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Diócesis de Asidonia-Jerez Pastoral Familiar

Filemon efesios

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Escrita por Pablo preso, según algunos en Éfeso a mediados de los años 50 y según otros en Roma en el 61/63. Se trata de un billete (un solo capítulo) de acompañamiento personal dirigido a Filemón, un convertido por Pablo y amigo suyo, persona rica e influyente en Colosas y quizás futuro obispo de Éfeso. Onésimo, esclavo de Filemón, se había escapado de su amo después de haber robado dinero. Encuentra a Pablo y se convierte. Pablo lo hace volver a su amo con este billete, que tiene un tono delicado y firme. El apóstol no entra en el problema de la esclavitud, pero recuerda a Filemón que Onésimo actualmente se ha convertido en hermano en la fe y por lo tanto se debe crear una nueva relación que relativice las antiguas diferencias sociales.

Ficha descriptivaFecha: más bien al final de los años de Éfeso (53-58).Destinatario: a Filemón, el amo del esclavo Onésimo, pero tam-bién a la Iglesia que se reúne en la casa de Filemón. Finalidad: obtener de Filemón que perdone a su esclavo huido Onésimo; en efecto, éste se ha hecho cristiano.

Leer la Carta a Filemón es destruir desde la raíz la desigualdad social.

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Aunque esta carta lleva su título tradicional «a los Efesios», la mayor parte de los especialistas considera que no fue escrita únicamente para los cristianos de Éfeso. En efecto, muchos buenos manuscritos omiten la mención de Éfeso que se encuentra en Ef 1,1. En cualquier caso, el autor no sería Pablo, ya que pretende no haber tenido contacto nunca con los efesios (Ef 1,15; 3,1-3), mientras que pasó más de cuatro años con ellos. Si la carta no fue escrita únicamente a los Efesios, hay que admitir, como hacen los críticos, que se trata de una carta circular destinada a varias Iglesias, probablemente reagrupadas en torno a Éfeso. La primera parte es sustancialmente eclesiológica: Cristo es la cabeza de la Iglesia que une a los cercanos y a los lejanos en un solo cuerpo. La segunda (Ef 4-6) es parenética: exhorta a los bautizados a unirse en la fe, revestirse del hombre nuevo y ser imitadores de Dios: tales actitudes deben estar presentes en todos los aspectos de la vida familiar. La carta acaba con la exhortación a armarse para el combate espiritual contra las potencias del mal. Es notable en esta carta la tensión poética que se expresa en diversos himnos.

Estructura de la carta: El plan salvador de Dios (1,1 – 1, 19)La salvación de Cristo, el Señor Supremo (1, 20 – 3, 21)Vivir la nueva vida de Cristo en el Espíritu (4, 1 – 6, 9)El combate espiritual (6, 10-24)

Leer la Carta a los efesios es penetrar en la intimidad de la Iglesia.

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Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. Amén. Ef 1,3-10

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Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. Amén. Ef 1,3-10