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EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL AMORIS LAETITIA DEL SANTO PADRE FRANCISCO CAPÍTULO VI ALGUNAS PERSPECTIVAS PASTORALES

Amoris Laetitia Divorcios

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EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODALAMORIS LAETITIA

DEL SANTO PADRE FRANCISCO

CAPÍTULO VIALGUNAS PERSPECTIVAS PASTORALES

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Acompañar Después de Rupturas y Divorcios. (241)En algunos casos la valoración de la dignidad propia y del bien de los hijos EXIGE PONER UN LÍMITE FIRME a las pretensiones excesivas del otro, a una gran injusticia, a la violencia o a una falta de respeto que se ha vuelto crónica.

Se debe reconocer, por lo tanto, que hay casos donde la separación es inevitable y en otros hasta necesaria, para evitar a los hijos más pequeños heridas graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia.

La Iglesia debe acoger tanto a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar como a los que viven en nueva unión, ayudándolas en cada caso particular. (242)

Para la Pastoral Familiar la primera preocupación deben ser los niños y, a tales efectos, debe evitarse el causar daño a la imagen del padre o de la madre con el objeto de acaparar el afecto del hijo para vengarse o defenderse.

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243.- A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que “no están excomulgados” y no son tratados como tales, porque siempre integran la comunidad eclesial.

244.- “Hacer más accesibles y ágiles, posiblemente totalmente gratuitos, los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad”.Por lo tanto, es necesario poner a la disposición de las personas separadas o de las parejas en crisis un servicio de información, consejo y mediación, vinculado a la Pastoral familiar.

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245.- Para la Pastoral Familiar la primera preocupación deben ser los niños, y a tales efectos, debe evitarse el causar daño a la imagen del padre o de la madre con el objeto de acaparar el afecto del hijo para vengarse o defenderse.

246.- ¿Sentimos el peso de la montaña que aplasta el alma de un niño, en las familias donde se trata mal y se hace el mal, hasta romper el vínculo de la fidelidad conyugal?El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios, por lo cual nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas.

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Algunas Situaciones Complejas

247.- Matrimonios entre católicos y otros bautizados.Participación Eucarística.

248.- Dificultades en cuanto a identidad cristiana de la familia y educación religiosa de los hijos.En cuanto a la libertad religiosa, en algunos países donde esta no existe, el cónyuge cristiano es obligado a cambiar de religión para poder casarse, y no puede celebrar el matrimonio con disparidad de culto ni bautizar a los hijos.

249.- Personas que contrajeron matrimonio en un momento en que al menos uno de ellos no conocía la fe cristiana. Los obispos velarán por su bienestar espiritual.

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250.- La iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en su amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción.

251.- No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotos, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia.

252.- Las familias monoparentales tienen con frecuencia origen a partir de madres o padres biológicos que nunca han querido integrarse en la vida familiar. El progenitor que vive con el niño debe encontrar apoyo y consuelo entre las familias que conforman la comunidad cristiana, así como en los órganos pastorales de la parroquia.

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Cuando la muerte clava su aguijón

253.- Abandonar a una familia cuando la lastima una muerte, sería una falta de misericordia, perder una oportunidad pastoral, y posiblemente cerraríamos el paso a cualquier otra obra evangelizadora

254.- No debemos enfadarnos con Dios y menos aún culparlo.

255.- En general, el duelo por los difuntos puede llevar bastante tiempo.Con un camino sincero y paciente de oración y de liberación interior, vuelve la paz.La vida continúa.

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256.- Nos consuela saber que no existe la destrucción completa de los que mueren, y la fe nos asegura que el Resucitado nunca nos abandonará, y aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque “nuestros seres queridos no han desaparecido en la oscuridad de la nada: la esperanza nos asegura que ellos están en las manos buenas y fuertes de Dios.

257.- Una manera de comunicarnos con los seres queridos que murieron es orar por ellos, con lo cual se “puede no solamente ayudarles, sino también hace eficaz su intercesión en nuestro favor”.

258.- Si aceptamos la muerte podemos prepararnos para ella. El camino es crecer en el amor hacia los que caminan con nosotros, hasta el día en que “ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor” AP. 21,4