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EL DIOS DE LA SEGUNDA OPORTUNIDAD. ¡Cuan diferente es el amor de Dios hacia nosotros! Tan radical, tan incomprensible. Y su gracia es tan abarcante que nadie queda fuera de su alcance: ni lo idolatras, ni los pecadores rebeldes; como tampoco las almas que sufren bajo el yugo del

El Dios de la segunda oportunidad

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Una segunda oportunidad

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EL DIOS DE LA SEGUNDA OPORTUNIDAD.

¡Cuan diferente es el amor de Dios hacia nosotros! Tan radical, tan incomprensible. Y su gracia es tan abarcante que nadie queda fuera de su alcance: ni lo idolatras, ni los pecadores rebeldes; como tampoco las almas que sufren bajo el yugo del pecado. ¡El amor de Dios es ilimitado!

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AMOR QUE DERRUMBA BARRERAS

Los asirios se deleitaban enormemente en la adoración de ídolos. Incluso se podría decir que estaban orgullosos de su rebeldía. Odiaban a Dios, y atacaban a los israelitas despiadadamente. No obstante, Dios les dio una segunda oportunidad. ¡Que Dios tan maravilloso!

Jonás fue a la ciudad de Nínive y proclamó: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!” (Jonás 3:4). Sin embargo, en contra de lo que Jonás había anticipado, el pueblo, aunque malvado y rebelde, de algún modo sintió el poder electrizante del amor y la compasión de Dios a través de cada palabra que pronuncio el profeta.

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El versículo 10 del tercer capitulo de Jonás dice: “Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambio de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado”.

Si Dios los perdonó. Servimos a un Dios que nos da otra oportunidad. ¿Cómo se siente usted al escuchar estas palabras? No importa cuanto nos hayamos alejado, el va a nuestro encuentro, ya que su mas sincero deseo es salvar, no destruir. ¡Así es el amor de Dios!

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AMOR QUE NO CONOCE LIMITES

Consideremos el caso de María Magdalena, una mujer que había sido marginada y que había luchado para sobreponerse a sus sentimientos de inferioridad y a un estilo de vida cuestionable. María no era popular. Al contrario, sufría el rechazo de la gente. Quizás hasta se sentía desesperanzada. Pero en la presencia de Jesús, María encontró aceptación, amor, sanidad y perdón. Recibió una segunda oportunidad. ¡Descubrió que el amor de Dios no tiene limites!

El amor de Dios es tan amplio, tan profundo. Es inagotable. Su corazón rebosa de amor. No vacila.

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Las Escrituras amplían este concepto al decir: “El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no habrá de darnos generosamente, junto con el, todas las cosas?” (Romanos 8:32).

Y el versículo 16 del tercer capitulo de Juan infunde amor y esperanza. “Porque tanto amo Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en el no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

No necesitamos esperar que alguien nos diga cuan especiales somos porque Dios ya lo ha dicho. No solo lo ha dicho, ¡lo ha demostrado, al darlo todo por nosotros!

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“¡ Oh amor de Dios!, brotando estas,

inmensurable, eternal, por las edades durarás,

inagotable raudal”

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En Juan 3:16. Dios ama a un mundo que lo ignora. Pablo dice que Dios demuestra su amor por nosotros “en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” ( Romanos 5:8) ¡Dios ama a los pecadores! A nosotros que negamos su existencia; que vivimos sumergidos en la angustia y la soledad que provocan los vicios; que diariamente echamos por tierra sus mandatos; que nos burlamos de su Palabra. Ama a los que rehusamos aceptar su verdad. No importa lo que hagamos, el amor de Dios es mucho mas grande que todos nuestros pecados (Romanos 5:20) .

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El libro de Romanos al respecto nos dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro”. (Romanos 8: 38, 39)

Así que en lugar de rechazar y oponer resistencia al amor divino, como el Salmista hemos de dar “ Gracias al Señor, porque él es bueno y su gran amor perdurara para siempre” (salmo 118:31) con Jeremías podemos exclamar: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota” (Lamentaciones 3: 22,23).

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Como el amor de Dios es para siempre (Salmo 118), seria muy sabio de nuestra parte tratar de “comprender, junto con todos los santos, cuan ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo”. En fin, esforzarnos por conocer “Ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento “ ( Efesios 3: 17-19).

Ese amor no solo sobrepuja nuestro entendimiento, sino que además excede las barreras del tiempo y se extenderá por toda la eternidad. En la tierra apenas podemos obtener una sutil vislumbre del amor divino. Nuestro aprendizaje sobre este insondable tema continuara en el cielo.

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HAY LUGAR PARA TODOS

Dios nos ama a pesar de saber quienes somos y de donde venimos. ¡Aceptemos ese amor! Las llamas de la compasión se encenderán cuando el amor de Dios ilumine las recamaras de nuestro corazón. Cuando el amor de Cristo nos embarga, ya no hay necesidad de seguir con nuestras mascaras; quedamos vulnerables ante él. Su amor comenzara a notarse en las acciones mas simples; nuestras risas, nuestras palabras. Aceptemos este amor que sana el corazón, transforma las relaciones y derriba barreras. ¡Hay lugar para todos en el corazón de Dios!

Cuando el amor de Dios nos toca, sucede algo similar a lo que ocurre en el corazón de Dios: no se puede contener, se desborda de gozo, el gozo que consiste en saber que somos amados inmensamente, a pesar de nosotros mismos. ¡Hay lugar para todos en el corazón de Dios!

Presentado por: Coralia Linares de Reyes.

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JUAN 3:16

“Si mañana al amanecer descubriéramos que todas las paginas de La Biblia están en blanco y que solo permanece el texto de Juan 3:16, el camino a la salvación todavía estaría claro para toda la humanidad”

H.M.S. RICHARDS