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TEMA 11.- LA ENERGÍA EN ESPAÑA. Las fuentes de energía son los recursos que proporcionan energía útil para las actividades humanas. La sociedad actual necesita una disponibilidad continua de energía, recurso esencial tanto para el desarrollo económico como para el bienestar social de cualquier sociedad. 1- CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA IMPORTANCIA DEL SECTOR ENERGÉTICO. Desde el punto de vista económico se puede afirmar que la energía, junto con las materias primas, son los factores o bases físicas procedentes de la naturaleza sobre las que asienta el crecimiento económico moderno. Sin energía no hay desarrollo económico. Ahora bien, a diferencia de lo que sucedió en la I Revolución Industrial, en la actualidad, el factor energético no es el más importante, sino que lo son otros factores, como el capital, financiero y tecnológico, y la mano de obra bien preparada. Por ello, países como España, que disponen de escasas bases energéticas, pueden tener un desarrollo económico importante, siempre que cuiden los otros factores. En relación con las materias primas, la energía presenta mayores problemas, ya que se usan en gran medida materiales que proceden de substancias abundantes y baratas, como la sílice, origen de productos de gran transcendencia en la industria actual, como las telecomunicaciones. En cambio, en las fuentes de energía aún no se ha logrado el uso generalizado y barato de fuentes de energía renovables. Un aspecto económico importante es el valor de las fuentes de energía en relación con el PIB, siendo muy ilustrativo qué parte de este valor es fruto de la importación y representa, por tanto, dinero que sale fuera del país. Desde el punto de vista geográfico, se pueden considerar dos aspectos, la relación de la energía con la distribución territorial de la industria y su impacto medioambiental en el territorio. Al relacionar la energía con la distribución territorial de las industrias, se observa que hoy las regiones industriales no se apoyan siempre en la existencia de fuentes de energía importantes dentro de 1

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TEMA 11.- LA ENERGÍA EN ESPAÑA.

Las fuentes de energía son los recursos que proporcionan energía útil para las actividades humanas. La sociedad actual necesita una disponibilidad continua de energía, recurso esencial tanto para el desarrollo económico como para el bienestar social de cualquier sociedad.

1- CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA IMPORTANCIA DEL SECTOR ENERGÉTICO.

Desde el punto de vista económico se puede afirmar que la energía, junto con las materias primas, son los factores o bases físicas procedentes de la naturaleza sobre las que asienta el crecimiento económico moderno.

Sin energía no hay desarrollo económico. Ahora bien, a diferencia de lo que sucedió en la I Revolución Industrial, en la actualidad, el factor energético no es el más importante, sino que lo son otros factores, como el capital, financiero y tecnológico, y la mano de obra bien preparada. Por ello, países como España, que disponen de escasas bases energéticas, pueden tener un desarrollo económico importante, siempre que cuiden los otros factores.

En relación con las materias primas, la energía presenta mayores problemas, ya que se usan en gran medida materiales que proceden de substancias abundantes y baratas, como la sílice, origen de productos de gran transcendencia en la industria actual, como las telecomunicaciones. En cambio, en las fuentes de energía aún no se ha logrado el uso generalizado y barato de fuentes de energía renovables.

Un aspecto económico importante es el valor de las fuentes de energía en relación con el PIB, siendo muy ilustrativo qué parte de este valor es fruto de la importación y representa, por tanto, dinero que sale fuera del país.

Desde el punto de vista geográfico, se pueden considerar dos aspectos, la relación de la energía con la distribución territorial de la industria y su impacto medioambiental en el territorio.

Al relacionar la energía con la distribución territorial de las industrias, se observa que hoy las regiones industriales no se apoyan siempre en la existencia de fuentes de energía importantes dentro de su territorio. Por ello, las regiones industriales, como la minero-siderúrgica del Norte de España, vinculadas a la I Revolución Industrial, que contaban con fuentes de energía en su territorio, han entrado en declive, mientras que otras, como la de Madrid o Levante -que no las tenían- muestran hoy un proceso expansivo, debido al uso de una energía que hoy es muy fácil de transportar desde otras partes.

Además, al relacionar la energía con su impacto medioambiental en el territorio, han de diferenciarse dos problemas según el tipo de fuentes de energía: fósiles (no renovables) y fuentes renovables. Las energías fósiles presentan un doble problema: son recursos agotables, es decir, tienen duración limitada, y además producen graves impactos ambientales -lluvia ácida, cambio climático, riesgos catastróficos en el caso de la energía nuclear-. Las energías renovables, como su nombre indica, no se agotan, pero siguen siendo en gran medida contaminantes, aunque lo sean con menor intensidad y gravedad: es el caso de la contaminación visual de los parques eólicos y de las centrales solares; o la alteración de los cursos fluviales, con todos sus efectos positivos (reducción del riesgo de

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inundaciones) y negativos (reducción del caudal ecológico, barreras al desplazamiento de los peces...), que introducen las centrales hidroeléctricas.

España es un ejemplo de desequilibrio y dependencia energética, puesto que el consumo de energía supera claramente la producción. El consumo energético se incrementó desde que España inició su proceso de industrialización, pero alcanzó su mayor auge a partir de la década de 1960 como consecuencia de la aceleración del desarrollo urbano e industrial. Se basó primero en el carbón (I Revolución Industrial) y después en el petróleo, que es hoy la fuente de energía de consumo mayoritario, seguida del carbón y la energía nuclear.

La relación entre la producción y el consumo nos da el grado de autoabastecimiento energético, que en España es muy bajo (30% de la demanda), lo que obliga a recurrir a costosas importaciones y crea dependencia externa. Las principales fuentes de energía que requieren abastecimiento externo son el petróleo, el gas natural, el uranio y el carbón.

2- FUENTES Y FORMAS DE APROVECHAMIENTO ENERGÉTICO.

Las fuentes de energía pueden clasificarse atendiendo a varios criterios:

Según su proceso de formación y disponibilidad pueden ser renovables (inagotables, no desaparecen al generar energía y pueden utilizarse indefinidamente: agua, sol, viento...) o no renovables (se agotan porque desaparecen al usarse para producir energía y su proceso de formación exige millones de años: carbón, petróleo, uranio...).

Según su grado de aprovechamiento económico se distingue entre energía primaria (constituida por las fuentes de energía tal y como se encuentran en la naturaleza –carbón, petróleo-, que no pueden usarse directamente, sino que necesitan un proceso de transformación) y energía secundaria o final (obtenida por transformación de las fuentes de energía primarias en luz, calor, electricidad...).

Se presentará una breve panorámica de las diferentes fuentes de energía, comenzando por las convencionales (carbón, petróleo, nuclear, hidroelectricidad), para finalizar con las de desarrollo reciente (solar, eólica...).

2.1 - El carbón.

El carbón ha sido la fuente de energía más utilizada en España hasta los años 50, fecha a partir de la cual se fue sustituyendo de manera progresiva por el petróleo. A pesar de ello, el carbón aún ocupa hoy un lugar importante dentro del sector energético español. Sin embargo, este relevante papel no debe enmascarar el continuo declive que viene experimentando. Actualmente, la producción nacional de carbón es insuficiente para cubrir las necesidades del consumo interno, aunque éste se encuentre en descenso. Se utiliza, sobre todo, para la producción de electricidad en las centrales térmicas y como materia prima en la siderurgia y las cementeras. A pesar de este consumo limitado es necesario recurrir a importaciones exteriores (Australia, Sudáfrica, Rusia y Ucrania).

Las principales zonas mineras españolas son la astur-leonesa (Asturias, León y norte de Palencia), Sierra Morena (Córdoba, Ciudad Real), Cataluña-Aragón (Teruel), y Galicia.

La minería del carbón en España tuvo un período de auge hasta mediados del XX, apoyada en un fuerte proteccionismo. Sin embargo, desde hace décadas está en proceso de ajuste, descendiendo la producción y cerrándose muchas minas. Las causas de este

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declive están en el agotamiento de algunos yacimientos, la competencia de carbones más baratos y de mayor calidad procedentes de otros países y el descenso de la demanda —debido a la crisis siderometalúrgica, la reducción del consumo doméstico y las restricciones impuestas por su negativo impacto ambiental (que han impulsado un uso cada vez mayor del gas para la producción de electricidad)—. La entrada en la UE —cuya política de competencia restringe las subvenciones (establece un sistema de precios libres que persiguen aumentar la competitividad del sector)— obligó a un plan de reconversión que supone una disminución progresiva de las ayudas al sector y una reducción escalonada de la producción.

En el plano laboral, entre 1959 y 1974 una primera reconversión destruyó 50.000 empleos en la minería del carbón, la mitad de los existentes al inicio de esa etapa, favoreciendo una concentración empresarial (de más de 500 a poco más de 100 empresas). Ésta culminó con la formación de HUNOSA, que supuso un control público casi total de las explotaciones hulleras de la cuenca central asturiana, en tanto que ENDESA lo hacía con las del lignito de Teruel. El aumento de la producción en el decenio 1975-85 apenas recuperó empleo. Los últimos años están suponiendo una nueva reconversión, forzada por la UE, que ya ha reducido la cifra de trabajadores, sobre todo en las cuencas astur-leonesas.

En el futuro seguirá existiendo una concentración de la producción en áreas muy localizadas, pues el 80% de los recursos actualmente explotables se concentran en León (35%), Asturias (25%) y Teruel (casi un 20%), por lo que el resto de los recursos carboníferos, como los de la montaña palentina (Guardo-Barruelo de Santullán), Sierra Morena y lignitos pardos de Galicia, tienen una importancia secundaria.

2.2 - Los hidrocarburos.

Muy distinta es la situación de los hidrocarburos por su escasa presencia en nuestro subsuelo. Además la integración en la UE ha supuesto importantes novedades: desaparición del monopolio comercial de CAMPSA, formación de nuevos grupos empresariales como REPSOL o Gas Natural, adaptación a la legislación en materia de medio ambiente, etc.

El petróleo (50%) y el gas natural (20%) constituyen en la actualidad la fuente de energía primaria de mayor consumo en España, destinados esencialmente al consumo como combustible (transporte, industria, usos domésticos), a la producción de electricidad en centrales y como materia prima básica en la industria petroquímica (abonos, plásticos, anticongelantes, detergentes...).

La producción de petróleo en España es un fenómeno reciente y aislado, que tan sólo representa el 2% del consumo total, localizándose los únicos pozos activos frente a las costas de Tarragona casi en su totalidad (Casablanca, 90% de la producción), frente a Bermeo (Gaviota) y la Lora burgalesa (Ayoluengo), por lo que no atraen a las industrias transformadoras, como las refinerías y otras industrias derivadas, que se localizan sobre todo en los puertos del litoral mediterráneo (Cartagena, Tarragona), atlántico (La Coruña, Algeciras, Huelva, Santa Cruz de Tenerife) y cantábrico (Somorrostro), por donde llega el crudo importado y desde donde se distribuye por una red de oleoductos que abarca hoy más de 4.000 km. En el interior sólo se sitúa el complejo petroquímico de Puertollano, ligado en su origen al período autárquico.

A partir de los años 60, el petróleo era ya la principal fuente de energía —debido a su menor coste y mayor poder energético respecto al carbón—, convirtiéndose en un elemento

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fundamental del desarrollismo español. Las oscilaciones en el precio del crudo –a raíz de la crisis de 1973– lo han convertido en un elemento muy inestable para la economía mundial, lo que unido a la limitación de sus reservas y a su carácter contaminante, han llevado a su paulatina sustitución por el gas natural y otras energías.

Creciente interés despierta hoy el gas natural, utilizado desde 1969 y en rápida expansión tras los contratos suscritos con Argelia y Libia, que impulsaron la ampliación de la red de gaseoductos. La producción nacional abasteció algo más del 20% del consumo en 1991, concentrándose en el Cantábrico (Gaviota, 90% de la producción), y extrayéndose el resto en Huelva (Marisma), al haber cesado el de Serrablo, en el Pirineo aragonés.

Hoy la producción nacional de hidrocarburos es mínima y no llega a cubrir el 1% de la demanda. Estos desequilibrios entre producción y consumo obligan a importar grandes cantidades de hidrocarburos, con efectos negativos sobre la balanza de pagos y con una grave dependencia estratégica. Para evitar riesgos se ha diversificado la procedencia del suministro de petróleo (Oriente Medio, Nigeria, México, Nigeria, Libia, Rusia...). Por el contario, las importaciones de gas natural están más concentradas (provienen principalmente de África, en concreto de Argelia, y en menor medida de Nigeria y Egipto).

2.3 - La energía nuclear.

Las centrales nucleares producen electricidad mediante el aprovechamiento de la energía liberada —mediante la reacción nuclear de fisión— en el núcleo de átomos de uranio enriquecido. El calor generado en dicha reacción se utiliza para producir vapor de agua que, de manera semejante a como ocurre en las centrales térmicas de combustibles fósiles, se emplea para accionar un grupo turbina-generador y producir así energía eléctrica.

Su uso es muy reciente en España, se inició con la inauguración de la central de Zorita (Guadalajara) en 1969. Tras las otras dos centrales inauguradas en el trienio siguiente (Santa María de Garoña y Vandellós I), la aprobación del Plan Eléctrico Nacional (1972) supuso su definitiva incorporación en el uso energético español, comenzando la construcción de siete nuevos reactores que debían entrar en funcionamiento en la década siguiente. No obstante, con la llegada del PSOE al Gobierno en 1982 y la aprobación del PEN (Plan Energético Nacional) de 1984 el programa de expansión se limitó a sólo 4 nuevas centrales.

Como resultado de ese proceso, y tras el cierre de Vandellós I (clausurado en 1989, tras registrar un accidente clasificado de nivel 3 en la escala internacional de sucesos nucleares, y actualmente en periodo de latencia), actualmente existen en España seis centrales nucleares en explotación, dos de ellas con dos reactores (Ascó y Almaraz), hasta un total de ocho reactores en activo que generan en torno al 20% de la electricidad que se produce en España. Además, las instalaciones nucleares españolas incluyen la central José Cabrera, en Almonacid de Zorita (Guadalajara), la primera que empezó a operar en España (1968) y que se encuentra en proceso de desmantelamiento tras su cierre en 2006.

Aunque existen yacimientos de uranio en Ciudad Rodrigo y Don Benito, la inexistencia de plantas de enriquecimiento de éste supone una dependencia externa que se ve acentuada por el hecho de que tan sólo tres empresas controlan las patentes de los reactores utilizados. Más allá del debate abierto sobre los riesgos inherentes al funcionamiento de este tipo de centrales, lo que sí resulta evidente es el creciente problema que comienzan a generar unos residuos radiactivos que, por el momento, se almacenan en

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la mina de El Cabril (Córdoba) desde 1961 y cuya gestión corresponde a la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, S.A. (Enresa).

Tras años de complejas decisiones, en diciembre de 2011 el Gobierno ha decidido instalar el futuro Almacén Temporal Centralizado (ATC) en el municipio de Villar de Cañas (Cuenca), será el primero en España para el tratamiento de residuos radiactivos de alta capacidad y no ha estado exento de polémica en aquellas zonas en las que se ha barajado su instalación.

La construcción del ATC responde al hecho de que el centro de El Cabril, el único en España, solo tiene capacidad para tratar residuos de baja y media actividad, por lo que actualmente los residuos son almacenados en piscinas de las propias centrales nucleares hasta que son desmanteladas, como ha ocurrido con la de Zorita (Guadalajara), en proceso de desmantelamiento entre 2006 y 2016.

España tiene alquilado a Francia el almacenamiento de residuos, a pesar de que desde el 1 de enero de 2011 hace frente a una multa de 60.000 euros diarios por no cumplir con el plazo final convenido, a los que hay que sumar el coste de su traslado y el precio de la aceptación por parte del país galo. En el Ministerio se calcula que el coste anual que debe asumir España por no disponer del almacén se acerca a los 150 millones al año.

2.4 - La energía hidráulica.

La energía hidráulica aprovecha la fuerza que posee la corriente de los ríos en función de su desnivel (natural o mediante presas) para mover turbinas y producir electricidad.

La hidroelectricidad encuentra actualmente frenada su expansión al sumarse las limitaciones impuestas por las condiciones climáticas a la escasez de nuevas inversiones que no permiten el aumento de la potencia instalada, ante la prioridad otorgada a otras fuentes. Sólo supone el 3% de la energía primaria. La red de centrales hidráulicas mantiene, por tanto, la distribución ya característica desde hace varias décadas, con un claro predominio de las cuencas situadas en la mitad septentrional peninsular, que presentan mayor caudal y menor estacionalidad que las del Sur. Actualmente hay 1.300 centrales —la mayoría de ellas de pequeño tamaño o minihidráulicas. Entre las centrales del Norte (casi el 40%), las del Duero (25%) y las del Ebro (20%) reúnen cuatro quintas partes de la producción total. La construcción de minicentrales en áreas de montaña, previstas en el Plan de Energías Renovables, resulta una opción interesante, pero no modificará sustancialmente esa distribución espacial.

Entre los aspectos positivos de esta energía destaca que es limpia, renovable y se produce de forma instantánea, aunque irregular, ya que está supeditada al caudal (y por tanto a las condiciones climáticas) de los ríos. En su contra hay que señalar el elevado coste inicial de las centrales hidroeléctricas y los impactos ambientales y sociales causados por la construcción de infraestructuras.

2.5 - Las energías alternativas.

La utilización de fuentes de energía alternativas a las convencionales arranca de la crisis del petróleo de 1973, que hizo necesario disminuir la dependencia energética del exterior. Estas energías, aunque cuantitativamente tienen hoy en el plano comercial una

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importancia relativa, están llamadas a jugar un papel importante a medida que mejore su desarrollo tecnológico y se vayan agotando las reservas de las energías fósiles.

Frente a las fuentes de energía convencionales, las energías alternativas ofrecen la ventaja de ser inagotables, menos agresivas con el medioambiente y tienen una elevada dispersión en el territorio, favoreciendo el autoabastecimiento energético. Por el contrario, y al margen de su rentabilidad social, entre sus inconvenientes destacan la carestía de sus instalaciones, la dificultad en su almacenamiento y su discontinuidad, al depender de las condiciones climatológicas.

Existen diferentes fuentes de energía alternativas, dependiendo de los recursos naturales utilizados para su generación: eólica, solar, biomasa, geotérmica y marinas. Tres son las fundamentales, que empiezan a contabilizarse en el consumo nacional desde 1990: la de origen solar directa a través de la energía fotovoltaica, la procedente de la biomasa, y la de origen eólico.

España presenta condiciones favorables para la producción de energía a partir de fuentes renovables por la diversidad de su medio natural y por poseer un nivel tecnológico avanzado. A pesar de ello apenas suponen el 6% del consumo de energía primaria y el 4% de la generación de electricidad, su valor testimonial no les resta importancia pues son una alternativa de futuro. El Plan de Energías Renovables (2011-2020) tiene el objetivo de lograr, tal y como indica la Directiva comunitaria, que en el año 2020 al menos el 20% del consumo final bruto de energía en España proceda del aprovechamiento de las fuentes renovables.

Desde el punto de vista de la distribución espacial, las energías renovables están desigualmente implantadas en España. Castilla y León (energía eólica) y Andalucía (energía solar) lideran la implantación de energías renovables. También es notable su desarrollo en Navarra, Castilla la Mancha, Galicia y Cataluña.

La energía eólica emplea la fuerza del viento para mover aerogeneradores que producen energía eléctrica. Por su baja producción, es preciso reunir aerogeneradores en grandes parques eólicos para que resulte rentable, éstos se dispersan ya por bastantes lugares de España, creando, por otro lado, un problema de contaminación visual del paisaje. Las grandes eléctricas han entrado en la energía eólica porque ésta es aceptablemente rentable, la tecnología española es puntera en el mundo y el Estado da una prima por kilovatio/hora producido, aunque Industria plantea reducir un 40% la retribución a la energía eólica a partir del 2012.

Con unos 400 parques eólicos y casi 11.500 aerogeneradores, España concluyó 2010 como el tercer país del mundo con más potencia eólica acumulada y como el segundo en donde más creció esta fuente de energía. Ya supone el 35% del consumo doméstico.

La energía solar aprovecha la captación de la luz y el calor emitidos por el Sol para transformarlos en energía térmica o eléctrica. Existen tres sistemas que la explotan: el pasivo, para calefacción; el térmico, calentando fluidos en centrales solares como las que existen en Almería; y la fotovoltaica, los paneles solares para uso doméstico e industrial.

La energía solar tiene su origen y uso en el ámbito doméstico, donde empieza a servir sobre todo para calentar el agua y atender la calefacción.

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España es uno de los países con más potencial para el desarrollo de la energía solar, puesto que es el país europeo con mayor cantidad de horas de sol. En 2009 España producía 3600 megavatios (MW) de electricidad con plantas fotovoltaicas, un 1,9% de la energía eléctrica consumida. Es el cuarto país del mundo en tecnologías de energía solar y se ha convertido en exportador de este tipo de energía.

En 2005 España se convirtió en el primer país del mundo en requerir la instalación de placas solares en edificios nuevos y el segundo del mundo (tras Israel) en requerir la instalación de sistemas de agua caliente solar.

La biomasa se basa en el aprovechamiento de la materia orgánica, procedente de cultivos energéticos o de residuos (forestales, agrícolas, ganaderos o urbanos) para obtener energía por combustión directa (para producir calor en el sector residencial o para generar electricidad en centrales de biomasa) o por transformación en biogas y biocombustibles (biodiesel, etanol). Las regiones más destacadas en su uso son Andalucía y ambas Castillas. Sobreviven gracias a las subvenciones.

La energía geotérmica aprovecha el agua caliente subterránea, y su uso es aún testimonial en invernaderos, granjas (Murcia) y viviendas (Orense, San Sebastián de los Reyes). En España aunque existen lugares idóneos para la instalación de plantas geotérmicas (Canarias) no se ha construido ninguna todavía.

Las energías marinas o energía mareomotriz permite generar electricidad directamente del efecto desarrollado por la fuerza natural del movimiento de las mareas, con el propósito de activar enormes turbinas. En España aún no existen instalaciones mareomotrices importantes. Existen otros alternativas para extraer energía de los océanos: energía de las olas (central de Santoña, Cantabria) o del gradiente térmico oceánico (diferencia entre la temperatura de la superficie y las zonas hondas de los mares).

La producción y consumo de este tipo de energías ha ido aumentando en los últimos años en España (gracias al sistema de ayudas públicas), convirtiéndose las energías renovables en una parte importante del mix eléctrico nacional. En la actualidad aportan casi un 30% de la energía eléctrica consumida, pero todavía no alcanzan el 8% del total del consumo total de energía primaria.

2.6 - La electricidad como forma dominante.

Las fuentes de energía primaria no pueden utilizarse directamente, sino que necesitan ser transformadas en formas de energía utilizables, como la electricidad o los carburantes. La electricidad, una de las formas más usuales de consumo de energía, es una fuente de energía secundaria, generada a partir de otras fuentes de energía primaria.

El hecho de que la electricidad no pueda ser almacenada, y deba consumirse en el momento en que se produce obliga a disponer de capacidades de producción con flexibilidad de funcionamiento para adaptarse a la curva de demanda y con potencias elevadas para hacer frente a las puntas de consumo.

En España, más de la mitad de la producción eléctrica se obtiene en centrales térmicas, que utilizan carbón, gas natural o petróleo para calentar grandes cantidades de agua y generar vapor a presión con el que mueven turbinas conectadas con un generador eléctrico. Estas centrales tienen importantes repercusiones ambientales (residuos y

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emisiones a la atmósfera). Recientemente están viviendo una gran expansión las centrales térmicas de gas de ciclo combinado, por su alto rendimiento y menor impacto ambiental.

La aportación de las energías renovables alcanza ya más de una cuarta parte de la producción eléctrica. Entre éstas destacan la energía eólica (13% en 2009) y la hidráulica (en torno al 10%), con oscilaciones más o menos acusadas, dependiendo del año hidrológico. El resto (menos de un 20%) procede de las centrales nucleares.

La distribución espacial de la producción responde a factores específicos de localización de cada uno de los tipos de centrales eléctricas. Las térmicas se concentran en las principales zonas productoras de carbón. Las de petróleo o gas natural se localizan en áreas costeras por donde entran esos hidrocarburos, o en zonas próximas a los grandes centros de consumo. Las nucleares se dispersan por el territorio con un predominio de lugares de baja densidad de población y abundancia de recursos hídricos. Las basadas en energías renovables se distribuyen en función de las condiciones naturales: centrales termosolares en el sur, hidroeléctricas en los ríos caudalosos del norte, etc.

En cuanto al mapa de consumo eléctrico, éste refleja, sobre todo, el volumen de población, su nivel de bienestar, la intensidad de la actividad económica y la distribución espacial de la industria. Los niveles más altos de consumo se dan en Madrid, Barcelona, País Vasco y los ejes mediterráneo y del Ebro. En cambio, el consumo es menor en regiones poco industrializadas y con población menos numerosa (las dos Castillas y Extremadura).

De estos desequilibrios espaciales entre producción y consumo se deriva que Castilla y León y Extremadura sean las regiones españolas que más energía eléctrica exportan, seguidas de Galicia, Murcia, Aragón y Castilla-La Mancha. En el otro lado, Madrid, País Vasco, Cataluña, Andalucía, Cantabria y C. Valenciana son deficitarias.

3- LA PRODUCCIÓN Y EL CONSUMO DE ENERGÍA.

3.1 - La evolución reciente del consumo. Desequilibrios entre producción y consumo.

El consumo de energía primaria en España alcanzó 142 Mtep (millones de Toneladas equivalentes de petróleo) en 2008, lo que supone 3 Tep/habitante, un consumo relativamente importante, propio de un país desarrollado, aunque está muy lejos de EEUU (3,3 veces más por habitante) o de Alemania (1,8 veces más). Este elevado consumo es un hecho relativamente reciente en España y tiene que ver con la industrialización del país, y con el nivel de renta de los españoles, que han adoptado unas pautas consumistas semejantes a cualquier otra sociedad desarrollada (electrodomésticos, vehículo privado, calefacción) que conllevan un gasto energético considerable.

a.- El crecimiento del consumo

En el último medio siglo el consumo de energía ha experimentado un crecimiento ininterrumpido, aunque de intensidad cambiante, derivado de las necesidades impuestas por el proceso industrializador a partir de 1960, la paralela mejora del nivel de vida y el consumo doméstico, la rápida e intensa motorización del transporte, la mecanización agraria, etc.

El inicio de la crisis económica en los años 70 supuso una moderación de esa tendencia, pero sin detener el consumo global que de unas 25 millones de tm equivalentes de petróleo (TEP) a principios de los años 60 ascendió, 10 años después, a más del doble;

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tras la crisis de 1973 y 1979 su crecimiento se ralentizó, aunque continuó su ascenso hasta llegar a cerca de 120 millones en 1999. Pese a todo ello, el nivel actual de consumo por habitante es todavía un 30% más bajo que el promedio de la Unión Europea, por lo que en este ámbito la convergencia continúa sin conseguirse.

b.- Etapas en cuanto a la composición del consumo

En estas últimas décadas se puede considerar la existencia de tres fases de características bien distintas, que reflejan la cambiante participación de las fuentes primarias de energía en la satisfacción del consumo global.

-La primera, hasta los años 60. En esta fase la hegemonía la tiene el carbón (en 1950 suponía el 73,6% del total). Se prolonga anormalmente en el tiempo por la autarquía de posguerra y las dificultades de abastecimiento exterior.

-La segunda, de los años 60 hasta 1975 aproximadamente. Con la industrialización, la mejora del nivel de vida y la apertura política y económica al exterior, se produce la sustitución masiva del carbón por el petróleo (el petróleo suponía en 1978 el 74% de toda la energía consumida en España).

-La tercera fase, desde 1975 a 1990. Con la crisis del petróleo de 1973, y su subida de precios, se ponen de manifiesto los aspectos negativos de esa dependencia, especialmente en los años 80. Se parte de la necesidad de frenar el consumo de una energía menos barata que en el pasado mejorando la eficacia en su uso, y diversificar las fuentes de abastecimiento para atenuar la dependencia. Por ello se aprobaron los citados Planes Energéticos Nacionales, que, pese a no cumplir plenamente sus objetivos, han favorecido un cierto reequilibrio inestable.

-En la actualidad la tímida recuperación del carbón está mediatizada por la oscilación del precio de los hidrocarburos en los mercados internacionales, sobre todo del gas natural, cuya importancia es cada vez mayor, al igual que la de la energía termonuclear. En cambio, la hidroelectricidad ha entrado en un declive relativo, mientras que las otras energías renovables, como la solar térmica, la geotérmica y, sobre todo, la eólica y la derivada del aprovechamiento de la biomasa, van aumentando su presencia.

Así, el petróleo sigue siendo la fuente de energía más importante (49% del total), sustituido en parte por el gas natural (20%), que ha experimentado un fuerte crecimiento en las últimas décadas. Más lejos están el carbón (14%), cuyo consumo ha vuelto a descender después de una subida tras la crisis del petróleo, y la energía nuclear (10%), cuya expansión se frenó a finales de los 80 con la moratoria nuclear. A mayor distancia aún aparecen las energías renovables, que van aumentando su presencia pero con un crecimiento aún lento.

c.- Desequilibrio entre producción y consumo

Frente al gran consumo energético (con presencia mayoritaria de los hidrocarburos), la producción energética nacional sólo cubre el 20% de la demanda interna, teniendo que importar el 80% de la energía que consumimos (2/3 del carbón, y casi la totalidad del petróleo y del gas). Además, ante la escasa presencia de combustibles fósiles en el subsuelo nacional, España sólo consigue autoabastecerse en nuclear y energías renovables.

Esta insuficiencia energética, especialmente de combustibles fósiles en el subsuelo español, supone un doble problema: por un lado, ocasiona un fuerte déficit comercial que

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afecta a la balanza de pagos, y por otro, nos deja muy expuestos frente a cualquier crisis y ante las decisiones políticas y económicas de otros países. Los países abastecedores de fuentes de energía (Golfo Pérsico, Magreb…) tienen en muchos casos una problemática social y política muy comprometida. Por ello, se ha tenido en los últimos años una mayor diversificación en las áreas de abastecimiento.

3.2 - Producción y consumo en Castilla y León.

El primer rasgo que destaca en la relación entre producción y consumo de energía es el alto grado de autoabastecimiento que posee CyL, pues produce cuatro quintas partes de la energía que consume. La composición de la producción castellano-leonesa es distinta de la del conjunto nacional. Casi la mitad de la producción regional de energía primaria procede del carbón, seguida por la energía nuclear (mayoritaria en España). A continuación aparecen la energía eólica y la hidráulica, que, aunque representan una proporción relativamente escasa en el conjunto de la producción regional, aportan una quinta parte de la producción nacional de estas fuentes renovables.

El carbón se extrae sobre todo en las cuencas mineras del Bierzo, norte de León y en el norte de Palencia; junto a las zonas mineras están establecidas centrales termoeléctricas:

Centrales térmicas en Castilla y León

Nombre Localidad Provincia Propietario

Central térmica de Anllares Páramo del Sil León Unión Fenosa, Endesa

Central térmica de Compostilla II Cubillos del Sil León Endesa

Central térmica de La Robla La Robla León Unión Fenosa

Central térmica de Velilla Velilla del Río Carrión Palencia Iberdrola

La energía hidroeléctrica se ubica sobre todo en el Duero (Ricobayo, Almendra, Aldeadávila…). El escasísimo petróleo que se produce se localiza en el norte de Burgos (Ayoluengo), donde está también la única central nuclear de la Región (Garoña). La energía eólica predomina sobre todo en las provincias de Burgos y Soria.

En la distribución del consumo de la energía final, en la que Castilla y León participa en una proporción mucho menor de lo que lo hace en la producción con respecto al total de España, sigue, en cambio, un patrón muy similar al español: los productos petrolíferos y el gas natural totalizan las cuatro quintas partes del consumo tanto en Castilla y León como en el conjunto de España, aunque la presencia del gas en nuestra región sea superior. Le sigue el consumo de la electricidad -cuya fuente originaria puede ser la hidráulica, la nuclear o la térmica-, y finalmente el carbón.

3.3 - La política energética nacional.

El primer Plan Energético Nacional (PEN) data de 1978, en que se inicia la política española en relación con la producción y consumo de la energía, tras la crisis energética de 1973. El tiempo trascurrido es, pues, suficiente para considerar este aspecto un factor que influye, para bien o para mal, en la realidad energética española actual.

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El primer PEN nació con la intención de perdurar hasta 1987, pero en vista de su ineficacia sucesiva se reformuló tres veces durante este período. Sólo el PEN aprobado en 1991 ha durado el plazo decenal previsto, hasta el año 2000; el siguiente concluyó recientemente, el Plan de Fomento de las Energías Renovables de 2000 a 2010, pero también con reformas, y el actual entró en vigor hace unos meses.

Los objetivos de todos los PEN han sido básicamente los mismos: reducir la participación del petróleo en la estructura del consumo, ir reforzando otras energías más tradicionales, como el carbón y la hidroelectricidad, aunque en el caso del carbón mediante tecnologías y aprovechamientos renovados, aumentar la participación del gas natural y reforzar la producción energética propia a través de las energías renovables.

A la hora de evaluar el resultado de los diversos planes, resulta evidente que los diez primeros años fueron absolutamente ineficaces, sobre todo debido a la falta de decisión política para imponer ajustes a consumidores y productores en una etapa política dominada por la prioridad de lograr una transición pacífica a la democracia.

El PEN de 1991-2000, en el que se añadió la exigencia medioambiental impuesta por la UE, tuvo unos efectos positivos evidentes, aunque bastante limitados. La diversificación se ha logrado a medias: ha aumentado el uso del carbón, pero en una proporción menor de la prevista, mientras que el gas ha aumentado en mayor proporción y la reducción en el consumo del petróleo no ha alcanzado las cotas previstas. La demanda energética ha seguido aumentado durante este período por encima de lo previsto, sin que se haya logrado acercar la eficiencia energética española a la media de nuestro entorno europeo. Por lo demás los objetivos relacionados con las energías renovables y con la reducción de los impactos ambientales han estado por debajo de las previsiones y de las necesidades.

El Plan de Fomento de las Energías Renovables 2000-2010 pretendió alterar bastante la participación y estructura de las mismas. Al iniciarse el Plan la energía renovable utilizada casi en exclusiva era la hidroelectricidad, que suponía más del 90% de las energías renovables. Ante la ineficacia del Plan, en agosto de 2005 fue aprobado por Acuerdo del Consejo de Ministros el Plan de Energías Renovables para el período 2005-2010. El Plan fue elaborado con el propósito de reforzar los objetivos prioritarios de la política energética, que son la garantía de la seguridad y calidad del suministro eléctrico y el respeto al medio ambiente, y con la determinación de dar cumplimiento a los compromisos de España en el ámbito internacional (Protocolo de Kioto, Plan Nacional de Asignación) y a los que se derivan de nuestra pertenencia a la UE. Los objetivos de este Plan apuntaban a que el 12,1% del consumo de energía primaria para 2010 fuera abastecido por las energías renovables, además de una producción eléctrica con estas fuentes del 30,3% del consumo bruto de electricidad y un consumo de biocarburantes del 5,83% sobre el consumo de gasolina y gasóleo para el transporte en ese mismo año.

El objetivo fue logrado para la electricidad (en 2010, el 35% del total de la demanda eléctrica se cubrió a partir de fuentes de energía renovable, que se convertían así en la primera fuente de generación eléctrica del país), estando más lejos del cumplimiento del 12% de energía primaria (9.4% en 2009).

Por último, el Ministerio de Industria Turismo y Comercio, ha aprobado la Planificación Energética Indicativa y el Plan de Energías Renovables 2011-2020 (PER). La Planificación Energética Indicativa dibuja el horizonte energético para el conjunto del sistema energético español en el año 2020, mientras que el Plan de Energías Renovables

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tiene el objetivo de lograr, tal y como indica la correspondiente Directiva comunitaria, que en el año 2020 al menos el 20% del consumo final bruto de energía en España proceda de fuentes renovables.

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CONCEPTOS.

Fuentes de Energía: Recursos naturales que permiten obtener energía útil para diversas aplicaciones (industriales, domésticas…).Se pueden clasificar de distinta forma atendiendo a su capacidad de renovación a medida que se consume, así tenemos las Renovables o No Renovables; o atendiendo a su grado de aprovechamiento económico, energías Primarias o Secundarias.

Energías renovables: Fuentes de energía que tienen un proceso de regeneración continuado, por lo que son inagotables aunque experimente fluctuaciones de intensidad. Tipos: solar, eólica, hidráulica, geotérmica, maremotriz y biomasa. España cuenta con un Plan de Energías Renovables (PER), destinado a fomentarlas por ser limpias, descentralizadas y mejorar el autoabastecimiento energético.

Central hidroeléctrica: Instalación que aprovecha la energía primaria hidráulica para transformarla en energía secundaria eléctrica. Su uso se difundió, a costa de la energía termoeléctrica, cuando se pudo llevar a cabo el transporte a distancia de la energía eléctrica gracias, entre otros adelantos, al uso de transformadores, que elevan la potencia para su transporte y la reducen para su uso.

Energía nuclear: Aquella que se basa en el proceso de fisión del átomo, aunque también se puede hablar de la termonuclear cuando deriva de un proceso de fusión.

Oleoducto: Conducción utilizada para el transporte de petróleo y sus derivados a grandes distancias. Los oleoductos se hacen de tubos de acero o plástico y, en general, se construyen sobre la superficie; sin embargo, en áreas urbanas o de mayor impacto medioambiental se entierran bajo la superficie.

Gaseoducto: Conducción que sirve para transportar gases combustibles a gran escala. Consiste en una conducción de tuberías de acero, enterradas en zanjas, por las que el gas circula a alta presión, desde el lugar de origen.

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PRÁCTICAS. Comentario de mapas temáticos y/o gráficos referidos a la producción y/o consumo de energía. Comentario de estadísticas.

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