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El señor nos legó sus pensamientos
a la hora de su muerte. En esta hora
tan sublime llamó a todos sus hijos
junto al púlpito de la cruz y cada
una de las palabras que dijo tubo
el propósito de una eterna
proclamación y un consuelo
imperecedero en el que jamás hubo
predicador como Cristo Jesús ni
concurrencia como la que se
congregó alrededor del púlpito de
la cruz y nunca hubo sermón igual
al de las siete palabras.
PRIMERAPALABRA
“PADRE PERDÓNALOS
PORQUE NO SABEN LO
QUE HACENNo es la sabiduría la que
salva sino la ignorancia; como
sumo sacerdote que se
ofrecía a si mismo en
sacrificio, abogaba por los
pecadores. Solo la ignorancia
de nuestros enormes pecados
son capaces de brindarnos una
posibilidad de salvación y en
Jesús el perdón se identifica
con su sacrificio por ser
sacerdote y victima a la vez.
Y no sólo pide el perdón para
los que le han crucificado y
herido, sino también para todos
nosotros. Para todos los que
con nuestros pecados somos el
origen de su condena y
crucifixión.
Jesús sumergió en su oración
todas nuestras traiciones. Pide
perdón, porque el amor todo lo
excusa, todo lo soporta… (1 Cor. 13).
SEGUNDA PALABRA
“EN VERDAD TE DIGO
QUE HOY ESTARÁS
CONMIGO EN EL
PARAISO”Fue la última oración del
ladrón, llamó una vez, buscó
una vez, pidió una vez se atrevió
a todo y todo lo halló porque
reconocía a Cristo como su
único salvador.
¿Quién puede perdonar los
pecados, sino Dios?
¿Quién puede prometer el
paraíso solo excepto aquel
que por naturaleza goza de un
paraíso eterno?
¡Cuántas súplicas les hacemos nosotros a
los hombres, y qué pocas le hacemos a
Dios!…
Jesús no nos promete nada terreno.
Le promete el Paraíso para aquel mismo
día. El mismo Paraíso que le ofrece a todo
hombre que cree en El.
Pero el verdadero regalo que Jesús le
hacía a aquel hombre, no era solamente el
Paraíso. Jesús le ofreció el regalo de sí
mismo.
Lo más grande que puede poseer un
hombre, una mujer, es compartir su
existencia con Jesucristo. Hemos sido
creados para vivir en comunión con él.
TERCERAPALABRA
“MUJER, HE AHÍ A
TU HIJO”Para indicar el papel que María
desempeñara en la redención,
ahora mismo le confirió el
título de maternidad universal,
he aquí que yo le llamo “Mujer”
habiendo en ella grandes
periodos en la relación de Jesús
y María: primero desde el
pesebre hasta Caná en la que
María era la madre legitima de
Jesús y el segundo desde Caná
hasta la cruz en la que María
comenzó ha ser también la
madre de todos aquellos a los
que Jesús redimiera
Y fue precisamente aquel día, cuando de labios de un anciano sacerdote oyó aquellas palabras: “A ti, mujer, un día, una espada te
atravesará el alma”. Los años habían pasado pronto y nada había sucedido hasta entonces.
En la Cruz se estaba cumpliendo aquella
lejana profecía de una espada en su alma.
Pero la presencia de María junto a la Cruz no
es simplemente la de una Madre junto a un
Hijo que muere. Esta presencia va a tener un
significado mucho más grande.
Jesús en la Cruz le va a confiar a María una
nueva maternidad. Dios la eligió desde
siempre para ser Madre de Jesús, pero
también para ser Madre de los hombres.
CUARTA PALABRA
¡DIOS MÍO, DIOS MÍO!
¿PORQUE ME HAS
ABANDONADO?Aquí nuestro Señor repite el
salmo de David porque el
rasgo de nuestro Señor es el
sufrimiento en la pasión por
nuestros pecados, era la
desolación y el desamparo
que sentía lo que le hizo
llamar al Padre, “DIOS MIO”
en contraste con la oración
que nos enseño, “PADRE
NUESTRO”
Jesús, el Hijo único, aquel a quien el Padre en el
Jordán y en el Tabor había llamado: “Mi Hijo único”
, “Mi Predilecto”, “Mi amado”, Jesús en la Cruz se
siente abandonado de su Padre. Y si la Pasión de
Jesús, el Hijo bendito del Padre, es el misterio que
no tiene nombre, que no hay palabras para
describirlo, no lo es simplemente por los azotes,
ni por la sangre derramada, ni por la agonía o por
la asfixia, sino porque nos hace entrar en el
misterio de Dios.
Y en este abandono de Jesús, descubrimos el
inmenso amor que Jesús tuvo por los hombres y
hasta dónde fue capaz de llegar por amor a su
Padre. Porque todo lo vivió por haberse ofrecido
a devolver a su Padre los hijos que había perdido
y por obediencia a Él.
QUINTA PALABRA
“TENGO
SED”El agotamiento no era lo que
le causaba sed; como Sumo
Sacerdote, Mediador he Hijo
de Dios, eran las profecías
referentes a él lo que le
impulsaban a decir tengo sed
y los que se encontraban al
pié de la cruz recibieron la
prueba de que Jesús era el
mesías sufriente al ver que la
cuarta palabra expresaba los
sufrimientos del alma como
la quinta palabra expresaban
los sufrimientos del cuerpo
Jesús, en aquel momento de la Cruz, cuando está
realizando la Redención de los hombres, pedía
otra bebida distinta del agua o del vinagre que le
dieron. Poco más de dos años antes, Jesús se había
encontrado junto al pozo de Sicar con una mujer
de Samaria, a la que había pedido de beber.”Dame
de beber”. Pero el agua que le pedía no era la del
pozo. Era la conversión de aquella mujer. Jesús
tenía sed de que todos recibieran la vida
abundante que El había merecido. De que no se
hiciera inútil la redención. Sed de manifestarnos a
Su Padre. De que creyéramos en Su amor. De que
viviéramos una profunda relación con El. Porque
todo está aquí: en la relación que tenemos con
Dios.
SEXTA PALABRA
¡CONSUMAD
O ESTÁ!No es una exclamación de acción de
gracia, mas bien se trata del
recorrido de su vida, desde el
natalicio hasta la muerte al
cumplir fielmente la misión del
Padre. Ahora el Señor en la cruz
después de haber enseñado como
maestro, gobernante como rey y
santificado como sacerdote, podía
entrar libremente en su descanso
con esto no habrá un segundo
salvador, ni habrá otro camino de
salvación, ningún otro nombre bajo
el cielo por el cual los hombres
puedan llegar a salvarse
Le dijo que anunciara el Reino de Dios
y dedicó los tres últimos años de su
vida a descubrirnos el milagro de ese
Reino, que es el corazón de Dios.
La muerte de Jesús fue una muerte
joven; pero no fue una muerte, ni una
vida malograda. Sólo tiene una
muerte malograda, quien muere
inmaduro. Aquel a quien la muerte le
sorprende con la vida vacía. Porque
en la vida sólo vale, sólo queda
aquello que se ha construido de la
mano de Dios.
SEPTIMAPALABRA
¡PADRE EN TUS
MANOS
ENCOMIENDO MI
ESPÍRITU!Con esto no se refugiaba en
el Padre porque debía
morir, mas bien su muerte
fue un servicio que realizó
por los hombres mas el
cumplimiento de la
voluntad del Padre,
porque había dicho antes
que nadie le podía quitar
la vida sino que él la
pondría de si mismo
Hay que vivir con la alegre noticia de
que Dios es el Padre que cuida de
nosotros. Y, aunque a veces sus
caminos sean incomprensibles, tener
la seguridad de que El sabe mejor
que nosotros lo que hace. Hay que
amar a Dios, sí. Pero también hay que
dejarse amar y querer por Dios. Y,
salvadas todas las distancias,
también nosotros podemos decir, lo
mismo que Jesús: “Dios es mi Padre”,
“los designios de mi Padre”, “la
voluntad de mi Padre”.
Lo que en la vida de nosotros los
hombres ocupa el último lugar, en la
vida de Jesús ocupa el primer lugar
porque vino para sufrir y morir. Pero no
expiraría hasta haber cumplido las
predicciones de la escritura y los
mandatos del Padre con el objeto de
que nosotros los hombres llegaran a
conocer y aceptar que él es Cristo el
hijo de Dios él que llegaría a morir en
la cruz y a aceptar que ¡fue herido por
nuestras transgresiones y magullado y
crucificado por nuestras iniquidades, y al
tercer día se hizo vencedor de la muerte!
Jesús es el único ejemplo en la historia hasta
nuestros días de un moribundo que sigue
viviendo.
“En tus manos mi espíritu encomiendo, tú,
Yahveh, me rescatas. Dios de verdad, tú detestas a
los que veneran vanos ídolos; mas yo en Yahveh
confío:
¡exulte yo y en tu amor me regocije! Tú que has
visto mi miseria, y has conocido las angustias de
mi alma, no me has entregado en manos del
enemigo, y has puesto mis pies en campo abierto”Sal 31:6-9
Luis Zimeri