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3/4/2014 El único error de Suárez Tras el fallecimiento del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, hemos recibido un aluvión informativo sobre su vida. Sin embargo, su trayectoria política quedará para la historia, y de la misma todavía no existe un análisis objetivo. Su vida parece haber sido ejemplar; su trayectoria política intachable; y su gran objetivo, un sistema democrático para España, conseguido, no sin pocos problemas, hecho histórico al que hemos llamado “la transición”. Lo cierto es que consiguió una normalidad muy complicada para un país como el nuestro, donde el factor fundamental del cambio político en los siglos XIX y XX han sido los militares, y no los representantes de la ciudadanía, los políticos. Pero fuera de nuestro eterno agradecimiento por su labor, el análisis de su carrera como político concluye en que fue un auténtico desastre, más allá del propio hecho de la transición. Quizás le hubiera servido de algo estudiar nuestra historia, pues en ella, como para tantas otras cosas en que se olvida, está la respuesta a nuestro sistema político, sus grandezas y sus miserias. Proveniente de una familia humilde, se enroló en el Movimiento Nacional, el partido único de la dictadura franquista, que en los años 70 ya no era una consecuencia del fascismo de los años 30, sino una amalgama de las clases conservadoras españolas. Este hecho nos hizo ver en la figura de Suárez un político de derechas, pero en realidad no casaba muy bien ni con el franquismo, ni con esta ideología. Éste, y no otro, fue su gran error: intentar concebir un sistema político con una alternativa política de centro, que hiciera frente a las alternativas de derecha, izquierda y nacionalismo que ya existieron en la tan criticada II República. Su apuesta era un partido de centro, sin una ideología clara o definida, pero con un sentido muy progresista, error que ya se mostró con la Unión Liberal de O’Donnell en el siglo XIX y el Partido Radical de Lerroux en el siglo XX. Error porque el sistema político que llamamos democracia necesita de alternativas políticas con una base ideológica clara, sin que por ello tenga que responder a una fórmula bipartidista, como nos sucede en la actualidad entre el PP y el PSOE. La UCD, Unión de Centro Democrático, fracasó por que su heterogeneidad era tal, que fue casi un milagro su existencia. Pero en definitiva, si esta propuesta, o su sucesor como partido, el CDS, Centro Democrático y Social, hubieran triunfado, entonces, ¿qué otras alternativas hubieran sido posibles?

El único error de Suárez

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Page 1: El único error de Suárez

3/4/2014

El único error de Suárez Tras el fallecimiento del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, hemos recibido un aluvión informativo sobre su vida. Sin embargo, su trayectoria política quedará para la historia, y de la misma todavía no existe un análisis objetivo.

Su vida parece haber sido ejemplar; su trayectoria política intachable; y su gran objetivo, un sistema democrático para España, conseguido, no sin pocos problemas, hecho histórico al que hemos llamado “la transición”.

Lo cierto es que consiguió una normalidad muy complicada para un país como el nuestro, donde el factor fundamental del cambio político en los siglos XIX y XX han sido los militares, y no los representantes de la ciudadanía, los políticos.

Pero fuera de nuestro eterno agradecimiento por su labor, el análisis de su carrera como político concluye en que fue un auténtico desastre, más allá del propio hecho de la transición. Quizás le hubiera servido de algo estudiar nuestra historia, pues en ella, como para tantas otras cosas en que se olvida, está la respuesta a nuestro sistema político, sus grandezas y sus miserias.

Proveniente de una familia humilde, se enroló en el Movimiento Nacional, el partido único de la dictadura franquista, que en los años 70 ya no era una consecuencia del fascismo de los años 30, sino una amalgama de las clases conservadoras españolas. Este hecho nos hizo ver en la figura de Suárez un político de derechas, pero en realidad no casaba muy bien ni con el franquismo, ni con esta ideología.

Éste, y no otro, fue su gran error: intentar concebir un sistema político con una alternativa política de centro, que hiciera frente a las alternativas de derecha, izquierda y nacionalismo que ya existieron en la tan criticada II República. Su apuesta era un partido de centro, sin una ideología clara o definida, pero con un sentido muy progresista, error que ya se mostró con la Unión Liberal de O’Donnell en el siglo XIX y el Partido Radical de Lerroux en el siglo XX.

Error porque el sistema político que llamamos democracia necesita de alternativas políticas con una base ideológica clara, sin que por ello tenga que responder a una fórmula bipartidista, como nos sucede en la actualidad entre el PP y el PSOE.

La UCD, Unión de Centro Democrático, fracasó por que su heterogeneidad era tal, que fue casi un milagro su existencia. Pero en definitiva, si esta propuesta, o su sucesor como partido, el CDS, Centro Democrático y Social, hubieran triunfado, entonces, ¿qué otras alternativas hubieran sido posibles?

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Quizás nos hubiese sucedido como en Méjico con el PRI Partido Revolucionario Institucional, que tras gobernar el país en solitario durante más de 60 años, lo que ha conseguido han sido unos niveles de corrupción y delincuencia nunca vistos antes en nación alguna.

¿Aprenderemos, por tanto, de esta lección tan valiosa que nos ha legado Suárez, el mejor político de nuestra historia, a base de su propio fracaso?

Juan José Barragán. Teruel