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Dura es la Palabra de Dios
En la lectura del Santo Evangelio de hoy, un joven vino a donde Jesús
buscando la vida eterna. Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo
cuanto tengas; véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en
los cielos. Luego ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza era
para este joven –como lo es para muchos– un tropiezo en el camino. Luego
dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de
una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se
escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados –al igual que
nosotros–, dijeron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Y en otra ocasión, los
discípulos le reclamaron: Dura es esta doctrina, ¿quién puede escucharla?
(Jn 6:60).
Cuando el joven le respondió a Jesús: Todo eso (los diez mandamientos) lo he
cumplido desde mi juventud, Jesús no lo justificó, como hubiera hecho
cualquier maestro de la Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» – nos informa
exclusivamente el Evangelista San Marcos (Mc 10:21) –, y «al que ama el
Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció
esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino
el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo
material le impedía seguir la vocación.
Dice el Señor, por medio del profeta Jeremías: « ¿No es así mi palabra, como
el fuego, y como un martillo que golpea la peña? » (Jr 23:29). También dice:
«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí
para dar paz a la tierra? No, se los aseguro, sino a dividir.» (Lc 12:49-51).
El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que
busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las
dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su
propio nombre.
La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste
a tal grado que llega a considerarlo como su «salvador»; y sin darse cuenta, la
abundancia de riquezas materiales lo va empujando hacia la idolatría, de donde
sin duda, caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir
la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los
problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos –estemos donde estemos–
nos topamos con pobreza; entonces compartamos con los que necesitan de
nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera
y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema el apego al
dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis
hermanos.
Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero
recordemos que la bondad y la salvación de Jesucristo requieren de fatigas,
esfuerzo, sacrificio y dominio de sí mismo, porque la Palabra de Dios «salva a
los que de verdad tenemos fe.» Amén. www.iglesiaortodoxa.org.mx
Catedral Ortodoxa La Ascensión del Señor
El Sentido de los Mandatos del Santo Evangelio
Atemorizados por lo que dijo
Nuestro Señor Jesucristo, los
Apóstoles le preguntaron:
Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Esa pregunta es el
estremecimiento de la impotencia
humana ante lo absoluto del
llamado del Santo Evangélico. Es
también la pregunta que puede
hacer el que entiende esa
invitación extraña: "Amen a sus
enemigos." ¿Cómo amar cuando
no hay amor? Entonces, ¿quién
podrá salvarse? La respuesta del
Señor ahuyenta todas las dudas:
en ella se halla toda la fuerza,
todo el sentido de la enseñanza de Cristo: "Lo que es imposible para
los hombres, es posible para Dios". (Mateo 19:26). Los mandatos
del Santo Evangelio, sobre todo los mandatos de amor, no son
preceptos, sino invitaciones. Por respuesta al llamado del amor, el
hombre puede encontrar el amor, pero es Dios solo quien lo da. E1
amor es el Don por excelencia del Espíritu Santo, a quien Dios no
rehúsa dar. "Si ustedes, siendo malos, saben dar buenas cosas a
sus hijos, ¿Cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que lo pidan de Él?" (Lucas 11:13). Dios mismo es amor. Al
hombre sólo le ha pedido que se aparte de todo lo que puede impedir el
amor, y esto está en el poder del hombre, como está en su poder
implorar y suplicar a Dios. Puede más todavía: puede esforzarse por
actuar como si ya amara. Es precisamente lo que Nuestro Señor nos ha
recomendado: "Todas las cosas que quieran que los hombres hagan
con ustedes, así también hagan ustedes con ellos, porque ésta es la
ley y los profetas" (Mateo 7:12).
32° DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS – TONO 7°
Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
www.ocamexico.org
TROPARIO DE LA RESURRECCIÓN - Tono 7° Coro: Por tu cruz has destruido a la muerte. / Al ladrón has abierto el Paraíso. /
Los gemidos de las portadoras de mirra has tornado en regocijo. / Y has
mandado a tus Apóstoles. / Proclamar que Tú, Oh Dios Nuestro, has
resucitado. / Y concedes al mundo grande misericordia.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos
de los siglos. Amén.
CONTAQUIO DE LA RESURRECCIÓN - Tono 7° Coro: El dominio de la muerte no puede dominar más al hombre. / Porque
Cristo ha descendido aboliendo y destruyendo su poder. / El infierno ya esta
vinculado, / y los Profetas se regocijan diciendo unánimes. / El Salvador ha
aparecido a los que tienen fe, / salid, oh fieles, / a la resurrección.//
Diácono: Atendamos.
Sacerdote: Paz a todos.
Lector: Y a tu espíritu.
Diácono: Sabiduría.
Lector: PROQUIMENO, en el Tono 7° Lector: El Señor, dará fuerza a su pueblo; El Señor dará a su pueblo la
bendición de paz.
Coro: El Señor, / dará fuerza a su pueblo; / El Señor dará a su pueblo la
bendición, / de paz. //
Verso: Traed al señor, oh hijos de Dios, traed al Señor vuestros machos
cabríos.
Coro: El Señor, / dará fuerza a su pueblo; / El Señor dará a su pueblo la
bendición, / de paz. //
Verso: El Señor, dará fuerza a su pueblo.
Coro: El Señor dará a su pueblo la bendición, / de paz. //
Diácono: Sabiduría.
ECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A TIMOTEO. (1ra. Timoteo 1: 15 – 17)
Diácono: Atendamos.
Hermanos: Palabra fiel y digna de toda aceptación:
que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los
pecadores; de los que yo soy el primero. Más por
esto, se compadeció de mí, para que Jesucristo
muestre primero en mí toda su misericordia, para ser
ejemplo de los que habían de creer en Él, para vida
eterna. Por lo tanto; al Rey de los siglos, inmortal,
invisible, al sólo Dios sabio; sea el honor y gloria por
los siglos de los siglos. Amén.
Sacerdote: Paz a ti.
Lector: Y a tu espíritu.
Diácono: Sabiduría.
Lector: ALELUYA, en el Tono 7° Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.
Lector: Es bueno alabar al Señor y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.
Verso: Proclamar tu misericordia al amanecer y tu verdad por las noches.
Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.
Diacono: Sabiduría. Estemos de pie, escuchemos el Santo Evangelio.
Sacerdote: Paz a todos.
Coro: Y a tu espíritu.
ECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS. (Lucas 18: 18 – 27)
Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.
Sacerdote: Atendamos.
En aquel tiempo, un hombre importante le preguntó a Jesús:
Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida
eterna? Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno
hay bueno sino solamente Dios. Tú conoces los
mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no
robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu
madre". El hombre le respondió: Todo esto lo he cumplido
desde mi juventud. Al oírlo, Jesús le dijo: "Una cosa te falta
todavía: Todo cuanto tengas véndelo y repártelo entre los
pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y
sígueme". Al oír estas palabras, el hombre se puso muy
triste, porque era muy rico. Viéndolo así, Jesús dijo: "¡Qué
difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios! Es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que
un rico entre en el Reino de Dios". Los que escuchaban
dijeron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Jesús respondió:
"Lo que es imposible para los hombres, es posible para
Dios". Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.
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