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Regeneración
Regeneración (gr. palingenesia). La
regeneración o nuevo nacimiento es el
cambio de naturaleza producido por el
Espíritu Santo en el hombre, al que le
comunica una vida nueva. La justificación
cambia la situación del hombre ante Dios:
es declarado justo, y no más considerado
pecador; la regeneración transforma su ser
moral y espiritual. Lo primero es necesario a
causa de su culpabilidad; lo segundo, a
causa de su corrupción. El hombre natural
está muerto en sus delitos y pecados (Ef.
2:1). No puede recibir ni conocer las cosas
del Espíritu de Dios (1 Co. 2:14). No puede
ni ver el Reino de Dios ni entrar en él (Jn.
3:3, 5). Para ello, es necesario que nazca de
nuevo, no ya de la carne, sino de Dios (vv. 6-
8). Juan insiste en el hecho de que “todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es
nacido de Dios” (1 Jn. 5:1); aún más, ya no
es hijo del diablo, sino de Dios (3:8-10);
habiendo pasado de muerte a vida, puede
amar a sus hermanos (v. 14; 4:7). El Señor
crea en él un hombre nuevo (Ef. 4:22-24;
Col. 3:9-10); hace de él una nueva criatura
(2 Co. 5:17), comunicándole una nueva
naturaleza. El creyente resucita así
espiritualmente con Cristo, que vive en él
por el Espíritu, permitiéndole vivir para su
gloria (Ro. 6:4-11; 8:9; Gá. 5:16, 22-25).
Los factores de la regeneración, tales como
son dados en las Escrituras, son los
siguientes: (1) La Palabra viva y permanente
de Dios actúa en muchos como una semilla
de vida (1 P. 1:23) cfr. Ro. 10:17). (2) La
obra milagrosa del Espíritu Santo nos
resucita espiritualmente (Tit. 3:5; Jn. 3:5-8).
Esta obra es instantánea, como el
nacimiento físico, incluso si la conversión
(que es su resultado) lo es menos. (3)
Habiendo recibido la Palabra de Dios y
aceptado la obra de convicción del Espíritu
Santo, la fe es puesta de corazón en
Jesucristo. A partir de ahí, “tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha
pasado de muerte a vida” (Jn. 5:24).
La regeneración bautismal es la enseñanza
de la iglesia de Roma y de aquellas
confesiones que participan en su
concepción ritualista-sacramental. Según
esta enseñanza, el bautismo es la causa
eficaz de la regeneración de manera
milagrosa, y los niños que mueren sin
bautismo no pueden entrar en el Paraíso. Es
de esta manera que se malinterpreta el
pasaje de Jn. 3:3-5. Sin embargo, todo lo
que se ha expuesto acerca del papel de la
Palabra de Dios, del Espíritu Santo, y de la
fe, muestra lo erróneo de tal interpretación.
En realidad es el bautismo de agua lo que
regenera al que oye con fe; el bautismo de
agua es el símbolo y testimonio de esta
realidad, y la incorporación al testimonio
corporado de la Iglesia en su aspecto
externo.
Diccionario Bíblico Ilustrado Vila-Escuain