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Guapas, inteligentes y valientes. Así fueron calificadas las tres mujeres que encabezan la Asamblea Nacional del Ecuador. Los calificativos, más allá del contenido estético que contienen, deben mirar otro hecho de mayor importancia: el permanente incremento de las mujeres en ocupar espacios de influencia política. Gabriela Rivadeneira, Rosana Alvarado y Marcela Aguiñaga son las tres asambleístas que, indudablemente guapas, inteligentes y valientes, representan el gran momento que atraviesa el movimiento oficialista. Sin embargo ¿Es este un hecho aislado? ¿Es producto de impulso de la revolución correísta?
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Diario La Hora, domingo 19 de mayo de 2013
Sección de Opinión, p. A5
Las
mujeres
al poder Guapas, inteligentes y valientes. Así
fueron calificadas las tres mujeres
que encabezan la Asamblea
Nacional del Ecuador. Los
calificativos, más allá del con tenido
estético que contienen, deben mirar
otro hecho de mayor importancia: el
permanente incremento de las
mujeres en ocupar espacios de
influencia política. Gabriela
Rivadeneira, Rosana Alvarado y
Marcela Aguiñaga son las tres
asambleístas que, indudablemen-
te guapas, inteligentes y valientes,
representan el gran momento que
atraviesa el movimiento oficialista.
Sin embargo ¿Es este un hecho ais-
lado? ¿Es producto de impulso de la
revolución correísta?
En primer, lugar no se deben con-
fundir los resultados electorales de
esta coyuntura con la marcha de la
Historia. Ecuador, gracias a Matilde
Hidalgo, es el primer país en donde
se ejercicio del voto femenino en
Latinoamérica en 1924, es el
segundo país, después de Uruguay
(1927), en reconocer legalmente el
derecho femenino a elegir y ser
elegidas en 1929, el primer país en
retornar al cauce democrático junto
con Guatemala en la década del 70,
y hoy se convierte en una de las
primeras legislaturas del mundo en
copar sus curules de más alta
influencia con representantes
mujeres. ¿Esto se lo debemos al gran
momento de la reforma correísta?
No.
Lo mismo se quiso decir del his-
tórico voto de Matilde. Las propa-
gandas correístas dicen que ella lo
debe a la reforma alfarista. Nada es
más falso. Matilde se educó como
médica, votó y fue elegida como
represéntate al cabildo y luego al
Congreso Nacional superando
enormes obstáculos gracias a sus
méritos auténticamente propios y a
su enorme carácter. Tanto la
Constitución conservadora garciana
de 1869, como las liberales 1897 y
1906 incluían una disposición
ambigua frente al voto de los
ciudadanos cuyo derecho, así se
escribía, corresponde a todos en
sentido universal. Esto fue apro-
vechado por Matilde, que en una
astuta acción obligó, con la ley en la
mano, a que el funcionario de la
mesa electoral permitiera su registro
y voto. Eso sucedió. ¡Gracias
Matilde!
Hoy las circunstancias son otras.
Ecuador tiene el liderazgo en
materia de cuotas electorales en
Latinoamérica, pero esto no sucede
gracias al correismo o a la revo-
lución ciudadana. A partir de la
"neoliberal" Constitución de 1998,
progresivamente las mujeres ocu-
paron más y mejores puestos en las
listas electorales. Los espacios que
desde el retorno de la democracia
fueron obtenidos se incrementaron
hasta poder competir equita-
tivamente, varones y mujeres, por el
mismo número de escaños en la
legislatura. Hoy ocupan alrededor
del 40% de los escaños y la pelea
será en términos de una nueva fól
mula de distribución más justa. Este
es sin duda un hecho histórico de
enorme trascendencia global. Pero
más allá de las formas, con estas
importantes lideresas ¿cuál será el
cambio en materia de inclusión y
justicia social con un presidente
prepotente que impone su agenda de
reformas sin respetar a las minorías?
¿Cuál es la significación de este
hecho inédito en la historia mundial
en un ambiente de permanente
debilitación del Estado de derecho?