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Arzobispado de Arequipa Domingo 12 de febrero de 2017 LA COLUMNA De Mons. Javier Del Río Alba LO BUENO, LO MALO Y LO FEO Dos sacerdotes han causado noticia en los últimos días. Como ambos pertenecen a la Arquidiócesis de Arequipa, que Dios y la Iglesia han encomendado a mi cuidado y guía pastoral, los hechos materia de ambas noticias me han causado sufrimiento, cada uno de modo distinto. Al mismo tiempo, me han llevado a reflexionar, una vez más, sobre lo bueno, lo malo y lo feo que se puede dar en la vida de un sacerdote y en torno a él, así como sobre el impacto que un sacerdote puede tener en la vida de las personas y, por tanto, la trascendencia de sus actos. LO BUENO. En primer lugar quisiera referirme al sacerdote Patricio Amézquita Revilla que murió el martes pasado, con casi 92 años de edad y 66 de sacerdote. En su larga vida de entrega al Señor y a la Iglesia, el P. Patricio desempeñó el ministerio sacerdotal en Mollendo y fue párroco de las parroquias “San Juan Bautista” de Yanahuara y “Santa Rosa de Lima” de Paucarpata. Fue también director de la Oficina Diocesana de Educación Católica, a través de la cual formó y acompañó a numerosos profesores de Religión, y canónigo de la Catedral. Por donde pasó, el P. Patricio fue siempre muy querido por todos los que lo conocieron, gracias también al cariño que él mismo transmitía a los demás. Su partida nos ha causado dolor, pero también alegría de saber que Dios lo acogerá en su gloria y lo recompensará con creces por todo el bien que hizo en este mundo. LO MALO. El otro hecho que motiva estas líneas es la denuncia por toques impuros que, en noviembre del año pasado, un niño de doce años de edad presentó ante el Ministerio Público contra el P. José Carranza Chavesta, de 62 años de edad y 35 de sacerdote. En cuanto fui informado de esa denuncia, conversé con el papá del niño, a quien por supuesto ofrecí todo el apoyo profesional que fuera necesario para que la investigación llegue a buen fin y el niño fuera atendido debidamente. Ofrecí y venimos brindando también toda nuestra colaboración a la fiscal que tiene a su cargo esta denuncia. Al mismo tiempo iniciamos la investigación eclesiástica y prohibí al P. José el ejercicio del ministerio sacerdotal. Lamentablemente, aunque el P. José niega haber hecho lo que se le imputa, así como la fiscal también nosotros hemos llegado a la conclusión de que la denuncia tiene suficientes indicios de verosimilitud como para dar lugar a un proceso canónico que, de confirmarse los hechos, concluiría con la debida sanción al sacerdote y la imposición de otras medidas destinadas a evitar que vuelva a hacer algo similar. LO FEO. El caso del P. Carranza, con toda razón, ha sido transmitido por prácticamente todos los medios de comunicación social, incluso más allá de nuestra Región. El caso del P. Patricio, en cambio, ha sido transmitido sólo por un par de medios de comunicación locales. Como hace poco dijo el Papa Francisco, refiriéndose justamente a casos como estos, “más ruido hace un árbol cuando cae que un bosque cuando crece”. Más noticia hace un sacerdote al que se le imputa un delito que los numerosos sacerdotes que en nuestra Arquidiócesis se dedican a servir incansablemente a los fieles, no sólo en la ciudad sino también en el campo y en los pueblos más alejados. + Javier Del Río Alba Arzobispo de Arequipa

Lo bueno, lo malo y lo feo

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Arzobispado de Arequipa

Domingo 12 de

febrerode 2017

LA COLUMNADe Mons. Javier Del Río Alba

LO BUENO, LO MALO Y LO FEO

Dos sacerdotes han causado noticia en los últimos días. Como ambos pertenecen a la Arquidiócesis de Arequipa, que Dios y la Iglesia han encomendado a mi cuidado y guía pastoral, los hechos materia de ambas noticias me han causado sufrimiento, cada uno de modo distinto. Al mismo tiempo, me han llevado a reflexionar, una vez más, sobre lo bueno, lo malo y lo feo que se puede dar en la vida de un sacerdote y en torno a él, así como sobre el impacto que un sacerdote puede tener en la vida de las personas y, por tanto, la trascendencia de sus actos.

LO BUENO. En primer lugar quisiera referirme al sacerdote Patricio Amézquita Revilla que murió el martes pasado, con casi 92 años de edad y 66 de sacerdote. En su larga vida de entrega al Señor y a la Iglesia, el P. Patricio desempeñó el ministerio sacerdotal en Mollendo y fue párroco de las parroquias “San Juan Bautista” de Yanahuara y “Santa Rosa de Lima” de Paucarpata. Fue también director de la Oficina Diocesana de Educación Católica, a través de la cual formó y acompañó a numerosos profesores de Religión, y canónigo de la Catedral. Por donde pasó, el P. Patricio fue siempre muy querido por todos los que lo conocieron, gracias también al cariño que él mismo transmitía a los demás. Su partida nos ha causado dolor, pero también alegría de saber que Dios lo acogerá en su gloria y lo recompensará con creces por todo el bien que hizo en este mundo.

LO MALO. El otro hecho que motiva estas líneas es la denuncia por toques impuros que, en noviembre del año pasado, un niño de doce años de edad presentó ante el Ministerio Público contra el P. José Carranza Chavesta, de 62 años de edad y 35 de sacerdote. En cuanto fui informado

de esa denuncia, conversé con el papá del niño, a quien por supuesto ofrecí todo el apoyo profesional que fuera necesario para que la investigación llegue a buen fin y el niño fuera atendido debidamente. Ofrecí y venimos brindando también toda nuestra colaboración a la fiscal que tiene a su cargo esta denuncia. Al mismo tiempo iniciamos la investigación eclesiástica y prohibí al P. José el ejercicio del ministerio sacerdotal. Lamentablemente, aunque el P. José niega haber hecho lo que se le imputa, así como la fiscal también nosotros hemos llegado a la conclusión de que la denuncia tiene suficientes indicios de verosimilitud como para dar lugar a un proceso canónico que, de confirmarse los hechos, concluiría con la debida sanción al sacerdote y la imposición de otras medidas destinadas a evitar que vuelva a hacer algo similar.

LO FEO. El caso del P. Carranza, con toda razón, ha sido transmitido por prácticamente todos los medios de comunicación social, incluso más allá de nuestra Región. El caso del P. Patricio, en cambio, ha sido transmitido sólo por un par de medios de comunicación locales. Como hace poco dijo el Papa Francisco, refiriéndose justamente a casos como estos, “más ruido hace un árbol cuando cae que un bosque cuando crece”. Más noticia hace un sacerdote al que se le imputa un delito que los numerosos sacerdotes que en nuestra Arquidiócesis se dedican a servir incansablemente a los fieles, no sólo en la ciudad sino también en el campo y en los pueblos más alejados.

+ Javier Del Río AlbaArzobispo de Arequipa