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Los argumentos en contra de la inmunización son falsos Si alguien le dijera a Luis Pasteur o Jonah Salk, por citar solo a dos de los padres de las vacunas que, poco más de 200 años después de sus descubrimientos, algunas personas iban a desechar lo que tanto les costó idear, quizá no se lo creerían. Es normal, ya que, desde el punto de vista de la lógica, es difícil explicar por qué algunos padres optan por no in- munizar a sus hijos frente a las enfermedades más frecuentes. Pero, a día de hoy, existe un creciente movimiento antivacunas, justo cuando el ser humano está a punto de vencer algunas de las infecciones más comunes. Es el caso del sarampión: la resistencia a la vacunación contra esta enfermedad fue noticia en 2010 cuando se detectó un brote de saram- pión en un colegio del conocido barrio del Albaicín, que acabó provo- cando que un juez de Granada autorizara la vacunación forzosa de los pequeños. Porque, a pesar de lo que pueda parecer, vacunar a los niños no es obligatorio, como recuerda el doctor Francisco Álvarez, del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría. Eso sí, nin- gún médico con dos dedos de frente apoya las teorías antivacunas que pueblan internet.«Los movimientos antivacunas se han viralizado en la red», comenta el doctor Javier González de Dios, pediatra del Hospital Universitario de Alicante y editor de la revista Evidencias en Pediatría. ¡Simplemente, NO! ¿Vacunar es malo? La vacuna triple vírica provoca autismo El origen de este mito está en un facultativo que en 1998 publicó un trabajo en una de las revistas médicas más importantes del mun- do, The Lancet. En el estudio, el gastroen- terólogo Andrew Wakefield afirmaba que la administración de la vacuna contra la rubéo- la, las paperas y el sarampión se asociaba en algunos casos a síntomas similares a los que padecen los niños con autismo. Años después, un periodista británi- co descubrió que el trabajo fue un fraude. Wakefield había cobrado de padres que que- rían estafar a las farmacéuticas fabricantes de las vacunas, y muchos de los niños parti- cipantes en el trabajo resultaban estar sanos años después de figurar como autistas en el estudio de The Lancet . La polémica conclu- yó doce años más tarde cuando el Consejo General de Médicos del Reino Unido defi- nió la actuación de Wakefield como «desho- nesta e irresponsable» y The Lancet rechazó públicamente su trabajo. En España son pocos los grupos que siguen la fi- losofía antivacunas. Aun así los pediatras se pre- paran para aclarar las ideas a un padre que se nie- ga a vacunar a sus hijos. Con rigor científico y lenguaje claro no es difícil devolverles la cordura: a fin de cuentas, quieren lo mejor para sus hijos. Con las condiciones actuales, no son necesarias Es una creencia completamente falsa, pues- to que algunas de las vacunas que casi han eliminado enfermedades, como la hepatitis B, se introdujeron en la década de 1990, con condiciones higiénico-sanitarias muy simi- lares a las que existían una década antes. No son eficaces La idea de que la mayoría de las personas que enferman han sido vacunadas es otra falacia. Si se considera que la mayoría de los niños reciben vacunas y que estas no al- canzan el 100% de eficacia, es lógico que, si hay algún caso, sea en personas vacunadas. No hacen falta Se dice que, en ciertos países, las enferme- dades ya han sido eliminadas. Pero lo cierto es que la única enfermedad que ha sido erra- dicada es la viruela, y por eso ya no se vacu- na a los niños contra esta patología. Los lotes defectuosos son muy peligrosos Los antivacunas sostienen que «existen lo- tes defectuosos de vacunas asociados con un número mayor de incidentes adversos y defunciones que otros». Se trata de una idea fácilmente desmontable por los exhaustivos controles sanitarios que se aplican a todos los fármacos, incluyendo las vacunas. A largo plazo, producen efectos secundarios Los grupos antivacunas sostienen que «las vacunas ocasionan enfermedades e inclu- so la muerte, por no mencionar las posibles consecuencias a largo plazo que no se cono- cen aún». Este punto es el más desmentido por la evidencia científica, que ha demostra- do la seguridad de las inmunizaciones. Sobrecargan el sistema inmunitario Los antivacunas afirman que «la adminis- tración simultánea a un niño de varias vacu- nas para enfermedades diferentes aumenta el riesgo de efectos secundarios perjudicia- les y puede sobrecargar el sistema inmuni- tario». Los ensayos clínicos desmienten es- ta afirmación y apelan a la comodidad y a optimización de costes para justificar la ad- ministración simultánea de varias vacunas. Ainhoa Iriberri l La vacuna triple bacteriana causa muerte súbita Uno de los mitos más dañinos es el que establece un nexo entre la vacuna contra la difteria, el téta- nos y la tos ferina y el síndrome de muerte súbita del lactante. Este último y el autismo comparten una característica: se trata de situaciones muy dramáticas para las que la ciencia aún no ha dado ex- plicación. Sin embargo, sí ha dejado claro que no son las vacunas (que re- ciben la gran mayoría de los niños) las que explican estas desgracias. FALSO FALSO FALSO FALSO FALSO FALSO FALSO FALSO Foto: Getty.

¿Vacunar es malo?

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Los argumentos en contra de la inmunización son falsos

Si alguien le dijera a Luis Pasteur o Jonah Salk, por citar solo a dos de los padres de las vacunas que, poco más de 200 años después de sus descubrimientos, algunas personas iban a desechar lo que tanto les costó idear, quizá no se lo creerían. Es normal, ya que, desde el punto de vista de la lógica, es difícil explicar por qué algunos padres optan por no in-munizar a sus hijos frente a las enfermedades más frecuentes. Pero, a día de hoy, existe un creciente movimiento antivacunas, justo cuando el ser humano está a punto de vencer algunas de las infecciones más comunes.

Es el caso del sarampión: la resistencia a la vacunación contra esta enfermedad fue noticia en 2010 cuando se detectó un brote de saram-pión en un colegio del conocido barrio del Albaicín, que acabó provo-cando que un juez de Granada autorizara la vacunación forzosa de los pequeños. Porque, a pesar de lo que pueda parecer, vacunar a los niños no es obligatorio, como recuerda el doctor Francisco Álvarez, del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría. Eso sí, nin-gún médico con dos dedos de frente apoya las teorías antivacunas que pueblan internet.«Los movimientos antivacunas se han viralizado en la red», comenta el doctor Javier González de Dios, pediatra del Hospital Universitario de Alicante y editor de la revista Evidencias en Pediatría.

¡Simplemente, NO!

¿Vacunar es malo?

La vacuna triple vírica provoca autismoEl origen de este mito está en un facultativo que en 1998 publicó un trabajo en una de las revistas médicas más importantes del mun-do, The Lancet. En el estudio, el gastroen-terólogo Andrew Wakefield afirmaba que la administración de la vacuna contra la rubéo-la, las paperas y el sarampión se asociaba en algunos casos a síntomas similares a los que padecen los niños con autismo.

Años después, un periodista británi-co descubrió que el trabajo fue un fraude. Wakefield había cobrado de padres que que-rían estafar a las farmacéuticas fabricantes de las vacunas, y muchos de los niños parti-cipantes en el trabajo resultaban estar sanos años después de figurar como autistas en el estudio de The Lancet. La polémica conclu-yó doce años más tarde cuando el Consejo General de Médicos del Reino Unido defi-nió la actuación de Wakefield como «desho-nesta e irresponsable» y The Lancet rechazó públicamente su trabajo.

En España son pocos los grupos que siguen la fi-losofía antivacunas. Aun así los pediatras se pre-paran para aclarar las ideas a un padre que se nie-ga a vacunar a sus hijos. Con rigor científico y lenguaje claro no es difícil devolverles la cordura: a fin de cuentas, quieren lo mejor para sus hijos.

Con las condiciones actuales, no son necesariasEs una creencia completamente falsa, pues-to que algunas de las vacunas que casi han eliminado enfermedades, como la hepatitis B, se introdujeron en la década de 1990, con condiciones higiénico-sanitarias muy simi-lares a las que existían una década antes.

No son eficacesLa idea de que la mayoría de las personas que enferman han sido vacunadas es otra falacia. Si se considera que la mayoría de los niños reciben vacunas y que estas no al-canzan el 100% de eficacia, es lógico que, si hay algún caso, sea en personas vacunadas.

No hacen faltaSe dice que, en ciertos países, las enferme-dades ya han sido eliminadas. Pero lo cierto es que la única enfermedad que ha sido erra-dicada es la viruela, y por eso ya no se vacu-na a los niños contra esta patología.

Los lotes defectuosos son muy peligrososLos antivacunas sostienen que «existen lo-tes defectuosos de vacunas asociados con un número mayor de incidentes adversos y defunciones que otros». Se trata de una idea fácilmente desmontable por los exhaustivos controles sanitarios que se aplican a todos los fármacos, incluyendo las vacunas.

A largo plazo, producen efectos secundariosLos grupos antivacunas sostienen que «las vacunas ocasionan enfermedades e inclu-so la muerte, por no mencionar las posibles consecuencias a largo plazo que no se cono-cen aún». Este punto es el más desmentido por la evidencia científica, que ha demostra-do la seguridad de las inmunizaciones.

Sobrecargan el sistema inmunitarioLos antivacunas afirman que «la adminis-tración simultánea a un niño de varias vacu-nas para enfermedades diferentes aumenta el riesgo de efectos secundarios perjudicia-les y puede sobrecargar el sistema inmuni-tario». Los ensayos clínicos desmienten es-ta afirmación y apelan a la comodidad y a optimización de costes para justificar la ad-ministración simultánea de varias vacunas.

Ainhoa Iriberri l

La vacuna triple bacteriana causa muerte súbita

Uno de los mitos más dañinos es el que establece un nexo entre la vacuna contra la difteria, el téta-nos y la tos ferina y el síndrome de muerte súbita del lactante. Este último y el autismo comparten una característica: se trata de situaciones muy dramáticas para las que la ciencia aún no ha dado ex-plicación. Sin embargo, sí ha dejado claro que no son las vacunas (que re-ciben la gran mayoría de los niños) las que explican estas desgracias.

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