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CARTA SOBRE EL MOVIMIENTO CONTRA LA REFORMA A LA SALUD (PROYECTO DE LEY 210) Y POR UN SISTEMA DE SALUD DIGNO. Vamos todos a luchar por la dignidad de la salud. Por un sistema de salud para todos. Porque la salud no siga siendo manejada como un negocio No, no, no a la reforma. El sector de la salud está en una crítica situación que pone en riesgo a toda la población colombiana. La explicación oficial y aceptada de la misma se centra en lo financiero, lo cual tiene muchas cifras que lo sustentan. La verdad irrefutable es que el sistema está quebrado. Los flujos de dinero no son adecuados. Los prestadores de servicios -clínicas y hospitales- les deben dinero a sus proveedores (incluidos los profesionales de la salud). A estos prestadores les adeudan las EPS. Estas realizan elaboradas maniobras dilatorias para retrasar el pago; por un lado para desgastar y eludir parte de este pago, de otro para obtener mayores rendimientos financieros. Pero no podemos negar, que a las EPS, no les llega en forma oportuna el dinero del FOSYGA, que es el pagador oficial. Entre sumas y restas, estamos llegando a los $14.000 billones. Buena parte de estas astronómicas cifras se empiezan a acumular cuando nuestro muy bien recordado ministro de protección social del gobierno Uribe, Diego Palacios consideró que era mejor liberar los precios de los medicamentos para enfermedades de alto costo, con lo que el país pasó a pagar los precios más altos para estos medicamentos en comparación con países latinoamericanos y europeos. Por ejemplo, sólo para algunos medicamentos contra la artritis reumatoide, estábamos pagando cifras que podían llegar a los $10 millones mensuales, mientras ahora que hemos vuelto a un régimen vigilado y controlado, se puede pagar menos de $1 millón mensual. Entonces, es claro que existe un problema financiero en el corazón del sistema de salud. Sin embargo, esta crisis tiene múltiples explicaciones. Consideramos como uno de sus principales argumentos, la intermediación de las EPS entre el paciente-población y la solución de sus problemas de salud. Esta intermediación ha puesto como el foco de discusión el factor financiero, la sostenibilidad y las ganancias, en detrimento de los principios bioéticos fundamentales de la práctica médica. El problema fundamental es asumir la salud como un negocio susceptible de las leyes de cualquier empresa. Siendo protagonistas permanentes de la salud y académicos, un análisis exhaustivo de la situación del sistema y de la propuesta de reforma, nos permite afirmar que la propuesta de reforma a la salud del Gobierno Nacional mantiene la esencia fundamental del sistema actual y empeora muchas de sus dificultades. La anterior aseveración se puede denotar en: La intermediación continúa en la figura de las gestoras de salud. La prevalencia de la esencia economicista del sistema de salud no es afectada y se refleja en limitar el derecho a la salud a la disponibilidad de recursos. El FOSYGA es reemplazado por Salud-Mía, que además se convierte en una estructura burocrática que manejará absolutamente todos los dineros y pagos de la salud de manera

Carta sobre el movimiento contra la reforma a la salud

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Page 1: Carta sobre el movimiento contra la reforma a la salud

CARTA SOBRE EL MOVIMIENTO CONTRA LA REFORMA A LA SALUD

(PROYECTO DE LEY 210) Y POR UN SISTEMA DE SALUD DIGNO.

Vamos todos a luchar por la dignidad de la salud.

Por un sistema de salud para todos.

Porque la salud no siga siendo manejada como un negocio

No, no, no a la reforma.

El sector de la salud está en una crítica situación que pone en riesgo a toda la población colombiana.

La explicación oficial y aceptada de la misma se centra en lo financiero, lo cual tiene muchas cifras

que lo sustentan. La verdad irrefutable es que el sistema está quebrado. Los flujos de dinero no son

adecuados. Los prestadores de servicios -clínicas y hospitales- les deben dinero a sus proveedores

(incluidos los profesionales de la salud). A estos prestadores les adeudan las EPS. Estas realizan

elaboradas maniobras dilatorias para retrasar el pago; por un lado para desgastar y eludir parte de

este pago, de otro para obtener mayores rendimientos financieros. Pero no podemos negar, que a

las EPS, no les llega en forma oportuna el dinero del FOSYGA, que es el pagador oficial. Entre

sumas y restas, estamos llegando a los $14.000 billones.

Buena parte de estas astronómicas cifras se empiezan a acumular cuando nuestro muy bien

recordado ministro de protección social del gobierno Uribe, Diego Palacios consideró que era mejor

liberar los precios de los medicamentos para enfermedades de alto costo, con lo que el país pasó a

pagar los precios más altos para estos medicamentos en comparación con países latinoamericanos y

europeos. Por ejemplo, sólo para algunos medicamentos contra la artritis reumatoide, estábamos

pagando cifras que podían llegar a los $10 millones mensuales, mientras ahora que hemos vuelto a

un régimen vigilado y controlado, se puede pagar menos de $1 millón mensual.

Entonces, es claro que existe un problema financiero en el corazón del sistema de salud. Sin

embargo, esta crisis tiene múltiples explicaciones. Consideramos como uno de sus principales

argumentos, la intermediación de las EPS entre el paciente-población y la solución de sus problemas

de salud. Esta intermediación ha puesto como el foco de discusión el factor financiero, la

sostenibilidad y las ganancias, en detrimento de los principios bioéticos fundamentales de la práctica

médica. El problema fundamental es asumir la salud como un negocio susceptible de las leyes

de cualquier empresa.

Siendo protagonistas permanentes de la salud y académicos, un análisis exhaustivo de la situación

del sistema y de la propuesta de reforma, nos permite afirmar que la propuesta de reforma a la salud

del Gobierno Nacional mantiene la esencia fundamental del sistema actual y empeora muchas de

sus dificultades. La anterior aseveración se puede denotar en:

La intermediación continúa en la figura de las gestoras de salud. La prevalencia de la

esencia economicista del sistema de salud no es afectada y se refleja en limitar el derecho a

la salud a la disponibilidad de recursos.

El FOSYGA es reemplazado por Salud-Mía, que además se convierte en una estructura

burocrática que manejará absolutamente todos los dineros y pagos de la salud de manera

Page 2: Carta sobre el movimiento contra la reforma a la salud

centralizada. Esto la convierte en un botín para los políticos, susceptible de todos los vicios

comunes en nuestro país.

Las EPS se convierten en Gestoras de Salud, que tienen prácticamente las mismas

funciones. La reforma les permite repartirse las ganancias de estas gestoras al final del

periodo, producto de no invertir en las necesidades de la población y de las indignas

condiciones laborales de la mayoría de los profesionales de la salud. De igual forma, esta

reforma estipula que si las cuentas por cobrar no se definen en un año, las gestoras ya no

tienen que pagar, la cuenta fenece desde el punto de vista contable. Con esto las gestoras

pueden aplicar todas las maniobras dilatorias, que ya conocen muy bien, y al final quedarse

con el dinero.

El POS se convierte en Mi-Plan, donde en la ley no es claro cómo se amplían los beneficios,

tal como dice el Ministerio.

La formación de los futuros especialistas se podrá realizar en “hospitales universitarios”

sin la participación de las universidades. El argumento principal para esta medida es el déficit

de especialistas explicado por el ministerio como producto de las «Mafias» en las

universidades que no dejan ampliar los cupos. Se debe tener en cuenta que este déficit

también se relaciona con: la concentración de especialistas en grandes ciudades (por

seguridad, comodidad, falta de tecnología y recursos en el resto del país) y la baja

resolutividad del médico general y el sistema de atención básico. Nos podríamos preguntar,

alrededor de la propuesta gubernamental, ¿las supuestas mafias no existen en los

hospitales? Además en países donde las residencias son de base hospitalaria también hay

déficit de especialistas; pero lo más grave es la paradoja de llamarlo «Hospital Universitario»

sin la presencia de una universidad y considerar la formación del residente médico como un

entrenamiento meramente técnico. Sin olvidar que es un golpe para el pregrado. El ministerio

dice que no tiene nada que ver, pero si los hospitales y clínicas forman los residentes, pueden

prescindir de la universidad, dado que no les interesa el pregrado porque lo considerarían una

carga.

El nombramiento de los directores de Hospitales Públicos se hará a dedo por el

mandatario local. Lo anterior facilita la entrega de los hospitales a las dinámicas electoreras y

corruptas que han imperado en el país. Es el golpe de gracia para los hospitales públicos.

Para nuestro caso particular, es echar por la borda todos los esfuerzos de saneamiento que

ha realizado la Universidad del Valle por salvar el Hospital Universitario del Valle.

Debemos decir que si bien esta reforma tiene estipulado en un par de artículos el fortalecimiento de

la Atención Primaria en Salud (APS), lo cual es una necesidad para Colombia, este fortalecimiento no

requiere de esta reforma. Este punto ya se había aprobado en la Ley 1438 del 2011, pero nunca se

reglamentó. Incluso, el Ministerio de Salud es claro en decir que el fortalecimiento de la APS y de

medicina familiar se hará con o sin reforma.

La verdad es que esta reforma no define el modelo de sistema de salud para Colombia. No

somos un país rico, sin embargo, estamos convencidos que sí hay dinero para tener un sistema

universal y con condiciones dignas para todos en el que:

El derecho fundamental a la salud es real y efectivo.

Todos podamos recibir atención en salud sin restricción, solo por existir y estar.

Su fundamento sea la APS, con una base de especialistas en medicina familiar y equipos

básicos de salud inter y transdisciplinarios.

Page 3: Carta sobre el movimiento contra la reforma a la salud

El sistema de APS tenga cobertura con limitación geográfica, donde se desarrollen actividades de promoción de la salud (intersectoriales y con participación comunitaria), prevención de la enfermedad, atención-recuperación de la salud y rehabilitación.

Exista autonomía profesional con mecanismos de autorregulación, certificación y re-

certificación, en la que el sistema mismo apoye la educación continua.

Se organice por Redes Integradas de Servicios.

Las medidas diagnósticas y terapéuticas sean evaluadas por un organismo técnico.

Se elaboren guías nacionales de atención de enfermedades prevalentes de forma participativa.

Se cree un sistema de bonificaciones para los grupos profesionales que cumplan metas de Promoción y Prevención y de atención de enfermedades de interés.

Una cultura de transparencia-cero corrupción en la salud sea su fundamento.

El manejo se haga con criterios de calidad, eficiencia, centrado en lo humano, alejado del beneficio personal y corporativo, de las leyes del capitalismo salvaje.

Los profesionales de la salud tengan condiciones laborales dignas.

El Estado sea responsable directo de la formación del talento humano en salud.

Por todo lo anterior, como ciudadano, como médico, como profesor de la Universidad del Valle

(donde los estudiantes de pregrado de la Facultad de Salud, residentes y profesores de la Escuela

de Medicina nos encontramos en Asamblea Permanente) los invito a unirse al movimiento.

Necesitamos generar en pocos días un colapso lo suficientemente fuerte como para presionar al

Ministro de Salud, al gobierno nacional y al Congreso a retirar el Proyecto 210 de reforma a la salud y

concertar espacios de discusión realmente democráticos sobre el sistema de salud para Colombia.

Con este fin, se ha propuesto este miércoles 6 de noviembre como la hora cero. Todos a la

marcha denominada: “Porque todos somos pacientes” que saldrá a las 8am de los alrededores

de la Clínica Corporación Comfenalco-Unilibre (Antigua Clínica Rafael Uribe Uribe) hasta el Parque

de las Banderas. Se necesita que todos los médicos cesen sus actividades, garantizando la atención

de los servicios de urgencia y hospitalización. Tenemos un compromiso ético con nuestros pacientes,

pero también con toda la sociedad, porque todos somos pacientes. Sabemos que en muchas IPS y

EPS están amenazando a sus médicos y profesionales con la suspensión de los contratos para que

no se unan al movimiento, para que no salgan a la marcha, pero si todos asumimos el compromiso,

no lo podrán hacer. Es ahora o nunca. Que en 20 años, no nos pase lo que está pasando ahora,

cuando se aprobó la Ley 100, el gremio de la salud no se pronunció, agachó la cabeza y se limitó a

quejarse en los pasillos.

CARLOS ANDRÉS PINEDA C. Médico especialista en medicina familiar- Profesor Asociado Departamento de Medicina Familiar- Universidad del Valle [email protected]