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Ciclo C

Domingo ordinario XXXIII ciclo c

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Ciclo C

Estamos prácticamente al final del año litúrgico. Sólo falta la fiesta de Cristo Rey.

El domingo pasado veíamos ya cómo la muerte no es el final, sino la entrada en una vida nueva. El día de nuestra muerte será como el fin del mundo para nosotros.

Debemos entender que Jesús no lo dijo para que tengamos miedo, sino para que vivamos con paz y

esperanza, porque Él seguirá con nosotros.Veamos la 1ª parte del evangelio: Lc 21, 5-11

Pero toda esta sociedad y toda esta vida material terminará. Y terminará en un día final, del cual nos habla el evangelio de este domingo.

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús

les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál

será la señal de que todo eso está para suceder?“ Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras

ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que

ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida”. Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y

grandes signos en el cielo.

Eran los días antes de la muerte de Jesús. Él con los discípulos se retiraba a Betania por la noche y por el día volvía a Jerusalén. Un día, desde el monte cercano con los primeros reflejos del sol, los discípulos hicieron reflexio-nar a Jesús sobre la belleza del templo con sus piedras de mármol. Jesús les habló sobre el futuro del templo.

Se entendía que en no muchos años.

Por eso lo recalca más que el evangelio de san Marcos, escrito anteriormente.

Posible-mente, cuando se escribió el evangelio de san Lucas, ya había sucedido.

El templo para los judíos era la materialización de la alianza con Dios. Era el signo de ser ellos los elegidos entre todos los pueblos.

Era como una “noticia

bomba”, ya que para los judíos era su mayor

orgullo.

Para los judíos hablar contra el templo era hablar contra Dios. Esa sería la principal acusación

contra Jesús para llevarle a la muerte.

Jesús, aunque hablaba del templo material, se refería al sistema, a lo que representaba.La veneración extrema al templo era como querer tener a Dios encerrado, inaccesible para la mayoría del mundo.

Jesús había dicho a la samaritana (y seguro que se lo habría dicho también a los apóstoles) que llegará un tiempo en que en todos los lugares del mundo se adorará al Dios verdadero.

Jesús nos enseña que la religión, más que en actos cultuales, consiste en una relación íntima de amor con Dios, que es Padre.

Por lo tanto no será necesario el templo de Jerusalén.

Esta idea de poder adorar a Dios no sólo en el templo, ya que Dios está en todas las partes, no era una novedad entre los israelitas.

Cuando estaban en el destierro, los sacerdotes, principalmente el profeta Ezequiel, pretendían levantar el ánimo a las personas con la idea de la presencia de Dios también allí.

Y por eso está presente en toda la creación, no sólo en el templo. Después los fariseos y responsables del tiempo de Jesús eran quienes querían hacer del templo el todo de su religión formalista externa.

Por ese tiempo se escribía el primer capítulo sobre la creación para proclamar que Dios ha hecho todas las cosas buenas.

Lo que quería Jesús inculcar a los apóstoles, y a nosotros, era la libertad de espíritu para adorar a Dios en todas las partes, en donde se pueda amar a todos y hacer el bien.

Cuando Jesús anunció que el templo sería destruido, le preguntaron

cuándo iba a ser, qué señales habría.

Jesús no solía responder a las

preguntas hechas sólo

por curiosidad; pero aprovecha

para darnos algún gran mensaje.

Del final del templo pasa Jesús a hablar del final del mundo. Todo lo material debe tener un fin.

Jesús emplea un lenguaje apocalíptico, como era costumbre entonces para narrar cosas grandiosas.

A base de imágenes y símbolos, quiere hablarnos Jesús de la victoria de Dios sobre el mal.

Jesús nos habla del fin del mundo con imágenes al estilo de su tiempo. No iba a

hablar de bombas atómicas o algo parecido.

como se figuraban en la caída del sol o estrellas, aunque sepamos que no puede ser.

Por eso habla de

signos en el cielo,

Al decirnos Jesús que todo terminará se refiere a lo material; porque en realidad no todo termina, sino que comienza una vida definitiva, que esperamos sea feliz. Por eso Jesús lo dice no para dar temor sino esperanza. Jesús nos lleva a la paz y a la felicidad. Un día vendrá Jesús, el Salvador. Y ¡Cuán gloriosa será esa mañana!

Cuán gloriosa será la mañanacuando venga Jesús el Salvador.

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Las naciones unidas como hermanas bienvenidas daremos al Señor.

Esperamos la mañana gloriosa

para dar la bienvenida al Dios de

amor.

donde todo será color de rosa en la santa fragancia del Señor.

No habrá necesidadde la luz el resplandor,

ni el sol dará su luz,ni tampoco

su calor.

porque entonces

Jesús,el rey del

cielo,

para siempre

será Conso-lador.

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Lo malo nuestro es que seguimos construyén-donos templos en el corazón, de donde

apartamos a veces el amor a los hermanos y a veces hasta el verdadero amor a Dios.

Hay personas que se creen seguras en los templos de la ciencia, al ver sus grandes progresos. Y la ciencia falla cuando menos lo esperamos. Puede ser por un fallo técnico o por la furia de la naturaleza o por avances de enfermedades desconocidas.

El hecho es que Jesús nos pide

que tengamos

más libre el corazón para que sea suyo

plenamente.

Sobre el fin del mundo y el juicio final ya habían hablado algunos profetas, especialmente Malaquías, del cual se toma hoy la primera lectura:

Malaquías 3, 19-20a

Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos

serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las

alas.

Sobre el Juicio también hoy nos habla el salmo responsorial. Estaremos repitiendo: “El Señor llega para regir la tierra con justicia”. Esta justicia bíblica no es algo terrible contra los malvados, ya que ellos mismos se condenan, sino que se trata de la bondad y santidad de Dios.

Jesús dijo que volvería “pronto”. Esta palabra ha tenido diversas aceptaciones. En realidad es pronto si se toma toda la vida humana en comparación a toda la eternidad. Pronto iba a estar Jesús en su Iglesia, entre los hermanos y de una manera especial en la Eucaristía.

Pero algunos cristianos tomaron demasiado al pie de la letra lo de la 2ª venida de Jesús. Y ni siquiera trabajaban. Así lo han hecho algunas sectas en varias ocasiones, como al llegar el año mil o el dos mil. Pero san Pablo tuvo que decir que hay que ir al cielo pisando en la tierra. Y que hay que trabajar.

2Tesalonicenses 3, 7-12

Así nos dice la 2ª lectura:

Hermanos: Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin

trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No

es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando

vivimos con vosotros os lo mandamos: el que no trabaja, que no coma. Porque nos hemos

enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor

Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.

El trabajar no es por el hecho de trabajar en lo material, sino que es colaborar con Dios en el sustento de la naturaleza y para el bien de toda la sociedad, el bien de todos.

Trabajar es colaborar con el Señor para hacer un mundo más feliz.

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Trabajar es parecerse a Dios que hizo el universo con amor.

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Mientras estamos en este mundo habrá dificultades y persecuciones. De ello les hablaba Jesús en varias ocasiones. Hoy en el evangelio lo vuelve a repetir para indicar que llegará el fin, pero mientras llega, en esta vida para conseguir la eterna, no todo será fácil. Dice así la 2ª parte del evangelio:

Lc 21, 12-19

Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito

de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes,

y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os

odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra

perseverancia salvaréis vuestras almas."

La historia de la Iglesia es una historia de persecuciones y de triunfos del bien sobre la

maldad.

El discípulo de Jesús siempre debe estar alerta, porque vendrán muchas dificultades.

De la persecución la Iglesia saca fortaleza, libertad verdadera y credibilidad en su acción salvadora.

Termina Jesús dando esperanza: “No se perderá un cabello de vuestra cabeza”.

Las palabras de Jesús son de ánimo y de esperanza. El mal nunca podrá vencer del

todo, aunque alguna vez lo parezca.

Dios nos quiere iluminar para que tengamos paz y alegría. Todo

terminará en los brazos de Dios, nuestro Padre.

Esta actitud de esperanza, unida a la calma y la paz, es lo que Cristo quiere al hablarnos del fin de los tiempos. Terminamos deseando alegría y paz, porque Cristo volverá para levantarnos y darnos la corona merecida al llegar a la meta final.

No tengas miedo: él volverá,  

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No pierdas tu fe, el tiempo

es corto ya. 

Nunca desmayes

y una corona él te dará. 

Él volverá allá en

las nubes, 

a levantar a todo aquel que le

fue fiel.

Prosigue firme

hasta la meta final.

Esperamos encontrar a la Madre María con Jesús al llegar a la Meta final.

AMÉN