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Celebración de la Primera Comunión Reflexiones y Materiales MES DE LOS SACRILEGIOS Queridos amigos del “mundo de la Primera Comunión”: Me dirijo a vosotros que en estos momentos comenzáis a celebrar las “tandas de Primeras Comuniones”. La Primera comunión es uno de los acontecimientos que debieran tener un sentido señalado en la vida de los niños, de las familias y de las parroquias; pero, hoy, es una pastoral que suscita numerosos interrogantes. La dimensión de fe, no parece estar precisamente en el centro de las preocupaciones de los niños y de sus familias. Van muy por delante otros intereses: se gasta dinero en adornos estúpidos, trajes exóticos y despampanantes, restaurantes, invitaciones , bailes, regalos, videos..., en nombre de Jesús de Nazaret, lo cual es tan contradictorio que, en realidad, es una blasfemia hecha acción, pues se usa la Iglesia y lo más sagrado de la Iglesia La Eucaristíapara fines, que nada tienen que ver con lo que significa la Eucaristía. Si un tiempo antes, invitas a los padres a unas reuniones de preparación, te encuentras con la sorpresa de que algunos no quieren saber nada o “porque ellos ya hicieron la Primera Comunión” o “porque quien va a hacer la comunión no son ellos, sino su hijo o su hija...” Y éstos mismos, te crean un inmenso follón si hablas de suprimir los trajes (de “novia” o de “marinerito” con el que disfrazan a sus hijos, como si de una fiesta de “carnaval” se tratase...) Si les dices a los padres que hay que evitar tanto “folklore”, muchos dicen por lo bajines: “Tú di lo que quieras, que nosotros haremos lo que nos dé la gana... Al fin y al cabo, lo vamos a pagar nosotros...Así que tranquilos”. Por otra parte son cada vez más los padres que no comulgan, porque han dejado de creer en “estas cosas” y, sin embargo, quieren que comulguen sus hijos porque “todo el mundo lo hace” o “daño no les va a hacer”... Casi todo lo que de los adultos, que rodea la Primera Comunión es desolador; tiene poco de cristiano y mucho de fiesta de sociedad “pasada por la Iglesia” sin entrar en el corazón del mensaje cristiano. En ese “casi” quedan salvados los que sí saben lo que hacen y lo hacen “como Dios manda”. Y por todo ello, muchos sacerdotes y catequistas se preguntan si vale la pena organizar Primeras Comuniones, si las familias y los niños no dan

Celebracion de la primera comunion

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Celebración de la Primera Comunión

Reflexiones y Materiales

MES DE LOS SACRILEGIOS

Queridos amigos del “mundo de la Primera Comunión”: Me dirijo a vosotros que en estos momentos comenzáis a celebrar las “tandas de Primeras Comuniones”. La Primera comunión es uno de los acontecimientos que debieran tener un sentido señalado en la vida de los niños, de las familias y de las parroquias; pero, hoy, es una pastoral que suscita numerosos interrogantes. La dimensión de fe, no parece estar precisamente en el centro de las preocupaciones de los niños y de sus familias. Van muy por delante otros intereses: se gasta dinero en adornos estúpidos, trajes exóticos y despampanantes, restaurantes, invitaciones , bailes, regalos, videos..., en nombre de Jesús de Nazaret, lo cual es tan contradictorio que, en realidad, es una blasfemia hecha acción, pues se usa la Iglesia y lo más sagrado de la Iglesia –La Eucaristía– para fines, que nada tienen que ver con lo que significa la Eucaristía. Si un tiempo antes, invitas a los padres a unas reuniones de preparación, te encuentras con la sorpresa de que algunos no quieren saber nada o “porque ellos ya hicieron la Primera Comunión” o “porque quien va a hacer la comunión no son ellos, sino su hijo o su hija...” Y éstos mismos, te crean un inmenso follón si hablas de suprimir los trajes (de “novia” o de “marinerito” con el que disfrazan a sus hijos, como si de una fiesta de “carnaval” se tratase...) Si les dices a los padres que hay que evitar tanto “folklore”, muchos dicen por lo bajines: “Tú di lo que quieras, que nosotros haremos lo que nos dé la gana... Al fin y al cabo, lo vamos a pagar nosotros...Así que tranquilos”. Por otra parte son cada vez más los padres que no comulgan, porque han dejado de creer en “estas cosas” y, sin embargo, quieren que comulguen sus hijos porque “todo el mundo lo hace” o “daño no les va a hacer”... Casi todo lo que de los adultos, que rodea la Primera Comunión es desolador; tiene poco de cristiano y mucho de fiesta de sociedad “pasada por la Iglesia” sin entrar en el corazón del mensaje cristiano. En ese “casi” quedan salvados los que sí saben lo que hacen y lo hacen “como Dios manda”. Y por todo ello, muchos sacerdotes y catequistas se preguntan si vale la pena organizar Primeras Comuniones, si las familias y los niños no dan

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la más mínima garantía de que van a hacer una segunda o una tercera; o si se trata nada más que de fuegos artificiales porque hace bonito o es la costumbre. Si sabemos, casi seguro, de que después de la Primera Comunión el niño no va a volver a Catequesis, ni a Misa, porque sus padres están lejos de sentir estos valores como importantes, ¿vale la pena seguir con esta costumbre?

¿Qué podríamos hacer?

1.– Por un lado reconocer la enorme dificultad de la situación, debido a que muchos piensan que el Corte Inglés y sus variantes tiene ganada la batalla, pero no por ello debe quedar excluida la posibilidad de que tanta parafernalia sea reconvertida por una buena pastoral, y se transforme en una llamada seria o en ocasión de una nueva orientación de vida para alguien de los presentes, al menos para los niños que son los que menos culpa tienen del pecado de la sociedad.

2.– La Catequesis tiene que dejar de ser catequesis de niños para convertirse en catequesis de padres. Perdemos el tiempo catequizando a niños que después no tienen ningún respaldo familiar. Hay que dar la vuelta a la tortilla.

3.– Por otro lado, la situación descrita y denunciada nos lanza a los sacerdotes esta pregunta quemante: ¿Es que los sacrilegios y las profanaciones dejan de ser tales, cuando nos proporcionan público, dinero y algo de protagonismo? ¿O precisamente entones se vuelven más sacrilegios? Pero, para que los sacerdotes nos sintamos movidos, hará falta el empuje y la imaginación de muchas parejas cristianas, que vayan inventando una Primera Comunión “contracultural”.

Para terminar, imagínate, padre o madre, que tu hijo o tu hija, te dice:

¿Por qué me llevas a comulgar si tú no lo haces?

¿Por qué la Primera Comunión si no vivimos como cristianos, si no nos reunimos con los cristianos de la Parroquia para celebrar la Eucaristía?...

¿Por qué hacer la Primera Comunión si no existirá la segunda?...

Pidiendo la Primera Comunión para tu hijo o tu hija, mira con lo que te encuentras... ¿lo habías pensado?, ¿lo quieres pensar, por favor?

Y hace unos años Mauriac hablaba de la Primera Comunión como de “ese acto en el que nada comienza y sí, todo acaba”. Juan Jauregui