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Lecciones Empresariales de un aldeano

Lecciones de un aldeano

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Page 1: Lecciones de un aldeano

Lecciones Empresariales de un aldeano

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Leboreiro, aldea que está situada entre la provincia de Lugo y A Coruña, es donde nació mi padre ya hace 75 años. Aldea como muchas existentes en Galicia, donde se vivía de la poca ganadería que se tenía y de las gallinas y conejos que se criaban en casa.

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Haced un ejercicio de imaginación y trasladaos a hace 75 años, en una especie de desierto lluvioso, repleto de neblina y donde la soledad y el trabajo eran tus mejores compañeros. Son aldeas normalmente escondidas tras pequeñas siluetas de las montañas donde contar con una especie de cantina es algo sumamente especial.

Leboreiro tenía una ventaja, estaba en pleno Camino de Santiago y eso hacía que de vez en cuando pasaran personas haciendo el camino buscando un sueño, cumplir una promesa o algo parecido. Pero por aquel entonces, los peregrinos eran escasos, aunque existentes.

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Leborerio despertaba como cualquier aldea de Galicia, tras una sublime neblina que esconde el encanto de las meigas y el misterio de la naturaleza. Normalmente despierta bajo una llovizna enamorada de la vida, que hace que todos los habitantes, habitualmente alrededor de 25 personas, despierten un día más.

No hay planes a largo plazo ni mucho menos, hay el día a día de la ganadería, de ordeñar la vaca para poder desayunar y hacer algún queso, de salir al campo y recoger las patatas y las pocas hortalizas que se pueden cultivar en invierno.

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En este ambiente de dulzura, alegría, sinceridad, dureza, tristeza, nobleza, trabajo, pobreza y riqueza, nació mi padre hace ya más de 75 años. De nombre José García López.

Con 13 años tuvo que dejar su casa por que no había comida para todos los hermanos y lo mandaron para Valencia, donde tenía un tío que parecía que fuera rico. Haceos una idea, estábamos en plena posguerra civil y la situación era muy difícil, pues mi abuelo, al que nunca conocí, tuvo que ir a la guerra dejando a su familia en plena soledad.

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Pero continúo: Con 13 años tuvo que marchar en autobús (o mejor dicho en la cochera del autobús) durante más de mil kilómetros para llegar a Valencia y conocer a su tío. Su tío el rico. En realidad su tío era consumero, para los más jóvenes es como el guardián de las mercancías que entraban en Valencia.

Su tío se quedó un barecito, como así lo llama mi padre, para empezar a tener su propio negocio. Con el tiempo, no más de dos años mi padre se tuvo que hacer cargo del bar, llamado Bar Galicia en la calle San Vicente de Valencia. Así comenzó su trayectoria profesional en la hostelería. Antes había repartido periódicos, barrido patios, estuvo a punto de morirse de neumonía, etc. Vamos, la vida no le sonreía, pero eran tiempos difíciles.

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Después de muchos años trabajando abrió diferentes bares como Coruña, Miño, etc. Sus viajes a Galicia eran para ver a la familia y poder traerse carteles, reclamos publicitarios, etc. para poner en los bares.

En poco tiempo, se quedó lo que era enonces el comedor universitario de Valencia, construyendo el buque insignia de la hostelería gallega en Valencia, el restaurante Rio Sil. Uno de los restaurantes más famosos de España durante más de 25 años.

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¿Qué aprendí del poco tiempo que pasaba con él a pesar de que la gran mayoría era trabajando?:

1. Siempre tienes que recordar de donde vienes. Una frase que siempre repite constantemente. No te olvides que el trabajo y el esfuerzo te ha llevado donde estás, pero no la suerte. Recuerda de donde vienes y ama lo que tienes para valorarlo mucho más.

2. Que solo nunca hubieras llegado, si no fuera por tus amigos y tus trabajadores, que al final eran parte de la familia.

3. Da a tus trabajadores lo que te gustaría para ti. No hay privilegios ni mucho menos, todo lo contrario, la humildad y la cercanía para ayudarles es lo que te debe de mover.

4. Aprecia lo que tienes y no te quejes tanto, y si te quejas muévete para mejorarlo, otra de las frases míticas de los domingos comiendo.

5. Sé muy agradecido con aquellos que te han ayudado y nunca les des la espalda, aunque te hayan hecho daño. Recuerda que en su momento te ayudaron.

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6. La honradez debe ser tu enseña. Siempre lleva la cabeza bien alta por la calle y que nadie tenga que decir nada de ti.

7. Dálo todo por los trabajadores, aunque ellos no te correspondan sigue dándolo todo, sin ellos no haces empresa, pero explica que nadie es imprescindible.

8. El dinero no da la felicidad, pero ayuda. Paga justamente en función del esfuerzo y no todo es el dinero, dales apoyo y ayuda personal cuando la necesiten, esto vale mas que el propio dinero.

9. Confía en las personas siempre que no te demuestren lo contrario. Pero en el momento que te defrauden, no les des ni la más mínima oportunidad de cambiar, siempre y cuando tú consideres que lo hayas dado todo por ellos.

10. Disfruta de tu familia, la profesional y la personal y tenles mucho respeto, ellos nunca te fallarán como tú nunca les debe fallar.

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Pues estas son las 10 lecciones que he aprendido de un aldeano que ha llegado a construir uno de los mayores éxitos gastronómicos de nuestra época.

Gracias papás.