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No extingáis el Espíritu. Una iniciación a la Pneumatología. Víctor Codina, sj

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  • 1. VCTOR CODINA, SJ *No extingis el Espritu+ (1 Ts 5,19) Una iniciacin a la Pneumatologa [Coleccin *PRESENCIA TEOLGICA+ 166] EDITORIAL SAL TERRAE SANTANDER, 2008 Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley,cualquier forma de reproduccin, distribucin,comunicacin pblica y transformacin de esta obrasin contar con la autorizacinde los titulares de la propiedad intelectual.La infraccin de los derechos

2. mencionadapuede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual(arts. 270 y s. del Cdigo Penal). 8 2008 by Editorial Sal TerraePolgono de Raos, Parcela 14-I39600 Maliao (Cantabria)Tfno.: 942 369 198 / Fax: 942 369 [email protected] / www.salterrae.es Diseo de cubierta:Fernando Pen / Con las debidas licenciasImpreso en Espaa. Printed in SpainISBN: 978-84- 293-1757-2Dep. Legal: BI-667-08 Impresin y encuadernacin:Grafo, S.A. C Basauri (Vizcaya) 3. En memoria de Pedro Arrupe, SJ (1907-1991),que siempre busc escucharel clamor del Espritu 4. INDICE Obertura: Cuando las sombras se alargan... 13 CAPTULO I: Fundamentos 17 1. )Qu es ser cristiano? 17 2. Teologa y experiencia espiritual 22 3. )De qu Espritu hablamos? Aproximacin simblica 27 3.1. Viento 27 3.2. Fuego 28 3.3. Agua 29 3.4. Uncin de aceite 30 3.5. Paloma 31 3.6. Nube 31 3.7. Perfume 31 3.8. Abogado 32 3.9. Otros simbolismos 32 4. El Espritu en la Escritura 35 4.1. Antiguo Testamento 36 4.2. Nuevo Testamento 42 5. Las dos manos del Padre 54 9 5. CAPTULO II: *Dios envi a nuestros corazones el Espritu de su Hijo+ (Ga 4,6) 63 1. Nuevo nacimiento 64 2. Filiacin divina 65 3. Inhabitacin espiritual 66 4. El Espritu nos hace orar 67 5. El Espritu nos hace libres 68 6. Conclusin 69 CAPTULO III: *El Espritu florece en la Iglesia+ (Hiplito) 71 1. El paso del Jess histrico a la Iglesia 71 1.1. Postura tradicional 72 1.2. Postura rupturista 74 1.3. Postura dialctica e integradora 74 2. La inclusin de la Iglesia en el Credo 78 3. La fe en la divinidad del Espritu 80 4. Las notas de la Iglesia son fruto del Espritu 82 4.1. El Espritu Santo hace a la Iglesia una 82 4.2. La Iglesia es santa por la fuerza del Espritu Santo 84 4.3. El Espritu Santo es el principio de la catolicidad de la Iglesia 87 4.4. El Espritu Santo mantiene la apostolicidad de la Iglesia 89 5. Espritu Santo e iniciacin cristiana 92 5.1. Epclesis bautismal 93 5.2. Crismacin 94 5.3. Cuestionamientos y propuestas pacficas en torno a la iniciacin cristiana 98 6. La epclesis eucarstica 101 10 6. 7. El Espritu enriquece a la Iglesia con sus carismas 107 7.1. Los laicos 109 7.2. Vida religiosa 110 7.3. Magisterio y magisterios 112 7.4. Movimientos carismticos y pentecostales 115 7.5. Nuevos movimientos eclesiales 116 8. Iglesia local 118 9. El Espritu suscita el sentido de la fe 122 10. Recepcin y contestacin eclesial 126 11. Contestacin proftica en la historia de la Iglesia 131 11.1. El monacato 131 11.2. La interpelacin del Oriente 133 11.3. Movimientos laicales y populares (siglos XI-XIII) 134 11.4. La Reforma 136 11.5. Los defensores de los indios 138 11.6. La minora del Vaticano I 139 11.7. El Vaticano II 141 12. Lecciones de la historia de la Iglesia 146 13. Escuchar el clamor del Espritu en la Iglesia de hoy 148 13.1. La estructura eclesistica 148 13.2. Liturgia y sacramentos 152 13.3. Moral sexual 154 13.4. La mujer en la Iglesia 156 13.5. )Por qu no se escucha hoy el clamor del Espritu en la Iglesia? 158 CAPTULO IV: *El Espritu del Seor llena el universo+ (Sab 1,7) 161 1. El Espritu desborda los lmites de la Iglesia 161 2. Releyendo la Escritura 164 3. Los signos de los tiempos 165 4. Una nueva hermenutica 168 5. Discernir los signos de los tiempos 170 11 7. 6. Tentaciones 172 6.1. El pecado contra el Espritu 172 6.2. El peligro de los falsos profetas 174 7. Lecciones de la historia 175 8. El clamor del Espritu 178 8.1. El clamor de la *razn+ 181 8.2. El clamor de los pobres 185 8.3. El clamor de los *diferentes+ 195 8.4. El clamor de la tierra 216 8.5. El clamor escatolgico 222 CAPTULO V: *La gracia del Seor Jesucristo, el amor de Dios (Padre) y la comunin del Espritu Santo estn con todos vosotros+ (2 Co 13,13) 229 1. De la *economa+ a la *teologa+ 229 2. Una discusin histrica 231 3. La visin teolgica de la Iglesia latina 232 4. La visin teolgica del Oriente cristiano 234 5. En busca de una complementacin ecumnica 236 6. El icono de Roublev 238 7. Del icono a la vida 240 Epilogo latinoamericano 243 12 8. OBERTURA: CUANDO LAS SOMBRAS SE ALARGAN ESTE verso de Virgilio expresa poticamente el momento en que cae la tarde, se oscurece el da, y el campesino, despus de su duro trabajo, vuelve a su hogar para reunirse con su familia junto al fuego. Se acerca la noche. Tambin en la vida de las personas hay un momento en que cae la tarde, las sombras se alargan, se acerca la noche, la nave ya se aproxima al puerto... Para los cristianos ste es el momento en que se comienza a vislumbrar la Jerusaln celestial y se desea arribar a la casa del Padre. ste es el tiempo de recoger las velas del barco, de intentar hacer un balance de todo el camino recorrido, de balbucir una sntesis final. Es tiempo de lucidez y de libertad, sin miedo a decir lo que uno realmente piensa, pues a la luz de la eternidad los juicios y prejuicios humanos se difuminan y desaparecen. Es tiempo de transmitir a los dems lo que uno ha vivido. Es el momento de dar razn de la propia esperanza (1 Pe 3,15). En este contexto vital nace este libro sobre el Espritu, que debe mucho a la Iglesia oriental 1, la cual me ayud a profundizar en la experiencia cristiana descubriendo una nueva dimensin antes casi desconocida para m. Este texto complementa otros escritos mos sobre este tema 2, es una *re-tractatio+ en el sentido agustiniano, es decir, un nuevo tratamiento de un tema con una reflexin ms abarcante, ms con- 1. V. CODINA, Los caminos del Oriente cristiano. Iniciacin a la teologa oriental, Sal Terrae, Santander 1997. 2. V. CODINA, Creo en el Espritu Santo. Pneumatologa narrativa, Sal Terrae, Santander, 1994. Este libro puede servir de introduccin, aunque no necesaria, al libro actual. 13 9. templativa y ms proftica que otras anteriores. Es una palabra que quisiera ser una sntesis teolgica y espiritual lcida, escrita con libertad evanglica; un mensaje a generaciones ms jvenes (Sal 71,19); un momento de entrega de la tradicin eclesial. No quisiera que este escrito fuera dirigido slo a los especialistas en teologa, sino que estuviera abierto a un espectro ms amplio de lectores. Por eso evitar tecnicismos, especulaciones innecesarias y alardes de erudicin. En las notas a pie de pgina se podrn encontrar comentarios aclaratorios ms tcnicos y notas bibliogrficas. Pero el Espritu no es slo objeto de reflexin teolgica, materia para un tratado de Pneumatologa, sino que es una luz clida desde la cual se contempla toda la realidad y tambin toda la teologa: la vida cristiana, la Iglesia, el universo (la historia, la creacin, la escatologa). stas sern las tres partes fundamentales del libro. Este Espritu al que nos referimos no es el de Hegel u otros filsofos, ni tampoco el de algunos movimientos entusiastas que han irrumpido a lo largo de la historia de la Iglesia, desde los montanistas hasta Joaqun de Fiore, desde los alumbrados a los iluministas modernos o postmodernos. Se trata del Espritu de Jess, del Espritu Santo, que es *Seor y dador de vida+ , como rezamos en el credo nicenoconstantinopolitano. Concretamente, esta reflexin se hace desde Bolivia, un pas rico en recursos naturales y en culturas y valores humanos, pero que ha sido empobrecido por los sucesivos imperios y poderes de turno, hasta convertirse en uno de los pases ms pobres de Amrica Latina. Actualmente, Bolivia est viviendo una situacin de cambio histrico que afecta a lo social, a lo econmico, a lo poltico... y tambin a lo religioso, que necesita ciertamente de un discernimiento espiritual para poder ser valorado correctamente 3. sta es una meditacin hecha desde el reverso de la historia, desde la periferia, donde continuamente las sombras se alargan. Desde este contexto se oye el clamor del Espritu de una forma especial 4. Y esta reflexin nace adems en un momento eclesial del postconcilio, momento que ya Rahner calific de *invierno eclesial+ y otros autores denominan *noche oscura eclesial+ . Un invierno en el que todava no apunta la primavera, una noche todava sin alborada. 3. V. CODINA, *Cambio histrico en Bolivia. Una reflexin teolgica+ : Cuarto Intermedio 81 (Cochabamba, noviembre 2006), 18-34 4. Quiz pueda ayudar comenzar el libro leyendo el epilogo del final... 14 10. Por todo ello esta Pneumatologa no podr ser esencialista, abstracta, neutra o ahistrica, sino que quedar afectada por el clamor del Espritu, que con sus gemidos pide justicia, liberacin de toda esclavitud, e intercede al Padre por nosotros desde un mundo que est con dolores de parto (Rm 8,15.22.23.26). Ser necesariamente, por tanto, una pneumatologa proftica, del Espritu que *habl por los profetas+ . Ya que, como escribi el telogo Joseph Ratzinger: *Lo que necesita la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristas de lo existente, sino hombres que amen a la Iglesia ms que a la comodidad e intangibilidad de su propio destino+ 5. Por otra parte, intentar esbozar una Pneumatologa hoy est de acuerdo con lo que el mismo magisterio de la Iglesia postula para este tiempo. Juan Pablo II, en su encclica Dominum et vivificantem, sobre el Espritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo (1986), cita un lcido y proftico texto de Pablo VI: *A la cristologa, y especialmente a la eclesiologa del concilio [Vaticano II], debe suceder un estudio nuevo y un culto nuevo del Espritu Santo, justamente como necesario complemento de la doctrina conciliar+ 6. Quiz si se hubieran cumplido estos deseos de Pablo VI, la Iglesia caminara hoy por otros derroteros ms esperanzadores. Quiz todava estemos a tiempo y, recuperando la dimensin del Espritu, podamos vislumbrar a lo lejos, como el profeta, una rama de almendro que florece en medio de la noche del invierno, para anunciar la primavera futura (Jr 1,11-12)... Cochabamba, 12 de diciembre de 2007 5. J. RATZINGER, El Nuevo Pueblo de Dios, Herder, Barcelona 1972, 290. 6. PABLO VI, Audiencia general del 6 de junio de 1973, en Enseanzas al Pueblo de Dios, XI (1973), 74; cita en Dominum et vivificantem, n. 2. Tambin Juan Pablo II, como preparacin del gran jubileo del ao 2000, dedic el ao 1998 al Espritu Santo. El comit central de dicho jubileo, como ayuda para el ao dedicado al Espritu, public el texto De tu Espritu, Seor, est llena la tierra, Ciudad del Vaticano 1997. Este texto, con gran riqueza de testimonios patrsticos, lo tendremos en cuenta en nuestra exposicin. 15 11. Captulo I FUNDAMENTOS 1. )Qu es ser cristiano? LA vida cristiana dice necesariamente referencia a Cristo. De hecho, los discpulos pronto fueron llamados cristianos en Antioquia (Hch 11,26). Sin una profesin de fe en Cristo no hay cristianismo. Un texto clsico de Romano Guardini que expresa con precisin y brevedad en qu consiste la esencia del cristianismo puede servirnos de introduccin: *No hay ninguna doctrina, ninguna estructura fundamental de valores ticos, ninguna actitud religiosa ni ningn orden vital que pueda separarse de la persona de Jesucristo, y del que despus pueda decirse que es cristiano. Lo cristiano es l mismo, lo que a travs de l llega al hombre y la relacin que a travs de l puede mantener el hombre con Dios. Un contenido doctrinal es cristiano en tanto que procede de su boca. La existencia es cristiana en tanto que su movimiento se halla determinado por l. En todo aquello que pretende presentarse como cristiano tiene que estar dado o contenido l. La persona de Jesucristo, en su unicidad histrica y en su gloria eterna, es la categora que determina el ser, el obrar y la doctrina del cristiano+ 1. Por eso el ser cristiano se puede formular como seguimiento de Jess. El tema del seguimiento, de profundas races bblicas (Jn 10,1- 1. R. GUARDINI, La esencia del cristianismo, Madrid 1945, p. 77. 17 12. 17), se puede decir que es la sntesis de la vida cristiana, la frmula breve del cristianismo. Siempre que la Iglesia ha pasado por momentos de crisis y de relajacin, los cristianos ms lcidos han vuelto a proponer el seguimiento de Jess como ncleo fundamental de la vida cristiana, desde Toms de Kempis e Ignacio de Loyola hasta telogos modernos, tanto europeos (D. Bonhoeffer, J. Moltmann, J.B. Metz, J.M. Castillo...) como latinoamericanos (J. Sobrino, I. Ellacura, S. Galilea, R. Muoz, L. Boff...). Todo esto es cierto. Sin embargo, es necesario profundizar un poco ms. Karl Rahner dice que cuando nos preguntan por el centro de nuestra fe, evidentemente la respuesta es la persona de Jess. Pero es preciso decir cmo y por qu Jess es aquel en quien encontramos sentido y salvacin. Podemos cuestionarnos, pues, por qu seguir a Jess es la frmula breve de la vida cristiana. La respuesta, segn Rahner, no puede ser otra que porque en Jess se nos autocomunica Dios mismo; Dios se nos ofrece en Jess y slo en Jess. Si no sabemos y confesamos esto, entonces la figura de Jess no es ms que el fundamento de la religin de Jess, quiz la mejor de las religiones, pero la realidad de Jess quedara cerrada a lo limitado y contingente, como la misma vida humana de Jess. El centro esencial y nico del cristianismo es la revelacin de Dios en su verdad y gloria a la criatura; es decir, que Dios llega y se comunica con su criatura. El centro del cristianismo es la auto-comunicacin (Selbstmitteilung) de Dios. Si no se dice esto, la fe cristiana sera jesuanismo, con todo lo positivo que supone de cara a un humanismo universal, pero que no respondera a la vocacin humana ms profunda, que es el deseo de comunin con Dios 2. Jess no fue slo un maestro insuperable de moralidad ni un hombre bueno que nos dio ejemplo de un amor generoso; Jess no fue un *nuevo Moiss+ promulgador de una nueva ley ni un nuevo profeta en la lnea de los valientes profetas antiguos. Es decir, si slo nos centramos en Jess, sin llegar al misterio de la Trinidad, si no llegamos al misterio de un Dios que se hace humanidad en Jess y que en Jess se nos comunica dndonos su Espritu, nos quedaremos en un humanismo demasiado modesto, encerrado en la prisin de nuestra finitud 3. Jess nos da su Espritu, el Espritu del Padre, el Es- 2. K. RAHNER, Von der Geheimnis Gottes den Menschen verstehen, Mnchen 1984, 105s. 18 13. 3. K. RAHNER, Sobre la inefabilidad de Dios, Experiencias de un telogo catlico, Barcelona 2005, 27-34. 19 14. pritu del Reino, el Espritu dador de vida, de una vida nueva. Sin esta experiencia personal de Dios en Cristo por el Espritu no hay fe, ni teologa cristiana, ni moral cristiana; estaramos todava en el judasmo, bajo la ley. No es posible tener contacto alguno con Dios si no es en el Espritu. Pero, por otra parte, hay que aadir que toda experiencia espiritual, toda experiencia del Espritu, se fundamenta y tiene su raz en la figura histrica de Jess de Nazaret y conduce a su seguimiento, aunque todo ello sea de forma implcita y annima. Esta estrecha relacin entre el ser cristiano y la experiencia espiritual, la ha expresado claramente Benedicto XVI en su primera encclica, Dios es amor: *No se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientacin decisiva. En su evangelio, Juan haba expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: "Tanto am Dios al mundo, que entreg a su Hijo nico, para que todos los que creen en l tengan vida eterna" (cf. 3,16)+ 4. Dicho de otro modo, el ser cristiano no se reduce al admirable recuerdo de lo que aconteci una vez con Jess, ni a una doctrina o a una tica voluntarista, sino que presupone una profunda experiencia espiritual, una vida nueva. La vida cristiana es experiencia cristiana, y sta es una vida no slo *con+ Cristo y *como+ Cristo, sino *en+ Cristo (N. Cabsilas), una vida en el Espritu del Seor. Ser cristiano significa vivir en el Espritu de Jess el Cristo. Esto siempre ha sido as, pero hoy esta experiencia espiritual se ha vuelto ms necesaria que nunca. Jams se les ha ahorrado a los creyentes el vivir la dimensin oscura de la fe. Los msticos nos hablan de sus *noches oscuras+ 5, pero hoy da estas noches oscuras, que parecan reservadas a unas lites, se han democratizado. El ser humano se ve arrojado a un mundo donde coexisten todas las opiniones, todas las creencias. El cristiano no tiene los apoyos institucionales y ambientales de que haba gozado durante los siglos de la Iglesia de cristiandad. Hoy da se vive la fe a la intemperie, en la noche, como el pueblo de Israel en 4. BENEDICTO XVI, Dios es amor, 2005, R. 1. 5. V. CODINA, *El silencio de Dios+ , en Nueva formulacin de la vida religiosa, Bilbao 1972, 37-68 20 15. . el exilio. Pero el Espritu, como en los tiempos del exilio, no deja de soplar, aunque su soplo nos desconcierte, porque rompe barreras 6. En este contexto de silencio de Dios y de noche oscura se comprende la afirmacin de Rahner, tantas veces citada: *...aun a conciencia del descrdito de la palabra "mstica" Bque bien entendida no implica contraposicin alguna con la fe en el Espritu Santo, sino que se identifica con ellaB, cabra decir que el cristiano del futuro o ser un "mstico", es decir, una persona que ha "experimentado" algo, o no ser cristiano+ 7. Por eso hoy se requiere una mistagoga, es decir, una iniciacin a la experiencia espiritual, para que el cristiano se atreva a abrirse al misterio del Dios vivo e inefable que se nos revela en Cristo. El Espritu es el que ilumina el corazn humano para que, saliendo de s, confe en Dios: el acto de fe es un don del Espritu. La mistagoga ha de ser hoy una tarea prioritaria de la pastoral de la Iglesia en todos sus sectores. Si somos sinceros, hemos de reconocer que la pastoral de la Iglesia est mucho ms centrada en proponer doctrinas, normas y ritos que en iniciar a una experiencia espiritual. El catecismo, las homilas, la teologa y el mismo magisterio eclesistico estn mucho ms preocupados de la doctrina de la fe y de la moral que de proponer una mistagoga 8. No nos extrae que se viva en muchos ambientes una profunda crisis de fe, pues una doctrina y una moral sin races espirituales, a la larga no se sostienen. Esto explica tambin que muchos crean en Jess pero no sientan su pertenencia a la Iglesia (beloving without belonging), y que otros busquen fuera de la institucin eclesial iniciaciones espirituales que no encuentran dentro de ella. Por otra parte, existen hoy ciertas teologas que, en dilogo con el paradigma de la modernidad e intentando respetar al mximo la autonoma de la creacin y evitar una imagen de un Dios tapa-agujeros Bproyeccin infantil de la omnipotencia paternaB que interviene continuamente en su creacin como una causa intramundana, resaltan de tal modo la trascendencia de Dios que parecen sugerir que el Dios creador no puede relacionarse con los seres humanos de otro modo, dejando a 6. . LECLERC, El pueblo de Dios en la noche, Sal Terrae, Santander 2004, 123-125. 7. K. RAHNER, *Espiritualidad antigua y actual+ , en Escritos de Teologa VII, Madrid 1969, 25. 21 16. 8. En trminos escolsticos, la Iglesia parece ms interesada en la fides quae (los contenidos objetivos doctrinales) que en la fides qua (la actitud subjetiva espiritual del creyente) 22 17. la humanidad a su propia suerte. Parecera que la trascendencia de Dios equivaldra a una incomunicacin de Dios, para no mundanizarse. La afirmacin asertiva de que Dios se relaciona con nosotros de modo trascendente es correcta y purifica falsas imgenes de Dios 9. Pero no nos parece correcto afirmar que Dios no pueda relacionarse con nosotros de otro modo. No podemos limitar la libertad de Dios para manifestarse y relacionarse con sus criaturas. Adems, ello implicara negar las religiones histricas, y en concreto el judeocristianismo. Si la relacin con Dios es meramente trascendental, no slo carecen de sentido los grandes sabios y profetas de Israel, sino tambin la misma encarnacin de Jess. Jess sera un ser humano ms, que tendra conciencia de ser un hijo de Dios como todos nosotros, no el Hijo unignito del Padre concebido por el Espritu Santo. En Jess hay algo ms que la toma de conciencia de la creaturalidad humana: es el Hijo nico de Dios; la encarnacin es un acontecimiento salvfico; Dios ha entrado en nuestra historia; Dios siempre acompaa a su pueblo (Sal 23); ha visitado y redimido a su pueblo (Lc 2,68). Y esta comunicacin categorial de Dios se prolonga a lo largo de la historia. Dios se comunica con su criatura, como afirman los msticos de todos los tiempos 10, y esto precisamente a travs de su Espritu. El Padre del cielo da el Espritu a los que se lo piden (Lc 11,13). Sin duda, esta comunicacin del Espritu acontece a travs de mediaciones creaturales, con sus concreciones y limitaciones humanas, psicolgicas, culturales e ideolgicas, que necesitarn, por tanto, ser siempre interpretadas con una correcta hermenutica. No queremos entrar ahora en los problemas teolgicos que aqu se implican, sino simplemente afirmar el hecho de que Dios se nos comunica personalmente y que esta comunicacin de Dios es en el Espritu. Ms adelante profundizaremos en este tema. Tampoco se puede afirmar que Dios se nos comunica slo a travs de la institucin eclesistica, a la cual le fue confiado el depsito de la revelacin. Esta postura reduccionista, que ha sido la tradicional en la Iglesia catlica desde Trento, no respeta la tradicin bblica ni la tradicin eclesial ms primitiva, que habla de los diferentes dones y carismas que el Espritu concede a los bautizados. 9. J.M. MARDONES, Matar a nuestros dioses, Madrid 2006. 10. Este es el sentido de la Anotacin 15 de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio al afirmar que hay que dejar que el mismo Criador y Seor se comunique con su criatura. Vase P. TRIGO, Hacer teologa desde y para la misin actual de la Compaa de Jess, texto manuscrito, 2006. 23 18. El Vaticano II ha afirmado claramente esta comunicacin del Espritu con dones jerrquicos y no jerrquicos (LG 4) y ha revalorizado la importancia de los carismas en la Iglesia (LG 12). Como veremos luego, hay una dimensin dinmica en la Iglesia, fruto de la presencia del Espritu 11. Aqu ya aparece la importancia de que cada cristiano, como sujeto constituido y libre, busque y discierna su vocacin en la Iglesia y en el mundo. El telogo Joseph Ratzinger escribi despus del Vaticano II: *Es falsa, ante todo la divinizacin del sistema y de las instituciones. Ni el sistema ni la observancia de un sistema salvan al hombre; slo lo salva lo que est por encima de todos los sistemas y lo que representa la apertura a todos los sistemas: el amor y la fe+ 12. Este amor y esta fe son dones del Espritu Santo. Toda vida cristiana autntica ha de ser vida en el Espritu. Pero para bastantes cristianos contina siendo actual la afirmacin de los discpulos de Efeso a Pablo: *Ni siquiera hemos odo hablar del Espritu Santo+ (cf. Hch 9,1-7). 2. Teologa y experiencia espiritual Ordinariamente, nuestras teologas al uso tienen muy poco en cuenta la experiencia espiritual. Todo lo ms, introducen en el programa de los cursos de teologa una asignatura de *teologa espiritual+ en la que se estudian temas como la oracin, la mstica, los estados de vida cristiana (laicado, ministerio ordenado, vida religiosa...), el discernimiento espiritual, la santidad... Tampoco existe, ni en los compendios de teologa ni en los centros teolgicos, un tratado sistemtico de Pneumatologa. Hay asignaturas de antropologa teolgica, cristologa, eclesiologa, sacramentologa y liturgia, teologa fundamental y Trinidad, donde se habla sin duda del Espritu Santo; pero ordinariamente no hay un tratado propio de Pneumatologa. La teologa se desarrolla a partir de los lugares teolgicos clsicos (Biblia, Tradicin, Magisterio), pero suele pasar por alto la historia de la Iglesia y del mundo, como si el Espritu no actuara en dicha historia. 11. K. RAHNER, Lo dinmico en la Iglesia, Barcelona 1963. 12. J. RATZINGER, El Nuevo Pueblo de Dios, Barcelona 1972, 394. 24 19. La experiencia espiritual no se tiene en cuenta en la teologa sistemtica. ) Dnde se lee a los clsicos de la vida espiritual o a los autores espirituales modernos como fuentes teolgicas que tienen algo que decirnos? )No tienen las noches oscuras de los msticos carmelitanos algo que aportar a nuestro conocimiento de la fe en el Misterio insondable de Dios? )No puede el seguimiento de Jess por parte de los santos y de los mrtires iluminar la cristologa desde su praxis cristiana? )No existe una literatura espiritual que puede ser considerada como un lugar teolgico privilegiado que antecede a los tratados teolgicos de la teologa docta? )No habra que decir lo mismo acerca de la religiosidad y la devocin del pueblo sencillo y pobre? )No es a ellos a quienes han sido revelados los misterios del Reino, como, segn Lucas (10,21), exclam Jess lleno de gozo en el Espritu Santo? )Hemos tomado en serio en la teologa el sentido de la fe que el Espritu de verdad suscita en el Pueblo de Dios, como afirma el Vaticano II (LG 12)? )Qu aportacin teolgica recibimos de las religiones no cristianas y de las diversas culturas, que son fruto del Espritu? ) Qu le dicen a la teologa los movimientos sociales de pobres, de indgenas, de pacifistas, de ecologistas, de feministas, de jvenes...? )No son acaso los pobres un lugar teolgico privilegiado? 13 No podemos extraarnos de que nuestras teologas sistemticas resulten muchas veces sumamente abstractas, racionales y alejadas de la vida real del pueblo, poco pastorales, sin incidencia en la vida espiritual de los alumnos e incluso asfixiantes, muy diferentes de la riqueza y vitalidad que despierta la aproximacin a la Palabra de Dios. Ya Gregorio IX, en el siglo XII recomendaba (DS 824) que los telogos no fuesen *charlatanes de Dios+ (theophanti), sino ms bien *expertos en Dios+ (teodocti). Con el correr de los siglos se ha producido una creciente separacin entre teologa y espiritualidad, que lleg a una verdadera ruptura en la Edad Media (en el siglo XIV, segn F. Vandenbroucke) y que ha conducido a un cisma entre una teologa sumamente abstracta, especulativa y fra y una espiritualidad devota pero frecuentemente infrateolgica. El tema no es nuevo y ha sido ya largamente estudiado 14. 13. Vase Comentarios a la *Notificacin+ sobre Jon Sobrino, Cristianisme i Justicia, cuaderno 148, Barcelona 2007, especialmente 19-25. 14. Es clsico el artculo de H.U. VON BALTHASAR, *Teologa y santidad+ , en Ensayos teolgicos I, Verbum Caro, Madrid 1964, 234-268. Puede verse tambin, V. CODINA, *Lo 25 20. pneumtico en la teologa+ , en Teologa y mundo contemporneo. Homenaje a Karl Rahner, Madrid 1975, 115-132. 26 21. En la poca patrstica y hasta el siglo XIII, la teologa estaba estrechamente ligada a la pneumatologa, los grandes telogos eran santos, la teologa era sapiencial, sagrada, una reflexin sobre la Escritura y sobre la vida del Espritu presente en la comunidad cristiana. Se tena muy en cuenta la oracin y la liturgia como fuente de conocimiento teolgico (lex orandi, lex credendi). La teologa de los Padres apostlicos (Ignacio de Antioquia...), de los apologetas (Justino...), de los Padres de la Iglesia (Ireneo, Cipriano, Ambrosio, Agustn, Basilio, Gregorio de Nisa y de Nacianzo, Juan Crisstomo, Juan Damasceno...), de los grandes papas (Len y Gregorio Magno), la teologa monstica (Orgenes, Evagrio, Casiano, Bernardo...), la primera escolstica (Buenaventura, Toms de Aquino...) fueron teologas pneumticas, vivas, llenas de espiritualidad, en las que la razn quedaba transfigurada por la mstica. La teologa era bblica, una reflexin espiritual sobre la Palabra de Dios, *lectio divina+ , *sacra pagina+ . La doctrina patrstica y medieval sobre los sentidos de la Escritura (sentido literal o histrico, sentido espiritual o cristolgico, sentido moral o existencial y sentido escatolgico) confera a la teologa una profunda unidad centrada en Cristo, como ha estudiado ampliamente Henri de Lubac en sus trabajos sobre la exgesis patrstica y medieval 15 Esta sntesis fue paulatinamente erosionndose y empobrecindose, y los sentidos de la Escritura se dispersaron: la teologa dogmtica desarroll la dimensin lgica e intelectual, cientfica (cuestiones, sentencias, sumas); la moral se centr en una praxis desvinculada de la Escritura; la Escritura se limit al sentido literal, y se perdi la perspectiva escatolgica. Se inicia as el divorcio entre una teologa especulativa y una piedad cada vez ms devota e ntima, pero menos teolgica. Seguramente, este proceso de prdida del sentido espiritual de la teologa es una consecuencia negativa de la separacin de la Iglesia de Oriente en el siglo XI. Oriente ha sido siempre muy sensible al tema del Espritu y acusa a la Iglesia latina de cristomonismo, es decir, de centrarse exclusivamente en Cristo, olvidando la dimensin del Espritu. Ms tarde examinaremos las consecuencias eclesiolgicas de esta ruptura. En realidad, podemos afirmar que sin experiencia espiritual no hay teologa, y que toda verdadera teologa nace de una experiencia espiritual. Esto acontece ya en la Escritura. Todo el Antiguo Testamento, con 15. H. DE LUBAC, Exgse mdivale, 4 vols., Pans 1959, 1961, 1963. 27 22. sus diversos gneros literarios, sus diferentes etapas y sus diversos autores, es fundamentalmente una continua reflexin sobre la experiencia espiritual fundante del xodo. El Nuevo Testamento no es ms que la reflexin teolgica sobre la vivencia cristolgica pascual, sobre la muerte y resurreccin de Jess, iluminada a travs de la teologa narrativa de la experiencia de su vida, predicacin, milagros y opciones por el Reino de Dios. La teologa patrstica parte de la experiencia de una Iglesia- comunin, y la teologa monstica, de la experiencia espiritual de desierto, con sus diversos matices y variantes. La primera escolstica se nutre de la experiencia espiritual de los mendicantes franciscanos y dominicos, y la teologa jesutica Bbarroca y modernaB brota de la experiencia espiritual de los Ejercicios ignacianos. En tiempos ms cercanos a nosotros, la teologa de los grandes telogos del Vaticano II surge como consecuencia de una experiencia espiritual diferente y nueva (la que se llam Nouvelle thologie), nacida desde la periferia de la Iglesia, en estrecho contacto con sectores ordinariamente marginados y no tenidos en cuenta por la teologa oficial. Estos telogos vivieron en campos de concentracin con judos y cristianos evanglicos; participaron en reuniones ecumnicas con miembros de otras Iglesias; dialogaron con filsofos, pensadores y cientficos modernos Bmuchos de ellos agnsticos o ateosB; estuvieron en contacto con sectores sociales deprimidos y con los sacerdotes obreros; dialogaron con pastoralistas que trabajaban con jvenes; algunos de ellos fueron biblistas, patrlogos y liturgistas que profundizaban en las fuentes de la Escritura y de la tradicin eclesial... Por todo ello, el Vaticano II representa una novedad y una vuelta a la integracin entre teologa y espiritualidad. Las grandes renovaciones de la Iglesia no acostumbran a venir de arriba y del centro, sino del margen y la periferia. En Amrica Latina, la teologa de la liberacin nace de una experiencia espiritual de la presencia del Seor en los pobres, en la lnea de Mt 25, con la conviccin de que los pobres son un lugar teolgico privilegiado. De esta experiencia y de la praxis liberadora surge una reflexin original y nueva que alimenta la fe del pueblo y recupera la dimensin proftica de la teologa en la Iglesia. No es casual que estas teologas ms modernas, tanto la conciliar como la latinoamericana, hayan encontrado dificultades para ser aceptadas por el magisterio oficial de la Iglesia. La encclica Humani generis de Po XII, en 1950, descalificaba a la Nouvelle thologie, y luego el mismo Papa destitua de sus ctedras a sus autores ms representativos. Tampoco es casual que Juan XXIII, que en su vida haba sufrido la marginacin, pues haba sido tenido por sospechoso de modernista y re- 28 23. legado luego durante aos a Delegaciones apostlicas de Oriente, rehabilitase a estos telogos proscritos y los nombrase peritos conciliares. En tiempos de Juan Pablo II, las dos instrucciones de la Congregacin para la Doctrina de la fe, Libertatis nuntius (1986) y Libertatis conscientia (1988) criticaban fuertemente (sobre todo la primera) a la teologa de la liberacin. Ms tarde, en 1990, la Instruccin sobre la vocacin eclesial del telogo en la Iglesia, de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, reduca notablemente la misin del telogo en la Iglesia y condenaba el llamado *disenso+ teolgico, la voz crtica de los telogos en la Iglesia. Todava recientemente, se han hecho notificaciones de advertencia a telogos como Jon Sobrino. Podemos preguntarnos si estas crticas a las nuevas teologas no se deber a que la teologa oficial del magisterio eclesistico es poco sensible a la dimensin del Espritu que desde la base acta en la Iglesia y desea renovarlo todo )No ser un sntoma claro de que la larga separacin entre teologa y espiritualidad todava no se ha superado, y que existe una aoranza de la teologa monoltica, uniforme y segura (tuta) de la poca de cristiandad decimonnica preconciliar? Esta postura del magisterio contrasta con las intenciones del Vaticano II. En efecto, el Vaticano II, afirma el telogo Joseph Ratzinger, quiso ir ms all de la teologa de las encclicas papales. Frente a esta tendencia, dice Ratzinger, el Concilio no quiso... *...mirar las fuentes [cristianas] nicamente en el espejo de la interpretacin oficial de los ltimos cien aos, sino leerlas y entenderlas en s mismas... escuchar los interrogantes del hombre de hoy como tales y, partiendo de ellos, repensar la teologa y, por encima de todo esto, escuchar la realidad, "la cosa misma", y aceptar sus lecciones+ 16. Estamos todava muy lejos de la Iglesia primitiva y de la afirmacin de Ireneo: *All donde est la Iglesia, all est tambin el Espritu de Dios; y all donde est el Espritu de Dios, all est la Iglesia y toda gracia. Y el Espritu es la verdad+ 17. En suma, )qu se esconde detrs de toda esta separacin entre teologa y experiencia espiritual, de este miedo a la novedad y a la historia, sino un olvido teolgico y prctico de la Pneumatologa? 16. J. RATZINGER, El Nuevo Pueblo de Dios, Barcelona 1972, 318-319. 17. IRENEO, Adversus haereses III, 24; PG 7, 966. 29 24. 3. )De qu Espritu hablamos? Aproximacin simblica Antes de reflexionar sobre el Espritu y su presencia en los creyentes, en la Iglesia y en el mundo, hemos de intentar clarificar a qu Espritu nos referimos. Pero sa no es tarea fcil. Estamos acostumbrados en nuestra vida cristiana a centrarnos en la persona de Cristo, y cuando oramos, ordinariamente nos dirigirnos al Padre. El Padrenuestro es nuestra plegaria habitual, tanto a nivel personal como comunitario y litrgico. Todo esto es correcto. Pero en esta referencia nuestra al Padre y a Jess, el Hijo, solemos olvidar al Espritu. O si lo mencionamos, aadiendo *en el Espritu Santo+ , no tenemos conciencia de la dimensin personal del Espritu. El Espritu tiene siempre un carcter annimo, impersonal, difuso, algo que se nos diluye y que no podemos concretar. El Espritu est siempre rodeado de misterio y de silencio. Es una dimensin oscura de Dios, que permanece siempre oculta, impalpable, kentica, es decir, como vaca de contenido. Por eso, el Espritu en la Escritura se nos revela a travs de unos smbolos que son fluidos e impersonales, aunque sumamente dinmicos. El Espritu aparece ms como verbo que como sustantivo; es ante todo accin, dinamismo. Enumeremos algunos de estos smbolos a travs de los cuales se nos manifiesta el Espritu en la Escritura. Aunque muchos de ellos seguramente son bastante conocidos, una exposicin de toda esta simbologa nos ayudar a aproximarnos de algn modo a la riqueza del Espritu. Esta base es necesaria para luego profundizar sobre la teologa y la praxis del Espritu en nuestra vida personal, en la Iglesia y en el mundo. 3.1. Viento sta es la imagen ms comn del Espritu, la que el mismo nombre de *espritu+ insina. Espritu, la ruah (femenino en hebreo), el pneuma (neutro en griego) y el spiritus (masculino en latn). Es el viento que, como soplo de vida, se cerna y aleteaba sobre las aguas al comienzo de la creacin, cuando la tierra todava era caos, confusin y oscuridad (Gn 1,2). Es el aliento de vida que Yahv Dios insufl en el primer ser humano, formado del polvo de la tierra, para hacer de l un ser viviente (Gn 2,7). La respiracin es signo de vida. Es el murmullo de una brisa suave en la que Elas descubre el paso de Yahv (1 Re 19,12). 30 25. Es el viento que el profeta anuncia que soplar sobre un campo de huesos para hacer que los muertos revivan (Ez 37,9). Es el aliento de Yahv por el que todas las cosas son creadas, que renueva la faz de la tierra (Sal 104, 30), pero hace que todo expire y retorne al polvo cuando se retira (Sal 104,29). Es el aliento vital que Dios infundi al ser humano cuando lo model al comienzo, y del que Israel se ha olvidado al acudir a dolos (Sab 15,11). Es el viento que sopla donde quiere, pero no sabemos adnde va, como le dice Jess a Nicodemo en aquella conversacin nocturna que nos relata el evangelista Juan (Jn 3,8). Es el ltimo suspiro de Jess en la cruz, que al inclinar la cabeza y entregar el espritu (Jn 19,30) preludia la efusin de una vida nueva. Es el soplo de Jess resucitado sobre los discpulos en la maana de Pascua, que hace de ellos una nueva creacin y les da el poder de perdonar pecados (Jn 20,22). Es el viento huracanado que, con estrpito de rfaga impetuosa, invade el recinto donde est reunida la primera comunidad en el da de Pentecosts y que transforma a aquellos temerosos y cobardes discpulos y discpulas en valientes anunciadores de la Palabra (Hch 2,2). En sntesis, el viento significa el poder y la fuerza vital de Dios, su accin creadora y vivificadora en el mundo y en la historia, invisible pero real, Sin l, slo hay muerte y caos. El Espritu es viento de libertad y fuente de vida 18. 3.2. Fuego Es el misterioso fuego de la zarza ardiente ante la cual Moiss no se atreve a acercarse y se descalza, pues es un lugar sagrado donde Dios se manifiesta (Ex 3,3). Es el fuego del Sina que acompaa la teofana de Yahv a Moiss (Ex 19,18) Es el bautismo de fuego que, segn anuncia Juan Bautista, Jess habr de realizar (Lc 3,16). Es el fuego que Jess dice que ha venido a traer a la tierra (Lc 12,49). Son las lenguas de fuego que se posan sobre los discpulos y Mara en el da de Pentecosts y que significa el inicio de la Iglesia y de su misin a todos los pueblos (Hch 2,1-4). 18. J. VIVES, Viento de libertad, fuente de vida, Cristianisme i Justicia, cuaderno 83, Barcelona 1998. 31 26. Es el fuego que Pablo pide a los tesalonicenses que no lo extingan (1 Tes 5,19). De este modo, el fuego simboliza la luz, la fuerza y la energa del Espritu; su calor que caldea y hace arder el corazn fro; su capacidad de comunicacin humana; el principio de comunin que, como el fuego, rene junto al hogar; su expansin interna por el dinamismo del amor. Un autor oriental, Simen el Nuevo Telogo, ha expresado poticamente el simbolismo del fuego del Espritu: *)Cmo eras t foco de fuego y frescura de manantial, quemazn, dulzura que sana nuestras impurezas? )Cmo haces del hombre un dios, de la noche una lumbrera y del abismo de la muerte sacas la nueva vida? Como la noche desemboca en el da, )puedes t vencer las tinieblas? )Llevas la llama hasta el corazn y cambias el fondo del ser? )Cmo es que, siendo uno con nosotros, nos haces hijos del mismo Dios? )Cmo nos quemas de amor y nos hieres sin espada? )Cmo puedes soportarnos, permanecer lento a la ira y ser capaz, por otra parte, de ver hasta nuestros menores gestos? )Cmo puede tu mirada seguir nuestras acciones desde arriba y desde tan lejos? Tu siervo espera la paz, el coraje en las lgrimas+ 19. 3.3. Agua Es el agua pura que Yahv derramar sobre el pueblo, le purificar de toda inmundicia, le crear un corazn nuevo y le infundir un espritu nuevo (Ez 36,25- 28). Es el agua que brota del templo hacia el oriente y desemboca en el mar y todo lo sana y vivifica (Ez 47,1-12). Es el agua que purifica y lava (Is 1,18; Sal 51,9; Mc 7,3-4; Jn 2,6). Es el agua viva que brota para la vida eterna, es el don de Dios que Jess ofrece a la samaritana junto al pozo de Jacob (Jn 4,10-14). Es el manantial de agua viva que brota del seno del Mesas y que Juan interpreta como referido al Espritu que recibirn los que crean en 19. SChr 156, 1969, 205-207. 32 27. Jess resucitado (Jn 7,37-39). Es el agua misteriosa que mana del costado herido de Jess crucificado, junto con su sangre, y que el evangelista enfatiza con fuerza (Jn 19,34) Este agua simboliza la vida, la fuerza y la fecundidad del Espritu, frente al poder destructor del mal (aguas de muerte del Diluvio y del xodo). A travs del smbolo del agua se significa que Dios quiere ofrecer una vida nueva a nuestros corazones de piedra, transformar el mundo reseco y estril en tierra viva. Es un agua que quita la sed. Es la vida del Espritu que recibe en las aguas del bautismo el que entra en la Iglesia. 3.4. Uncin de aceite Es la uncin con que eran ungidos los reyes de Israel, como Sal (1 Sm 10,1), David (1 Sm 16,13), Salomn (1 Re 1,39), Jeh (2 Re 9,6), y en virtud de la cual reciben el Espritu en orden al desempeo de su funcin regia. Por esta uncin son constituidos mesas Esta uncin del Espritu se orienta a que el rey practique el derecho y la justicia con los pobres (Sal 72,1). Pero como los reyes de Israel no realizan esta funcin mesinica, se anuncia un Mesas, Siervo de Yahv, ungido por el Espritu para llevar la buena nueva a los pobres y la liberacin a los cautivos (Is 61,1). Esta uncin del Espritu anunciada por los profetas es la que Jess en Nazaret reconoce que se cumple en l hoy (Lc 4,21). Esta uncin con el Espritu es la que mueve a Jess a realizar su misin de transformar un mundo destrozado por el egosmo en un mundo fraterno, libre de toda exclusin y opresin. Jess ser llamado *el Cristo+ , es decir, el ungido por el Espritu (Mt 27,12), aquel a quien Dios ungi con el Espritu Santo y que pas por el mundo haciendo el bien y liberando a los oprimidos (Hch 10,38). Los cristianos hemos recibido la uncin del Espritu, que nos instruye interiormente (1 Jn 2,20.27; cf. Jn 14,26). As, la uncin del aceite significa la fuerza del Espritu que consagra para la misin, una misin que tiene que ver con la prctica del derecho y la justicia con los pobres y los oprimidos. Los cristianos hemos recibido esta uncin del Espritu en el sacramento de la confirmacin, que nos da fuerza para proseguir la funcin mesinica de Jess en nuestro mundo: hacer el bien y practicar el derecho y la justicia con los pobres. Otros sacramentos tambin utilizan el simbolismo de la uncin para significar la fuerza del Espritu que consagra para el ministerio pastoral en la Iglesia (orden) y que da fuerzas al enfermo para mante- 33 28. ner la esperanza en la situacin de debilidad corporal y de enfermedad (uncin de los enfermos). 3.5. Paloma La paloma que llega al arca despus del diluvio significa el Espritu de paz (Gn 8,11). La paloma que desciende sobre Jess en su bautismo (Jn 1,32-33, Lc 3,22; Mt 3,16) significa el Espritu. Los evangelistas al narrarnos cmo en el bautismo de Jess se abren los cielos, se oye la voz del Padre y se ve al Espritu Santo posarse sobre l en forma de paloma, lo que quieren decirnos es que el hijo del carpintero de Nazaret, que apareca por primera vez en pblico a orillas del Jordn, era el Mesas tan esperado, el prometido, el portador del Espritu, el Hijo del Padre. El simbolismo de la paloma, que la iconografa cristiana utilizar con profusin para referirlo al Espritu, significa una serie de rasgos del Espritu: la blancura y pureza, la ternura, la sencillez (Mt 10,16), la paz, que deban ser caractersticas propias del Pueblo de Dios y deben serlo, en concreto, de la Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios. Por eso los Padres de la Iglesia, concretamente Agustn, aplican el smbolo de la paloma al Espritu y a la Iglesia una y santa, ya que ven una estrecha relacin entre ambas realidades (cf. Cant 2,14; 5,2). 3.6. Nube La nube que gui al pueblo en el desierto (Ex 40,34-38). La nube que envolvi el Sina (Ex 24,15-18). La nube del Espritu que cubri con su sombra el seno de Mara para que concibiera al Hijo de Dios (Lc 1,35-36). La nube que aparece en la transfiguracin cubriendo a Jess y a los apstoles Pedro, Santiago y Juan (Mc 9,7). La nube que esconde a Jess a los ojos de los discpulos en el da de la ascensin (Hch 1,9). La nube simboliza al Espritu en cuanto que vela y revela la presencia de Dios en nuestras vidas, que nos acompaa, gua y fecunda. 3.7. Perfume El perfume Bque en el Antiguo Testamento significa una evocacin agradable, una presencia amorosa (Gn 27,27; Cant 1,3.12; 4,10-11) y un signo de nuestra adoracin a Dios a travs del olor del incienso (Ex 30,34-37; Si 24,15; 39,14)B en el Nuevo Testamento se relaciona con el 34 29. olor de una accin buena que perfuma toda la casa, como la uncin de Betania (Jn 12,3) y con el buen olor de Cristo que hemos de difundir los cristianos a travs de nuestro testimonio de vida (2 Co 2,14-16) De este modo, el perfume significa al Espritu en cuanto signo de una presencia sutil que todo lo penetra y que se esparce por todas partes, evocando un lenguaje de amor, de belleza y de elevacin espiritual. En el sacramento de la confirmacin, el aceite para la uncin (crisma) se impregna con el aroma del blsamo para significar este buen olor del testimonio cristiano en un mundo que a veces est marcado por el olor de la muerte. 3.8. Abogado El Espritu, sobre todo en los escritos jonicos, es el abogado o defensor (parclito) enviado por el Padre despus de la partida de Jess (Jn 16,7), que estar junto a los discpulos (Jn 14,15-17), los cuales, de este modo, no quedarn hurfanos (Jn 14,18). El Espritu de la verdad (Jn 14,17) vendr para recordar y completar la enseanza de Cristo (Jn 14,25-26), convencer al mundo sobre el pecado (Jn 16,8), llevar a los discpulos a la verdad completa y explicarles el sentido de los acontecimientos futuros (Jn 16,12-15); glorificar a Cristo (Jn 16,14), en el sentido de que atestiguar que su misin vena del Padre (Jn 15,26-27; 1 Jn 5,6-7), mientras que el mundo se ha equivocado creyendo al Prncipe de este mundo, padre de la mentira, y no creyendo en Jess (Jn 16,7-11). Este abogado nos defender en el tribunal del Padre contra las acusaciones de Satn (1 Jn 2,1-29), gracias a su sacrificio (Ap 12,9-11). 3.9. Otros simbolismos Hay otra serie de simbolismos menos usados, pero que tambin son significativos: - vino, fiesta, alegra, como el simbolizado en el vino nuevo de Can (Jn 2,1-2); - el sello o seal con que se firma y se seala algo. El Espritu imprime su marca en nosotros y nos seala como hijos de Dios: Ef 1,13; 4,30; 2 Co 1,22; - las arras o prendas de futuro. El Espritu constituye en nosotros las arras, primicias del Reino: Ef 1,14; 2 Co 1,22; Rm 6,23; - el dedo de Dios, su poder, con el que Jess expulsa demonios: Mt 12,28; Lc 11,20; cf. Ex 8,15; Sal 8,4. 35 30. Recapitulando estos smbolos, el Espritu aparece como dinamismo de vida y fuerza (viento, agua, fuego, defensa, sello, dedo...) y como dulzura y suavidad penetrante (perfume, vino, uncin, paloma...) 20. Pero hay que notar que estos smbolos no tienen rostro ni contenido propio, sino que se orientan a Otro; son dinamismos que mueven hacia Otro, y este Otro es Jess, su vida y su misin. El Espritu no tiene otro contenido que el de Jess. Por eso, para conocer y discernir un Espritu hay que ver si conduce a Jess o no. Si el viento, el agua, el fuego, la uncin, el perfume... llevan a Jess, son signos del verdadero Espritu; en caso contrario, no lo son. Un himno de la fiesta de Pentecosts resume varios de estos smbolos: *Espritu de Dios, eres fuego, paciente brasa oculta en la ceniza, dispuesta en todo instante a sorprendernos saltando en llama, con gozo de relmpago, al conjuro del ms tmido soplo, para hacer pavesas de nuestra paja intil y acrisolar el oro con las llamas de tu volcn de amor. Espritu de Dios, eres el viento. )Dnde engendras tu soplo? )En qu ribera? Su faz esconde tembloroso Elas, sumido en tu silencio rumoroso. Eres don que se da a los tiempos nuevos, suspiro de este mundo en esperanza. Presente est doquiera como baile, florida libertad. Espritu de Dios, eres roco de alegra, de fuerza, de ternura. Eres la lluvia otrora prometida que fecunda una tierra abandonada. T nos das la vida, cristalina fuente alumbrada en Jess resucitado, Y nuestros pasos guas hacia el Padre, roca de verdad+ 21. 20. DOM MIQUEL, Petit trait de thelogie symbolique, Paris 1987, 89-109. 21. Prire du temps prsent, p. 505, citado por A. FERMET, El Espritu Santo y nuestra vida, Sal Terrae, Santander 1985, p. 34. 36 31. Y Simon, el Nuevo Telogo, invoca al Espritu con esta oracin llena de smbolos: *Ven, luz verdadera. Ven, vida eterna. Ven, misterio oculto. Ven, tesoro sin nombre. Ven, realidad inefable. Ven, persona irreconocible. Ven, gozo sin fin. Ven, luz sin ocaso. Ven, esperanza que quiere salvar a todos. Ven, resurreccin de los muertos. Ven, oh poderoso que todo lo cambias, rehaces y transformas por tu solo poder. Ven, oh invisible y totalmente intangible e impalpable. Ven, t que siempre permaneces inmutable y a cada instante te mueves todo entero y vienes a nosotros, sepultados en los infiernos. T ests por encima de todos los cielos, tu nombre deseado y constantemente proclamado nadie sabe decir cul es. Nadie puede saber cmo eres, de qu gnero o de qu especie, pues eso es imposible. Ven, gozo eterno Ven, corona imperecedera. Ven, prpura real. Ven, derecha verdaderamente soberana. Ven t, a quien desea mi alma miserable. Ven, t, el Solo a m solo, ya que t quieres que est solo. Ven, t que me has separado de todo y me has hecho solitario en este mundo y te has convertido en deseo para m, que has hecho que te deseara, t, el absolutamente inaccesible. 37 32. Ven, aliento y vida ma. Ven, consuelo de mi pobre alma. Ven, mi gozo, mi gloria, mi delicia sin fin+ 22. Y Gregorio Nacianceno se admira de la variedad de nombres que posee el Espritu: *Me sobrecoge el espanto cuando pienso en la riqueza de sus nombres: Espritu de Dios, Espritu de Cristo, inteligencia de Cristo, Espritu de adopcin, nos restaura en el bautismo y en la resurreccin. Sopla donde quiere. Fuente de luz y de vida, hace de m su templo, me diviniza, me perfecciona, anticipa el bautismo y es deseado despus del bautismo. Todo lo que Dios hace, es l quien lo hace. Se multiplica en las lenguas de fuego y multiplica sus dones, crea los predicadores, los apstoles, lo profetas, los pastores, los doctores. Es otro Consolador, como si fuera otro Dios+ 23. 4. El Espritu en la Escritura La presencia del Espritu es una constante en la Biblia, aunque siempre de forma difusa y no sistematizada. Es como el hilo conductor de toda la Palabra de Dios, sin que los autores bblicos hayan sentido la necesidad de plasmar esta experiencia en un sistema dogmtico. Es, ante todo, una experiencia vital, globalizante y unificadora de las diversas dimensiones y etapas de la revelacin del misterio divino en la historia de la humanidad. Ms an, el Espritu es el que ha inspirado las Escrituras; es el Espritu que habl por los profetas, el que inspira a los escritores sagrados para que transmitan desde sus categoras mentales y culturales la Palabra de Dios. Por eso dicen los Padres BOrgenes, entre otrosB que las Escrituras han de ser ledas bajo la inspiracin del mismo Espritu que las hizo surgir. *Todas la palabras de Dios contenidas en las Escrituras... estn llenas del Espritu Santo+ 24; no es posible *entenderlas sin la ayuda del Espritu Santo+ 25. *El Espritu es Aquel que acompaa la 22. PG 120, 507-509. 23. PG 36, 159, BC. 24. HILARIO DE POITIERS, Comentarios a los salmos, 118. 25. JERNIMO, Cartas, 120. 38 33. Palabra+ 26, es *la boca de Dios+ que antecede y pronuncia la Palabra 27. La Iglesia, gracias al Espritu, llega a la verdadera comprensin de la Escritura, es decir, a la comprensin espiritual 28. No vamos a hacer una exgesis completa de los textos bblicos sobre el Espritu 29, sino nicamente a presentar las lneas fundamentales de su manifestacin, a descifrar algunas constantes como arquetipos del Espritu en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. 4.1. Antiguo Testamento En el Antiguo Testamento prevalecen tres lneas de fuerza sobre el Espritu: la dimensin creadora, la proftica y la sapiencial. 4.1.1. Espritu creador El Espritu aparece como Creador, como la tradicin eclesial ha conservado en su himno Veni Creator Spiritus, que la Iglesia entona en los momentos ms importantes de su vida: Concilios y snodos, ordenaciones sacerdotales y episcopales, encuentros pastorales... Este apelativo tematiza la experiencia de todas las religiones y culturas con respecto a Dios: Dios es el creador de la naturaleza, aunque en Israel esta experiencia haya sido posterior a la vivencia del xodo y no se plasma hasta en tiempo del exilio, precisamente en contacto con otras culturas y religiones. Gn 1, sacerdotal y postexlico, presenta al Dios creador con tres atributos fundamentales: el iniciador de la creacin, el ordenador o arquitecto del cosmos y el vivificador del universo. Estos tres atributos de Dios no son caracteres de Dios, sino su personalidad espiritual, la ruah que aleteaba sobre el caos primitivo y que volveremos a hallar despus del diluvio (Gn 8,6-12), en el bautismo de Jess (Mt 3,16; Mc 1,10; Lc 3,22) y en su muerte en cruz (Jn 18,30). El Espritu es a la vez el iniciador del universo, el soplo que da vida, la sostiene, fecunda, mantiene y ordena. El orden del mundo de Gnesis es la firma del Dios bblico, de su ruah, en oposicin al caos; es la manera propia de iniciar, sostener y vivificar lo creado. 26. JUAN DAMASCENO, La fe ortodoxa I, 7. 27. SIMEN EL NUEVO TELOGO, Libro de Etica, III. 28. ORGENES, Homila sobre el Levtico, V, 5. 29. Puede verse la obra clsica de Y.M CONGAR, El Espritu Santo, Barcelona 1983, 29-89. 39 34. La ruah surge de Dios, pero est en Dios. La bendicin de Dios es signo de fertilidad, el poder de Dios es inagotable. Muchos autores actuales han querido ver en esta dimensin generadora, vivificadora y fertilizante una dimensin materna de Dios, su lado femenino, estrechamente ligado al Espritu. Aunque, evidentemente, es un antropomorfismo el pretender adjudicar un gnero a Dios, es innegable que aqu se esconde un acento que no se puede despreciar y que algunas Iglesias orientales, como la Siraca 30, ms adelante desarrollarn. Mientras Congar se muestra un tanto cauto ante este intento de acercamiento de la ruah a la dimensin femenina 31, otros autores, como Durrwell, designan al Espritu como el seno de Dios en donde nace el Hijo eterno 32. Hay adems en Gn 1 una accin peculiar de Dios en la creacin del hombre y de la mujer en el sexto da. Existe una especie de dilogo interior de la divinidad, un *hagamos+ (Gn 1,26) que para algunos Padres de la Iglesia manifiesta un dilogo trinitario. El Espritu es el lugar del dilogo divino y del dilogo entre Dios y la humanidad. En Gn 2, de tradicin yahvista y ms antiguo que Gn 1, el rostro de Dios es presentado de forma mucho ms antropomrfica, ya que Dios aparece, ms que como ordenador, como creador, artista y poeta que sopla sobre el ser humano, formado con polvo del suelo, e insufla en su nariz un soplo de vida para que se convierta en ser viviente (Gn 2,7). Este hlito de vida hace referencia al Espritu creador. Luego completa su creacin con la creacin de su compaera (Gn 2,21-23) y deja al hombre la responsabilidad de cultivar y ordenar la tierra. La funcin creadora de Dios aparece como el permitir una nueva accin progresiva, en un dilogo entre Creador y criatura, con una mutua corresponsabilidad en un proyecto inacabado de la creacin, corresponsabilidad que se da tambin entre las mismas criaturas, entre el varn y la mujer (Gn 2,20-25). La teologa ecolgica ve en este Espritu creador una fuente constante de inspiracin y de luz. El desastre ecolgico actual es lo ms contrario al Espritu creador: es generar muerte en vez de vida, es una vuelta al caos primordial (Gn 1,2: toh boh). La responsabilidad de la pa- 30. E.P. SIMAN, L'experince de l'Esprit dans l'glise d'aprs la tradition syrienne d'Antiochie, Paris 1971. 31. Vase, con todo, lo que afirma acerca de la maternidad y feminidad del Espritu en su obra clsica El Espritu Santo, cit., 588-598. 32. E-X. DURRRWELL, El Espritu del Padre y del Hijo, Madrid 1990, 72. 40 35. reja humana sobre el universo es siempre algo relativo a la vida, nunca a la apropiacin y al consumo indebido de la naturaleza. El desastre ecolgico es anti- pneumtico, es realmente satnico. Ms tarde volveremos sobre este tema. Este Espritu creador aparece tambin en otros lugares del Antiguo Testamento, como en la visin de Ezequiel de un campo lleno de huesos secos, en la que se invoca al Espritu y reviven los muertos (Ez 37,1-14). A este Espritu creador le cantan los salmos como fuente de vida y de aliento que renueva la faz de la tierra (Sal 33,6; 104,30) y sin cuyo aliento todo vuelve al polvo de la tierra (Sal 104,29). Esta creacin culminar en la nueva creacin de la Pascua de Jess: el Espritu de la creacin se derramar sobre los apstoles en el atardecer del da de Pascua (Jn 20,22), luego sobre la primera comunidad de Jerusaln (Hch 2) y sobre toda carne, anticipando as la nueva tierra y el nuevo cielo escatolgico (Ap 21,1). 4.1.2. Espritu proftico El Espritu creador sigue permanentemente presente en la historia humana, y muy concretamente en la historia de Israel, con un compromiso de Yahv para con su pueblo, cuyo prototipo es la gesta liberadora del xodo. Este Espritu acta a travs de personajes elegidos por Dios, como son los ancianos de Israel en el desierto (Nm 11,17-29; 24,2), los jueces (Jc 3,10; 6,34; 11,29), los reyes (1 Sm 11,6)...; pero, sobre todo, irrumpe de un modo peculiar en los profetas y profetisas, para que hablen en nombre de Yahv. Los profetas y profetisas son portavoces autorizados de Dios que recuerdan al pueblo las promesas divinas y le llaman a convertirse al proyecto de Dios. A veces anuncian desgracias para el pueblo (Is 6,11; Jr 2-3), a veces su resurreccin (Ez 37,1-14); en cualquier caso, Yahv nunca abandona a su pueblo (Jr 1,18), siempre le llama a la conversin (Jr 4,1s; Sal 51,13) y le promete que le infundir su Espritu para que tengan un corazn nuevo, de carne, no de piedra (Ez 36,24-29; Is 44,3). No pretendemos ahora profundizar sobre el profetismo, sino simplemente indicar su relacin con el Espritu 33. 33. Pueden verse sobre este punto el libro clsico de A. HESCHEL, Los profetas (tres vols.), Buenos Aires 1973, y el ms reciente de L. ALONSO SCHKEL y J.L. SICRE, Profetas, Madrid 1980. 41 36. Esta accin del Espritu en los profetas comienza con una experiencia espiritual que constituye la raz de la vocacin proftica y que acompaar al profeta a lo largo de su existencia y le dar fuerza para anunciar, denunciar y transformar la realidad. Su palabra goza de la eficacia propia del Espritu. A veces el profeta se resiste a su misin y desea escapar, pero la fuerza del Espritu lo seduce y retiene (Jr 20,7-9). La misin del profeta es ingrata y a menudo suscita contradicciones, y muchos desearan silenciar su voz y escuchar las voces ms halagadoras de los profetas cortesanos, falsos profetas que anuncian lo que agrada al rey. Pero el verdadero profeta es fiel a su misin hasta el final. Los profetas anuncian los tiempos mesinicos en los que el Mesas estar lleno del Espritu y practicar el derecho y la justicia con los pobres (Is 11,1-9). El texto de Is 11,1-3 ha servido de base para el desarrollo teolgico y espiritual de los siete dones del Espritu: sabidura para amar a Dios de todo corazn; inteligencia para acercarse al misterio de Dios; consejo para ver el camino a seguir; fortaleza para emprender grandes obras sin miedo; ciencia para conocer a Dios y todas las cosas en relacin con l; temor de Dios, que es el respeto en relacin a Dios y es principio de toda sabidura (Pr 1,7), al que se aade la piedad, que es afecto filial hacia nuestros padres 34. Ms adelante nos preguntaremos por qu la espiritualidad y la teologa no han seguido comentando los siguientes versculos (Is 11,4-9) donde aparece el tema del derecho y la justicia para con los pobres, los dbiles y los humildes, cuyo fruto es la armona y la paz csmica, descrita en registro paradisaco (Is 11,6-9), y la creacin reconciliada. El segundo Isaas presenta al misterioso Siervo de Yahv que predica la verdadera fe, expa con su muerte los pecados de su pueblo y es glorificado (42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). En el primer cntico de este Siervo de Yahv aparece la misin del siervo suscitada por el Espritu, que consiste en no partir la caa quebrada ni apagar la mecha mortecina, implantar la justicia, abrir los ojos a los ciegos y sacar de la crcel a los que viven en tinieblas. En el tercer Isaas encontramos al Espritu que unge al profeta para que anuncie la liberacin, la justicia y la paz a los que retoman desanimados del exilio (Is 61,1-3). Esto se cumplir en Jess cuando, en la sinagoga de Nazaret, lea este texto del profeta Isaas (Lc 4,18s). Finalmente, se anuncia que en los ltimos das el Espritu se derramar sobre toda la humanidad (Jl 3,1-3; cf. Hch 2,16-18). 34. Los LXX y la Vulgata aaden la piedad por desdoblamiento del temor de Dios. 42 37. De este modo el Espritu aparece ligado a la renovacin de la vida del pueblo: es l el que posibilita una vida nueva, dndole un corazn nuevo y movindole a practicar el derecho y la justicia con los pobres y restablecer la armona en la creacin. No es casual que el credo niceno-constantinopolitano, al profesar su fe en el Espritu, aada que *habl por los profetas+ . Este profetismo culminar en Jess de Nazaret, cuya misin es descrita por Lucas como movida por el Espritu 4.1.3. Espritu interior y sapiencial La experiencia proftica ha ido purificndose a travs de la historia, particularmente con los fracasos y desilusiones. Elas puede ser el smbolo de este fracaso en su intento de huida al Horeb para morir (1 Re 19,1-5). Pero Dios se le manifiesta nuevamente en el susurro discreto de una brisa suave (1 Re 19,12). Poco a poco se introduce la teologa del pequeo resto, pueblo humilde y proftico, anawim, pobres de Yahv, y desemboca en una religin del corazn, llena de sabidura. Es la interioridad sapiencial del Espritu, husped interior del corazn humano y de toda criatura. Los libros sapienciales (Job, Proverbios, Eclesiasts o Qohelet, Eclesistico o Sircida, y Sabidura) muestran una estrecha relacin entre Sabidura y Espritu, ya que ambas realidades actan de forma espiritual, ejercen un papel csmico universal, suscitan profetas, guan no slo al pueblo elegido, sino a la humanidad, son un maestro interior que ilumina el corazn (cf. Sb 1,6; Pr 8,22; Job 32,8 y, sobre todo, Sb 7,22-8,1). La sabidura representa una cierta personificacin femenina del Espritu (Sb 8-9)35. Para comprender la dificultad de esta personificacin hay que tener en cuenta el estricto monotesmo del mundo judo. Por eso no es extrao que tanto los Padres de la Iglesia (Basilio, Gregorio Nacianceno...) como la liturgia de Pentecosts asocien la sabidura al Espritu. Ambos son sutiles, trascienden lo material, son puros, penetrantes, inteligentes, infinitos, gozan de un saber y un poder ilimitados, son prvidos en bienes... 35. La teologa feminista desarrolla ampliamente esta dimensin femenina de la Sabidura, Vase, por ejemplo, Elisabeth SCHSSLER FIORENZA, Los caminos de la Sabidura, Sal Terrae, Santander 2004. 43 38. 4.1.4. Conclusin del Antiguo Testamento Hay una larga maduracin entre el Espritu que planea sobre las aguas, la accin vivificante del Espritu en la historia, la penetracin interior y renovacin de toda la creacin. Este proceso de maduracin y de personalizacin se explicitar y profundizar en el Nuevo Testamento, ya que el Antiguo Testamento es tan slo una anticipacin de la revelacin plena en Cristo, que culmina en la revelacin de la Trinidad. Pero ya aparecen los rasgos del Espritu que se confirmarn luego. Para el Antiguo Testamento la ruah es la accin y presencia permanente de Dios en la creacin y en la historia, que crea, libera y penetra los corazones. Es fuerza vital por la cual Yahv conduce a su pueblo, suscitando hroes, jueces reyes, guas, profetas, sabios...; es uncin sobre el elegido para que practique la justicia; renovacin del corazn y penetracin con su sabidura en el interior del corazn humano. Es una fuerza misteriosa que desde dentro y de forma sutil todo lo penetra e ilumina, lo purifica y santifica, lo vivifica y le da consistencia definitiva. Lo creador, lo proftico y lo sapiencial se complementan y compenetran misteriosamente, son inseparables. Como veremos luego, estas dimensiones no siempre se han mantenido unidas en la tradicin espiritual y teolgica de la Iglesia. Tampoco el himno clsico Veni Creator Spiritus, a pesar de su profundidad, incluye y sintetiza bien toda la riqueza de estas dimensiones veterotestamentarias: *Ven, Espritu Creador, Visita nuestras almas y, pues T las creaste, llnalas de tus gracias. Don de Dios, Altsimo, Consolador te llaman: fuego, amor, viva fuente, suave uncin del alma. T, dedo del Padre, siete dones regalas: T, de Dios fiel promesa, inspiras las palabras. T alumbra nuestra mente: T nuestro amor inflama; y con tu fuerza, anima nuestra carne flaca. 44 39. Ahuyenta al enemigo, infndenos tu calma, dirige nuestros pasos y nuestro mal aparta. Ensanos, al Padre y al Hijo declranos, y en Ti, de ambos Espritu, Tenga fe nuestra alma. Gloria al Padre y al Hijo, que de la muerte se alza, con el Divino Espritu que siempre reina y manda. Amn+ . 4.2. Nuevo Testamento No es fcil resumir en breves pginas toda la riqueza neotestamentaria del Espritu, acerca del cual se han escrito numerosas monografas. Intentaremos mostrar cmo se mantienen las grandes temticas del Antiguo Testamento (creacin, liberacin proftica, sabidura interior), pero con una nueva profundidad que nace del misterio de Jesucristo. El Espritu contina su obra creadora reposando sobre Mara, madre del Seor, descendiendo sobre Jess en el Jordn y guiando su vida proftica, haciendo nacer la Iglesia del costado de Jess crucificado; el Espritu resucita a Jess de entre los muertos y es el don del Resucitado que inspira y moviliza la gran aventura del kerigma eclesial en los Hechos, en Pablo y en los escritos jonicos. Intentaremos mostrar la riqueza y complejidad de la relacin entre el Espritu y Cristo, entre Cristologa y Pneumatologa. Para ello presentaremos de modo sinttico la dimensin del Espritu que prepara y lleva a trmino la obra de Cristo en Lucas y Hechos, el Espritu como don del Resucitado en Juan, y la sntesis paulina entre Cristologa y Pneumatologa. Y todo ello se orienta a la Iglesia del futuro. Rahner llega a decir que la inspiracin del Nuevo Testamento se orienta a que se produzcan textos que sean constitutivos, fundantes y normativos para la Iglesia del futuro. El Espritu se orienta a la Iglesia a travs de la misma Escritura. 4.2.1. El Espritu prepara y lleva a trmino la misin de Cristo Esta lnea, que privilegiar la teologa del Oriente cristiano, es la tpica de los escritos lucanos y est en profunda conexin con el Antiguo 45 40. Testamento, en el cual el Espritu, sobre todo a travs de los profetas, prepara la venida del Mesas. Lucas, en efecto, muestra cmo el Espritu desciende sobre Mara, y con el poder de su sombra se realiza en su seno el nacimiento de un hijo que ser llamado Jess y ser el Hijo del Altsimo (Lc 1,31.35). Este Espritu, que en la visitacin de Mara a su prima har saltar de gozo al nio Juan en el seno de sta, llenar a Isabel y le har reconocer a Mara como bendita entre las mujeres y la Madre del Seor (Lc 1,42); es sin duda tambin el que inspira en Mara el cntico proftico del Magnificat (Lc 1,46- 56). Mara, la llena de gracia, est llena del Espritu Santo, que es quien comunica la vida trinitaria. Esta es la raz de la santidad de Mara, la Toda-santa, la Inmaculada, la Asunta al cielo. El Vaticano II le llama *sagrario del Espritu Santo+ (LG 53), y Juan Damasceno escribe: *El Padre la ha predestinado, la virtud santificante del Espritu Santo la ha visitado, purificado, hecho santa y, por as decir, empapada de l+ 36 Mara, reunida con los apstoles en el cenculo, invoca al Padre, como en una gran epclesis, pidindole que descienda el Espritu sobre la Iglesia naciente, aquel mismo Espritu que en la anunciacin ya la haba cubierto con su sombra (LG 59). La Mariologa que se ir desarrollando a lo largo de la historia de la Iglesia no hace ms que explicitar esta profunda relacin entre Mara y el Espritu, que hace de ella la madre de Jess y el icono de la Iglesia. Para los Padres orientales la finalidad ltima de la encarnacin es la comunicacin del Espritu a la humanidad, llegando a afirmar que Jess es el Gran Precursor del Espritu: *El Verbo ha asumido la carne para que nosotros pudiramos recibir el Espritu Santo; Dios le ha hecho portador de la carne para que nosotros pudiramos recibir el Espritu+ ". *)Cul es la finalidad de los sufrimientos de Cristo, de sus enseanzas y de sus acciones? Si se lo considera en relacin a nosotros, no es otra cosa que la venida del Espritu Santo sobre la Iglesia+ 38. 36. Homilas de la Dormicin I, 3. 37. ATANASIO, Discurso sobre la encarnacin del Verbo, 8. 38. N. CABASILAS, Explicaciones sobre la divina liturgia, 37. 46 41. *sta es la finalidad y destino de toda la obra de nuestra salvacin realizada por Cristo: que los creyentes recibieran el Espritu Santo+ 39. Juan Bautista haba profetizado que llegara alguien ms fuerte que l y que bautizara en Espritu Santo y en fuego (Lc 3,16). Esto acontecer a partir del bautismo de Jess. El Espritu desciende en forma de paloma sobre Jess en el Jordn, luego de su bautismo, al mismo tiempo que el cielo se abre, y en una teofana misteriosa Jess es proclamado como el Hijo (Lc 3,21-22). Los Padres de la Iglesia vern en este descenso del Espritu sobre Jess su uncin mesinica, que no significa que Jess comience a ser Hijo de Dios en el bautismo, como afirmaban los adopcionistas, sino que en el bautismo Jess es consagrado y proclamado Mesas, toma conciencia de su misin y es confirmado en ella. Este descenso del Espritu sobre Jess es la expresin bblica de lo que luego la Iglesia, en lenguaje conciliar, formular como la naturaleza divina de Jess, que junto con su naturaleza humana, sin fusin ni confusin, constituyen la persona divina de Jess, Hijo de Dios. Es el Espritu que llena a Jess y le conduce al desierto, donde ser tentado y tendr que discernir entre un mesianismo de poder y prestigio y el mesianismo pobre y humilde del Siervo de Yahv (Lc 4,1-13). Cuando Jess lee en la sinagoga de Nazaret el fragmento de Isaas 61,12: *El Espritu del Seor sobre m, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena nueva...+ y afirma que todo eso *se ha cumplido hoy+ (Lc 4,16-21), est reconociendo que es movido por el Espritu proftico para realizar su misin. La misin de Jess es incomprensible e inseparable de su uncin mesinica por el Espritu. Cuando Jess, ensee, cure, haga milagros, coma con los pecadores, se enfrente a los escribas y fariseos, se retire a orar, expulse demonios (Lc 11,20)..., lo har bajo la uncin del Espritu. Basilio lo afirma claramente: *Venida de Cristo, el Espritu precede. Encarnacin, el Espritu est all. Milagros, gracias y curaciones, por el mismo Espritu Santo. Los demonios expulsados, por el Espritu Santo. El demonio encadenado, el Espritu estaba presente. 39. SIMEN EL NUEVO TELOGO, Catequesis, VI. 47 42. La remisin de los pecados, por la gracia del Espritu. Unin con Dios, por el Espritu. Resurreccin de los muertos, por la virtud del Espritu+ 40. Y Gregorio Nacianceno escribe sintticamente: *Cristo nace, y el Espritu lo precede; es bautizado, y el Espritu lo testifica; es sometido a la prueba, y l lo conduce a Galilea; realiza milagros, y lo acompaa; sube al cielo, y el Espritu le sucede+ 41. Cuando Jess exulta de gozo en el Espritu y bendice al Padre porque ha ocultado los misterios del Reino a los sabios y prudentes y los ha revelado a los pequeos (Lc 10,21), prolonga y profundiza la lnea proftica de la predileccin de Yahv y su preocupacin por la justicia para con los pobres y dbiles. Tambin segn Lucas, la oracin es eficaz porque el Padre da el Espritu Santo a los que se lo pidan (Lc 11,13). Pero Lucas advierte del pecado de blasfemia contra el Espritu, que no ser perdonado (Lc 12,10), ya que implica cerrarse a la salvacin que Dios nos ofrece por medio del Espritu42. )Es casual que Lucas, el evangelista del Espritu, sea tambin el evangelista de la misericordia (scriba misericordiae, segn Dante), el evangelista de los pobres, de las mujeres (tambin de Mara), de la oracin y de la alegra mesinica? Los apstoles esperaban que Jess resucitado iba a inaugurar el Reino de Dios como una restauracin de la gloria del reino de David (Hch 1,6), pero Jess, en el momento del adis definitivo, les dice que no va a haber tal restauracin, sino una presencia activa del Espritu, un bautismo con Espritu Santo (Hch 1,4) que les har capaces de ser sus testigos en todo el mundo (Hch 1,8; cf. Lc 24,49; Hch 2,33.39; Ga 3,14.22; 4,6; Ef 1,13; Jn 1,33). Esto indica que hemos de abandonar toda nostalgia de un reino material y mgico, ya que el Reino futuro brotar de una conversin interior al Espritu que nos haga asumir nuestras responsabilidades en la historia. Este bautismo en el Espritu acontecer en la fiesta de Pentecosts, donde el Espritu irrumpir como viento huracanado y en forma de lenguas de fuego sobre los discpulos (Hch 2,1-4), los cuales comenzarn 40. El Espritu Santo, III, 24; PG 7, 966 C. 41. Discursos, XXXI, 29. 42. JUAN PABLO II, en su encclica Dominum et vivificantem (46-48), dedica un amplio espacio a comentar el sentido de este pecado contra el Espritu Santo. 48 43. a anunciar valientemente a la multitud, venida de todas las naciones, que Jess Nazareno, el que fue entregado a la muerte, ha resucitado. Todos los presentes les entendern, cada cual en su propia lengua (Hch 2,5-12), en un verdadero anti-babel. En Pentecosts nace la Iglesia por la fuerza del Espritu. El Espritu hace comunidad desde la diversidad. La universalidad no nace de la imposicin de una uniformidad, ni de un centralismo absorbente que anule las diferencias. Pedro alude a la profeca de Joel (J1 3,1-5) que anunciaba que el Espritu se derramara sobre toda carne mortal (Hch 2,14-21). Es el tiempo de la Iglesia, la comunidad de la nueva Alianza, cuyo signo es el bautismo (Hch 2,38-39). El Espritu hace surgir la primera comunidad cristiana, una de cuyas caractersticas es compartir no slo la enseanza de los apstoles, las oraciones y la fraccin del pan, sino tambin sus bienes (Hch 2,42-44). Es decir, el Espritu impulsa a la Iglesia a vivir la solidaridad, anticipando as en la tierra el Reino de fraternidad que Jess haba anunciado. El telogo Joseph Ratzinger afirma a este respecto: *El primer ensayo de una teologa cristiana, el discurso del dicono Esteban en Hch 7... hace ver que Dios no est de parte de la institucin, sino del lado de los que sufren y son perseguidos a lo largo de toda la historia; y demuestra la legitimidad de Jesucristo cabalmente por insertarlo en la lnea de los perseguidos, de los profetas de la historia+ 43. Y precisamente en este discurso Esteban llama a los judos sentados en el sanedrn *duros de cerviz, incircuncisos de corazn y de odos+ , porque ofrecen resistencia al Espritu Santo como sus padres (Hch 7,51). Pero este Espritu no es algo privativo de la comunidad juda. Al primer Pentecosts sucede un segundo Pentecosts, que rompe los estrechos lmites del judasmo. El mismo Espritu que haba descendido sobre los discpulos desciende ahora sobre los gentiles que escuchaban a Pedro en casa del centurin Cornelio (Hch 10,45), mostrando as que Dios no hace acepcin de personas y que el evangelio se abre a todas las naciones. Pedro antes les haba anunciado a Jess de Nazaret, que, ungido por el Espritu, pas haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con l (Hch 10,38). 43. J. RATZINGER, Introduccin al cristianismo, Sgueme, Salamanca 1969, 279. 49 44. La polmica sobre la admisin de los gentiles en la Iglesia y sus consecuencias no cesa. El llamado concilio de Jerusaln (Hch 15) nos narra la discusin entre el grupo de los judaizantes y los que defendan una total apertura de la Iglesia a los gentiles, como Pablo, Bernab y el mismo Pedro, que confiesa que despus de haber descendido el Espritu sobre los gentiles *ya no existe ninguna diferencia entre ellos y nosotros+ (Hch 15,9). En las actas solemnes de este concilio se afirma finalmente: *Nos ha parecido bien, al Espritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga+ (Hch 15,28). Aqu aparece la universalidad pentecostal de la Iglesia, que supera todo particularismo judaizante. De aqu se desprenden lecciones para la Iglesia de todos los tiempos, lecciones que la Iglesia no ha sabido muchas veces aprender, cayendo en particularismos de cultura, regin o poca histrica que se han impuesto a los dems en nombre de una universalidad y catolicidad mal interpretada. De este modo, el Espritu sigue llevando adelante la obra y la misin de Jess. Los Hechos de los Apstoles son un canto al Espritu que hace nacer y expande la Iglesia. Los samaritanos que haban aceptado la Palabra reciben el Espritu por la imposicin de las manos de Pedro y Juan (Hch 9,14-17), y los discpulos de Jess de Efeso, que ni siquiera haban odo hablar del Espritu, lo reciben por medio de Pablo (Hch 19,1- 7). La expansin de la Iglesia a los gentiles gracias a Pablo est continuamente guiada por el Espritu (Hch 13,2; 16,7; etc.). Lucas hereda las categoras pneumatolgicas del Antiguo Testamento (creatividad, profeca, sabidura) y las lleva a plenitud en Jess y la Iglesia, abrindose a la dimensin eclesial y misionera. En momentos de noche oscura eclesial como el presente, es conveniente releer los Hechos de los Apstoles para recobrar la confianza en la fuerza del Espritu, que vence todas las resistencias y prosigue la misin de Jess, el anuncio del Reino de Dios (Hch 28,30). El Cardenal Suenens, uno de los protagonistas del Vaticano II, que relea los Hechos de los Apstoles siempre que se senta deprimido ante las dificultades de la Iglesia, expresaba as la esperanza que tena en la accin del Espritu en la Iglesia: *Soy hombre de esperanza, y no por razones humanas o por optimismo natural, sino simplemente porque creo que el Espritu Santo acta en la Iglesia y en el mundo incluso all donde es ignorado. Soy hombre de esperanza porque creo que el Espritu Santo es Espritu creador. Cada maana da, al que la sabe aco- 50 45. ger, una libertad fresca y una nueva provisin de gozo y de confianza. Yo creo en las sorpresas del Espritu Santo. El Concilio fue una, y el Papa Juan tambin. Era algo que no esperbamos. )Quin osara decir que la imaginacin y el amor de Dios se han agotado? Esperar es un deber, no un lujo. Esperar no es soar. Es el medio de transformar los sueos en realidad. Felices los que tienen la audacia de soar y estn dispuestos a pagar el precio para que sus sueos puedan hacerse realidad en la historia de los hombres+ 44. Evidentemente, el haber escogido a Lucas no significa que los otros sinpticos no hablen del Espritu. Hay textos paralelos y otros textos novedosos, como el final de Mateo, donde Jess enva a los discpulos a bautizar a todas las gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo y les asegura que estar con los discpulos hasta el final de los tiempos (Mt 28,19-20). Esta conclusin de Mateo, que por una parte refleja la liturgia bautismal ms elaborada de la comunidad primitiva, por otra parte insina claramente la presencia del Espritu en la comunidad de los discpulos. 4.2.2. El Espritu como don del Resucitado Esta perspectiva, que ser la predominante en la Iglesia Occidental, se fundamenta principalmente en Juan. La temtica veterotestamentaria del Espritu creador se expresa en una serie de textos en los que el Espritu es matriz de vida nueva, una vida que tiene en la Palabra- Verbo-Logos su origen, pues la Palabra es vida y luz (Jn 1,1-9). Juan dice al comienzo de su evangelio dice que el Bautista vio cmo el Espritu descenda sobre Jess como una paloma y se quedaba con l. Esto le hizo reconocerle como el Elegido de Dios y como el que bautiza con Espritu Santo (Jn 1,31-34). En el dilogo de Jess con Nicodemo se habla de nacer de nuevo, nacer de lo alto, es decir, nacer del agua y del Espritu (Jn 3,5-6). La relacin simblica entre agua y Espritu de los orgenes de la creacin (Gn 1,2) es asumida por Juan para expresar este nuevo nacimiento, no de la carne, sino del Espritu, sin el cual no se puede entrar en el Reino de Dios. A la imagen del agua como smbolo del Espritu se une la del 44. Cardenal L.J. SUENENS, )Hacia un nuevo Pentecosts?, Bilbao 1968. 51 46. viento, que, como el Espritu, no sabemos de dnde viene ni adnde va (Jn 3,8). Jess ofrece a la samaritana un agua que sacia la sed y brota para la vida eterna (Jn 4,14). Y en el ltimo da de la fiesta de los tabernculos o de las tiendas, relacionada con el agua, estando de pie, grita diciendo que vaya a l el que tenga sed y beba, porque de su seno (es decir, del seno mismo de Jess, segn la interpretacin ms antigua) brotarn ros de agua viva. Y el texto explica que esto lo deca refirindose al Espritu. Y aade que no haba an Espritu, porque Jess todava no haba sido glorificado (Jn 7,37-39). Esto nos seala claramente que el Espritu procede de Jess, y concretamente de Jess resucitado Cuando Jess muere en la cruz e, inclinando la cabeza, entrega el espritu (Jn 19,30), se preludia ya el don pascual del Espritu, lo mismo que con el agua y la sangre que brotan de su costado abierto por la lanzada del soldado romano (Jn 19,33- 34). As lo han interpretado los Padres de la Iglesia. Pero ser al atardecer del da de Pascua cuando Jess, soplando sobre sus discpulos, les entregue el Espritu Santo, con el que podrn perdonar pecados (Jn 20,22-23). Este primer da de la semana pascual (Jn 20,1) simboliza para el evangelista el comienzo de una nueva creacin, en la que la vida triunfar definitivamente sobre el pecado y la muerte. Pero este Espritu, como don pascual, presupone la muerte de Jess, la presencia de sus llagas en las manos, los pies y el costado, como se pone de manifiesto en la aparicin al incrdulo Toms (Jn 20,24- 29). La dimensin proftica del Espritu se manifiesta sobre todo en los textos donde Jess promete a sus discpulos otro Parclito, abogado, intercesor, consolador, Espritu de la verdad que les ensear, les recordar, les conducir a la verdad plena, les anunciar el porvenir (Jn 14-16). Su misin no es simplemente la de hacer memoria, sino la de llevar a la comprensin plena del mensaje de Jess; el Espritu actuar frente al mundo como acusador y fiscal y defender a los discpulos en sus persecuciones y dificultades (Jn 16,7-11). Ser Jess mismo quien enve este Espritu que permitir vencer al mundo y participar de la victoria del Hijo. El mandamiento del amor es fruto del Espritu y signo de la presencia del Espritu que se nos ha dado (Jn 14,23) Este Espritu es llamado en el Apocalipsis (19,10) *Espritu de profeca+ y es el que incesantemente acta en las Iglesias, les da fuerza en medio de las persecuciones y hace clamar a la Iglesia, la Esposa, para que venga el Seor Jess (Ap 22,17). Los aspectos ms sapienciales del Espritu aparecen en las cartas joanicas, donde se afirma que los creyentes han recibido la uncin del 52 47. Espritu (1 Jn 2,20), uncin que les ensea todas las cosas, sin necesidad de que nadie les adoctrine (1 Jn 2,27). Sin embargo, se exhorta al discernimiento de espritus, pues el espritu del mundo es diferente del de Dios (1 Jn 4,1); y para reconocer al Espritu verdadero hay que ver si confiesa a Jesucristo venido en carne mortal (1 Jn 4,2), si escucha a los apstoles (1 Jn 4,6) y si conduce al amor fraterno, porque Dios es amor y ha manifestado su amor enviando a su Hijo al mundo (1 Jn 4,79). El amor a los hermanos es el criterio para saber si estamos viviendo esta nueva existencia, porque el amor viene de Dios (1 Jn 4,7-8). El Espritu que nos ha sido dado hace que moremos en Dios, y Dios en nosotros (1 Jn 4,13). Las cartas joanicas insisten en no desvincular el Espritu de la encarnacin de Jess, ante el peligro de las Iglesias de su tiempo de minimizar la encarnacin. Sin esta referencia a Jess la experiencia espiritual no puede ser autntica (1 Jn 4,2; cf. Jn 14,17-26; 15,26; 16,13). El Espritu no es independiente de Jess ni aade nada a la experiencia de ste, sino que nos la actualiza, nos la recuerda, nos ayuda a penetrar su sentido ms profundo. Pero este recuerdo de Jess es vivificado y actualizado por el Espritu, para responder as a las nuevas situaciones y momentos histricos y poder llegar a la verdad plena (Jn 16,13). Para Juan, pues, el Espritu es el gran don del Resucitado, el que da vida, defiende a los discpulos y acusa al mundo, el que ilumina interiormente. Como se dice en el discurso del pan de vida, *el Espritu es el que da vida, la carne no sirve para nada+ (Jn 6,63). La vida cristiana ha de ser autntica vida y estar al servicio de la vida, contra toda forma de muerte. 4.2.3. La sntesis paulina: el Seor es el Espritu, y donde est el Espritu del Seor, all est la libertad (2 Co 3,17-18) La teologa paulina est estrechamente ligada a su propia experiencia de conversin tras el encuentro con el Seor resucitado en Damasco, pues Pablo no conoci a Jess segn la carne, no conoci al Jess histrico, aunque tuvo noticia de la encarnacin y de la cruz (Flp 2,6s). Le fue revelado el misterio de Jess gracias al Espritu (1 Co 2,10), y por l reconoci a Jess como Cristo y Seor. El eje recreador es el ms decisivo en su teologa. Vivir segn el Espritu es haber recuperado la libertad perdida en Adn gracias a la sangre de Cristo, que es el nuevo Adn, Espritu que da vida (1 Co 15,45). Esta vida nueva del Espritu brota del Resucitado, como ha experimentado Pablo en su conversin, y se expresa bajo la simblica del 53 48. hombre nuevo en Cristo. El captulo 8 de la Carta a los Romanos es una descripcin de esta vida en el Espritu. Pero esta vida nueva conlleva un proceso combativo: esta libertad se vive en rgimen de combate entre el hombre viejo y el hombre nuevo (Rm 7,14-25). Mientras el hombre viejo va a la ruina, el nuevo se fortalece da tras da (2 Co 4,7-5,10); frente al cuerpo de pecado que va a la muerte, est el Espritu de vida en Cristo. Hay una oposicin entre la carne, no como corporalidad sexual sino como tendencia personal de resistencia a Dios que arrastra a la muerte, y el Espritu que es el nuevo principio de accin que lleva a la vida (Rm 8,5-11), entre los que se dejan guiar por la carne y los que son llevados por el Espritu (Ga 5,13-26). Pablo describe los frutos del Espritu, el principal de los cuales es el amor. De este Espritu ya poseemos las arras (2 Co 1,22), la escatologa ya comienza ahora, pues estamos salvados, pero bajo el signo de la espera y de la esperanza (Rm 8,23-24) 45 Este Espritu de filiacin que ya poseemos y que ha sido derramado en nuestros corazones (Rm 5,5) es el que nos hace exclamar *(Abba, Padre!+ (Rm 8,15; Ga 4,6) y gime en nuestro interior con gemidos inenarrables (Rm 8,26), esperando la redencin definitiva. Tambin la creacin gime con dolores de parto, esperando la liberacin definitiva, pues tanto ella como nosotros poseemos ya las primicias del Espritu (Rm 8,22-23). La tradicin patrstica, sobre todo de la Iglesia Oriental, se apoyar en estos textos para hablar de la divinizacin del cristiano. La inspiracin proftica en Pablo toma la forma carismtica como aparece en 1 Co 12. El Espritu es el que nos permite decir: *(Jess es el Seor!+ (1 Co 12,3) y es el que reparte diversidad de carismas y de ministerios, aunque haya un mismo Espritu y un mismo Seor (1 Co 12,5-6). Como el cuerpo tiene muchos miembros, as tambin hay pluralidad de carismas, pero todos forman el cuerpo de Cristo, la Iglesia (1 Co 12,12-30). La experiencia paulina del Espritu es claramente comunitaria y eclesial. En el Espritu hemos sido bautizados para no formar ms que un solo cuerpo, y todos hemos bebido de un mismo Espritu (1 Co, 12,13). Pero los carismas del Espritu han de ser discernidos, pues el florecimiento carismtico tiene sus riesgos, como lo tena el profetismo del Antiguo Testamento. El signo por excelencia de la inspiracin proftica es la caridad (1 Co 13), la nica que garantiza la veracidad de la inspiracin del Espritu. La sabidura paulina es la locura de la cruz (1 Co 1,17-2,16), que comporta una transformacin total, tica y mstica a imagen de Cristo 45. ste es el tema de la segunda encclica de BENEDICTO XVI, Spe salvi, 2007. 54 49. Jess. La predicacin de Pablo no consiste en palabras de sabidura humana, sino en palabras enseadas por el Espritu (1 Co 2,4-5.13). Para Pablo, el Espritu es Espritu de santidad, Espritu Santo, Espritu de Dios, Espritu del que resucit a Jess, Espritu del Hijo, Espritu del Seor. Hay un claro paralelismo entre *estar en Cristo+ y *estar en el Espritu+ ; ambas expresiones se utilizan indistintamente 46, pero no se identifican, pues a pesar del texto de 2 Co 3,17 (*El Seor es el Espritu+ ), el Seor resucitado no se identifica con el Espritu, que es el Espritu del Seor (2 Co 3,18). No hay confusin alguna entre el Pneuma (Espritu) y el Seor Jess, aunque ambos hagan la misma obra de salvacin en la dualidad de sus funciones respectivas. En suma, p