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“Vino a los suyos y los suyos no le recibieron…” ¡Qué dramático resulta este cerrar la puerta a Dios! ¿Cómo puedo ser posible? ¿Y cómo es posible? Porque las cosas que sucedieron siguen sucediendo, para bien o para mal. ¿Cómo es posible que un pueblo, que desde hacía varios siglos venía esperando al Mesías, cuando viene, le cierra las puertas? ¿Es pura maldad? Debe ser otra la razón. Jesús hablaba de ceguera. Es claro. Si Dios hubiera venido como Dios ¿quién no le hubiera recibido? Si el Mesías se hubiera presentado en plan Mesías, como Dios manda, ¿quién le hubiera despreciado? El problema es que no se le conoció. Sabemos la vida de Jesús. Sabemos que no se pareció en nada al Mesías esperado. Sabemos que resultaba desconcertante: que el mismo Juan Bautista llegó a dudar de él… Problema pues de ceguera. Pero problema también de corazón. ¿No es verdad que sólo se ve bien con el corazón?… Luego, aquella gente le faltaba algo más que los ojos y la mente; le fallaba eso más íntimo que llamamos corazón. Pero, ahora viene, la segunda parte. ¿Y nosotros reconocemos a Dios y le recibimos? ¡Cuántas veces llama a nuestra puerta y no le abrimos! ¡Cuántas veces vemos a Jesús en el camino y damos un rodeo!… Tampoco se va a presentar hoy Jesús como nosotros lo imaginamos. Hoy Jesús llama a nuestra puerta como si fuera un pobre, y nos espera en la calle o a la salida de la Iglesia, y se hace presente en la familia pidiéndote un servicio o un poco de paciencia, y te pide que le dediques un rato y que le escuches en alguien que te plantea un problema; y así siempre, de manera anónima y callada, pero él sigue pidiendo tu acogida. Pero nos pasa como a los de Belén y Lectura del libro del Eclesiástico 24, 1-2. 8-12 La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos. El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: "Habita en Jacob, sea Israel tu heredad." Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y resido en la congregación plena de los santos. Palabra de Dios Salmo responsorial Sal 147 12-13. 14-15- . 19~20 (R.: Jn 1, 14) R. La palabra se hizo carne y acampó entre nosotros + Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18 En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el PARROQUIA DE SAN DIEGO DE ALCALÁ. MADRID 2º Domingo de Navidad. Octava de Navidad. Ciclo C. Día 3 de enero del año 2016

HOJA DOMINICAL DEL DOMINGO 2º DE NAVIDAD. DÍA 3 DE ENERO DEL 2016

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“Vino a los suyos y los suyos no le recibieron…” ¡Qué dramático resulta este cerrar la puerta a Dios! ¿Cómo puedo ser posible? ¿Y cómo es posible? Porque las cosas que sucedieron siguen sucediendo, para bien o para mal. ¿Cómo es posible que un pueblo, que desde hacía varios siglos venía esperando al Mesías, cuando viene, le cierra las puertas? ¿Es pura maldad? Debe ser otra la razón. Jesús hablaba de ceguera. Es claro. Si Dios hubiera venido como Dios ¿quién no le hubiera recibido? Si el Mesías se hubiera presentado en plan Mesías, como Dios manda, ¿quién le hubiera despreciado? El problema es que no se le conoció. Sabemos la vida de Jesús. Sabemos que no se pareció en nada al Mesías esperado. Sabemos que resultaba desconcertante: que el mismo Juan Bautista llegó a dudar de él… Problema pues de ceguera. Pero problema también de corazón. ¿No es verdad que sólo se ve bien con el corazón?… Luego, aquella gente le faltaba algo más que los ojos y la mente; le fallaba eso más íntimo que llamamos corazón. Pero, ahora viene, la segunda parte. ¿Y nosotros reconocemos a Dios y le recibimos? ¡Cuántas veces llama a nuestra puerta y no le abrimos! ¡Cuántas veces vemos a Jesús en el camino y damos un rodeo!… Tampoco se va a presentar hoy Jesús como nosotros lo imaginamos. Hoy Jesús llama a nuestra puerta como si fuera un pobre, y nos espera en la calle o a la salida de la Iglesia, y se hace presente en la familia pidiéndote un servicio o un poco de paciencia, y te pide que le dediques un rato y que le escuches en alguien que te plantea un problema; y así siempre, de manera anónima y callada, pero él sigue pidiendo tu acogida. Pero nos pasa como a los de Belén y Nazaret, como al sacerdote y al levita de la parábola del Buen Samaritano: no le conocemos, no hay sitio en nuestra casa, decimos que no tenemos tiempo y que hoy no te puedes fiar de nadie; pero la verdad es que somos ciegos y que tenemos dureza de corazón; la verdad es que no somos sensibles ni tenemos entrañas de misericordia. No tenemos ni ojos, ni corazón para ver al prójimo. No tenemos ni ojos ni corazón para ver a Dios en el prójimo. O sea, que seguimos rechazando a la Palabra de Dios, para que se vaya con la música a otra parte. No tenemos oídos para la Palabra, ni para los gemidos y las exigencias de la Palabra. Tenemos otras canciones y otras cosas más bonitas que escuchar. Rechazamos a Jesús; que se vaya a nacer a otro sitio, porque nuestra casa es pequeña y está muy ocupada; y por otra parte, tenemos cosas más importantes que hacer…

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 1-2. 8-12La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos.El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: "Habita en Jacob, sea Israel tu heredad." Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y resido en la congregación plena de los santos.Palabra de Dios

Salmo responsorialSal 147 12-13. 14-15- . 19~20 (R.: Jn 1, 14) R. La palabra se hizo carne y acampó entre nosotros 

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: 'El que viene detrás de mí, pasa delante de mí, porque existía antes que yo.'"Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.Palabra del Señor.

PARROQUIA DE SAN DIEGO DE ALCALÁ. MADRID 2º Domingo de Navidad. Octava de Navidad. Ciclo C. Día 3 de enero del año 2016

“Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e

irreprochables ante él por el amor.”

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Prólogo del evangelio de Juan 1, 1-18

El prólogo resume en pocos trazos la realización del proyecto creador de Dios, que abre una época nueva en la historia humana. Por una parte, da claves de interpretación para el resto del evangelio; por otra, sólo se puede penetrar su profundidad conociendo la obra de Jesús narrada después.

1-2 Al principio ya existía la Palabra, y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios. Ella al principio se dirigía a Dios.El término “Palabra” (griego, logos) sintetiza dos conceptos del AT: el de palabra-potencia creadora (Gn 1) y el de sabiduría creadora, que equivale al plan de Dios en su creación (Prov 8,22-24.27; Eclo 1,1.4-6.9; Sab 8,4; 9,1.9; Sal 104,24). De este modo, el logos, por una parte, en cuanto sabiduría, formula el plan o proyecto de Dios, que existe antes de la creación y la guía, y que, por otra parte, en cuanto palabra-potencia, lo realiza. Teniendo, pues, en cuenta el doble sentido de la palabra griega logos, el v. 1a puede traducirse: Al principio ya existía el Proyecto. Es decir, ya antes de que Dios creara el mundo con su Palabra, existía el Proyecto divino que había de guiar la obra creadora. El contenido del Proyecto divino está expresado en 1c, que, ateniéndonos al significado del logos en este pasaje y a la forma sin artículo de "Dios", puede traducirse: un ser divino era el Proyecto. Éste consistía, por tanto, en que el hombre tuviese la condición divina. La traducción del v. 1 puede, por tanto, hacerse así: Al principio ya existía el Proyecto, y el proyecto se dirigía / interpelaba a Dios, y un ser divino era el Proyecto.El Proyecto formulado es la Palabra divina absoluta y relativiza todas las demás palabras, en particular, las de la antigua Ley: a las diez palabras (los diez mandamientos, el decálogo) se opone la única palabra que las sustituye. Paralelamente, todos los ideales humanos propuestos en la antigua alianza quedan superados al conocerse el verdadero proyecto de Dios sobre el hombre, el Hombre-Dios, realizado en Jesús. Como se hacía en el AT con la sabiduría divina (Prov 8,22-31), el evangelista personifica el Proyecto, concebido en la mente divina,  y lo presenta como el interlocutor de Dios. Expresa con esta especie de soliloquio divino una urgencia: la del amor de Dios por realizarlo. Y el

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evangelista repite esa idea en el vers. siguiente: Él (el logos-Proyecto) al principio se dirigía / interpelaba a Dios.