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DONDE COMIENZA LA VIDA Existe una diferencia entre lo que la mente conoce y lo que conoce nuestro espíritu: un vasto mundo de diferencias. Nuestro universo de pensamientos y experiencias, del tiempo que transcurre entre nuestras propias generaciones, no representa la totalidad de nosotros mismos. No se nos define por tiempo sino por una eternidad sin límites. La tierra ha sido creada como si estuviéramos trabajando la tierra que tiene un tiempo para nacer, vida y cosecha. La cosecha no es el final del proceso, es solamente un paso hacia la verdad de todo. ¿Qué es nuestro espíritu? Es el “patrimonio real del Padre” que no se halla limitado por nada. El espíritu, nuestro espíritu puede oír cosas que la mente no puede. La mente tiene límites, el espíritu no los tiene. Profundamente dentro de nosotros, se halla una parte de algo puro que busca la verdad, que reflexiona sobre algo mayor de lo que nuestras mentes pueden ser conscientes. Nuestro espíritu es el centro de quienes somos, dentro de un cuerpo que morirá pero no limitado por el cuerpo. Somos hechos. Somos creados. No nos hemos creado a nosotros mismos. La mayoría de nosotros somos conscientes de esto, aun tan solo en parte. Somos hechos temerosa y maravillosamente. ¿Quién nos ha dado la vida? ¿Quién se

Donde Comienza La Vida

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DONDE COMIENZA LA VIDA

Existe una diferencia entre lo que la mente conoce y lo

que conoce nuestro espíritu: un vasto mundo de

diferencias. Nuestro universo de pensamientos y

experiencias, del tiempo que transcurre entre nuestras

propias generaciones, no representa la totalidad de

nosotros mismos. No se nos define por tiempo sino por

una eternidad sin límites. La tierra ha sido creada

como si estuviéramos trabajando la tierra que tiene un

tiempo para nacer, vida y cosecha. La cosecha no es el

final del proceso, es solamente un paso hacia la

verdad de todo.

¿Qué es nuestro espíritu? Es el “patrimonio real del Padre” que no se halla limitado

por nada. El espíritu, nuestro espíritu puede oír cosas que la mente no puede. La mente

tiene límites, el espíritu no los tiene. Profundamente dentro de nosotros, se halla una parte

de algo puro que busca la verdad, que reflexiona sobre algo mayor de lo que nuestras

mentes pueden ser conscientes. Nuestro espíritu es el centro de quienes somos, dentro de

un cuerpo que morirá pero no limitado por el cuerpo.

Somos hechos. Somos creados. No nos hemos creado a nosotros mismos. La

mayoría de nosotros somos conscientes de esto, aun tan solo en parte. Somos hechos

temerosa y maravillosamente. ¿Quién nos ha dado la vida? ¿Quién se halla detrás de toda

la belleza de la tierra y quién es el Creador de la individualidad? Es un Ser, una Persona,

una Persona que puede ser vista a través de nuestro espíritu, oída por nuestro espíritu y

quien es fuente del mismo. Una Persona que desea dar vida en abundancia, plena de gozo,

belleza y amor. Una Persona quien es Vida en Sí mismo, siempre dando vida. Del mismo

modo que hemos dado a luz a nuestros hijos, Él nos ha dado a luz a nosotros.

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Este bello Ser nos deseaba, y Él deseaba que creciéramos y viéramos la belleza de

las estrellas, el gozo de la vida, y, por sobre todas las cosas, que fuéramos amados y que

amáramos. Y en este amor, a medida que crecemos hacia la cosecha, Él deseaba que

nosotros Le conociéramos. Conocerle es conocer al Amor en sí mismo. Él desea que

nosotros tomemos Su mano y caminemos con Él, que hablemos con Él. Él desea que le

conozcamos bien, tanto como Él nos conoce a nosotros.

Toda la razón y el propósito de la vida radican en conocer la verdad y en conocer a

Aquél que nos ha creado, que nos ha dado libertad para escoger. Y nosotros, durante

nuestro tiempo en la tierra, podemos optar por conocer solo lo que conocen nuestras

mentes, o bien podemos optar por conocer más. Un día, conoceremos todos los misterios

del mundo aquí y del mundo que se halla por encima de nosotros, pero podemos optar por

conocer ahora lo que el Padre le mostrará a nuestro espíritu. La libertad para escoger viene

con el alto precio hacia el amoroso Ser que nos ha creado. Nuestras elecciones estarán

definidas por el amor, o bien, por el ego. El ego se coloca por sobre todas las cosas. Y ello

puede conducirnos a los lugares más lejanos de la vida y del amor, tan lejos como de este

a oeste. Nuestra libertad de elección acarrea consecuencias que vemos alrededor de

nosotros. Lo que Él intentó cuando nos creó no fue nada como la miseria que nosotros

mismos hemos creado a través de lo que hacemos y escogemos.

Nos habíamos perdido, perdido de nuestra fuente. Entonces, Él vino a nosotros para

mostrarnos nuestra fuente, para recordarnos de nuestros espíritus de amor mostrando el

más elevado y puro amor sin egoísmo, mostrado en una cruz de madera, mostrado por

Jesús Mismo.

Y a través de todo el tiempo, desde los principios, Dios ha estado luchando para

llevarnos a nuestro destino, el cual no es solamente la tierra ni nuestros cuerpos que son

mortales. Nuestro verdadero destino está libre de temor, de pena, de enfermedad. El Padre

me dijo: “No existen hospitales o cementerios o prisiones en el Cielo.” Nuestra llegada al

Cielo no será extraña aun cuando nuestras mentes así lo imaginan. El Cielo se halla en

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nuestro espíritu, una parte de Él Mismo en nosotros. Las culturas, religiones y diferencias

desaparecerán como si nunca hubieren existido, la oscuridad finalizará cuando vamos

hacia la Luz. Comprenderemos. Ello está escrito en la cruz.

Entonces, cuando tú pienses en el Padre, piensa en un Ser que nos ha creado con

esperanza, anticipación y gozo, ansioso por conocernos, ansioso por que Le conozcamos.

Ven a Él y toma Su mano. Háblale. Él te hablará. Allí en donde realmente comienza la vida.