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Maximiliano “Chano” Garrido Zabala El alcalde que le cambió la cara a Montero. Hombre de múltiples facetas, que a lo largo de sus 75 años, supo sortear las barreras y los retos que la vida le deparó. “Estudie hasta quinto curso, porque la educación primaria en esa época estaba limitada hasta allí”, nos cuenta don Maximiliano Garrido Zabala, hombre de múltiples facetas, que a lo largo de sus 75 años, supo sortear los obstáculos y retos que la vida le deparó. Muy conocido, desde su tierna infancia, como “Chano”, nuestro personaje nació en el Monte de la Víbora un 11 de febrero de 1925, siendo sus progenitores don Rigoberto Garrido y doña Liberata Zabala. Sin mucho esfuerzo rememora sus años de juventud y la innata afición por los vehículos motorizados que, allá por el año 1939, hacían su aparición en el Norte Cruceño, cuando el monte alto y tupido llegaba hasta la entrada misma de lo que hoy es la ciudad de Montero. UN SUEÑO HECHO REALIDAD A fines de 1939, a sus juveniles 17 años, el sueño de “Chano” se vuelve realidad cuando el español, José Jus, le confía la conducción de una camioneta, similar a la de don Luciano Paz, más dos automóviles Ford IV, uno del japonés Sirasawa y otro del alemán Ernesto Kunn, y un colectivo de don José Bruno, conformaba el parque automotor del incipiente servicio de transporte público. En tiempo seco, un viaje de Montero a Santa Cruz demoraba entre cinco a 6 horas, pero cuando llovía esos caminos eran un verdadero infierno. Viajar en esas épocas era toda una odisea, recuerda nuestro entrevistado y luego con un dejo de añoranza nos dice que en esa carretera se hizo hombre de verdad, porque fueron diez años de su existencia detrás del volante, al igual que otros esforzados hombres de esos tiempos, que estaban apuntalando un futuro de progreso imparable en esta región norteña. MI BUENOS AIRES QUERIDO En la década de los cuarenta, cuando se produce el auge del caucho, el llamado oro negro de la siringa del Beni, el contrabando hacia la Argentina creó fortunas incalculables “de la noche a la mañana”, a hombre con espíritu aventurero y de gran temple, que aprovecharon la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de Alemania de contar con este producto estratégico.

Historias para contar

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Maximiliano “Chano” Garrido ZabalaEl alcalde que le cambió la cara a Montero.

Hombre de múltiples facetas, que a lo largo de sus 75 años, supo sortear las barreras y los retos que la vida le deparó.

“Estudie hasta quinto curso, porque la educación primaria en esa época estaba limitada hasta allí”, nos cuenta don Maximiliano Garrido Zabala, hombre de múltiples facetas, que a lo largo de sus 75 años, supo sortear los obstáculos y retos que la vida le deparó. Muy conocido, desde su tierna infancia, como “Chano”, nuestro personaje nació en el Monte de la Víbora un 11 de febrero de 1925, siendo sus progenitores don Rigoberto Garrido y doña Liberata Zabala. Sin mucho esfuerzo rememora sus años de juventud y la innata afición por los vehículos motorizados que, allá por el año 1939, hacían su aparición en el Norte Cruceño, cuando el monte alto y tupido llegaba hasta la entrada misma de lo que hoy es la ciudad de Montero.

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

A fines de 1939, a sus juveniles 17 años, el sueño de “Chano” se vuelve realidad cuando el español, José Jus, le confía la conducción de una camioneta, similar a la de don Luciano Paz, más dos automóviles Ford IV, uno del japonés Sirasawa y otro del alemán Ernesto Kunn, y un colectivo de don José Bruno, conformaba el parque automotor del incipiente servicio de transporte público.

En tiempo seco, un viaje de Montero a Santa Cruz demoraba entre cinco a 6 horas, pero cuando llovía esos caminos eran un verdadero infierno. Viajar en esas épocas era toda una odisea, recuerda nuestro entrevistado y luego con un dejo de añoranza nos dice que en esa carretera se hizo hombre de verdad, porque fueron diez años de su existencia detrás del volante, al igual que otros esforzados hombres de esos tiempos, que estaban apuntalando un futuro de progreso imparable en esta región norteña.

MI BUENOS AIRES QUERIDO

En la década de los cuarenta, cuando se produce el auge del caucho, el llamado oro negro de la siringa del Beni, el contrabando hacia la Argentina creó fortunas incalculables “de la noche a la mañana”, a hombre con espíritu aventurero y de gran temple, que aprovecharon la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de Alemania de contar con este producto estratégico.

Don “Chano” fue tentado, junto a otros cinco chóferes, para transportar las “bolachas ahumadas”, desde Santa Cruz hacia la reina del Plata. “Fueron cinco viajes los que realizaron y aparte del sacrificio de los pésimos e inexistentes caminos hacia Yacuiba, el premio mayor era estar en Buenos Aires.

“Joven bien plantao y con buenos patacones en el bolsillo, usted amigo se puede imaginar el resto… Qué tiempos aquellos”, recalca.

LOS IDEALES POLÍTICOS

En todo hombre están encendidos, de una u otra manera, los ideales y el fuego de la rebeldía, don Chano y otros amigos de su edad, cuando hacía contrato de chófer

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en Portachuelo, se constituye en uno de los fundadores del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Era el año de 1943.

Percibía que el programa del MNR estaba la solución a los graves problemas sociales en que se desenvolvían las grandes mayorías del país y, sobre todo, la del hombre de las llanuras grigotanas, pobres de solemnidad, sin esperanza de un mañana mejor para él y sus hijos.

La tenencia de las tierras en manos de unos cuantos terratenientes en desmedro de los “cambas”, que de tierra sólo tenían el pozo donde los enterraban cuando morían, dejando como herencia a sus descendientes las interminables deudas que nunca se podían pagar a los patrones. “Hasta hoy mantengo mi identidad política y desde el triunfo de la revolución en 1952, he luchado con todas mis fuerzas para que cada habitante de acá tenga techo propio para vivir y tierras para labrar un mejor destino”, subraya don Maximiliano.

CHANO ALCALDE

Desde el 9 de abril de 1952 a 1957, Montero tuvo 2 alcaldes: el primero don Ángel Alberto Limpias (+) – Piculivi- y don Horacio Paz Parada, y desde febrero del mismo año hasta 1962, con intervalo de tres meses cuando Orlando Roca León ocupó esa situación, don Maximiliano Garrido, llevó adelante una gestión edilicia que es reconocida hoy, como el motor que permitió un sostenible progreso de la naciente urbe montereña.

En sus relatos refleja los años “bravos” del canibalismo político entre facciones de “moronistas, julistas y lechinistas” , que eran del MNR, pero peleaban entre sí por lo que hoy se llama “cuotas de poder”.

Muchas veces la sangre llegó al río y la intranquilidad era permanente, sin embargo el alcalde, nuestro amigo Chano, se sustrajo de esos problemas y decidido se lanzó a abrir nuevas calles, ampliando de esta manera el radio urbano de la población.

NUEVOS ASENTAMIENTOS

Como si fuera ayer, don Garrido Zabala, nos comenta que en 1961, producto de un convenio con don Felipe Díaz N., este ciudadano sede a título gratuito alrededor de 40 hectáreas de terreno, ubicado en lo que hoy es la calles Isaías Parada, al Norte y al este, hasta la circunvalación y parte de lo que es el barrio Monasterio Da Silva.

Señala que por el actual radio urbano corría un arroyo que se bifurcaba por distintos cauces, de ahí el primigenio nombre del Monte de la Víbora. “Existían grandes curichones y grandes pozas y el trabajo de desmontar y abrir nuevas calles, inclusive la hoy avenida Kennedy, era una esforzada labor que se requirió la participación de motoniveladoras de la empresa Thompson, que en ese tiempo iniciaban los proyectos I y IV, que son las carreteras Guabirá - Minero - Chané y Guabirá – Yapacaní.

“Beneméritos de la Guerra del Chaco, sindicato de transportistas, empleados de la Alcaldía, Sancho, Pedro y Martín se beneficiaron con la dotación de un lote de terreno”, nos revela don Chano, agregando que alguna vez le preguntaron sus hijos si él había aprovechado esta situación para hacerse dueño de un lote, los que nos cuenta que les decía sí, que tenía uno seguro, “pero en el cementerio”.

OTROS LOGROS

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Durante su larga gestión edilicia, don Chano logró comprar, a la familia de don Francisco Moreno el antiguo edificio donde hace algunos años funcionaban las oficinas del gobierno municipal.

Con los ímpetus de un hombre de acción mandó construir la actual plaza de armas de la ciudad. “Los toborochis, motoyoés, gallitos colorados, y palmeras que hoy son la sombra y el frescor de los que vienen a buscar solaz y esparcimiento en el paseo público, fueron plantados en mi gestión”, nos revela don Garrido.

Se podría escribir todo un libro de los logros y acontecimientos que acompañaron el despertar de un pueblito abúlico y tranquilo en su transición futura, de lo que hoy es Montero y del verdadero valor de sus hombres y mujeres; lo más, escribieron en forma anónima las páginas de su esforzada labor y fundamentalmente de su fe en un mañana mejor, siendo un ejemplo para que las nuevas generaciones de montereños sigan jalonando sin descanso ni “pascanas”, el progreso de la ciudad y la región.

Eso sí. Honrando a aquellos patricios que como don Garrido estuvieron presentes y en el momento adecuado sabiendo levantar en alto la bandera verde – blanco - verde, símbolo de igualdad y justicia social.

Doña Erlinda Flores de RiveroPionera en la profesionalización de la mujer montereña

El instituto “Nuevo Amanecer”, de propiedad de nuestra entrevistada, fue el primer instrumento donde el sector femenino del Norte integrado pudo obtener una profesión vocacional.

En los albores de la transformación del villorrio de San Ramón de la Víbora hasta llegar hoy a lo que es Montero, una de las capitales provinciales más dinámicas del país, hubo una suma de esfuerzos y voluntades orientadas a ese objetivo.

Es así que en la región norteña en particular nuestra ciudad, tuvo desde principios de este siglo una interesante y variada migración externa e interna, la misma que se acentúa en forma notable a partir de la década de los cincuenta, con el proyecto de la creación del Ingenio Azucarero Guabirá.

Atraídos por la esperanza de mejores días y de nuevas oportunidades, miles de hombres y mujeres venidos desde otros lugares se desperdigan a lo largo y ancho de la geografía del Norte cruceño, como si esta en verdad fuera la tierra prometida.

Unos llegaron porque percibían que el futuro estaba aquí, otros como el caso los esposos Rivero – Flores en cumplimiento de un destino de trabajo.

Don Guillermo Rivero había sido designado Pastor de la primera Iglesia Bautista de Montero una vez instalados y después de permanecer un año en esta población doña Erlinda Flores, mujer intuitiva y de grandes iniciativas, advierte que no existía ningún instituto de profesionalización para la mujer.

“NUEVO AMANECER”

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Con el título de profesora de materias vocacionales, doña Erlinda toma una decisión extraordinaria, que gravitó positivamente en el sector femenino de la región, y que a partir del 2 de febrero de 1966 tiene la oportunidad de mejorar su condición económica y de autoestima, al tener un instituto de profesionalización.

Bajo la razón social de “Nuevo Amanecer”, la empresa inicialmente dicta curso de Corte y Confección para damas, con el tiempo se incorporan nuevas carreras, como ser Sastrería para caballeros y damas, Bordados a Máquina, Belleza Integral y en el rubro de las manualidades Macramé y Bordado en Cinta, estampado en tela, porcelana fría y otras.

Esta academia desde sus inicios estaba cimentada por una extraordinaria dosis fe y la inquebrantable voluntad de triunfar siempre con la prerrogativa de ser instrumento para que la mujer, cualquiera fuera su condición social, pudiera obtener un oficio que aunque sea sencillo le permitiera tener la independencia económica para afrontar con armas nobles, los avatares de la lucha diaria por la vida.

Nuestra distinguida entrevistada nacida en el Valle de Cochabamba nos comenta con toda seguridad que la tierra de uno no es necesariamente donde se vino al mundo, es donde uno encontró el destino y el espacio para trabajar y progresar, tal como nosotros lo hemos hecho, brindándonos íntegros en la cotidiana labor y la formación de nuestros hijos que gracias a Dios tampoco nos defraudaron, enfatiza.

MUJER DEL AÑO

En la oportunidad de cumplir Bodas de Plata, la gestora de la academia profesional “Nuevo Amanecer” con más de dos mil egresadas a lo largo de su fructífera labor a favor de la mujer fue distinguida por la Asociación Boliviana de Secretarias filial Norte, como la Mujer del año, reconociendo de esta manera el valioso aporte de Erlinda Flores de Rivero a la profesionalización del sector femenino, identificándola como la primera en estas actividades, cuando la llaman “Liberación Femenina” todavía era la utopía.

Doña Erlinda rememora esos gratos momentos y nos comenta que aún no ha pensado en dejar esta actividad porque representa de alguna manera el aprecio de una sociedad para una labor a la que entregamos parte de nuestra existencia, comenta.

A sus 63 de vida nuestra entrevistada, con el mismo ímpetu de sus años juveniles, sigue manejando con mano y segura la dirección de la decana de la academias profesionales de Montero, y declara que las tareas se le han alivianado desde el año pasado, cuando pasó a la jubilación después de prestar los servicios de profesora de materias vocacionales en el colegio Evangélico Metodista de nuestra ciudad.

UNA MUJER REALIZADA

Erlinda Flores de Rivero pese a las recargadas labores que ella misma se impuso jamás olvido su rol de madre y esposa y recuerda con precisión los largos años de lucha junto a su esposo, en el afán lógico de cimentar y asegura el futuro de su familia.

Y es aquí en Montero donde nacieron sus cuatro hijos de los cuales se siente orgullosa y no es para menos Carlos el mayor de la prole, es arquitecto, Ruth

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Elizabeth, médica cirujano; Mery Virginia, odontóloga y el “surrapo” Hugo cursa actualmente la carrera de Ingeniería Electrónica.

Nuestro paso por la vida es breve, afirma doña Erlinda y agrega que vamos dejando a nuestro paso, que es la prolongación de nuestra existencia, se ven reflejado en los hijos y es responsabilidad de los padres señalarle el camino recto y honrado, para que mañana nos recuerden con gratitud y ellos hagan lo mismo con sus propios hijos, siguiendo el ejemplo que les a inculcado, manifiesta.

Al concluir nos confiesa con sinceridad su amor por esta tierra que con generosidad le brindó muchos afectos y amistades, los que también fueron devueltos con la misma intensidad con la que se les ofrecieron, y donde encontraron un lugar para desarrollar sus actividades enmarcada en el respeto a los semejantes y al innata vocación de servicio que perdura hasta hoy.

En este nuevo siglo pierde a su esposo en 17 de agosto del 2006 este triste acontecimiento no amilana el espíritu laborioso de esta gran mujer que rodeada de sus nietos sigue trabajado al frente de su academia pionera de la profesionalización de la mujer montereña.