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LOS SIGNOS

Los signos en el evangelio de Juan

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LOS SIGNOS

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INTRODUCCION:

En el 4to evangelio, la personalidad oculta del revelador aparece, se desvela, a través de acciones concretas, que el autor llama signos. A partir de Cana, Jesús hace una serie de signos. Ellos, juntamente con la palabra del revelador que instruye muchas veces desvelando el profundo significado de estos milagros, forman el entramado de la presentación de Jesús; son la gloria que despidió su persona y que es atestiguada por el evangelista (1, 14. 15; 20, 30 s.; 21, 24).

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Juan no ha creado esta terminología de los signos. Tanto en el mundo hebreo como en el griego, por los que se extendió en principios el evangelio, existía ya un concepto elaborado sobre las actuaciones prodigiosas y su significación religiosa. Juan ha recibido y moldeado una teoría anterior a él; con ella concuerda en parte, y en parte diverge. Su quehacer como evangelista, en este punto concreto y de gran importancia, consistirá en revestir de un nuevo sentido cristiano los hechos fundamentales de Jesús.

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Los signos en el ámbito Judío

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En el mundo ambiental judío, los «signos y prodigios» se mueven en tres dimensiones diversas: teofañicos, mesiánicos y proféticos. Provienen, en última instancia, siempre de Dios, el autor de la naturaleza, por eso son siempre algo extraordinario, que no sucede todos los días, milagro. La finalidad de estos hechos no es siempre la misma. En el caso de Dios, es manifestación que suele inducir al temor; en boca de los profetas, es testimonio de veracidad; en el mesías, era signo de reconocimiento.

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LOS SIGNOS TEOFANICOS

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Dios ejecuta acciones que, a los ojos de los hombres que las contemplan, son maravillosas, excepcionales. En el fondo, no es más que una explicación de los fenómenos inexplicables. Lo nunca visto, lo que excede a la comprensión humana, que tiene casi en exclusiva su propia actuación y fuerza como arquetipo de lo posible, proviene de una fuerza inconparable que, en una religión, se atribuye al influjo del mundo superior sobre el inferior. En una religión monoteísta, como llegó a ser Israel, estas cosas sólo podían provenir de Dios, de Yahvé.

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Si Dios intervenía en la historia, tenía que hacerlo de una manera grande. Y no es patrimonio exclusivo del pueblo hebreo; antes de que tuviera conciencia de su ser como pueblo, existían ya auténticos géneros literarios, que describían las teofanías o apariciones de Dios. Ya en la antigua mesopotamia, el dios de la tempestad Adad (acádico) o Iskur (sumerio) se aparecía con unas características precisas de truenos,

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relámpagos, nubes y lluvia. Llegó a existir un género literario apto para expresar la presencia de Dios en un lugar. Dios llegaba con todo el aparato de su fuerza arrolladora, y el mundo circunstante reaccionaba ante su aparición: los hombres temían y la naturaleza entera temblaba. Con estos elementos, se construyó precisamente la teofanía del Sinaí. Si el pueblo de Israel tenía conciencia de que Dios se le había manifestado en su historia, este Dios no podía menos que aparecerse tal como las mitologías conocidas presentaban a Dios, en medio de signos y prodigios.

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Estos signos se han dado en el pasado y se repetirán, de alguna manera, en el futuro. El presente está como fuera de los tiempos en que Dios se manifestaba directamente. En el presente que vivecada israelita, Dios se manifiesta a través de los profetas, de los sueños, de las suertes... En el futuro, Dios intervendrá directamente en la historia delos pueblos, asegurando el triunfo a Israel. Y en esta su intervención,no van a faltar, consecuentemente, una reata de prodigios.

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LOS SIGNOS PROFETICOS

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Los profetas, en sus anuncios de la palabra de Yahvé, usaban bastante a menudo de acciones simbólicas. Con ellas, se llamaba la atención del público y el oráculo de Dios se fijaba más en aquellamentalidad. Una especie de «métodos conversivos». Jeremías, con un yugo sobre su cuello, era una viva estampa del porvenir de Jerusalén: soportar el yugo babilónico (Jer 28). Pero estas acciones simbólicas no tenían nada de maravilloso o extraordinario; era algo que cualquiera podía hacer.

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Otras veces, y esto es interesante para nosotros, añadían al oráculo una especie de prueba de su veracidad, un signo de que su palabra iba a cumplirse necesariamente. (1 Sam 2, 27-34). cuando un profeta aparecía ante Israel como enviado de Dios, la única señal que tenían para discriminarlo de tantos falsos profetas era que sus oráculos se hubieran cumplido(Jer 28, 9).

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LOS SIGNOS MESIANICOS

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Para el judaísmo en el que nace la iglesia primitiva, los últimos tiempos, inmediatamente anteriores a la gran manifestación última de Dios estarían acompañados por una gran cantidad de signos maravillosos y extraños, tal como se describen en la llamada literaturaapocalíptica. En este ámbito de los últimos días y sus prodigios, tiene una fuerza especial el personaje llamado mesías.

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LOS SIGNOS EN EL AMBITO GRIEGO

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Bajo las creencias múltiples del mundo no judío por el que se extendió el cristianismo primitivo, existía el mismohombre que bajo la religiosidad israelita. Tanto el gentil como el judío se maravilla ante el hecho prodigioso, nunca visto. Pero, mientras el judío ortodoxo tenía que explicarlo desde su fe monoteísta y sus esperanzas escatológicas, el griego, en general, podía echar mano a un sin número de posibilidades, nacidas del politeísmo y la especial concepción del alma humana como una cierta participación de Dios.

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JESUS Y SUS MILAGROS

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Toda la tradición preevangélica es unánime en atribuir a Jesús de Nazaret curaciones, exorcismos y portentos; algunas veces, con retoques precisos, que indican el marco ambiental en que se mueven. Curaba de males concretos, echaba demonios mediante la aplicación de fórmulas y calmaba tempestades. Otras veces, estos prodigios se resumen en breves sentencias, como «curó de muchas enfermedades» o «pasó por el mundo haciendo el bien».

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Estos prodigios pasaron rápidamente a ser explicados como signos de su persona y actividad, dentro del círculo de los fielesprimeros, encargados de expandir su mensaje de salvación. En la interpretación de sus milagros, podemos ver la voluntad decidida de presentar a Jesús como el mesías, nuevo Moisés que había repetido el milagrodel maná en el desierto. La multiplicación de los panes y los peces había sucedido «en el desierto» y Jesús se presentaba como el capaz de dar de comer a la multitud en este lugar (cf. Me 8, 1-9), como el nuevo Moisés.

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Otras veces, los milagros sirvieron para expresar el poder de Jesús, y no tanto su persona. Puede tratarse tanto de las curaciones hechas en sábado, para expresar que el sábado está hecho parael hombre y no el hombre para el sábado, como de la curación del tullido que, dada la mentalidad mágica en la que la enfermedad era castigo del pecado, se convertía así en una prueba de que Jesús tenía el poder de perdonar los pecados

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LOS SIGNOS Y EL 4TO EVANGELIO

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Podemos decir, en general, que los milagros son signos en cuanto que demuestran quién sea Jesús y cuál su oficio entre los hombres. Tuvieron como finalidad, buscar la fe de los judíos, pero hacía falta, precisamente, fe para entenderlos.

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Qué son y qué significan los «signos» en general?

Bajo la palabra «signo», se encuentran principalmente hechos maravillosos a los ojos de los hombres, milagros. Signos son la conversión del agua en vino (2, 11), curaciones genéricas y concretas(4, 54;5,1-18; 6, 2; 9, 16), la multiplicación de los panes y los peces (6, 14) y la resurrección de Lázaro (12, 18).

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La palabra «signo» referida a los milagros se pone generalmente en boca de alguno de los actores del evangelio. Los circunstantes (2, 23; 3, 23; 6, 2. 14; 9, 16), los que se han enterado de la acción (7, 31; 11, 47) o el relator (2, 11; 4, 54; 12, 18) son los que hablan de «signos». En boca de Jesús, aparece tan sólo en 4, 48 —al oficial real— y en 6, 26, al pueblo que ha presenciado la multiplicación de los panes y los peces.

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Jesús llama normalmente a estos milagros con el nombre de «obras», «acciones» (5, 20. 36; 7, 21; 10, 25. 32; 14, 12); pero no lo hace en exclusiva, porque también sus parientes les llaman así (7, 3). Con esto, tenemos que los milagros se sitúan en la perspectiva global de la actuación de Jesús. Son signos respecto a los demás, pero él, y solamente él supo —a los discípulos lo revelará más tarde— que eran exponente de su unión radical con el Padre (5, 32).

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DEL MILAGRO-SIGNO A LA PALABRA REVELADORA

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La labor más importante que ha de hacer, en su vida terrena, el Jesús del iv evangelio es revelar a Dios. Dios tiene, sobre los hombres, designios de salvación; los ama y quiere darles vida eterna, a través del Hijo. De esta manera, toda la vida de Jesús se convierte en revelación de esta verdad; es el Revelador, por antonomasia y exclusividad, porque solamente el que ha visto al Padre puede decirnos quién sea y qué quiera. Sus milagros, sus acciones y, sobre todo, sus palabras son el vehículo adecuado de esta revelación.

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El milagro-signo apoyaba la calidad revelante de la palabra de Jesús; si Dios obraba en sus milagros, también hablaba en sus Palabras.

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ORIGEN Y FINALIDAD DE LOS SIGNOS

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En el 4TO evangelio, los signos no provienen ya de una fuerza que tenga Jesús, una «dinamis» recibida, a la manera de un poder mágico o divino. Es Dios mismo el que, en unidad con Jesús, estuvo presente en cada uno de sus milagros. Y éstos entran en el todo de la misión salvífica de la Palabra hecha carne. Yendo al fondo de la realidad, tal como nos la presenta este evangelio, todasy cada una de las acciones de Jesús adquieren igual importancia; todas y cada una son y provienen de la unidad Jesús-Padre.

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Los milagros forman parte de la donación de amor que Dios hace, por su Hijo, al mundo; son exponente ante los hombres de su propio amor. Y esto, precisamente en su cualidad de signos. En ellos, se dio oportunidad a los hombres concretos de una determinada época histórica para conocer los planes de Dios sobre el mundo. No se trata ya del bien material que podía desprenderse de cada uno de los milagros de Jesús; éste tenía una importancia totalmente secundaria.

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El amor de Dios, presente en los milagros de Jesús, no se cifraba en que los hombres recuperaran la salud o quedaran satisfechos de su hambre, sino en que este mismo hecho les era dado como un puente para llegar hasta la fe en el hijo.