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El profetismo como presencia y acción de dios en israel

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Page 1: El profetismo como presencia y acción de dios en israel

Misterio de Dios

Profesor Martin Bellerose

Estudiante Walter Albrecht

EL PROFETISMO COMO PRESENCIA Y ACCIÓN DE DIOS EN ISRAEL

El pueblo de Israel experimentó la presencia de su Dios de muchas maneras, en especial a

través de distintos personajes e instituciones como son el sacerdocio, la monarquía y los

profetas, entre otros. Entre estos grupos de personas, hay uno que no depende de ninguna

forma del Pueblo, y son los profetas, pues el pueblo puede asignarse reyes y sacerdotes,

pero los profetas vienen de Dios, por tanto solo es Él quien asegura la continuidad del

profetismo.

El profetismo es una forma carismática de la presencia de Dios, aunque hay que distinguir

dos tipos de profetismos en el pueblo de Israel. Se da primero un profetismo extático, que

tiene mucha similitud al profetismo de otros pueblos vecinos a Israel, sus características son

el ser grupos de profetas, que entran en éxtasis (mediante la música y el canto), vinculados

a lugares de culto, a santuarios, y que en su estado de semiinconsciencia o inconsciencia

podían proferir palabras de parte de Dios. Ellos son hombres en los cuales actúa la ruah de

Yahvé, que se expresaba en el éxtasis emocional. La fuerza de Yahvé (ruah) aparecía así

como fuerza que saca al hombre fuera de sí, sumiéndolo en un tipo de emoción o

transformación mental, que es una excitación religiosa que lleva a proclamar la acción de

Dios, pues estos hombres aparecen como testigos de un poder milagroso de Dios, que se

introduce y actúa en la vida de los hombres.

El segundo tipo de profetismo, se centra en la experiencia de la palabra (dabar) de Dios que

es llamada y exigencia, denuncia y anuncio. Dios aparece aquí como un ser que se

comunica, no en el silencio ni en la experiencia extática, sino como un ser que habla, que

elige a algunos hombres a los cuales dirige su palabra, para que sea comunicada a los

demás. Estos hombres tienen la conciencia de ser llamados, elegido por Dios para ser su

profeta, en donde Dios tiene la iniciativa, se impone y domina al profeta (“El Señor Yahveh

habla, ¿quién no profetizará”, Am 3,8). De esta forma, tanto la vida como el pensamiento

del profeta se desarrollan bajo la impresión de una nueva realidad que se cierne amenazante

sobre su propia existencia, que de cierta forma le obliga a vivir esa vocación que se le da.

Ellos han experimentado en su vida un vuelco radical a todo lo anterior que ellos vivían,

teniendo un conocimiento nuevo de Dios que les lleva a la conversión, pero este nuevo

conocimiento no se debe a haber visto frustrada la vida que hasta entonces llevaban, ni sus

planes y pensamientos, sino que descubren una irrupción de un imperativo divino que les

convertía en obligación algo que antes no consideraban ni como posibilidad.

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Los profetas no están aislados, independientes de la comunidad del pueblo elegido, sino

que tienen su lugar en la comunidad, al igual que la han tenido sacerdotes y reyes, que son

durante largo tiempo los tres ejes de la sociedad de Israel, pero la existencia de los profetas

depende de la promesa de Dios de suscitar profetas como lo fue Moisés, para hablar al

pueblo que no resistía escuchar directamente su voz, por ello dependía exclusivamente de

Dios suscitar profetas, he ahí que los profetas son llamados por Dios, y se vuelven sus

heraldos, que trasmiten la palabra que de Él reciben. Siendo parte de la comunidad, los

profetas no son una institución de por sí contraria a la monarquía, a los reyes, sino otra

forma de la presencia y la actuación de Dios en medio de su pueblo. Por ello, la relación de

los profetas con los reyes tiene distintos matices: hay profetas que prácticamente están al

servicio de los reyes de turno (en especial los profetas no escritores), pertenecen a sus

cortes, y su labor principal es decir al rey y a su corte si las acciones emprendidas o las

políticas asumidas son aquellas que Dios quiere, o si van contra la voluntad de Dios; pero

también hay profetas que están totalmente separados del rey, y que ya no solo predicen y

hablan en relación al rey, sino también sobre el pueblo y su relación con Dios, esto pasa

con los profetas escritores.

Los profetas al comenzar a hablar en relación no solo al rey sino también al pueblo,

anuncian que se aproxima el “día de Yahveh”, pero este día es asumido con distintos

matices, para algunos profetas ese día es el del juicio y la condenación del pueblo infiel,

para otros es el día donde la misericordia de Dios y su poder vencen las infidelidades y

reúne nuevamente al pueblo de Dios disperso. Los profetas yo no solo avalan o rechazan la

actuación de rey, sino que le echan en cara al pueblo sus errores, sus infidelidades, los

llaman a convertirse, a volver a Dios, todo esto anunciando la palabra que ellos reciben de

Dios, y también por medio de acciones o gestos simbólicos (como el matrimonio de Oseas).

Los profetas también comenzaron a anunciar la aparición de un mesías, de un rey futuro,

que sería enviado por Dios a su pueblo, para liberarlo y gobernarlo con poder, esto

especialmente cuando ya ha caído la monarquía y no parece verse su próxima restauración.

Dios aparece en los profetas como un ser libre, que actúa y habla aun en contra de las

mismas instituciones de su pueblo elegido, como son el sacerdocio y la realeza, Dios no se

limita a lo establecido, sino que actúa libremente cuando quiere, habla, guía y corrige a su

pueblo. Y su actuar en los profetas, podemos considerarlo como heterónomo, pues

principalmente es Dios quien toma la iniciativa, y se le impone al hombre que llama para

ser profeta, a éste le queda el obedecer, y estar atento a la palabra de Dios, pues el profeta, a

diferencia de personajes similares de otros pueblos, no domina a Dios ni su palabra, sino

que depende totalmente de ella, debe esperarla, y si el profeta llega a dar su propio parecer,

en ocasiones debe retractarse al recibir la palabra de Dios.

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BIBLIOGRAFÍA

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