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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla hacia el 5 de juniode 1599 Madrid,de de agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.

Velázquez

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Evolució de l'obra de Velázquez

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla hacia el 5 de juniode 1599 – Madrid,de de agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.

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Vieja friendo huevos

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La cena de Emaús Los tres músicos

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El aguador de Sevilla

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PRIMERA ETAPA MADRILEÑA (1623-1629)

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El triunfo de Baco, (1628-29)

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Retrato del infante Don Carlos(1626-27). Elegante y austero, todavía

con iluminación tenebrista, resalta su rostro y sus manos iluminados sobre un fondo de penumbra.

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PRIMER VIAJE A ITALIA (1629-1631)

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La fragua de Vulcano (1630). Obra esencial para entender su evolución en su

primer viaje a Italia. La atmósfera ha superado las limitaciones del tenebrismo y los cuerpos se modelan en un espacio real y no emergen en una sombra envolvente.

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La villa Medici en Roma (1630). Captó con

insólita modernidad el movimiento fluctuante de los reflejos, una técnica que desarrollarán los impresionistas

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SEGUNDA ETAPA MADRILEÑA (1631-49)

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Felipe IV de castaño y plata,

pintado hacia 1631-1636, es de los primeros donde cambió su técnica buscando la impresión visual. El conjunto parece plasmado meticulosamente pero consiguió los efectos del vestido y de las mangas mediante manchas y toques irregulares

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La rendición de Breda o Las lanzas

Este cuadro estaba destinado a decorar el gran Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, junto con otros cuadros de batallas de varios pintores. El Salón de Reinos se concibió con el fin de exaltar a la monarquía española y a Felipe IV.

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En esta obra encontró una nueva forma de captar la luz. Velázquez ya no emplea el modo «caravaggista» de iluminar los volúmenes con luz intensa y dirigida, como había hecho en su etapa sevillana. La técnica se ha vuelto muy fluida.

Sobre la marcha modificó la composición varias veces borrando lo que no le gustaba con ligeras superposiciones de color. Así las lanzas de los soldados españoles se añadieron en una fase posterior.

En la escena representada el general español Ambrosio Espinola recibe del holandés Justino de Nassau las llaves de la ciudad conquistada. Las condiciones de la rendición fueron excepcionalmente benignas y se les permitió a los vencidos salir de la ciudad con las armas. La escena es una invención pues realmente el acto de entrega de llaves no existió.

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Felipe IV a caballo

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El príncipe Baltasar Carlos a caballo

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Don Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares 1634 - 1635 Lienzo. 3,13 x 2,39 Museo del Prado, Madrid.

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El bufón Calabacillas(1637-39). Uno

de los retratos más angustiosos de Velázquez. Se representa al bufón de forma realista con sus manos de epiléptico y el estrabismo evidente en su mirada y su sonrisa provocada por un gesto deforme y asimétrico

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Francisco Lezcano, "el Niño de Vallecas" El bufón don Diego de

Acedo, el primo

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Pablo de Valladolid (1636-37).

Sin suelo, ni fondo, crea el espacio por medio de la sombra, realzada por la diagonal en profundidad. Este retrato fue de los más admirados por Manet que dijo: «...El fondo desaparece. Es aire lo que rodea al hombrecillo...»

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Magistral desnudo por la fusión que demuestra de serenidad, dignidad y nobleza. Es un desnudo frontal, sin el apoyo de escena narrativa, con el que Velázquez hace un alarde de maestría y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura

El Cristo crucificado, o Cristo de San Plácido

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SEGUNDO VIAJE A ITALIA (1649-51)

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Juan de Pareja (1649-50).

Este retrato de su esclavo morisco fue expuesto en el pórtico del Panteón el día de San José. En tonos verdosos, lo representó con porte elegante y seguro de sí.

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Inocencio X Pamphili, elegido Papa

en 1644. Su retrato, obra de Velázquez, está considerado como una absoluta obra maestra, uno de los mejores de todo el siglo XVII. Velazquez retrata al Papa con el sereno realismo de un notario, sin esconder los aspectos negativos: vemos un hombre de aspecto inquietante, inteligente y desconfiado, de modales bruscos, obstinado y de cierta doblez. Dicen que el Papa comentó: “troppo vero”, demasiado real.

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Venus del espejo

Representa a la diosa Venus en una pose erótica, tumbada sobre una cama y mirando a un espejo que sostiene el dios del amor sensual, su hijo Cupido. Se trata de un tema mitológico al que Velázquez, como es usual en él, da trato mundano. No trata a la figura como a una diosa sino, simplemente, como a una mujer.

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Última década: su cumbre pictórica

(1651-60)

En junio de 1651 regresó a Madrid con numerosas obras de arte. Poco después, Felipe IV lo nombró Aposentador Real, lo que le encumbró en la corte y añadió fuertes ingresos que se sumaron a los que ya recibía como pintor, ayuda de cámara, superintendente y en concepto de pensión. Aparte recibía las cantidades estipuladas por los cuadros que realizaba. Sus cargos administrativos le absorbieron cada vez más, incluido el de Aposentador Real, que le quitaron gran cantidad de tiempo para desarrollar su labor pictórica.1 Aun así, a este periodo corresponden algunos de sus mejores retratos y sus obras magistrales Las Meninas y Las Hilanderas

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Las Meninas

(1656). 318x276cm. Este complejo lienzo es la cima de su pintura. La maestría de su luz hace sentir como verdadero el aire de la habitación.

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Se aprecia su último estilo: trazos largos y sueltos en los contornos y pinceladas breves en los toques de luz, fundamentalmente en los vestidos.

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El rostro de la Infanta Margarita está tratado con tenues sombras y luminosos toques que dan ligereza a su cabello y modelan su figura, obteniéndose uno de los mejores efectos lumínicos en la obra del artista.

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La fábula de Aracne (Las hilanderas)

Durante mucho tiempo se consideró a estas Hilanderas como un cuadro de género en el que se mostraba una jornada de trabajo en el taller de la fábrica de tapices. En primer plano se ve una sala con cinco mujeres (hilanderas) que preparan las lanas. Al fondo, detrás de ellas, y en una estancia que aparece más elevada, aparecen otras tres mujeres ricamente vestidas, que parecen contemplar un tapiz que representa una escena mitológica. Durante mucho tiempo se consideró éste su único asunto. Sin embargo, debemos resistirnos a interpretarlo como una sencilla escena cotidiana.

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Hoy se admite que el cuadro trata un tema mitológico: La Fábula de Atenea y Aracne, en una escena del mito de Aracne que se describe en el libro sexto de Las metamorfosis de Ovidio La joven Aracne afirmó que podría competir con la Diosa Atenea, inventora de la rueca, tejiendo el tapiz más hermoso. La escena del primer término retrataría a la joven a la derecha, vuelta de espaldas, trabajando afanosamente en su tapiz. A la izquierda, la Diosa Atenea finge ser una anciana, con falsas canas a sus sienes. Sabemos que se trata de la Diosa porque, a pesar de su aspecto envejecido, Velázquez muestra su pierna, de tersura adolescente. En el fondo, se representa el desenlace de la fábula. El tapiz confeccionado por Aracne está colgado de la pared: su tema constituye una evidente ofensa contra Palas Atenea, ya que Aracne ha representado varios de los engaños que utilizaba su padre, Zeus, para conseguir favores sexuales de mujeres y diosas. Frente al tapiz, se aprecian dos figuras: son la diosa, ataviada con sus atributos (como el casco) y ante ella la humana rebelde, que viste un atuendo de plegados clásicos. Están colocadas de tal manera que parecen formar parte del tapiz. Otras tres damas contemplan cómo la ofendida diosa, en señal de castigo, va a transformar a la joven Aracne en araña, condenada a tejer eternamente.

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Detalle de la zona central, (1658). La composición se organiza en distintos planos de luz y de sombra muy contrastados entre ellos. Según los especialistas en este cuadro es donde alcanzó mayor dominio de la luz. La mayoría de las figuras están difuminadas, definidas con toques rápidos que provocan esa borrosidad.

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Su último estilo: Pintura alla prima, rápida y espontánea, con yuxtaposición y superposición de pinceladas que a distancia logra los efectos visuales requeridos.

La infanta Margarita en azul