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“Puedes Limpiarme” “ La paz les dejo, mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. Juan 14:27

Puedes Limpiarme

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“Puedes Limpiarme”

“ La paz les dejo, mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.

Juan 14:27

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El estigma de ser un Leproso.• Dentro de la cultura Hebrea, la lepra, era una enfermedad

temible a tal grado que se le comparaba como un castigo de Dios de manera directa, quien la poseía se miraba de la noche a la mañana despojado de familia, amigos, y de cualquier contacto con la gente a su alrededor sin importar quien fuera y se veía obligado a pronunciar por donde fuere, de si, Inmundo y de esta forma la gente se apartaba para no contaminarse. A menudo era objeto de las mas crueles señales de rechazo y por lo general lo que la misma enfermedad no realizaba en su tiempo la gente lo hacia por medio de sus propias manos, quitando la vida por lapidación. Y de esta forma era comparada con el pecado y lo que este causa dentro del ser humano es decir, una deformación completa de la imagen del Creador.

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Desde los tiempos de Eliseo.• Tenemos un buen número de leprosos entre nosotros, con la palidez de su

enfermedad grabada sobre sus frentes, muy visible para quienes los miran y, aun así, son indiferentes: no lamentan su perversidad, ni quieren ser limpiados de ella. Conviven con el pueblo de Dios y escuchan la doctrina de un nuevo nacimiento, y las buenas nuevas de perdón, y oyen esas enseñanzas como si no tuvieran ninguna aplicación para ellos.

• Si acaso alguna vez les brota un deseo a medias de que la salvación pudiera venir a ellos, es un deseo demasiado lánguido para que pueda perdurar. Todavía no se han dado cuenta de su enfermedad y del peligro que corren, y no oran pidiendo ser liberados de su condición. Siguen durmiendo en el lecho de la indolencia, y no les importan ni el cielo ni el infierno. La indiferencia hacia las cosas espirituales es el pecado de nuestros tiempos. Los hombres son insensibles de corazón acerca de las realidades eternas. Una horrible indiferencia domina a la multitud.

• Sermón del leproso 1885. Sp.

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Cuando suplicar nos lleva a tomar una decisión.

• Pero el leproso de nuestro texto no era un insensato. Anhelaba ardientemente ser liberado de su terrible mal: con todo su corazón y su alma quería ser limpiada de su grave impureza. ¡Oh, que sucediera lo mismo con nosotros! ¡Quiera el Señor hacerles sentir cuán depravado es nuestro corazón y cuán enfermas por el pecado están todas las facultades de sus almas! ¡Ay, queridos amigos, hay algunos que inclusive aman su lepra! ¿No es triste que debamos hablar así? Ciertamente, la locura anida en el corazón de los hombres. Los hombres no quieren ser salvados de hacer el mal. Aman los caminos y el salario de la iniquidad. Quisieran ir al cielo, pero sin tener que abandonar sus borracheras a lo largo del camino; les gustaría ser salvados del infierno, mas no del pecado que es la causa del mismo.

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Su fe estaba fija en Jesucristo.• Lo que más me agrada de la fe de este hombre es que no creyó

simplemente que Jesucristo podía limpiar a un leproso, sino que ¡podía limpiarlo a él! Dijo: "Si quieres, puedes limpiarme. " Es más fácil creer cuando se trata de otras personas. Realmente esa confianza tan impersonal y en nombre de otros no es fe. La verdadera fe va dirigida en primer lugar a uno mismo, y luego a los demás. Oh, yo sé que algunos de ustedes dirán: "Creo que Jesús puede salvar a mi hermano. Creo que puede salvar al más vil de los pecadores. Si supiera que ha salvado al peor borracho, no me sorprendería." ¿Puedes creer todo esto y aun así dudar que te pueda salvar a ti? Esta es una sorprendente contradicción. Si Él cura la lepra de otro, ¿acaso no puede curar tu lepra? Si un borracho es salvado, ¿por qué no puede ser salvado otro borracho? Si el temperamento incontrolable de un hombre es sometido, ¿por qué no puede ser doblegado el de otro hombre? Si la lujuria, la codicia, la mentira y el orgullo han sido curados en muchos, ¿por qué no en ti? Aun si eres blasfemo, la blasfemia ha sido curada; ¿por qué no ha de ocurrir lo mismo en tu caso?

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