cosas y hablar movidopor ellas, dando palabras a las cosas de modo
que, adonde ellas lleven, les siga el discurso con esponta-neidad,
"Qu necesidad hay de escribir libros queduren siglos? Quieres t no
dejar de hacerlo paraque la posteridad no calle tu nombre? Has
nacidopara morir y es menos molesto un funeral silencio-so. Pues
entonces escribe por ocupar el tiempo ypara tu provecho con estilo
sencillo y no con afec-
7. S E N E C A8tacin; menor trabajo necesitan los que
estudianpara el da". Pero en cuanto el nimo se levant denuevo con
la grandeza de los pensamientos, luegose hace altivo en las
palabras y ambiciona que ascomo aspira a cosas altas, su lenguaje
tambin seaprofundo y que el discurso est a la altura delasunto;
olvidado de la ley y del juicio ajustado medejo llevar a lo alto y
hablo con una boca que ya noes la ma.Para no detenerme ms en cada
cosa, en todasme sigue esta flaqueza de una inteligencia que
esbuena. Temo que no vaya yo cayendo poco a pocoo, lo que aun es ms
de preocupar, que no esttambalendome siempre como el que va a caer
yque esto sea quiz ms de lo que yo mismo preveo;porque miramos con
benignidad las cosas propias yel favor siempre daa al juicio.
Pienso que muchospudieron llegar a la sabidura, si no se hubieran
figu-rado que ya haban llegado a ella, si no hubiesendisimulado en
s mismos ciertas cosas, si no hubiesepasado por otras con los ojos
tapados. Porque nohay ninguna razn para que juzgues que es ms
da-ina la adulacin ajena que la propia nuestra.Quin se atreve a
decirse a s mismo la verdad?Quin hay que, metido en la turba de los
que les
8. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O9alaban y
lisonjean, no se elogia l mismo muchoms? Te suplico, pues, que si
tienes algn remediocon el que detengas esta vacilacin ma, me
conside-res digno de que te deba mi tranquilidad. S que noson
peligrosos estos movimientos del nimo, ni meacarrean inquietud
alguna; para expresar con unverdadero smil esto de que me quejo, te
dir que nome fatiga la tempestad, sino la nusea. Lbrame delo que
esto tenga de malo y socorre al nufrago queya est a la vista de la
tierra.II. SNECA: A fe ma, oh Sereno, que ya hacetiempo que ando
buscando en silencio a qu se pa-rece este estado de nimo y no
encuentro ejemploque ms se le acerque que el de aquellos que
ha-biendo salido de una larga y grave enfermedad, seven todava
molestados con pequeos movimientosy ligeros accidentes y an despus
de haber echadode s las reliquias de la enfermedad, les inquieta
laaprensin y, ya curados, hacen que los mdicos lestomen el pulso
interpretando mal toda la tempera-tura de sus cuerpos. El cuerpo de
stos, oh Sereno,est sano, aunque no est acostumbrado a la
salud,como el mar, ya tranquilo, tiene una cierta agitacin,cuando
ya ha pasado la tormenta. No hay, pues
9. S E N E C A10necesidad de aquellos remedios ms duros, por
losque ya hemos pasado, como resistirte a t mismo,irritarte
contigo, apremiarte insistentemente, sino deaquel otro que se
emplea el ltimo, a saber, que ten-gas confianza en t mismo y creas
que vas por elcamino derecho, sin dejarte llamar por las
huellastransversales de muchos que van de un lado paraotro, de los
cuales algunos se extravan junto almismo camino. Lo que deseas es
grande, sumo yprximo a Dios: no ser conmovido.A este asiento firme
del nimo los griegos lellamaban eutymia o estabilidad y sobre ella
hay unbello volumen de Demcrito; yo la llamo tranquili-dad. Porque
no es necesario imitar y traducir laspalabras segn su forma: la
cosa misma de que setrata ha de expresarse con algn nombre, que ha
detener la fuerza y no la cara de su designacin griega.Tratamos de
determinar, por consiguiente, cmopodr el nimo ir siempre con paso
igual y prspe-ro, estar en paz consigo mismo y mirar alegra
suscosas sin que este gozo se interrumpa, sino perma-neciendo en su
estado de placidez sin levantarsenunca ni deprimirse. Esto es la
tranquilidad. Bus-quemos, pues, en general como puede llegarse a
ellay t tomars de este universal remedio cuanto qui-
10. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O11sieres.
Mientras tanto, ha de ponerse por delante ybien visible todo el
vicio para que cada uno reco-nozca la parte que de l tiene; a la
vez entenderscunto menos embarazo tienes t con el fastidio det
mismo que todos esos que, consagrados a bri-llantes profesionales y
abrumados con grandes ttu-los, los mantiene en su simulacin ms la
vergenzaque la voluntad.Todos estn en la misma situacin, tanto los
queestn vejados por su propia liviandad, por el tedio ypor la
continua mudanza de propsitos, pues lesagrada siempre ms lo que
dejaron, como esos otrosque hechos unos holgazanes se pasan la vida
boste-zando. Aade a stos los que andan mudndose deun lado a otro,
como los que tienen el sueo difcil,hasta que a fuerza de cansados
encuentran la quie-tud. Tratando siempre de reformar el estado de
suvida permanecen por ltimo en aquel en que lossorprendi no el odio
a los cambios, sino la vejezperezosa para todo lo nuevo. Aade
tambin a s-tos los que son poco livianos, no por ser constantesen
el vicio, sino por herencia, y viven no comoquieren, sino como
empezaron a vivir. Son innu-merables las propiedades del vicio,
pero su efecto essiempre nico: el de descontentarse a s mismo.
11. S E N E C A12Nace esto de la destemplanza del nimo y de la
ti-midez y poco resultado de los deseos, que o no seatreven a tanto
como apetecen o no lo consiguen yse levantan tan slo en esperanza;
siempre soninestables y movedizos, lo que por fuerza ha de su-ceder
a los que penden de algo. Por todos los ca-minos tratan de realizar
sus deseos y se adoctrinan yobligan en cosas honestas y difciles,
pero cuandosus trabajos no tienen resultados, los atormenta
sudeshonra infructuosa y no se arrepienten de haberquerido el mal,
sino de haberlo querido en vano.Entonces se arrepienten de haber
empezado y te-men volver a empezar y les invade aquella agitacindel
nimo que no encuentra salida, porque no puedeni refrenar ni servir
a sus deseos, y la indecisin deuna vida que se desarrolla poco, y
el entorpeci-miento del nimo ante sus sueos fracasados. Todolo cual
se hace aun ms grave cuando, por odio a sutrabajosa infelicidad, se
refugian en el ocio, en losestudios solitarios, a los que no puede
soportar unnimo levantado a las cosas civiles, deseoso de ac-cin y
por naturaleza inquieto, esto es, que encuen-tra en s mismo poco
consuelo; por esto, privado delos deleites que las mismas
ocupaciones proporcio-nan a los que andan entre ellas, no aguanta
la casa,
12. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O13la
soledad, las paredes, y contra su voluntad se vedejado a s mismo.De
aqu ese hasto y descontento de s mismo,ese desasosiego de un nimo
nunca asentado, y esatriste y agria paciencia con que soportan su
propiaociosidad; pues cuando da vergenza confesar lascausas y el
pudor mantiene dentro de los tormentos,los deseos, encerrados en
esta estrechura sin salida,se estrangulan a s mismos. De aqu la
tristeza y lalanguidez y las mil fluctuaciones de una mente
in-cierta a quien las esperanzas empezadas mantienensuspensa, y
triste, las fracasadas; de aqu tambinaquel afecto de los que
detestan su ocio y se quejande que ellos no tienen nada que hacer,
y aquella en-vidia, tan enemiga de los crecimientos ajenos. Por-que
alimenta la envidia la desgraciada pereza ydesean que todos se
arruinen porque ellos no pu-dieron adelantar; de esta aversin a los
progresosajenos y de la desesperacin por los fracasos pro-pios nace
despus un nimo irritado contra la fortu-na, quejoso de los tiempos,
que se esconde en losrincones y est siempre absorbido por su
propiapena, mientras tiene hasto y vergenza de s mis-mo. Porque por
su naturaleza el nimo humano esgil y pronto al movimiento. Toda
materia que le
13. S E N E C A14excite y le distraiga le es grata, y ms grata
aun paralos nacidos con peor ndole que gustosamente sedejan
consumir por las ocupaciones. Como ciertaslceras apetecen las manos
que las daan y gozancon que se las toque y as como a la sucia sarna
delos cuerpos les deleita lo que la exaspera; as tam-bin digo de
estas mentes, en las que han brotadolos deseos como malas lceras,
que tienen como unplacer el trabajo y las molestias. Porque hay
ciertascosas que tambin con algn dolor deleitan a nues-tro cuerpo,
como volverse y cambiar el costado nocansado todava y refrescarse
con una y otra postu-ra, como aquel Aquiles de Homero, ya boca
abajo,ya boca arriba, mudndose en varias posturas pueslo propio del
enfermo es no soportar nada muchotiempo y usar de los cambios como
si fueran reme-dios.De aqu el emprender vagas peregrinaciones y
elnavegar por mares desconocidos y tanto en la tierracomo en el mar
hacer experiencias de esta liviandadtan enemiga de lo presente.
"Ahora vayamos a laCampania". Pronto nos fastidian aquellos
camposdeleitosos. "Veamos los incultos, recorramos losbosques de
los Abruzos y de la Leucania". Y sinembargo, en los desiertos se
busca algo ameno en
14. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O15que los
ojos lascivos se alivien de la continua feal-dad de los lugares
hrridos. "Vayamos a Tarento ya su celebrado puerto y a los
inviernos de clima sua-ve y a la regin bastante provista para su
antiguaturba". Demasiado tiempo descansaron nuestrosodos de los
aplausos, ya nos gusta de nuevo delderramiento de la sangre humana.
"Volvamos a laciudad". Tan pronto como termina un viaje se
em-prende otro y los espectculos se cambian por otrosespectculos.
Como dice Lucrecio.De este modo cada uno huye siempre de s
mismoPero qu le aprovecha si realmente no huye?Se sigue a s mismo y
le molesta el ms pesado delos compaeros. Y as debemos saber que la
mo-lestia que padecemos no proviene de los lugares,sino de nosotros
mismos; flacos somos para so-portarlo todo y no tenemos aguante
para sufrir mu-cho tiempo ni el trabajo, ni el placer, ni a
nosotrosmismos, ni a ninguna cosa. A muchos llev a lamuerte el que,
cambiando frecuentemente de pro-psito, volvan siempre a lo mismo y
no dejabanlugar a la novedad, Comenz a fastidiarles la vida y
15. S E N E C A16el mismo mundo y les sali aquello de los
cansadosde las delicias: "Hasta cundo las mismas cosas?III. Me
preguntas de qu remedio pienso yo quehas de usar contra ese hasto.
Segn la opinin deAtenodoro, el mejor sera ocuparse en las cosas
dela Repblica, en su administracin y en los oficiosciviles. Pues as
como algunos se pasan el da al soly ejercitando a sus cuerpos, y es
utilsimo a los atle-tas consagrar la mayor parte de su tiempo a
fortale-cer sus msculos y su fuerza para lo nico a que sededican,
as para vosotros que os preparis para lasluchas civiles ser muy
hermoso que estis siempreen el mismo trabajo. Pues el que tiene el
propsitode hacerse til a sus conciudadanos y a todos losmortales,
se ejercita y a la vez se aprovecha si se de-dica a sus deberes
propios, administrando segn susfacultades las cosas comunes y las
privadas. "Pero-dice- es tan loca la ambicin de los hombres y
sontantos los calumniadores que retuercen en el peorsentido las
cosas ms rectas, que es poco segura lasencillez, y puesto que han
de ser ms los obstcu-los que las ayudas, mejor es retirarse del
foro y delos cargos pblicos, que tambin hay en las cosasprivadas
donde se desarrolle ampliamente un gran
16. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O17nimo; ni
se enfreta el mpetu de los leones y de lasfieras en sus guaridas,
ni tampoco el de los hombrescuyas acciones ms grandes son las que
hacen en elapartamiento. Sin embargo, ha ocultarse de maneraque
dondequiera que esconda su ocio, quiera servira todos y a cada uno
con su ingenio, con su voz ycon su consejo. Pues no solamente
aprovecha a laRepublica quien apadrina a los candidatos y defien-de
a los reos y da su opinin en las cosas de la paz yde la guerra,
sino tambin el que exhorta a la ju-ventud, el que en tanta escasez
de buenos precepto-res inculca la virtud en los nimos, el que
detiene oretrae a los que corran a precipitarse en las riquezaso en
la lujuria, y si no lo consigue del todo, por lomenos los retarda;
quien hace esto, aun en privado,est haciendo una funcin pblica. Es
que acasoaprovecha ms el pretor que entre los extranjeros ylos
ciudadanos, si es urbano, entre los asistentes,pronuncia las
sentencias del asesor, que quien ense-a qu es la justicia, qu la
piedad, qu la paciencia,qu la fortaleza, qu el desprecio de la
muerte, quel conocimiento de los Dioses, qu bien tan seguroy tan
gratuito es la buena conciencia? Luego sitransfieres a los estudios
el tiempo que has hurtadoa los cargos pblicos, ni has desertado, ni
has falta-
17. S E N E C A18do a tu obligacin. Porque no solamente lucha
elque est en el ejrcito y defiende el lado derecho oel izquierdo,
sino tambin el que defiende las puer-tas y desempea su misin en
puesto de menor pe-ligro, pero tambin de trabajo, haciendo
decentinela y guardando las armas, pues estos ministe-rios, aunque
sean incruentos, se cuentan tambincomo servicios militares. Si te
retiras a los estudios,huirs de todo el fastidio de tu vida y ya no
desearspor odio a la luz que se haga de noche, ni te cansa-rs de t
mismo, ni sers intil a los otros; muchosbuscarn tu amistad y los
mejores vendrn a t.Porque la virtud, aunque obscura, nunca se
esconde,y da seales de s, y todo el que fuera digno de ellala
encontrar por sus huellas. Pues si prescindimosde toda convivencia
y renunciamos al trato de loshombres y vivimos vueltos
exclusivamente a noso-tros, seguir a esta soledad, desprovista de
todo de-seo, una escasez completa de ocupaciones.Empezaremos a
construir unos edificios, a derribarotros, a remover el mar, a
conducir las aguas contrala dificultad de los lugares, y a
malgastar el tiempoque la naturaleza nos dio para consumirlo
bien.Unos lo empleamos parcamente, prdigamenteotros; unos lo
invertimos de modo que podamos
18. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O19dar razn
de l, otros sin dejar ninguna reliquia del, que es de todo lo ms
vergonzoso. Con frecuen-cia un viejo de muchos aos no tiene ningn
otroargumento con el que pruebe que ha vivido muchoque su misma
edad".IV.A m me parece, mi muy querido Sereno, queAtenedoro se
someti demasiado a las circunstan-cias y que huy demasiado pronto.
Pues no niegoque alguna vez hay que ceder, pero poco a poco, apaso
lento, salvando las banderas y el honor militar;son ms sagrados
para los enemigos y estn msseguros los que se rinden con las armas
en la mano.Pienso que esto es lo que ha de hacer la virud y
elaficionado a ella. Si prevalece la fortuna y le corta lafacultad
de obrar, no huya luego volviendo la espal-da desarmado y buscando
dnde esconderse, comosi hubiese algn lugar en el que no le pudiera
perse-guir la fortuna, sino mzclese ms parcamente a loscargos
pblicos y busque con discernimiento algoen que sea til a la ciudad.
No se puede entrar enla milicia? Busque los cargos civiles. Ha de
viviren privado? Hgase orador. Se le impone silencio?Ayude a los
ciudadanos de manera callada. Es pe-ligroso para l entrar en el
foro? Haga en las casa,
19. S E N E C A20en los espectculos, en los convites, de buen
com-paero, de amigo fiel, de templado comensal. Per-di sus deberes
y derechos de ciudadano? Cumplalos de hombre. Por eso con verdadera
grandeza denimo no nos hemos recludo en las murallas deuna ciudad,
sino que hemos establecido comunica-cin con todo el orbe y hemos
profesado que nues-tra patria es el mundo, para que pudiramos dar
msancho campo a la virtud. Se te cierra el tribunal yno te dejan
hablar en la tribuna o en los comicios?Mira detrs de t cuntas
amplsimas regiones ycuntos pueblos te estn abiertos. Nunca se te
ce-rrar una parte tan grande que no te quede otra anmayor. Pero
mira bien no vaya a ser todo esto cul-pa tuya por no querer servir
a la Repblica sino co-mo cnsul o pritano o cerice o sufeta. Es que
paraser militar, no quieres sino ser general o tribuno?Aunque otros
estn en primera fila y la suerte tehaya colocado en la retaguardia,
pelea desde all conla voz, con la exhortacin, con el ejemplo, con
elnimo: aun con las manos cortadas encuentra lamanera de ayudar en
el combate a sus partidariosquien permanece en pie y anima a los
otros con susgritos. As has de hacer t tambin. Si la fortuna
tesepara de los primeros puestos de la Repblica,
20. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O21permanece
firme y ayuda con tus voces, si alguien teaprieta la garganta,
permanece en pie y ayuda con tusilencio. Nunca es intil el trabajo
de un buen ciu-dadano; est aprovechando con que se le oiga y se
levea, con el rostro y con el gesto, con su obstinacincallada y
hasta con sus mismo pasos. Como ciertasmedicinas que, sin tomarlas
ni tocarlas, aprovechanslo con olerlas, as la virtud difunde su
utilidad aundesde lejos y oculta. Ya venga holgura y use de
suderecho, ya sean precarias sus salidas y venga obli-gada a
recoger sus velas, ya est ociosa y muda yrecluda en estrecheces, ya
est en pblico, cualquie-ra que sea su situacin, sirve de provecho.
Por qupiensas que es de poca utilidad el ejemplo del queretirado
vive bien? Con gran diferencia lo mejor detodo es mezclar el ocio
con los negocios siempreque la vida activa est impedida o por
obstculosnaturales o por las condiciones de la Repblica;porque
nunca se cierran tan por completo todas lascosas que no quede lugar
para una accin honesta.V. Puedes acaso encontrar una ciudad ms
des-graciada que lo fu la de los atenienses cuando ladespedazaban
aquellos treinta tiranos? Haban dadomuerte a mil trescientos
ciudadanos, todos ellos de
21. S E N E C A22los mejores, y no por eso ponan un trmino a
sucrueldad, que se excitaba aun ms a s misma. En laciudad en que
haba un Arepago, el ms sagradode los tribunales, en la que haba un
Senado y unpueblo semejante al Senado, se reuna diariamente
eltriste concilibulo de verdugos y la desgraciada curiaera estrecha
para tantos tiranos.Poda tener descan-so una ciudad en la que haba
tantos tiranos comosoldados? Ni poda ofrecerse a los nimos
ningunaesperanza de recobrar la libertad ni apareca lugar aningn
remedio contra tan gran fuerza del infortu-nio. Porque de dnde para
una ciudad tan desgra-ciada como Harmodios? Sin embargo,
Scratesestaba en medio y consolaba a los pobres que llora-ban, y
exhortaba a los que desesperaban de la Re-pblica, y reprobaba a los
ricos que tenan por susriquezas la tarda penitencia de su peligrosa
avaricia,y a los que quisieran imitarlo les ofreca el granejemplo
que les daba andando libre entre treintatiranos. Sin embargo, la
misma Atenas le diomuerte en la crcel y el que haba insultado
impu-nemente a todo un ejrcito de tiranos muri porquela libertad no
toler la que l tena. As comprende-rs que en una Repblica afligida
tiene un varnsabio ocasin de manifestarse y que, cuando
florece
22. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O23y es
feliz, reinan en ella la petulancia, la envidia yotros mil vicios
de la inactividad. Segn se presentela Repblica y nos permita la
fortuna, nos desenvol-veremos ms o habremos de encogernos,
perosiempre hemos de movernos sin dejarnos entorpe-cer por las
ataduras del miedo. Ms aun, un hom-bre de verdad es que rodeado de
peligros por todaspartes y oyendo cerca el estrpito de las armas y
delas cadenas, no quiebra la virtud, ni la esconde; por-que
guardarse no es enterrarse. Con verdad, segnpienso, deca Curio
Dentanto que prefera sermuerto a vivir muerto; el ltimo de los
males es salirdel nmero de los vivos antes de morir. Pero si
hascado en un tiempo menos oportuno para los nego-cios de la
Repblica, lo que has de hacer es consa-grarte ms al ocio y a las
letras, no de otro modoque en una navegacin peligrosa te refugias
en elpuerto, y no dejes que los negocios te dejen, sinoque t mismo
te separes de ellos.VI. Ante todo debemos examinarnos a
nosotrosmismos; despus, los negocios que vamos a em-prender;
finalmente, aquellos por los que o con loscuales los
emprendemos.
23. S E N E C A24Ante todo es necesario que nos tanteemos a
no-sotros mismos, porque nos parece que podemossoportar ms de lo
que realmente podemos. Uno,confiado en su elocuencia, se despea;
otro exige desu patrimonio ms de lo que puede soportar; otrooprime
su enfermizo cuerpo con un trabajoso car-go; a unos su vergenza los
hace poco idneos paralos cargos pblicos, que requieren una frente
osada;a otros su tenacidad no los hace aptos para la curia;stos no
dominan su ira y cualquiera indignacin loslanza a palabras
temerarias; aqullos no saben con-tener su donaire, ni abstenerse de
peligrosas choca-rreras. Para todos stos es ms til el ocio que
elnegocio; un natural altivo y mal sufrido ha de evitarlas
excitaciones que daen a la libertad.Despus se han pesar las obras
mismas que em-prendemos y comparar nuestras fuerzas con las
quevamos a intentar, porque siempre deben ser ms lasdel que trabaja
que las de la obra: por fuerza ha deoprimir la carga que es ms
pesada que quien la lle-va. Hay adems otros negocios que no son
tangrandes como fecundos y traen consigo otros mu-chos. Ha de
huirse de stos de los que nace nueva ymltiple ocupacin, ni
acercarse all de donde no sepueda salir libremente; se ha de poner
mano en
24. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O25aquellos
otros que puede uno acabar o esperar concerteza su fin, dejando los
que se extienden ms amedida que ms se trabaja en ellos, ni acaban
dondeuno se propuso.VII. Hemos de seleccionar tambin a los
hom-bres, para ver si son dignos de que les consagremosparte de
nuestra vida o si les sirve de algo la prdidade nuestro tiempo,
porque algunos nos imputancomo obligacin lo que voluntariamente les
conce-demos. Atenodoro dice que no ira ni a cenar conel que no
pensase que le deba algo por esto. Piensoque entiendes que mucho
menos ira con los queigualan una invitacin a comer con los deberes
de laamistad, contando por ddivas los platos, como sisu falta de
templanza fuera un honor a los invitados:qutales los testigos y los
espectadores y no tendrngusto en un banquete secreto.Has de
considerar si tu naturaleza es ms aptapara la accin que para el
estudio ocioso y la con-templacin, e inclinarte a donde te lleve
las fuerzade tu ingenio. Scrates sac del foro a Eforo, lle-vndoselo
de la mano porque pensaba que era mstil componiendo monumentos
histricos; cuandose obliga a los ingenios responden mal, y es vano
el
25. S E N E C A26trabajo que se hace con repugnancia de la
naturale-za.Nada hay que tanto deleite el nimo como unaamistad fiel
y dulce. Qu bueno es que los pechosestn dispuestos para que con
seguridad se depositeen ellos todo secreto, confiando ms en la
concien-cia de los dems que en la misma tuya, cuando suspalabras
alivian tu preocupacin, sus consejos hacenms expedita la decisin,
su alegra disipa la tristezay hasta su misma presencia deleita! A
los amigoshemos de elegirlos vacos, en cuanto fuere posible,de
deseos; porque los vicios entran solapados yasaltan al que est
cerca y lo daan con su contacto.As como en una epidemia hay que
tener cuidado deno acercarse a cuerpos ya atacados y ardiendo en
laenfermedad, porque atraemos el peligro y con lamisma respiracin
nos exponemos al contagio, delmismo modo al elegir los amigos hemos
de cuidarde tomar a los menos manchados; el principio de
laenfermedad es mezclar a los sanos con los enfer-mos. No es que yo
te mande que no sigas ni teatraigas ms que al sabio. Porque dnde
encontra-ras al que hace tantos siglos que buscamos? Hacede mejor
el que es menos malo. Apenas tendrasfacultad de hacer una seleccin
ms feliz si buscaras
26. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O27entre los
Platones, los Jenofontes y aquella prove-chosa descendencia de
Scrates, o si pudieras ha-certe de la poca de Catn, en la que hubo
muchosdignos de nacer en su tiempo, as como muchospeores que los
mayores criminales de todos lostiempos: de las dos clases se
necesitaba para queCatn pudiese ser comprendido; debi tener tanto
ahombres buenos que le aprobaran como a maloscon los que
experimentase su fuerza. Pero ahora,con tanta escasez de hombres
buenos, la eleccin sehace menos fastidiosa. Principalmente han de
evi-tarse los tristes y los que lo deploran todo y para losque todo
es motivo de queja. Aunque stos tenganfe y amor, es contrario a la
tranquilidad el compae-ro inquieto y que gime por todo.VIII.
Pasemos a la hacienda, materia la msgrande de las desdichas
humanas; pues si comparastodas las otras cosas que nos angustian:
las muertes,las enfermedades, los miedos, los deseos, tener
quesufrir dolores y trabajos, con las que nos acarreanuestra mala
riqueza, la parte de sta pesar muchoms. Y as se ha de pensar que es
ms liviano dolorno tenerla que perderla; con esto entenderemos
quela pobreza es ocasin de menores tormentos porque
27. S E N E C A28lo es de menores daos. Porque te equivocas
sipiensas que los ricos sufren ms animosamente lasprdidas; en los
cuerpos ms grandes y en los mspequeos es igual el dolor de las
heridas. Gracio-samente dijo Bin que no es menos molesto a uncalvo
que a un cabelludo que le arranquen algnpelo. Esto mismo has de
entender de los pobres yde los ricos: para ellos el tormento es
igual, pues aunos y a otros se les pega su dinero y no se les
pue-de quitar sin que lo sientan. Pero, como ya dijimos,es ms
llevadero no adquirirlo que perderlo y poresto vers ms alegres a
los que nunca mir la for-tuna que a los que abandon. Lo vi esto
Dige-nes, varn de gran nimo, e hizo de forma que nadase le pudiera
quitar. T llamas a esto pobreza, esca-sez, necesidad; pon a esta
seguridad el nombre ig-nominioso que quieras. Pensar que ste no es
felizsi me encuentras algn otro que no pueda perdernada. O yo me
engao o es tener todo un reinoestar entre avaros, timadores,
ladrones y plagiariossiendo el nico a quien no se puede daar. Si
al-guin duda de la felicidad de Digenes, tambinpuede dudar del
estado de los dioses inmortales y deque vivan felizmente, porque no
tienen predios, nihuertos,ni campos hermosos cultivados por
colono
28. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M
O29extranjero, ni grandes rentas en el foro. No teavergenzas t que
con las riquezas te embobas?Mira ahora al mundo: vers desnudos a
los dioses,que lo dan todo y nada tienen. Qu piensas: qu esun pobre
o que es semejante a los dioses quien sedespoj de todos los bienes
fortuitos? Dices tque es ms feliz Demetrio, el esclavo de
Pompeyo,que no se avergonz de ser ms rico que Pompeyo?Cada da se le
daba cuenta, como al general de unejrcito, del nmero de esclavos, a
l para quien po-co antes debi ser la riqueza un par de sustitutos
yuna celda un poco ms ancha. En cambio el nicosiervo de Digenes huy
y no pens, cuando se ledescubri, que valiese la pena hacerlo
volver. De-ca: "Es una vergenza que Manen pueda vivir sinDigenes y
Digenes no pueda vivir sin Manen"Parece que me dijo: "Haz tu
negocio, oh fortuna:nada de Digenes es tuyo. Me huy mi siervo,
omejor, yo mismo qued libre". Pdenme de comer yde vestir mis
criados familiares, hay que satisfacertantos vientres de voracsimos
animales, comprarlesvestidos y custodiar sus muy rapaces manos y
utili-zar los servicios de los que estn llorando y rene-gando.
Cunto ms feliz el que a nadie debe nada,sino a s mismo, a quien tan
fcilmente se lo puede
29. S E N E C A30negar! Pero puesto que no tenemos tanta
fuerza,han de estrecharse ciertamente los patrimonios paraque
estemos menos expuestos a las injurias de lafortuna. En la guerra
estn ms seguros los cuerposque pueden contraerse a la medida de los
escudosque los que los desbordan y su grandeza los descu-bre por
todas partes a las heridas. El mejor lmitede la riqueza es el que
ni cae en la pobreza, ni seaparta mucho de ella.IX. Nos agradara
esta medida si previamentenos hubiese agradado la parsimonia sin la
cual nin-guna riqueza es suficiente, ni ninguna bastanteabierta,
sobre todo teniendo el remedio tan cerca ypudiendo convertirse la
misma pobreza en riquezacon slo llamar a la frugalidad.
Acostumbrmonosa apartar de nosotros el lujo y a apreciar las
cosaspor su utilidad y no por lo que adornen. La comidaaplaque el
hambre; la bebida, la sed: el placer fluyapor donde es necesario;
aprendamos a apoyarnos ennuestros mismos miembros, ajustemos
nuestro co-mer y vestir no a los nuevos ejemplos, sino comonos
ensean las costumbres de nuestros mayores:aprendamos a aumentar la
continencia, a refrenar lalujuria, a mitigar el ansia de gloria, a
suavizar la ira, a
30. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O31mirar con
buenos ojos la pobreza, a cultivar la fru-galidad, aunque avergence
a muchos, empleandoremedios cada vez menos costosos para los
deseosnaturales, teniendo refrenadas las esperanzas y co-mo atado
el nimo que tiende hacia lo futuro yobrando de manera que nos
vengan las riquezas denosotros mismos y no de la fortuna. Nunca
puedetanta variedad e iniquidad de sucesos ser repelidasin que se
levanten grandes tormentas a estos quehan lanzado a la mar tantos
navos. Hay que estre-char las cosas para que las flechas caigan en
vano ypor esto a veces los destierros y las calamadidadesson un
remedio y con ligeras incomodidades se cu-ran otras ms pesadas.
Cuando el nimo se cuidapoco de los preceptos y no puede curarse ms
sua-vemente, no ser quiz para su bien que se le pres-criba la
pobreza, la infamia y la ruina, oponiendo unmal a otro mal?
Acostumbrmonos, pues a cenarsin convidados y a servirnos de pocos
esclavos y aemplear los vestidos en aquello para que se inventa-ron
y a vivir en casas menos amplias. No slo en lascarreras y en las
luchas del circo, sino tambin enestos combates de la vida hemos de
replegarnoshacia el interior.
31. S E N E C A32Los mismos gastos para los estudios, que
sonlos mejor empleados, son tanto ms racionalescuando ms moderados.
A qu innumerables li-bros y bibliotecas, cuyo dueo apenas si en
toda lavida lee los ndices? Su multitud no instruye, sinoque abruma
al que quiere aprender y aprovecha mu-cho ms entregarse a pocos
autores que andar cu-rioseando por muchos. Cuarenta mil
librosardieron en Alejandra: que este hermossimo testi-monio de la
magnificencia de los reyes lo alabe otro,como Tito Livio, que dice
que fu una obra egregiade la elegancia y diligencia de los reyes.
Pero no funi buen gusto ni diligencia, sino una estudiosa de-masa,
o mejor dicho, no fu estudiosa porque losreunieron para los
estudios, sino para sola vista,como para muchos que ignoran hasta
las primerasletras, los libros no son instrumentos de estudios,sino
ornatos de los comedores. Renanse, pues, loslibros que sean
suficientes y ninguno por ostenta-cin. Dices: "Es ms honesto gastar
en esto queno en vasos de Corinto y en tablas pintadas".Siempre es
vicioso lo que es demasiado. Qu ra-zn tienes para perdonar al
hombre que se hace ar-marios de limonero y de marfil y busca libros
deautores desconocidos o malos y entre tantos miles
32. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O33de
volmenes bosteza complacindose solamenteen sus apariencias y en sus
ttulos? Vers, pues, enlas casas de los ms desidiosos todos cuantos
librosse han escrito de oratoria y de historia, teniendo
losestantes llenos hasta los techos; poque ya aun en losbaos y en
las termas tambin la biblioteca es unornamento necesario de la
casa. Lo perdonara porcompleto, si el error fuera por un excesivo
afn desaber. Pero ahora estas tan buscadas obras de losingenios
consagrados, copiadas con sus retratos, secompran para adorno y
gala de las paredes.X. Pero has cado en un gnero difcil de vida
ysin saberlo t la fortuna, o pblica o privada, te ten-di un lazo
que no puedes ni desatar ni romper.Considera que los presos al
principio soportan mallos pesos y cadenas que impiden sus pasos,
perocuando se proponen no indignarse contra ellos, sinosoportarlos,
la necesidad les ensea a llevarlos confortaleza y la costumbre con
facilidad. En cualquiergnero de vida encuentras placeres,
compensacionesy deleites, si quieres pensar que los males son
levesmejor que hacerlos insoportables. Por ningn ttulose nos hizo
tan acreedora la naturaleza como porhaber encontrado, sabiendo las
desgracias para las
33. S E N E C A34que nacamos, un alivio a las calamidades en la
cos-tumbre, convirtiendo pronto en familiares las mspesadas. Nadie
resistira si las cosas adversas tuvie-ran la misma fuerza al
hacerse asiduas que en elprimer choque. Todos estamos atados a la
fortuna,Unos con cadena dorada y floja, otros con estrechay fea,
pero qu ms da? En la misma crcel esta-mos todos y tambin son presos
los mismos queaprisionaron, a no ser que pienses que es ms livia-na
la cadena en la mano izquierda. A unos atan loshonores; a otros las
riquezas; a unos agobia la noto-riedad, a otros, la bajeza; unos
doblegan la cabeza ala tirana ajena; otros a la propia; a unos los
detieneen un lugar el destierro, a otros el sacerdocio. Todala vida
es servidumbre. Hay que acostumbrarse, porlo tanto, a la condicin
propia y, sin quejarse de ellalo ms mnimo, aprovechar la comodidad
que setenga alrededor; nada hay tan acerbo en que no en-cuentre
consuelo un nimo ecunime. Muchas ve-ces reas pequeas quedaron
abiertas para muchosusos por el arte del arquitecto y aunque el
lugar seaangosto, lo hace habitable una buena disposicin.Usa de tu
razn en las dificultades; pueden suavizar-se las cosas duras y
ampliarse las estrechas y abru-mar menos las pesadas, si se saben
llevar.
34. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O35Adems, no
han de enviarse muy lejos los de-seos, sino que les hemos de
permitir que slo salgana lo cercano, porque ser encerrados del todo
no loconsienten. Dejando lo que no puede hacerse o tanslo muy
difcilmente, sigamos las cosas prximasque alimentan la esperanza,
pero sabiendo muy bienque todas son igualmente livianas y aunque
tenganpor fuera diversas caras, por dentro son igualmentevanas. Ni
hemos de envidiar a los que estn msarriba; pues lo que parece
altura es despeadero.Aun aquellos a quienes una suerte inicua
pusoen una encrucijada, estarn ms seguros quitndolessoberbia a las
cosas de suyo altivas y llevando sufortuna a lo llano tanto cuanto
puedan. Hay mu-chos que necesitan seguir encaramados en la cum-bre,
de la que no pueden descender sino cayendo,pero atestiguan que sta
es su mayor carga por elhecho de que estn obligados a ser gravosos
a otros,y ms bien estn clavados que elevados. Con justi-cia,
mansedumbre, humanidad y mano generosa ybenigna han de prepararse
para los cambios de for-tuna muchas ayudas con las que su esperanza
estms segura. Pero nada puede defendernos tan biende estas
fluctuaciones del nimo que el fijar siempreun lmite a los
crecimientos, ni dejar que acaben al
35. S E N E C A36arbitrio de la fortuna, pues los ejemplos de
los otrosnos exhortan a nosotros mismos a pararnos muchoms ac. As
aunque algunos deseos acucien elnimo, limitndolos, no se extendern
ni a lo in-menso, ni a lo incierto.XI. Estas mis palabras son
pertinentes para losimperfectos, los mediocres y los malsanos y no
parael sabio. ste no ha de andar ni con timidez, ni pa-so a paso,
porque tiene tanta confianza en s mismoque no duda en salir al
encuentro de la fortuna, ninunca le cede el lugar. Ni tiene por qu
temerla,porque no slo los esclavos, las posesiones y la dig-nidad,
sino tambin su cuerpo y sus ojos y sus ma-nos y todo cuanto hace ms
grata la vida al hombrey hasta a l mismo lo cuenta entre las cosas
preca-rias, y vive como de prestado, y cuando se lo pidentodo lo
devuelve sin tristeza. Y no lo desestima porsaber que no es suyo,
sino que lo hace todo contanta diligencia y circunspeccin como el
hombrereligioso y santo suele guardar lo que se confa a sufe. Y
cuando se le mande devolverlo, no se quejarde la fortuna, sino que
dir: "Te estoy agradecidopor el tiempo que lo pose y lo tuve.
Cultiv cier-tamente tus bienes con gran esfuerzo, pero puesto
36. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O37que as lo
mandas, te los doy y devuelvo agradecidoy de buen grado. Si an
quieres que tenga algo tu-yo, lo guardar, pero si te agrada lo
contrario, laplata labrada, la acuada, mi casa y mi familia te
ladevuelvo y restituyo". Si llamare la naturaleza, queprimero se
confi a nosotros, le diremos: "Recibeun nimo mejor que el que me
diste. Ni ando consutilezas, ni busco evasivas: aqu tienes
preparadopor quien sabe y quiere, lo que diste al que no
tenaconciencia: tmalo". Qu molestia es volver allde donde viniste?
Mal vive quien no sabe morirbien. A esto es, pues, a lo primero que
hay que re-bajar de precio, y hay que contar al aliento entre
lascosas viles. Odiamos a los gladiadores, como diceCicern, que a
toda costa desean conservar la vida,y los aplaudimos si hacen bien
claro que la despre-cian. Entrate, que lo mismo nos sucede a
noso-tros, porque con frecuencia la causa de morir es elmiedo a la
muerte. La fortuna que est jugando di-ce: "Para qu te he de
conservar, animal malo ycobarde? Sers ms herido y traspasado si no
sabespresentar el cuello. Pero t vivirs ms tiempo ymorirs ms
expeditamente si recibes el cuchillo sinapartar la cabeza, ni
oponer las manos, sino amisto-samente". El que teme la muerte nunca
har nada
37. S E N E C A38por un hombre vivo. Pero quien sabe que
estoqued establecido en el instante mismo de ser con-cebido, vive
con arreglo a lo estipulado y a la vezprocurar con la misma
fortaleza de nimo que na-da de lo que le suceda sea imprevisto.
Porque pre-viendo que ha de suceder todo cuanto puede
venir,suavizar el mpetu de todos los males, que no traennada nuevo
a los que estn preparados y espern-dolos y no se hacen pesados ms
que a los que secreen seguros y esperan solamente la
felicidad.Existen la enfermedad, el cautiverio, la ruina, el
fue-go; ninguna de estas cosas es repentina: ya saba yoen qu
revoltoso hospedaje me encerr la naturale-za. Tantas veces se ha
llorado en mi vecindad; tan-tas veces ante mi puerta haces y cirios
precedieronentierros prematuros; con tanta frecuencia son
elestrpito de un edificio que se derrumba: a muchosde aquellos que
el foro, la curia, la conversacinunieron conmigo, se los llev la
noche, y las manosque estaban unidas por la amistad, la sepultura
lassepar. Y me he de admirar que alguna vez se meacerquen los
peligros que siempre anduvieron dan-do vueltas en torno de m? La
mayora de los hom-bres no piensan en la tempestad cuando van
aembarcarse. Nunca me avergonzar una cita buena
38. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O39de un mal
autor. Publilio, ms vehemente que losingenios trgicos y cmicos,
siempre que dej lasnecedades mmicas y las palabras destinadas al
vul-go, entre otras muchas cosas ms fuertes que el co-turno y no
solamente el sipario, dice esto:A cada cual puede suceder lo que
puede suceder aalguno.(Publilio Liro)El que se penetrase de esto
hasta la medula yconsiderase que todos los males ajenos, cuya
abun-dancia todos los das es tan copiosa, tienen tan libreel camino
a los dems como a s mismo, estar ar-mado mucho antes de que le
ataquen; es tardo queel nimo se prepare a sufrir los peligros
despus quehayan llegado. "No pens que esto haba de suce-der" o
"Hubieras t credo que esto jams haba depasar? Pero por qu no? Qu
riquezas hay que nolleven a sus espaldas la necesidad, el hambre y
lamendicidad? Qu dignidad hay a cuyas insignias,bastn augural y
calzado patricio, no acompaen lassuciedades, el descrdito, mil
manchas, y, por lti-mo, el desprecio? Qu reino no tiene preparada
laruina, la degradacin, el tirano y el verdugo? Ni lo
39. S E N E C A40uno est separado de lo otro por grandes
intervalos,sino que en el espacio de una hora se pasa del tronoa
estar postrado ante rodillas ajenas. Ten, pues, porsabido que todo
estado es mudable y que lo que hacado sobre otro a t tambin te
puede sobrevenir.Eres rico, pero acaso ms que Pompeyo? Al
cual,cuando Gayo, su antiguo pariente y husped nuevo,le abri la
casa del Csar para que cerrara la suya, lefalt el pan y el agua. Y
el que posea tantos rosque nacan y moran en sus dominios, tuvo
quemendigar agua llovediza. Pereci de hambre y seden el palacio de
su pariente, mientras su heredero lecosteaba a l, que padeci
hambre, funerales pbli-cos. Has gozado de los mayores honores,
peroacaso ms grandes, tan inesperados, tan universalescomo los de
Seyano? Pues el mismo da que leacompa el Senado, lo depedaz el
pueblo y deaquel a quien los Dioses y los hombres haban con-cedido
cuanto puede reunirse, no qued nada quepudiera recoger el verdugo.
Eres rey: no te enviara Creso, que encendi y vi extinguirse sin
perder lavida su propia hoguera y sobrevivi no tan slo a sureino,
sino tambin a su muerte; ni a Yugurta, aquien en el transcurso de
un mismo ao el puebloromano temi y contempl cautivo; a Ptolomeo,
rey
40. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O41de Africa,
y a Mitrdates, de Armenia, los hemosvisto entre los guardas de
Gayo: el uno fue enviadoal destierro y el otro deseaba que lo
enviasen conmayor seguridad. Si en tan gran vaivn de cosasque suben
y bajan de continuo,no tienes por futurocuanto puede suceder, das
fuerzas contra t a lasadversidades, a las que slo quebranta quien
lasprev.XII. Lo que a esto se sigue es que no trabajemosen cosas
intiles o por motivos intiles, esto es, queno deseemos lo que no
podemos conseguir, o si lohemos alcanzado que no comprendamos tarde
ycon vergenza la vanidad de nuestros deseos. Estoes, que no sea el
trabajo vano y sin efecto, o elefecto indigno del trabajo, porque
la vergenza vie-ne casi siempre o de que no hay xito o de que
elxito avergence. Hay que acabar con los paseos deesa gran mayora
de hombres que vagabundean porcasas, teatros y foros; se ofrecen a
los negocios aje-nos remedando a los que siempre estn haciendoalgo.
Si preguntas a alguno de stos al salir de casa:"Adnde vas? En qu
piensas?, te responder: "Afe ma, que no lo s, pero ver a algunos,
har algo".Vagan sin propsito buscando los negocios no que
41. S E N E C A42se propusieron hacer, sino en los que
casualmentecayeron. Su carrera es sin consejo y vana, como lade las
hormigas que trepan por los rboles y des-pus de subir a la rama ms
alta bajan a la tierra va-cas; una vida semejante a la de ellas
llevan muchos,de los que no sin razn se dira que es la suya
in-quieta pereza. Te compadecers de muchos que co-rren como si
fueran a apagar un incendio, hasta talpunto empujan a los que
encuentran y se precipitansobre los dems, cuando en realidad corren
a salu-dar a alguno que no han de volver a ver, o a seguirel
entierro de un difunto desconocido, o a un juiciodel que se pasa la
vida litigando, o a las bodas delque siempre se est casando,
siguiendo la litera yaun llevndola en muchos lugares. Despus,
cuan-do vuelven a su casa con un cansancio intil, juranque ellos no
saben a qu salieron ni dnde estuvie-ron, para andar errando por los
mismos pasos al dasiguiente. Que todo trabajo se refiera a algo y
mirea algo. No es la industria quien mueve a los in-quietos, sino
que, como a los locos, los agitan lasfalsas imgenes de las cosas.
Pues ni siquiera stos,los locos, se mueven sin alguna esperanza;
les cos-quillea la apariencia de alguna cosa cuya vanidad
nocomprende su demencia. Del mismo modo, a cada
42. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O43uno de
esos que salen a aumentar la turba, lo traen ylos llevan por la
ciudad motivos vanos y leves: aun-que no tienen nada en que
trabajar, en cuanto quesale el sol, se echan a la calle y despus de
habersufrido mil encontrones para llegar a saludar a mu-chos y de
que muchos no los han recibido, a ningu-no hallan ms dificultosos
en casa que a s mismos.De este mal se origina el fesimo vicio de
andarsiempre escuchando e investigando los secretos dela Repblica y
enterndose de muchas cosas que nicon seguridad se cuentan, ni con
seguridad se oyen.XIII. Pienso que Demcrito segua esta
doctrinacuando comenz: "Quien quiera vivir tranquilo, nohaga muchas
cosas ni en privado, ni en pblico",refirindose, claro es, a las
innecesarias. Pues si sonnecesarias, privada y pblicamente no slo
hay quehacer muchas, sino innumerables; pero cuando nin-gn deber
solemne nos reclama, hemos de inhibir-nos. Pues el que hace muchas
cosas, da confrecuencia a la fortuna poder sobre s mismo, cuan-do
lo ms seguro es que experimentarla raramente,pensar siempre en ella
y no prometerse nada de sufidelidad. "Me embarcar, si no sucede
nada", o"Ser pretor, si nada me lo impide", o "Me respon-
43. S E N E C A44der el negocio, si no se interpone nada". Por
estodecimos que nada le sucede al sabio contra su opi-nin; lo
exceptuamos no de la suerte de los hom-bres, sino de sus errores;
ni le sucede todo comoquiso, sino como pens, y lo primero que pens
fueque algo poda oponerse a sus propsitos. Porfuerza ha de ser ms
leve el dolor que viene al ni-mo por no realizarse un deseo suyo,
si nunca contcon que se realizara.XIV. Debemos tambin hacernos
fciles o fle-xibles y sin entregarnos demasiado a los asuntos
quenos hemos propuesto, pasar a aquellos a que la ca-sualidad nos
lleve, sin tener miedo a cambiar o ladeterminacin o la condicin,
mientras no caigamosen la ligereza, el vicio ms enemigo de la
quietud.Por fuerza la contumacia es angustiosa y miserable,pues con
frecuencia la fortuna le quita algo, pero laligereza, que nunca se
contiene a s misma, es mu-cho ms grave. Estorba a la tranquilidad
tanto nopoder mudar nada como no poder sufrir nada.Ciertamente el
nimo ha de ser retrado a s mismode todas las cosas externas. Confe
en s, gcese ens mismo, estime lo suyo, aprtese cuanto pueda delo
ajeno, dedquese a s mismo, no sienta los daos
44. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O45e
interprete con dignidad aun las cosas adversas.Cuando se le anunci
a nuestro Zenn el naufragioen que perdi todo lo suyo, dijo: "La
fortuna memanda filosofar ms expeditamente". Cuando eltirano
amenazaba a Teodoro con matarlo y dejarloinsepulto, le dijo:
"Tienes con qu complacerte por-que mi sangre est bajo tu poder,
pero en lo querefiere a la sepultura, eres un necio si piensas
queme preocupa pudrirme encima o debajo de la tie-rra". A Cano
Julio, un hombre verdaderamentegrande, a cuya admiracin no ha de
obstar el quehaya nacido en nuestro siglo, despus de haber
dis-cutido mucho con Calgula, al irse le dijo aquel Fala-ris: "Para
que no te lisonjees con una vanaesperanza, he mandado que te lleven
al suplicio"."Te doy las gracias -respondi- , ptimo prncipe".Qu
senta, no lo s, pues se me ocurren muchasinterpretaciones. Quiso
injuriarle manifestndolecunta era su crueldad que la misma muerte
era unbeneficio? Le ech en cara su continua demencia(porque le
daban las gracias los mismos cuyos hijoshaba matado o cuyos bienes
haba robado) o reci-ba gustosamente la muerte como si fuera la
liber-tad?. Dir alguno: "Pero despus de esto pudoCalgula ordenar
que viviera? No lo temi Cano,
45. S E N E C A46que era bien conocida la fidelidad de Calgula
a talesrdenes. Crees acaso que pas sin ningn cuidadolos diez das
que mediaron hasta el suplicio? Noparece verosmil lo que aquel varn
dijo, lo que hi-zo, la tranquilidad que tuvo. Estaba jugando al
aje-drez, cuando el centurin que traa la caterva de loscondenados,
mand que tambin le sacasen a l.Cuando lo llamaron, cont los dados y
dijo a sucompaero: "Cuidado que no vayas a mentir des-pus de mi
muerte diciendo que has ganado"; en-tonces, haciendo una sea al
centurin, le dijo: "Tsers testigo de que le llevo un tanto".
Piensas tque Cano estaba jugando en el tablero? Estaba ha-ciendo
mofa del tirano. A los amigos que estabantristes por perder a tal
hombre les dijo: "Por qu osentristecis? Vosotros investigis si las
almas soninmortales, yo lo sabr ahora". No dej de escrudri-ar la
verdad en su mismo fin y de su misma muertese hizo un problema. Le
segua su filsofo y nolejos del tmulo en que se haca el sacrificio
diario anuestro Dios, el Csar, le dijo: "En qu piensas,Cano? Qu
tienes en la mente?" "Me he pro-puesto -respondi Cano- observar si
en aquel ve-locsimo momento de la muerte ha de sentir elnimo
salir", y prometi que si averiguaba algo ha-
46. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O47ba de
volver a los amigos e indicarles cul era lacondicin de las almas.
He ah la tranquilidad enmedio de la tempestad, he ah un nimo digno
de laeternidad, que hace de su misma fatalidad medio debuscar la
verdad, que en el momento de dar el lti-mo paso interroga al alma
que va a salir y aprendeno ya hasta la muerte, sino de la muerte
misma.Nadie ha filosofado ms tiempo. Tan gran varnno se olvidar
rpidamente y de l se hablar conestimacin. Te conservaremos en la
memoria detodos, oh clarsima cabeza, porcin grande, t solo,en las
matanzas de Calgula.XV. Pero de nada aprovecha desechar las
causasde la tristeza privada, porque a veces nos posee
elaborrecimiento del gnero humano. Cuando pien-sas en lo rara que
es la sencillez, cun desconocidala inocencia, cmo apenas si existe
la fe, a no serque tenga cuenta, y le sale a uno al encuentro la
tur-ba de los criminales que son felices y los provechosy daos,
igualmente aborrecibles de la sensualidad, yuna ambicin que hasta
tal punto no se contiene ensus trminos que se jacta hasta de la
abyeccin, en-tra el nimo en la noche y de este derrumbamientosde
las virtudes, en las que ni se puede esperar ni
47. S E N E C A48aprovecha tener, nacen como tinieblas.
Debemos,pues, doblegarnos a que nos parezcan todos los vi-cios del
vulgo no como odiosos, sino como ridcu-los y ms bien hemos de
imitar a Demcrito que aHerclito. Porque ste, siempre que sala en
pbli-co, lloraba; aquel rea: todo cuanto hacemos, al unole parecan
desgracias; al otro necedades. Han dealigerarse, pues, todas las
cosas y soportarlas connimo fcil; es ms humano mofarse de la vida
quellorarla. Adems, merece mejor del gnero humanoquien se re de l
que quien lo llora, porque aqul ledeja una buena esperanza, pero
ste llora necia-mente lo que no espera que pueda corregirse. Yquien
contempla todo el universo muestra mayornimo si no contiene las
risas que si llora, a no serque le conmueva una suavsima emocin y
pienseque no hay nada ms grande, nada severo, nadadesgraciado en
tanto aparato. Que cada cual exa-mine cada una de las cosas por las
que estamostristes o alegres y encontrar que es verdad lo queDin
dijo: que todos los negocios de los hombresson muy semejantes en
sus principios, ni su vida esms santa o severa que la idea de que
nacidos de lanada han de volver a la nada. Pero ya es bastantetomar
plcidamente las costumbres pblicas sin caer
48. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O49ni en la
risa ni en las lgrimas, porque atormentarsepor los males ajenos es
una eterna miseria y gozarsede ellos un placer inhumano, como esa
ntil huma-nidad de llorar y arrugar la frente porque
alguienentierra a su hijo. En los propios males convieneconducirse
de manera que des al dolor lo que pidela naturaleza y no la
costumbre; porque hay muchosque lloran para que los vean y se les
secan los ojosen cuanto que no tienen espectadores, pensandoque es
una vergenza no llorar cuando todos lo ha-cen. Tan profundamente se
ha arraigado este malde estar pendiente de la opinin ajena, que ha
veni-do a simularse hasta una cosa tan sencilla como eldolor.XVI.
Sguese tras esto una parte que no sin ra-zn suele contristar y
poner en cuidado. Cuandolos finales de los buenos son malos, cuando
se leobliga a Scrates a morir en la crcel, a Rutilio a vi-vir en el
destierro, a Pompeyo y a Cicern a entre-gar su cabeza a sus
clientes, a aquel Catn, vivaimagen de la virtud, a echarse sobre la
espalda ha-ciendo manifiesto que a la vez se acababa con l ycon la
Repblica, por fuerza ha de atormentar quela fortuna distribuya los
premios tan inicuamente.
49. S E N E C A50Qu ha de esperar cada uno para s viendo las
co-sas tan malas que han padecido los mejores? Peroqu es esto?
Fjate cmo cada uno de ellos lo so-port y si fueron fuertes, desea t
su fortaleza, y siperecieron como mujerzuelas cobardemente, nadase
perdi: o fueron dignos de que su virtud te agra-de o indignos de
que eches de menos su cobarda.Porque qu sera tan vergonzoso como
que loshombres ms grandes, por haber muerto con forta-leza,
hicieran tmidos a los dems? Alabemos una yotra vez al digno de
alabanza y digamos: "Cuantoms entero, tanto ms feliz, Escapaste ya
de loshumanos azares, de la envidia, de la enfermedad;saliste ya de
la prisin, no le pareciste a los Diosesdigno del infortunio, sino
indigno de que la fortunapudiese algo contra t". Pero a los que
tratan deescaparse y en la misma muerte se revuelven a lavida, hay
que obligarles echndoles las manos. Nohe de llorar a ninguno que
est alegre, ni a ningunoque llore; el primero enjug l mismo mis
lgrimas,el segundo con las suyas ha hecho que no sea dignode
ninguna. He de llorar a Hrcules porque fuquemado vivo, o a Rgulo,
que fu traspasado portantos clavos, o a Catn, que hiri a sus mismas
he-ridas? Todos estos encontraron al precio de un li-
50. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O51gero
tiempo la manera de hacerse eternos y murien-do alcanzaron
inmortalidad.XVII. Tambin es materia no pequea de preo-cupacin el
tenerla grande de componerte sin que temanifiestes a nadie con
sencillez, como es la vida demuchos; fingida y ordenada a la
ostentacin. Ator-menta, en efecto, la continua observacin de
unomismo y el temor de ser sorprendido de otro modoque como de
costumbre. Nunca nos libraremos dela preocupacin si pensamos que
han de hacer apre-cio de nosotros cada vez que nos vean, pues
ocu-rren muchos incidentes que contra nuestra voluntadnos desnudan
y, aunque resulte bien tanta diligencia,no es agradable ni segura
la vida de los que vivensiempre con una mscara. En cambio, qu
placerel de una sencillez sincera, sin otro adorno que ellamisma,
que no oculta nada de sus costumbres! Co-rre, sin embargo, esta
vida peligro de ser desprecia-da, si todo ella est patente a todos,
pues hay aquienes enoja lo que ven de ms cerca. Pero no haypeligro
de que la virtud se envilezca por acercarse alos ojos y mejor es
ser despreciado por la sencillezque ser atormentado por una
perpetua simulacin.Usemos, sin embargo, de moderacin: hay
mucha
51. S E N E C A52diferencia entre vivir con sencillez y vivir
con negli-gencia.Hay que recluirse mucho en s mismo, porque eltrato
con los que no son semejantes descomponetodo lo no bien compuesto,
renueva los afectos yulcera cuanto en el nimo hay flaco y mal
curado.Hay que mezclar y alternar la soledad y la comuni-cacin.
Aqulla nos har desear a los hombres, sta,a nosotros; y as la una
ser el remedio de la otra; lasoledad nos curar del aborrecimiento
de la multi-tud, y la multitud, del fastidio de la soledad.Ni se ha
de tener la mente siempre en la mismaintencin o tensin, sino que ha
de ser llevada a losentretenimientos. Scrates no se avergonzaba
dejugar con los nios; y Catn rebajaba con vino sunimo fatigado de
los cuidados pblicos; y Escipindanzaba con aquel su cuerpo
triunfante y militar,pero no doblndose suavemente, como hoy
acos-tumbran los que aun andando dejan atrs la moliciefemenina,
sino como aquellos antiguos varonesacostumbraban, en los juegos y
en las fiestas, a bai-lar varonilmente, sin desacreditarse por ello
aunquefueran vistos por sus mismos enemigos. Hay quedar resposo a
los nimos; de l se levantan mejoresy ms valientes. As como a los
campos frtiles no
52. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O53se les ha
de exigir excesivamente -porque pronto losagotara una fertilidad
nunca interrumpida-, as elcontinuo trabajo quebranta el mpetu de
los nimos,que recobraran las fuerzas con un poco de descan-so y de
distraccin; de la continuidad de los trabajosnace cierto
embotamiento y flojera de los nimos.No tendera a esto con tanta
fuerza el deseo delos hombres si el juego y la distraccin no
tuvierancierto natural deleite, cuyo uso, si es frecuente, quitaa
los nimos todo peso y toda fuerza; pues hasta elmismo sueo, que es
tan necesario para el descanso,si lo continas de da y de noche,
sera la muerte.Hay mucha diferencias entre que aflojes algo y
losueltes. Los legisladores instituyeron das de fiestaspara obligar
pblicamente a los hombres al regocijo,interponiendo a los trabajos
una templanza comonecesaria, y, como ya he dicho, los grandes
hombresse tomaban todos los meses vacaciones por algunosdas, y
otros los repartan todos entre el ocio y eltrabajo. As, lo
recordamos de Asinio Polio, ungran orador, al que ningn asunto
retuvo ms allde la hora dcima; despus de esta hora no lea
nisiquiera una carta, para no tener nuevas preocupa-ciones; pero en
aquellas dos horas reparaba el can-sancio de todo el da. Otros
partieron el da por la
53. S E N E C A54mitad y dejaron las horas de la tarde para
para losnegocios de menor cuidado. Tambin nuestros ma-yores
prohiban que se hiciera en el Senado ningunanueva delibaracin
despus de la hora dcima. Lossoldados se reparten las guardias de la
noche y deella quedan libres los que vuelven de una expedi-cin. Hay
que ser condescendiente con el nimo ydarle algn ocio, que sea como
su alimento y vigori-zacin.Ha de hacerse el paseo por espacios
abiertos pa-ra que el nimo se fortifique y levante al cielo libre
ya pleno aire; algunas veces un paseo en carruaje, elcamino y el
cambio de la regin dan fuerzas, comoun convite y una bebida un poco
ms copiosa. Al-gunas veces hay que llegar hasta la embriaguez
demodo que no nos hunda, sino que nos divierta,porque disuelve los
cuidados, conmueve hasta loms profundo del nimo y le cura de la
tristeza co-mo de otras enfermedades; y Liber fu llamado elinventor
del vino no porque desate la lengua, sinoporque libra al nimo de la
servidumbre de los cui-dados y lo fortalece y hace ms vigoroso y
audazpara todos los intentos. Pero como en libertadtambin en el
vino es saludable la moderacin. Sedice que Soln y Arcesilao fueron
dados al vino; a
54. D E L A T R A N Q U I L I D A D D E L A N I M O55Catn se le
reproch la embriaguez; pero sea quienfuera quien se lo imputara, ms
fcilmente harCatn honesto al crimen que ste deshonesto aCatn. Pero
no ha de hacerse con frecuencia, paraque el nimo no contraiga la
mala costumbre y tanslo de vez en cuando se le ha de llevar a la
alegra ya la libertad removiendo un poco la triste sobriedad.Pues
si hemos de creer al poeta griego, "alguna vezda alegra el
enloquecerse", y si a Platn, "en vanollama a las puertas de la
poesa el que es dueo des" y si a Aristteles "nunca hubo un gran
ingeniosin alguna mezcla de locura", porque no puede ha-blar cosas
grandes y superiores a las dems, sino lamente excitada. Cuando
desprecia lo vulgar yacostumbrado y se levanta a lo alto por un
instintosagrado, entonces canta por fin algo grande con bo-ca
mortal. Mientras una persona est en s, no pue-de alcanzar algo
verdaderamente sublime y arduo; esmenester que se aparte de los
acostumbrado, y hade elevarse tascando el freno, y arrebatando a
sujinete lo ha de llevar all donde por s solo no seatrevera a
subir.Con esto tienes, oh carsimo Sereno, los mediosque pueden
defender la tranquilidad o restituirla oresistir a los vicios que
quieren deslizarse en el alma.
55. S E N E C A56Pero has de saber que ninguno de ellos es
bastantefuerte para conservar cosa tan frgil si un intenso yasiduo
cuidado no cerca como una valla al nimoresbaladizo.