Upload
daniel-scoth
View
1.334
Download
2
Embed Size (px)
Citation preview
El Concilio Ecuménico Vaticano II y su propuesta eclesiológica
Definición de Concilio Ecuménico
El Concilio Vaticano II
Propuesta Eclesiológica del Vaticano II
Modelo Iglesia-Comunión(Lumen Gentium)
Modelo Iglesia-Servidora
(Gaudium et Spes)
AMÉRICA LATINA EN UN CAMBIO CULTURAL
VERTIGINOSO
OBJETIVO
Que el alumno se sitúe en el contexto
social de América Latina,
particularmente en la posmodernidad
periférica.
INTRODUCCIÓN
Según el teólogo Jesús Espeja América
Latina se encuentra en un vertiginoso
cambio cultural.
Para entender dicho cambio partamos del
concepto de cultura.
•Al hablar de cultura nos referimos a un
complejo sistema de creencias acerca de
la realidad, acerca de lo humano y de lo
divino. Un conjunto de valores de acuerdo
a esas creencias. Es la forma en que los
seres humanos interpretan la vida y se
organizan para vivirla.
En la actualidad la sociedad se ha convertido
en el lugar propio de nuevas culturas que se están
gestando e imponiendo con un nuevo lenguaje y
una nueva simbología.
Los pueblos de América Latina y el Caribe
viven marcados por una realidad de grandes
cambios que afectan profundamente sus vidas. En
particular hoy vivimos un cambio de época cuyo
nivel más profundo es el cultural.
•En este cambio cultural emergen nuevos
sujetos con nuevos estilos de vida,
maneras de pensar, sentir y percibir; y
con nuevas formas de relacionarse. Son
autores y actores de la nueva cultura. A
esto se le llama periodo paradigmático.
¿Qué es un paradigma?
Son patrones o referencias para la conducta de una
persona o un pueblo.
Por ejemplo:
¿Por qué usar traje y corbata en el trabajo?
¿Cuál es la principal motivación para vestir de esa
forma?
¿Qué institución motiva dicha acción?
¿Qué valores ha creado la sociedad entorno a esa
conducta?
Además, nuestra época es compleja y
opaca. En ella coexisten binomios que
desafían cotidianamente tradición y
modernidad, globalidad y particularidad,
inclusión y exclusión, personalización y
despersonalización, lenguaje secular y
lenguaje religioso, homogenidad y
pluralidad, cultura urbana y
pluriculturalismo.
Particularmente, un especialista jesuita
ubicado en República Dominicana afirma
que los países latinoamericanos están
viviendo una modernidad periférica. Es
decir, han entrado los valores de la
modernidad, aunque de una forma
periférica, a los márgenes y lentamente. La
gente quiere ser más autónoma, la
subjetividad vale cada vez más. Pero no se
ha tocado el tema de la injusticia
RASGOS FUNDAMENTALES DE LA NUEVA CULTURA
a. Cosmocentrismo
Se afirma que el mundo tiene consistencia por sí mismo. No necesita de Dioses ni de Religión.
En el Renacimiento los seres humanos volvían al pasado para ver si encontraban valores. Sin embargo, ahora el hombre ya no mira hacia atrás.
El ser humano tiene confianza en sí mismo, tiene la
ciencia y la técnica suficientes y es capaz de abrirse
al futuro sin necesidad de tradiciones, dioses y
religiones.
La publicidad les conduce a mundos lejanos y
maravillosos donde todo deseo puede ser satisfecho
por unos productos que tienen un carácter eficaz,
efímero y hasta mesiánico. Se legitima que esos
deseos se vuelvan felicidad.
Como sólo se necesita lo inmediato, la
felicidad se pretende alcanzar con bienestar
económico y satisfacción hedonista, placer
por el placer. Las nuevas generaciones son las
más afectadas por esa cultura del consumo,
en sus aspiraciones personales profundas,
crecen en la lógica del individualismo, del
pragmatismo y narcisismo sin referencia a
valores e instancias religiosas.
Esta lógica está produciendo en América
Latina un modelo nuevo de hombre: El
consumidor y productor. Y el que no
consume o no produce es desechado,
porque es inservible, inútil.
b. Antropocentrismo
La época moderna da preeminencia
absoluta al individuo sobre las instituciones.
Estamos en una cultura grandiosamente
humanista, hombres y
hombres y mujeres luchan por sus derechos y
quieren actuar con autonomía.
Sin embargo, en el Documento Conclusivo de
Aparecida los obispos latinoamericanos
reconocen como surge en la actualidad con
fuerza una sobrevaloración de la subjetividad
individual. Así mismo, se constata el surgimiento
en América Latina de distintas culturas, diversas
cosmovisiones,
distintas morales, distintas éticas, formas de
vida, etc.
Así mismo, fácilmente se entra en relación
con personas ateas, agnósticas, de otras
creencias religiosas o de otras iglesias
cristianas. En dicho contexto surgen las
preguntas: ¿Cómo se puede decir que Jesucristo
es salvador universal? ¿Y que la Iglesia católica
es la única iglesia verdadera?
¿y las demás? ¿qué pasó con ellas? ¿No es el
Espíritu Santo el que mueve a alabar a Dios?
Este pluralismo religioso es una de las
situaciones que se tienen por delante.
c. No se apaga el clamor de los pobres
A pesar del “pseudo humanismo” y de la
“lucha por los derechos humanos” la pobreza
sigue.
Y es escandaloso que en el continente que
tiene el número mayor de cristianos en el
mundo, se llegue a una polarización tan
exagerada en la que unos pocos cuenten
con la mayor parte de la riqueza del
continente, mientras la gran mayoría vive
con menos de $1 diario – dejando de lado el
cuestionarse el por qué uno u otro tiene o
no tiene más o menos.
Así mismo, no es sólo el empobrecimiento,
pues a ello se une la exclusión e injusticia social.
Dicho fenómeno afecta la realidad familiar y
social aumentando las actitudes antisociales
como las adicciones (cigarro, licor, drogas,
prostitución, poder, etc.), la agrupación en
guetos (maras o grupos como los emmos,
góticos, romanos, etc.), la delincuencia, la
violencia, etc. Situación que no sólo la Iglesia
denuncia, sino también los distintos
foros sociales internacionales (Amnistía
internacional, ONU, etc).
d. Surgimiento de un nuevo lenguaje
Aparece ahora un lenguaje que busca unificar
dentro de la aldea global en que se vive,
desgraciadamente a costa de matar la singularidad e
identidad particular de las personas y de los pueblos.
Y ante dicha situación, surge la pregunta: ¿Estamos
entrando en diálogo o incidiendo en ese lenguaje?
San Agustín decía a Dios: Si no me haces
mejor ¿para qué me has creado?
En nuestro caso se nos podría preguntar:
Si lo que me dices [en la catequesis, en la
pequeña comunidad, en el movimiento, etc.]
no me hace mejor y no lo entiendo,
¿para qué me predicas? Peor aún, ¿de
qué me predicas si no haces vida lo que
dices?
Ese lenguaje secular contrapuesto al
religioso lo van imponiendo los medios de
comunicación de masas, y no en un lenguaje
que configure un elemento articulador de
los cambios de la sociedad.
Este lenguaje responde a una cultura
dominada por la ciencia y la técnica cuyos
objetivos son, producir y consumir, más que
hacer felices.
e. La Posmodernidad
El término posmodernidad es uno que en
su raíz es problemático. Es una palabra
rara, compleja y sin posible definición. Esto
porque alude a la modernidad, pero
añadiendo el “pos”, es decir, una realidad
que se da “después”; en nuestro caso
después de la modernidad. Así mismo,
significa ruptura. El filósofo Gianni Vattimo
afirma incluso la muerte de la modernidad.
Sin embargo, no se ha superado la
modernidad del todo. Porque el hombre
“posmoderno” continúa buscando
autonomía, la subjetividad de un modo más
exagerado que los modernos. Y les importa
poco o nada las instituciones u
organizaciones humanas o comunitarias. No
les importa más que gozar, en lo posible.
Hay que evitar todo tipo de sufrimiento.
Así mismo, se relativiza la verdad. Los filósofos
afirman que no existe una “verdad objetiva”. Pero, no
será esto mismo una denuncia. ¿Tiene que haber
“UNA VERDAD”? O quizás, ¿se habrá querido
IMPONER una Verdad?
Por su parte, los jóvenes afirman que quieren
gozar la vida. ¿Por qué se querrá gozar de la vida?
¿Estarán denunciando que hemos hecho de la
vida un sufrimiento y por esto, ellos quieren
gozarla?
VALORACIÓN DE LOS RASGOS DE LA NUEVA CULTURA
a. El reconocimiento de esta consistencia del mundo en
sí es valiosa en cuanto que el humano encuentra la
felicidad en éste mundo y no en otro lugar. Más aún
cuando la tradición occidental tuvo y ha tenido una
visión pesimista del mundo. Hay que reconocer, como
lo hizo el teólogo dominico Edward Schillebeeckx,
que fuera de este mundo no hay salvación.
El Vaticano II reconoce dicha autonomía y la
consistencia teologal del mundo. Le mira con simpatía
y amor. La Iglesia reconoce todo lo bueno que hay en
el mundo y que se encuentra en el dinamismo social
del mismo.
Aparecida afirmará que cuando Dios creó al mundo
con su Palabra expresó la encarnación diciendo que
era bueno. El mundo creado por Dios es hermoso. El
problema es cuando la autonomía humana prescinde
de Dios como absoluto, prescinde de su Creador.
El gran problema que tenemos en el mundo y
también en América Latina es que el hombre se
ha constituido en absoluto y la fe cristiana es
precisamente mirar todas las cosas desde Dios,
como centro absoluto.
b. Ante el antropocentrismo, la Iglesia reconoce
que la verdadera y auténtica libertad refleja la
imagen divina en el hombre. Sólo él hombre es
hecho a “imagen de Dios”, es la verdadera imagen
de Él. Así mismo, se reconoce que Dios es quien
pone en las manos del hombre su futuro y el del
resto de la creación para su cuidado. Y es valioso
que se reconozca un tipo de libertad y dignidad de
las personas, sin embargo tienden a reconocer
sólo los individualismos que debilitan los vínculos
comunitarios y familiares. Aquí, las palabras del
Concilio nos retan invitándonos al diálogo y al
testimonio de la verdadera concepción
del ser humano como criatura de Dios y nos dice
que: La verdad no entra, sino por la fuerza de la
misma verdad que entra suavemente en las almas.
(Dignitatis Humanae No. 1) De allí que nuestro
método de evangelización ha de ser uno que logre
éste diálogo y testimonio.
c. Entorno a la situación de pobreza, el papa
Benedicto XVI en su intervención en Aparecida
hacía ver que no bastaba con el cambio de
ideologías políticas, porque ni el socialismo ni el
capitalismo han dado una respuesta adecuada. Se
necesita un cambio del ser humano. E incluso,
tomando en cuenta que el ser humano se desenvuelve
y es formado en una estructura social, estamos de
acuerdo con Espeja en que urge más aún un cambio
de las estructuras.
d. El lenguaje del cristiano siempre será el anuncia
hecho vida de la Buena Nueva, de la llegada del Reino
de Dios al mundo, a nuestras vidas. Y es éste
lenguaje el que tenemos que aprender a recrear
para entrar en diálogo con nuestros nuevos
interlocutores que tienen exigencias justas para
el diálogo y para la aceptación de la fe. Sólo un
lenguaje de este tipo podrá unir para el bien y la
felicidad de la humanidad, articulando y aunando
todos los esfuerzos para la creación de ese nuevo
mundo construido por hombres nuevos
seguidores de Cristo.
e. La Posmodernidad es todo un reto para
la evangelización, porque
desgraciadamente la Iglesia llegó tarde
a la Modernidad y pareciera que
podemos llegar tarde a la
posmodernidad. ¿Qué harás tú desde
tu apostolado?
Ante el Cambio
Cultural en A. L.