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“vuestro Padre sabe, lo que necesitan, antes de que se lo pidan…”

La Divina Providencia

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“vuestro Padre sabe, lo que necesitan, antes de que se lo pidan…”

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Dios no abandona a sus criaturas. El mundo, está continuamente mantenido en la existencia por su creador, es un continuo crear; no podrían existir ni actuar sin el permanente sostén de la acción divina.

Este mundo es limitado y contingente y si existe es porque en todo momento está recibiendo de Dios el ser que tiene.Las criaturas dependen de Dios en todo su ser, a Dios se le llama causa primera; las criaturas son, causas segundas, transforman lo que ya existe, su existencia y actividad presuponen la acción de Dios.

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La creación es continua Entre la creación inicial y la creación nueva se sitúa la

“creación continua”; la acción creadora no fue algo puntual y no deja de ser contingente una vez que empieza a existir.

La absoluta dependencia es una continuación de la acción inicial.

La contingencia en el comienzo exige la acción creadora de Dios, y requiere par existir el influjo de Dios.

La creación ha de ser, acción conservadora y gobierno de las criaturas.

La creación continua comprende la acción divina que conserva y mantiene lo creado.

Hay una conjunción entre el actuar de Dios con el actuar de sus criaturas y el plan salvífico de Dios que orienta y gobierna los destinos del mundo hacia su cumplimiento pleno y definitivo.

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Dios actúa en el amor de sus criaturas

• Dios conserva el mundo actuando juntamente con sus criaturas, que lo crea todo y los sostiene todo.

• La doctrina afirma, que todo depende de Dios y que la realidad creada, se hizo en camino y progreso hacia una perfección última, destinada por Dios desde sus inicios.

• Dios es la suprema autoridad que llena de solicitud por sus criaturas y sobre todo por el hombre.

• Dios se sirve de las causas segundas para actuar en el mundo y gobernar la creación, tiene cuidado de todo.

• La evolución de las especies y otros procesos naturales son perfectamente compatibles con la doctrina de la creación. Dios concede a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la creación y puedan ser partícipes así en su divina providencia.

• Divina providencia son las disposiciones como Dios conduce la obra de su creación hacia la perfección.

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Con demasiada frecuencia consideramos que Dios y a las criaturas como si fueran la causas que compiten.

Existe una co-rrealización, por la cual, cada acción – la de Dios y la de la criatura se ejerce en planos diferentes.

La acción es toda de Dios y todo del hombre, que no pierde su libertad por el hecho de la acción divina.

La libertad divina es causa de la libertad humana, los actos libres del hombre están abarcados por el actuar providente y libre de Dios.

Dios es quien ayuda al hombre para que pueda obrar en libertad y con plena responsabilidad.

Creación y legítima autonomía de las cosas creadas

El progreso y la ciencia introducen en la mentalidad del hombre de hoy un temor a que sufra y se vea disminuida la autonomía del hombre, la sociedad o de la ciencia.

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El mal es una realidad multiforme, comporta culpabilidad, depende del correcto o incorrecto uso de la libertad humana.El mal moral es siempre un mal de naturaleza espiritual, no incluye necesariamente y de modo directo la voluntad del hombre. Estas formas de mal, son la vejez o la enfermedad, como situaciones propias de un hombre limitado, material y caduco.

El sufrimiento nace en el hombre, solo él es capaz de interiorizar el sufrimiento; un sufrimiento sin culpa desencadena en el hombre interrogantes que a veces se convierten en denuncia, desafío o incluso rechazo de Dios.La presencia del mal y del dolor en el mundo, es una dificultad para aceptar y creer en la providencia divina.

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El mal físico en general, en especial la muerte, está siempre subordinado al bien. Dios puede “permitir” el mal en el orden físico, en realidad forma parte de la esencia de las criaturas. Dios no ha creado la muerte, pero la permite con miras al bien global del cosmos material y de la resurrección del hombre.

El mal moral, deriva del pecado y de la culpa humana. Dios no lo quiere, pero lo permite, porque no puede ir contra la libertad humana con la que él mismo dotó al hombre creado.Esta libertad es indispensable para la plenitud del bien que Dios quiere realizar en la creación. Es mucho importante y fundamental. El actuar providente de Dios “tolera” y “permite” el mal en vista de un bien mayor.El mal moral entra en la creación continua por la acción de la providencia.

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Dios no es el autor del mal moral; el pecado es un acto que carece de ordenación recta hacia el bien, no depende de Dios, sino del desorden que el hombre introduce en sus acciones.

Dios es conservador de todo lo creado. Conserva actuando juntamente con las cosas; la palabra sigue actuando en la conservación del mundo. El amor de Dios por sus criaturas no es un amor estático. La experiencia de Dios que vive el pueblo de Israel le lleva a descubrir a Yahvé, como el Señor de la historia, solo él conduce la historia y los destinos de los pueblos hacia la plenitud del plan salvífico. El actuar providente de Dios afecta además a cada hombre.

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La providencia divina conduce hacia la nueva creación

La providencia es intraterrena, tiende hacia el más allá, con una proyección de futuro.La dimensión escatológica de la providencia, ayuda a enjuiciar los acontecimientos a la luz del plan salvífico de Dios. .

Toda la creación camina hacia Cristo glorioso y resucitado como centro del mundo y de la historia. No puede estar concluida hasta que se plasme en la parusía y se cumpla el plan de salvación. La creación es un misterio in fieri, expresa la fidelidad de Dios a su propia obra creadora y todo se conduce hacia la plenitud de la promesa.

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El cosmos no es una realidad estática y cerrada en sí misma, tiene dispuesto un itinerario de crecimiento. Dios lo ha querido abierto hacia un designio para que alcance la plenitud que no tiene.La creación por tanto ha de verse a la luz de la que está llamada a ser, cuando se vea libre de la esclavitud del pecado.

En la “parusía” será la última y definitiva transformación del cosmos, no será algo separado de Dios, este cosmos será “la ciudad de Dios”.

La providencia divina es tarea del hombre

La providencia nos hace creer con certeza que Dios nos concederá lo que más nos conviene, también los males entran en la acción providente de Dios, porque nos pueden conducir al fin que él quiere.

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Las infidelidades del hombre no pueden impedir que se realice el plan salvífico de Dios.Sin embargo puede encontrar una doble respuesta en el corazón del hombre, acoge y se confía a Dios o teme y duda abandonarse . Puede llegar a cuestionar su providencia, acosado por el dolor o el sufrimiento, llegar a dudar de Dios como Padre.

La visión materialista de la cosas niega la existencia de Dios cuando explica todo desde la autosuficiencia de la propia materia.La verdad de la providencia divina comporta una clara afirmación y garantía de la libertad del hombre en el cosmos y de su soberanía sobre la creación recibida de Dios.

La providencia y la solicitud divina requiere de una actitud de fe y de confianza en Dios; lo bueno y lo malo, confluyen a nuestro bien salvífico. Creer en la providencia es creer que se cumplirá el plan salvífico de Dios en la historia y en mi vida. Es una tarea para el hombre, Dios no lo hace todo.