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TALLER SOBRE LA TRAGEDIA DEL SUBMARINO RUSO KURSK.
El Kursk fue la última nave de la clase de submarinos Oscar-II, que fue diseñada y
aprobada por la Unión Soviética y formaba parte de la flota rusa del norte. El hundimiento
del Kursk ocurrió el 12 de agosto del año 2000, con una tripulación de 118 tripulantes;
Como parte de su ejercicio militar el Kursk debía disparar dos torpedos sin explosivo a un
crucero de batalla de la clase Kirov, algo de peróxido de prueba (HTP), una forma muy
concentrada de peróxido de hidrógeno usado como propergol para el torpedo, se filtró a
través de la herrumbre en la carcasa del torpedo. El HTP reaccionó con cobre y latón en el
tubo desde el que se disparó el torpedo, causando una reacción en cadena que ocasionó una
explosión. La onda expansiva de la explosión se propagó a los primeros compartimentos,
matando a 7 tripulantes e hiriendo a varias decenas.
Tras la explosión, 23 personas sobrevivieron en la popa de la nave, comandados por el
capitán teniente Dmitry Kolésnikov, quien, junto con los demás supervivientes, tomó una
decisión: continuar en el noveno compartimento, ya que éste no había perdido su simetría, y
esperar a que acudieran en su ayuda. “Parece que no tenemos grandes posibilidades. Un 10
o 20%”, escribió Dmitry Kolésnikov en la oscuridad. La última entrada escrita data del 12
de agosto, a las 15:15, es decir, cuatro horas después de la explosión. Otro hecho trágico
también tuvo lugar en el noveno compartimento: la placa de regeneración, que convierte el
dióxido de carbono en oxígeno, explotó al entrar en contacto con el agua. Esto ocurrió en
las manos de Kolésnikov, que murió en el acto.
Según los peritos forenses, los demás oficiales murieron segundos más tarde asfixiados
por la inhalación de monóxido de carbono puesto que los mecanismos patogénicos por los
cuales el monóxido de carbono resulta tóxico para el organismo humano tiene unas 220
veces más afinidad por el grupo “hemo” de la hemoglobina que el oxígeno, formando una
molécula específica, que disminuyendo la concentración de oxihemoglobina, y con ello, la
difusión de oxígeno a los tejidos óseos, la cual interfiere con la disociación del oxígeno de
la oxihemoglobina restante y aminora la transferencia de O2 a los tejidos, inhibiendo otras
proteínas que contienen el grupo hemo, como los citocromos, bloqueando de esta forma la
cadena de transporte de electrones en la mitocondria, por lo que reduce la capacidad de la
célula para producir energía; teniendo como consecuencia que, al bloquear la cadena
respiratoria, genera moléculas con alto poder oxidante, que dañan proteínas, lípidos y
ácidos nucleicos. De hecho, los indicadores de lesión mitocondrial son los mejores
indicadores de toxicidad por CO. Según las investigaciones parece que algunos alcanzaron
a protegerse y refugiarse en la parte trasera del barco, pero con poca oxigenación y sin luz,
dando origen a que murieran por asfixia ya que se produjo un incendio en el interior, y
esperando la llegada de auxilio, los 23 tripulantes sobrevivieron por cuatro horas después
de la explosión, y murieron de frío y por asfixia debido a que la ayuda llego tarde.
Esto es lo que escribieron en esas notas: “Todos los tripulantes de los compartimentos
sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión
como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie.
Escribo a ciegas”. Estos tripulantes habrían logrado sobrevivir hasta 6 días después de la
tragedia.
Alumno: Fabricio José Martínez Mujica
C.I: 12.264.330. Sección: SAIAB. Medicina Legal