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Transmedia: aprender a narrar JULIO 15, 2012 REDACCIÓN Por Alfredo Caminos Imaginemos alguien que captura, con un celular o móvil, imágenes y sonidos. En pocos minutos hace una edición en el propio teléfono y lo cuelga en una de las redes sociales ¿Es una obra audiovisual? Sí ¿Necesita guión? No. Si decimos guión nos referimos a un texto narrativo escrito donde la obra se interpreta de la lectura textual. Pero claro, guión, en un sentido moderno y más actualizado, es una narración o argumentación de una estructura que contiene lo temático. Esté o no escrito en un papel o en un software de ordenador. Volvemos al ejemplo. Si hubiese un guión escrito de por medio, la obra no se habría realizado, porque la supuesta guía de producción hubiese ralentizado o frenado el acto creativo. Y esta consideración está más allá de que sea ficción o documental o una mezcla o una indefinición. El propio aparato o dispositivo de construcción es el guión, el medio tecnológico es el guión y la forma. En este caso, escribir en papel (real o digital pero escribir al fin) sería la muerte del producto si el destino es un solo operador y con un único aparato de construcción. Ante esta situación, lo que desaparece es el guión tradicional entendido como papel escrito para otros trabajadores, para un proceso de producción que involucra personas u operadores de variadas formas que necesita el guión (papel) como forma de comunicación. El operador de Transmedia o narraciones similares, cuando trabaja solo, no requiere de comunicarse con otros. Es más, debería necesitarlo pero su acto de creación está por encima del proceso de escritura. Supera la necesidad y se aleja de la comunicación. Cuando hay un trabajo más industrial sí se necesita alguna forma de participación, tal vez en menor frecuencia si lo comparamos con una década atrás cuando no se concebía a los “prosumidores”. En todo caso, el guión tradicional seguirá vivo para quien lo prefiera, le convenga y para producciones muy controladas; pero para las producciones transmediales, donde prima la velocidad a la calidad, la sorpresa al medio de difusión, la obra antes que lo habitual, el guión no existe o no debe denominarse de esa manera. Miles de cibercreadores o digitalcreadores odiseñoescritores se lanzan a la producción con móviles, fotografían y escriben, hacen vídeos y dibujan, sin haber redactado una línea de texto ¿Cuál era la función del guión? Guiar la planificación de un rodaje para que hubiese orden y control de los gastos.

Transmedia

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Page 1: Transmedia

Transmedia: aprender a narrar JULIO 15, 2012 REDACCIÓN

Por Alfredo Caminos

Imaginemos alguien que captura, con un celular o móvil, imágenes y sonidos. En pocos minutos

hace una edición en el propio teléfono y lo cuelga en una de las redes sociales ¿Es una obra

audiovisual? Sí ¿Necesita guión? No.

Si decimos guión nos referimos a un texto narrativo escrito donde la obra se interpreta de la lectura

textual. Pero claro, guión, en un sentido moderno y más actualizado, es una narración o

argumentación de una estructura que contiene lo temático. Esté o no escrito en un papel o en un

software de ordenador.

Volvemos al ejemplo. Si hubiese un guión escrito de por medio, la obra no se habría realizado,

porque la supuesta guía de producción hubiese ralentizado o frenado el acto creativo. Y esta

consideración está más allá de que sea ficción o documental o una mezcla o una indefinición.

El propio aparato o dispositivo de construcción es el guión, el medio tecnológico es el guión y la

forma. En este caso, escribir en papel (real o digital pero escribir al fin) sería la muerte del producto

si el destino es un solo operador y con un único aparato de construcción. Ante esta situación, lo que

desaparece es el guión tradicional entendido como papel escrito para otros trabajadores, para un

proceso de producción que involucra personas u operadores de variadas formas que necesita el guión

(papel) como forma de comunicación.

El operador de Transmedia o narraciones similares, cuando trabaja solo, no requiere de comunicarse

con otros. Es más, debería necesitarlo pero su acto de creación está por encima del proceso de

escritura. Supera la necesidad y se aleja de la comunicación. Cuando hay un trabajo más industrial sí

se necesita alguna forma de participación, tal vez en menor frecuencia si lo comparamos con una

década atrás cuando no se concebía a los “prosumidores”.

En todo caso, el guión tradicional seguirá vivo para quien lo prefiera, le convenga y para

producciones muy controladas; pero para las producciones transmediales, donde prima la velocidad

a la calidad, la sorpresa al medio de difusión, la obra antes que lo habitual, el guión no existe o no

debe denominarse de esa manera. Miles de cibercreadores o digitalcreadores odiseñoescritores se

lanzan a la producción con móviles, fotografían y escriben, hacen vídeos y dibujan, sin haber

redactado una línea de texto ¿Cuál era la función del guión? Guiar la planificación de un rodaje para

que hubiese orden y control de los gastos.

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En ese panorama ¿hay que aprender Transmedia? ¿guión audiovisual o guión transmedia? ¿Cuál

sería, hoy, la función de un guión transmedial, hipertextual o de nuevos formatos? A menudo vemos

que no hay planificación, tal vez no existe rodaje o grabación muy preparada (al menos con

suficiente antelación), los costos han disminuido, la calidad deja lugar a la inmediatez. Debemos

considerar que la calidad actual de los productos ha mejorado sustancialmente gracias al

perfeccionamiento de la tecnología. Repetimos la pregunta, ¿se necesita guión? Y la respuesta ahora

es “sí”.

Se vuelve más necesario saber de guión, conocer de narración audiovisual. Es imprescindible

dominar el campo de la comunicación audiovisual, del periodismo televisual, del documental

tradicional y de la variedad de estructuras, personajes y resultados de la obra en la variedad de

pantallas. Existirá un conocimiento pormenorizado, amplio y detallado de las múltiples estrategias

narrativas de la ficción, de los formatos, de la serialidad, por parte de los narradores, que les

permitirá, sin redactar la mínima línea, lanzarse a la arena transmediática en busca de contar lo que

deseen escribiendo directamente en el dispositivo, en la aplicación o en la herramienta digital que

tengan más próxima el operador. Simplemente, planificar sin limitar el acto creativo, tanto sea en la

producción individual como en la industrial.

Lo importante ahora será, precisamente, el aprendizaje del guión audiovisual, la posibilidad de

interpretar los nuevos dispositivos, enseñar y aprender de narraciones audiovisuales, de formatos, de

aplicaciones. Será, contrariamente a lo esperado, cuando más haya que saber de guión, de narración

audiovisual, porque no habrá tiempo de escribirlo en papel y habrá que operar las herramientas y la

tecnología valiéndose de un guión que sólo existe en la memoria y que se construye a medida que

fluye en el montaje.

“Con las redes de Internet, en cambio, hay una desvinculación de la narración y el establecimiento

de un ritual no emotivo sino interactivo, no contemplativo sino activo” (Vilches, 2001: 202). Por

tanto, y por todo lo expuesto, la aplicación del guión audiovisual a Transmedia y la velocidad de

creación de la obra como en el presente, nos obliga a enseñar y aprender más de narrativas, de

audiovisual, de la Historia del Guión. Sólo los que dominen con arte y ciencia la Narrativa

Audiovisual, podrán crear con calidad la mejor comunicación, sin usar el papel, pero escribiendo en

el dispositivo. Ahora, más que nunca, es necesaria la formación de narradores transmediales de base

audiovisual.

Bibliografía

PORTO RENÓ, D. (2008). El montaje audiovisual como base narrativa para el cine documental

interactivo: nuevos estudios. Revista Latina de Comunicación Social, 63, 83-90.

Recuperado dehttp://www.ull.es/publicaciones/latina/_2008/08_Brasil/2008_Denis_Porto.html

RUIZ MUÑOZ, M. J. (2007). La agenda temática en el discurso cinematográfico

contemporáneo. Razón y palabra, 56.

Recuperado de http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n56/mruiz.html

VILCHES, L. (2001). La migración digital. Barcelona: Gedisa.