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EN ESTE ESCRITO EL HERMANO CARLOS FARIÑAS DEDICADO A TIEMPO COMPLETO A LAS COSAS DEL SEÑOR NO HABLAS DE LOS TIPOS DE TENTACION Y COMO ENFRENTARLAS. ESTE ESCRITO PUEDE SER DE AYUDA NO SOLO PARA LOS JOVENES SINO PARA TODO CRISTIANO A CUALQUIER EDAD Y PARA OTROS QUE PUEDAN SABER QUE TENEMOS HERRAMIENTAS PARA ALCANZAR LA VICTORIA
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EL JOVEN
Y LAS
TENTACIONES
Carlos E. Fariñas G.
Posiblemente no hay otro tema que tan sinceramente preocupe a los jóvenes
cristianos como es el de las tentaciones a pecar. Creo que tampoco hay un arma más eficaz
en las manos del maligno para vencer a un sincero joven creyente, como presentarle
tentaciones que le hagan sucumbir al pecado. Para entender cabalmente de que se trata la
tentación, procuraré definirla de la manera más clara posible. Podríamos describirla como
un movimiento interior que nos impulsa a hacer una cosa, particularmente si es mala. Es
sinónima de sugestión, atracción, seducción, fascinación, impulso, incitación, aguijón,
excitación, trampa, señuelo, anzuelo.
Tanto la definición como las palabras usadas como sinónimos, están en perfecta
armonía con la idea de tentación usada por la Biblia. Quisiera destacar los sinónimos
destacados en cursiva y negrita, de manera que podamos ver con facilidad lo que significa,
de manera práctica, la tentación. Es una atracción; es algo o alguien que llama nuestra
atención, que motiva nuestro interés de manera particular o especial. El Apóstol Juan lo
llama “los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida (1
Jn.2:16)”. Quiere decir que puede ser “algo que vemos y nos gusta” como ocurrió en Edén
cuando Eva vio que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para
alcanzar sabiduría (Gn.3:6). Lo que esa mujer vio le agradó primero a su propia carne
vanidosa, y fue atraída luego por sus ojos. Es una seducción después. Santiago en su carta
(1:14) nos enseña que esa atracción funciona como una elocuente persona interior que nos
convence que lo que nos atrae es bueno, justo y perfectamente aceptable para nuestra vida;
llega a fascinarnos de tal manera que nos impulsa a practicar lo que ya es una seducción.
Pero notemos que esa incitación se convierte en un aguijón que produce dolor, es una
punta de lanza en el costado que nos excita de manera engañosa, produce un estado de
angustia tal que nubla los sentidos y la razón, como si estuviésemos prendidos por un
anzuelo que nos lleva a hacer lo que no conviene, ni edifica ni glorifica a Dios; caemos en
la trampa ...... eso es pecar.
-Así que podemos entender que ¡la tentación no es un agente externo a nuestro ser
como usualmente pensamos! ¡No viene de fuera sorpresivamente para engañarnos! Cada
persona tiene en su fuero interno un impulso común que la Biblia llama concupiscencia o
deseos desordenados. Son esos deseos desordenados, comunes a la naturaleza adámica,
pecadora y no regenerada, los que están constantemente actuando y produciendo en
nuestra mente y corazón insatisfacción con lo que tenemos y hambre por conocer y tener
nuevas experiencias, o repetir experiencias que en el pasado nos han deparado algún tipo
de placer, por pasajero que aquél fuera y a pesar de los dolores que trajera. Otro error
interesante de notar, es el que muchos “atribuyen al diablo” las tentaciones a las que se
encuentran sometidos o las califican como “pruebas de Dios”. La Biblia, que es la infalible
Palabra de Dios, la revelación de la voluntad de nuestro Padre Celestial para con nosotros,
nos declara que “no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana (1 Co.
10:13)”, nada sobrenatural hay en nuestras tentaciones. Aunque es bien cierto que los
demonios pueden propiciar situaciones adversas para el creyente, tenemos que considerar
dos cosas en este sentido: 1º) El diablo no es omnipresente como lo es Dios; él no puede
estar en todas partes a la misma vez. 2º) Ni el diablo, ni los demonios, necesitan intervenir
directamente en las tentaciones del humano, pues la misma naturaleza pecadora del
hombre, el pecado con que nacemos, actúa como una puerta abierta para cualquier
tentación para hacer el mal. Ese mal está dentro de cada hombre y cada mujer, dentro de
cada viejito y de cada jovencito también (Compare Romanos 7: 18-24).
En cuanto a atribuirle a Dios nuestras tentaciones (como si se tratasen de pruebas),
debemos señalar lo que nos dice Santiago: “Dios no puede ser tentado por el mal, ni él
tienta a nadie (Stg. 1:13)”. Cada vez que un creyente es tentado, su fe se pone a prueba, es
verdad, pero no es Dios quien le está poniendo en aprietos, pues el Señor conoce
perfectamente bien todas nuestras intenciones y no necesita probarnos (Pr. 5: 21-22). Cada
circunstancia en la vida es en sí una prueba de fe para nosotros mismos, nos descubre ante
nuestros ojos y por supuesto ante Dios y el resto del mundo. Por el contrario, dice Pablo
que Dios es fiel, que no nos dejará ser tentados más de lo que podamos resistir, sino
que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podamos soportar
(1 Co. 10:13). Esto quiere decir, que teniendo provisión del mismo Señor para superar las
tentaciones, si somos llevados hasta la caída es por nuestra incredulidad y liviandad, por
dejarnos (permitir voluntariamente) guiar por la carne. El libro de Proverbios nos recuerda
algo muy importante en este sentido: antes de la caída (es) la altivez de espíritu (Pr.
16:18).
Tipos de tentaciones
Como ya pudimos apreciar del comentario del Apóstol Pablo, las tentaciones son de
carácter humano, es decir, están relacionadas con nuestra carne y sus apetitos. El mismo
escritor sagrado, en su Carta a los Gálatas 5: 19-21, nos provee de una lista amplia y clara
de las manifestaciones naturales de nuestra carne, las que podemos agrupar en cuatro
clases: 1.- LA CARNE PASIONAL: que se manifiesta en adulterio, fornicación,
inmundicia y lascivia. 2.- LA CARNE RELIGIOSA: que se manifiesta en idolatría y
hechicerías. 3.- LA CARNE VANAGLORIOSA: manifestada en enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias y homicidios. 4.- LA CARNE
PLACENTERA: claramente manifestada en borracheras, orgías y cosas semejantes a estas.
Si queremos más detalles sobre esta misma lista, podemos leer en 1 Corintios 6: 9-10 y en
Romanos 13: 13.
Ahora bien, por la cita anterior de 1 Corintios 6, podemos entender que entre los
creyentes (aun los más jóvenes) hay quienes practicaron algunas de esas obras carnales en
su vida anterior, cuando inconversos, fácil es entonces deducir, que al ser convertidos a
Cristo, las tentaciones mayores vendrán del lado de las más frecuentes prácticas anteriores.
Quiero decir que las prácticas pecaminosas del pasado, serán, sin lugar a dudas, las más
fuertes atracciones que tiene que combatir el cristiano.
Notemos ahora, que la lista de Gálatas coincide muy bien con la enseñanza de Juan
en su Primera Carta 2: 16, donde podríamos englobar entre los deseos de la carne, las obras
de la carne pasional, la religiosa y la placentera, mientras que en los deseos de los ojos y la
vanagloria de la vida, podemos claramente ver las obras de la carne vanagloriosa; y Juan
asegura que ESTO NO PROVIENE DEL PADRE, SINO DEL MUNDO.
Hay salida para las tentaciones
Ya consideramos lo dicho por Pablo a los corintios con relación a la salida que Dios
proporciona al cristiano cuando aparece la tentación. Pero otros consejos bíblicos
podríamos añadir:
1º) El avisado ve el mal y se esconde (Proverbios 22:3). El que conoce sus
debilidades, las cosas que más le atraen del mundo y las mayores exigencias de su carne,
debe esconderse, literalmente no dejarse ver por esas debilidades. Evitarlas a toda costa,
evitar las situaciones, lugares y hasta personas que nos puedan poner en situación de
riesgo.
2º) Someteos, pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros (Santiago 4:7). La
mundanalidad está auspiciada por el mismo diablo, adversario de Dios. La única manera de
vencer en esta terrible tentación, es la sumisión espontánea y total a nuestro Señor. Al
“deseo de los ojos” hay que resistirle y decirle no (ver Gálatas 5: 16); solo que no
podremos lograrlo si no llevamos vidas acordes con lo estipulado por Dios en su Palabra,
eso es sumisión a Él.
3º) No proveáis para los deseos de la carne (Romanos 13:14). La indicación prevé
un acto voluntario del creyente de proveer o complacer los deseos carnales. El consejo es
que se debe evitar toda circunstancia o iniciativa que pudiera dar lugar a la complacencia
carnal. Por ello es que recomendamos a los jóvenes abstenerse de noviazgos inútiles,
cuando no se tiene la madurez necesaria como para llevar esa relación al feliz término de
un matrimonio. Aunque no necesariamente todos los noviazgos terminan en matrimonio,
nunca deben existir relaciones “como para pasar el tiempo”, pues los riesgos de una caída
son inminentes, además que la falta de seriedad de tal relación, habla muy mal del
testimonio que se debe tener ante el mundo que no conoce a Dios.
4º) Huye también de las pasiones juveniles (2 Timoteo 2:22). Muy relacionado con
el punto número 2, solo que relacionamos esta parte con la asociación con otros jóvenes.
Es común que al reunirse un grupo de jóvenes, comienzan a planificarse actividades y
maldades que sirven para poner en evidencia las capacidades y habilidades de los allí
reunidos. Se comienza a comentar las relaciones con el sexo opuesto, los noviazgos y las
truhanerías que muestran “la hombradía” de cada uno. De esta manera natural y
aparentemente inofensiva, se comienzan a excitar las pasiones, se estimula la vanidad, el
orgullo, y por lo general someten al joven a tan fuertes presiones que terminan por ceder a
ellas para evitar ser cuestionados y motivo de las burlas de los demás amigos. Se suele
decir: “eso es normal entre los jóvenes, y hay que dejarlos ser jóvenes, ya se les pasará”. A
esto decimos NO! ROTUNDAMENTE NO! Es mejor seguir el ejemplo de José en
Génesis 39:12:.. ”entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”. Querido
hermano joven, lo que parece natural y normal a los jóvenes se podría tratar de un terrible
pecado ante Dios.
5º) No descuides el don que hay en ti (1 Timoteo 4:14). Conjuntamente con las
recomendaciones de 1 Tim. 4:12-13 y 2 Tim. 1:13-14, podemos afirmar que el ejercicio
cristiano, ayuda grandemente al joven a mantener su mente y tiempo ocupados para Dios, y
por consiguiente alejado de las tentaciones. 1 Tim 4:7-8, recomienda ejercitarse para la
piedad, y añade que el ejercicio corporal, tan recomendado por los médicos por sus
beneficios a la salud, y tan amados por la mayoría de los jóvenes, es poco provechoso o
aporta muy poco en las luchas contra la carne, y en algunos casos hasta ayuda a la
carnalidad.
Anexo
Dios desea que usted sepa que sí puede vencer la tentación.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea
humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados
más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar”. (1 Corintios 10:13)
Aquí hay otra manera en que el diablo puede atacarlo a usted. Puede poner pensamientos en su
mente como estos: “Está bien, tú eres un hijo de Dios. Pero eres un cristiano derrotado y siempre
será así. Tienes ciertos pecados en tu vida que nunca podrás vencer. Has fallado en el pasado y
seguirás fallando siempre”. De nuevo, nuestra arma para vencer a Satanás es la Palabra de Dios.
Veamos nuestro versículo para ver lo que dice. Es un versículo largo, así que vamos a
considerarlo en cuatro partes:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana . . .”
Esto significa que otras personas son tentadas de la misma manera que usted.
“Pero fiel es Dios . . .”
Esto significa que Dios siempre hace lo que dice que hará. Usted puede estar seguro que Dios es
fiel.
“Que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir . . .”
Esto significa que Dios ha prometido que no lo dejará ser tentado más allá de lo que puede
aguantar.
“Sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar”.
Esto significa que Dios siempre proveerá una manera para escapar de la tentación de tal manera
que usted nunca tenga por qué pecar.
Por favor memorice este versículo importante. Es un versículo muy largo y quizás le tome
algo de tiempo memorizarlo perfectamente, pero esfuércese hasta que se lo sepa de memoria.
Luego úselo en tiempos de tentación.
Algunas veces Satanás intenta hacernos pensar que hemos pecado sólo porque hemos sido
tentados a hacer algo terrible. Pero la tentación no es pecado. Sólo pecamos cuando cedemos a la
tentación. El Señor Jesús fue tentado muchas veces, pero nunca pecó.
Mientras usted esté en este mundo, será tentado. Pero con la ayuda de Dios puede vencer la
tentación. Dios no quiere que usted tenga miedo de Satanás y de sus tentaciones. La Biblia dice:
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio” (2 Timoteo 1:7).
Dios le dará el poder para vencer la tentación para que usted no peque.
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“Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre” (Juan 10:29).