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ESCEPTICISMO Las cosas son indiferenciadas, es decir, no tienen en si una esencia estable y por eso su ser se reduce a puras apariencias 1. La figura de Pirrón. Pirrón desde su ciudad natal de Elide difundía su nueva palabra “escéptica” creando un nuevo modo de pensar y una nueva actitud espiritual. No fundó una verdadera escuela, sus discípulos se unieron a él por fueras de los esquemas tradicionales. Hombres que buscaban en él un modelo de vida, un paradigma existencial al que se pudieran referir. 2. Los puntos adquiridos del mensaje de Pirrón.

ESCEPTICISMO

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ESCEPTICISMO

Las cosas son indiferenciadas, es decir, no tienen en si una

esencia estable y por eso su ser se reduce a puras apariencias

1. La figura de Pirrón.

Pirrón desde su ciudad natal de Elide difundía su nueva

palabra “escéptica” creando un nuevo modo de pensar y una nueva actitud espiritual.

No fundó una verdadera escuela, sus discípulos se unieron a

él por fueras de los esquemas tradicionales. Hombres que buscaban en él un modelo

de vida, un paradigma existencial al que se pudieran referir.

2. Los puntos adquiridos del mensaje de Pirrón.

La diferencia del mensaje de Pirrón es que buscaban la

solución del mismo problema de fondo, es decir, el problema de la vida: está,

precisamente, en la convicción de que es posible vivir “con arte” una vida feliz aun sin

la verdad ni los valores, al menos como eran concebidos y venerados en el pasado.

Pirrón de Elide no dejó nada escrito; pero su discípulo Timón

afirma que aquel que desea ser feliz ha de guardar tres cosas: 1) en primer lugar, cómo

son las cosas, por naturaleza; 2) en segundo lugar, cuál debe ser nuestra disposición

en relación con ellas; 3) finalmente, qué sucederá si nos comportamos así.

3. Todas las cosas son indiferenciadas

Según Pirrón las cosas mismas en sí y por si son

indiferencias, inmensurables e indiscriminadas y justamente “como consecuencia de

esto” los sentidos y las opiniones no pueden decir ni lo falso ni lo verdadero, estas son

las cosas que siendo cosificadas, vuelven a los sentidos y a la razón incapaces de

verdad y falsedad.

Pirrón, pues, negó el ser y los principios del ser y todo lo

resolvió en “apariencia”.

Este “fenómeno” (“apariencia”) como se tendrá ocasión de

ver, de los escépticos posteriores, fue transformado en el fenómeno entendido como

apariencia de una cosa más allá del aparecer (es decir, de una “cosa en sí”) y de esta

transformación se ha sacado numerosas deducciones que, en verdad, no parecen

haber estados presentes en Pirrón.

4. Permanecer sin opiniones e indiferentes.

Si las cosas son “indiferentes” “inmensurables” e

“indiscernibles” y si, por consiguiente, sentido y razón no pueden decir ni lo verdadero

ni lo falso, la única actitud correcta que puede asumir el hombre es la de no dar

confianza alguna a los sentidos ni a la razón, sino permanecer “sin opinión”, es decir,

abstenerse de juicio (opinar es siempre juzgar) y por consiguiente quedar “sin

inclinación alguna” (no inclinarse hacia una cosa más hacia otra) y permanecer “sin

agitación” es decir, no dejarse sacudir por algo es decir, “permanecer indiferentes” en

“abstención de juicio o epoché.

5. “La afasia” y la falsa de perturbación.

Para ser coherente, debería callar y no decir nada, es la

conclusión que Pirrón da de la afasia.

La afasia conlleva a la ataraxia y la imperturbabilidad que es

la falta de perturbación, quietud interior, vida más igual.

Es difícil despojarse por completo del hombre; esta

respuesta es la clave del modo de filosofar Pirroniano. Este despojarse es la realización

de la naturaleza de lo divino y del bien, en relación con aquella naturaleza que son solo

apariencia indiferente, inmensurable e indiscriminada.

6. Timón de Fliunte y los seguidores de Pirrón.

Demuestra en efecto, que no nos encontramos ante un caso

esporádico ni ante una forma de sentir extraña a su época, debido a las influencias de

oriente, sino al contrario, nos encontramos frente a un hombre que fue considerado

como un modelo y por lo tanto ante un intérprete de los ideales de su época. Pirrón

tuvo estimación y honores al punto de ser elegido “sumo sacerdotes” y ya Timón lo

exalto como semejante a un Dios. Con Enesidemo se inaugura en realidad una nueva

fase del escepticismo.