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PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 23650.Torredonjimeno 23650.Torredonjimeno 23650.Torredonjimeno Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Teléfono: 953 344 224 Teléfono: 953 344 224 Teléfono: 953 344 224

Revista Especial Navidad 2014

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PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 ——— 23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] ——— Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224

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EQUIPO DE REDACCIÓN

Andrés López Ángeles, párroco.

Paqui Peragón Ocaña.

Vicente Pereña Pamos.

Magdalena Cañada Anguita.

Francisco Javier Zuheros Cámara.

Heliodora Morales Guardia.

Antonio José Blanca Ortega.

Carmen Higueras Higueras.

Manuel Jesús Cañada Hornos.

Acercarse a Belén , es acercarse al mundo de los sueños más hermosos. Porque Belén no es una ciudad de nuestro mundo, sino un rincón del corazón humano.

En Belén hemos nacido todos, en Belén se apacienta nuestra infancia. Aquí giró la historia. Aquí nació la vida. Hasta Belén, ser hombre era nacer para vivir rodando por la cuesta del tiempo. Desde Belén , ser hombre es aprender la enorme aventura de escalar las alturas. Aquí, ser hombre se convirtió en ser Hijo de Dios. Aquí, el Dios de los cielos inició la locura de volverse pequeño. Por eso las campanas de Belén están locas, repican y repican para explicar-le al mundo la alegría del cielo, para que todos sepan que el hombre está salvado ahora que Dios se ha hecho hombre como nosotros. Mirar, mirar las casas de Belén, apiña-das, apretadas las unas a las otras, lo mismo que un rebaño aterido, como un coro de monjas asustadas. Mirar su letanía de agudos campanarios que señalan al cielo con sus dedos alzados para decir a todos: Por aquí vino Dios. Contemplar el mercado, sus hombres y mujeres, sus pobres baratijas, sus comidas caseras. El Dios de las alturas nunca fue un exquisito, ni una ciudad fría de gélidos burócratas, sino en pobreza de los pobres más pobres , en calles malolientes donde el hombre agita, en un triste pueblo despreciado de todos. No busquemos en Belén hermosas catedrales, iglesias esplendentes, basílicas radiantes, la flecha luminosa de las agujas góticas, las vidrieras de fuego donde ardió el Medioevo. Todo en Belén es pobre como el Dios que lo habita. Y ahora...,pasar conmigo por la pequeña puerta que conduce a la gruta. Una puerta que tiene la estatura de un niño y en la que hay que agacharse para poder entrar. Porque para llegar hasta el Dios de los cielos sólo hay dos caminos: la puerta de la infancia y la humildad. Para ver a Jesús, es necesario

doblar el espinazo del orgullo, agachar la cabeza de nuestras importancias, hacerse niños como El se hizo.

Y ahora...,arrodillémonos: Aquí ocurrió el prodigio, aquí una virgen-Madre iluminó la tierra, aquí por primera vez se oyó el llanto de Dios, aquí la sangre humana se vio multiplicada, aquí un diminuto corazón de chiquillo fue, por primera vez, el corazón de Dios. Aquí, entre estas paredes de humedad y de piedra, entre dos animales asustados y atónitos, nació aquel cuerpo y sangre que el hombre comería por los siglos de los siglos.

Alejar nuestros ojos de los falsos adornos que camuflan la gruta, no contemplemos las lámparas ni las raídas de sedas que quieren ocultar el oro santo de la sencillez. Cerrar más bien los ojos y asombrémonos. Dejar que sea el corazón quien mire.

Y , después , alegrémonos igual que los pastores que en esta misma gruta escucharon su anuncio: gloria a Dios en el cielo. paz a los hombres de buena voluntad.

Levantar nuestras manos para dar también gloria y dejad que la paz penetre en nuestra alma como la gran nevada de la misericordia. Dejar que, dos mil años después, el Niño vuelva a nacer en nosotros, convertir nuestras almas en el portal viviente. Y sea nuestra casa como un nuevo Belén.

Navidad se escribe con N de niño nacido Navidad se escribe con A de amor inmenso Navidad se escribe con V de vida plena Navidad se escribe con I de ilusión cumplida Navidad se escribe con D de don gratuito Navidad se escribe con A de alegría auténtica Navidad se escribe con D de Dios.

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En el centro de la mesa se colocará un cirio apagado. Todos los miembros de la familia, de pie, se reúnen alrededor de la mesa.

Santiguándose, di-cen: El Padre y el Hijo y el Espíritu Santo sean glorifica-dos en todo tiempo y en todo lugar por la

inmaculada Virgen María. Amén

La madre de familia dice: Hoy nos encontramos reunidos celebrando el Nacimiento del Señor Jesús, que nació de la Virgen María. Dios, como muestra de su inmenso amor, envió a su Hijo para que la comunión perdida por el pecado fuera resta-blecida. Él nos congrega esta noche y, uni-dos de la misma manera que la familia de Nazaret, nos muestra que nuestra espera no ha sido en vano.

Uno de los hijos lee: «Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno du-rante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los en-volvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ―No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo y Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre‖. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alaba-ba a Dios, diciendo: ―Gloria a Dios en las al-turas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace‖» (Lc 2, 8-14). Y todos responden: Gloria a ti, Señor Jesús, que hoy haz nacido de la Virgen María.

Mientras uno de los hijos enciende el cirio colocado en medio de la mesa, todos ento-nan el siguiente canto:

Campanas

Campana sobre campana y sobre campana una, asómate a la ventana verás al Niño en la cuna.

(Estribillo) Belén, campanas de Belén, que los ángeles tocan, ¿qué nuevas me traéis? (2 veces)

Recogido tu rebaño, ¿a dónde vas, pastorcito? Voy a llevar al portal mi canción y mi cariño.

Campana sobre campana y sobre campana dos, asómate a la ventana porque está naciendo Dios.

TODOS JUNTOS: Padre Nuestro…

Para finalizar, el padre de familia reza la siguiente oración de bendición:

Oremos. Dios Padre, que nos enviaste a tu Hijo muy amado, derrama tu bendición sobre estos alimentos y también sobre los miembros de este hogar, para que así, como ahora acoge-mos, gozosos, a tu Hijo reconciliador, lo reci-bamos también confiados cuando vengas al fin de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos responden: Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espí-ritu Santo. Amén.

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EL MISTERIO, SÍMBOLO DE NAVIDAD, ENGALA-EL MISTERIO, SÍMBOLO DE NAVIDAD, ENGALA-

NA NUESTRA PARROQUIANA NUESTRA PARROQUIA

Prepararse para la Navidad con la oración, la caridad y la alabanza: con un

corazón abierto a dejarse encontrar por el Señor que todo lo renueva; es la invita-

ción lanzada por el Papa Francisco al comenzar el Adviento.

Un precioso misterio, de grandes figuras, anuncia

en nuestro majestuoso templo de San Pedro Apóstol la Navidad que, como dice el papa Francisco, es de-jarnos amar por Jesús.

Fue San Francisco de Asís en el año 1223 quien tuvo la idead de representar la escena del nacimiento de Jesús utilizando personas y animales de verdad. Esta idea se extendió rápidamente por todo el mundo cristiano. Con el transcurrir del tiempo pasó de ser un belén viviente a la utilización de figuras de barro.

Desde entonces el misterio, belén o nacimiento, se ha convertido en una tradición. En los hogares cristianos, nuestras parroquias y en todo el mundo católico se hace presente. Con él representamos el misterio del nacimiento de Jesús. Es sin duda el símbolo de la Navidad.

Como es costumbre en nuestra parroquia, un bello misterio ya ilumina la Navidad. El niño Jesús que na-ce, recostado en una cuna improvisada, se ve rodea-do por María y José. Este es el motivo central de la

representación que nos mueve a la admiración del gran misterio de la encarnación del Hijo de Dios.

Este año el bello misterio parroquial será montado en la tarde-noche del martes 23 de este ya Diciembre frío y anunciador de la Nochebuena.

Un grupo de feligreses estuvimos prestos para su montaje. En su lugar de costumbre, altar mayor y es-calinata de su parte derecha, se albergan las partes ornamentales, tarima de madera y tela correspon-diente fueron los inicios. Después macetas, flores y adornos siguieron completando el entorno que intenta parecerse a un establo, lugar donde llegó al mundo el Salvador.

A continuación se situan las figuras esenciales: la Virgen María, San José y el Niño Jesús, que lo hará en el día de su nacimiento. La belleza y majestuosi-dad de sus imágenes atrae la contemplación del con-junto que componen esta Sagrada Familia.

JesúsJesús, flanqueado por sus padres, representa la Salvación del mundo. Es la promesa de Dios ante el pecado de nuestros primeros padres y posteriores generaciones,

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que rompieron el pacto del Padre. Ahí vemos al Verbo hecho carne que viene a rescatar a la humani-dad.

MaríaMaría, arrodilla-

da, observa a su hijo en la cuna. Ella, mujer sen-cilla, ama de casa humilde y servidora, valiente del proyecto de Dios, es modelo para las madres de hoy.

JoséJosé, esposo de

María y padre adoptivo de Jesús, observa er-guido a su hijo, que mira con la mayor ternura. En San José descubri-mos al modelo de todo padre, que acompañó fielmente a su pareja y, junto a ella, cuidó de su hijo en toda circunstan-cia. Es ejemplo de esposo fiel y padre responsable. Como en todo las representaciones navideñas y dependiendo el tamaño, se fueron introduciendo otras figuras y motivos de nochebuena.

ElEl ángelángel, que con la noticia del acontecimien-

to, anunció a los pastores que había nacido Jesús. Fue un ángel acompañado de una legión del ejército celestial los que alabaron a Dios diciendo: ―Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad‖. Su figura, triunfante y anuncia-dora, se ubica en lo más alto del entorno para simbo-lizar la bondad, amor y misericordia. El hablar de los ángeles es un cantar, en el que hacen presente de modo palpable todo el esplendor de la gran alegría que ellos anuncian.

La mulamula y el bueybuey completan nuestra es-

tampa. En un establo en el que había animales nace Jesús. A continuación es colocado por su madre en un pesebre. En estas condiciones de extrema pobre-za ocurrió todo, ¡y es el Hijo de Dios! De momento pasa desapercibido en la tierra pero todo el cielo lo sabe, incluso los animales parecen adivinarlo: ―Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo‖ Son palabras del profeta Isaías (Is. 1,3) Quizás la misión del buey era man-tener caliente la cuna del recién nacido. Quizás sirva para decirnos que man-tengamos nuestros hogares un ambien-te cálido y amoroso. La mula, como animal más humilde de la creación, quizás fue elegida para acompañar a la Sagrada Familia en el pesebre. Obviamente, en otra representación más propia de belén o nacimiento, fal-tarían otros personajes: Reyes Magos,

pastores que pernoctaban al raso, estrella de Belén, rebaños, castillo de Herodes, ríos, puentes, fuentes, casas, labores agrícolas y tradicionales, y un largo etcétera que pasan por todo aquello que completó el

entorno del aconte-cimiento divino que marco la historia de la humanidad. Todos sentimos alegría al colaborar en el montaje del misterio. Participan-do en unas cosas u otras, de una u otra manera, se cumplió el objetivo, que no fue otro que repre-sentar en nuestro templo (aunque a lo largo el año está presente) la nativi-dad del niño Dios,

símbolo de una nueva vida. Nuestro misterio, como cualquier otro, del material, valor, imágenes u orna-mentación que tenga, tendrá el valor que cada uno de nosotros pongamos en nuestros corazones. Que en estos días en que nuestro mundo está inmerso de una corriente consumista, falta de amor y paz, que dice muy poco del espíritu cristiano, haga-mos presente el verdadero significado de la Navidad y preparemos nuestros corazones como un pesebre adecuado para que Nuestro Señor repose en él y se encuentre alegre. Cómo dice el viejo y conocido villancico popular tosiriano de ―Niño mío, niño mío‖, pidámosle al re-cién nacido que se escape del portal y se venga a nuestros corazones para guardarlos del frío, al tiem-po que nos ayude a llenar de calor, paz y amor el mundo que nos rodea.

¡¡¡Feliz Navidad!!!¡¡¡Feliz Navidad!!!

Vicente Pereña Pamos

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Contempla a Jesús llamando a Mateo a ser uno de sus apóstoles. Jesús pa-sa junto a él y le di-ce:"Sígueme". No hace falta más expli-caciones. Basta la persona de Jesús. Esta sola palabra de Jesús, le basta a Mateo par sentir en su interior la llamada del Señor y respon-derle sin titubeos. Mateo "se levantó y le siguió`. ¡Qué hermosa lección! Jesús llama y Mateo responde Escucha en tu interior, como Mateo, la lla-mada de Jesús: "Sígueme`... Óyela una y otra vez... Hazte eco de esta llamada... Lue-go haz actos de fe en Jesús y de acción de gracias . Creo Jesús que como a Mateo me llamas a seguirte en tu servicio... Gracias, Señor, por tu llamada, por tus muestras de amor para conmigo... Señor, que como Mateo, responda sin titu-bear, sin poner condiciones, fiándome de tu palabra... Que inmediatamente me ponga a tu servicio... Examina tu interior... ¡Cuántas condiciones pones al Señor!... Pídele perdón por tu infidelidad, por tu cobardía... Únete a Jesús en esta llamada a Mateo e invoca al apóstol para que como él, respon-das a la primera, sin miedo, sin condicio-nes... Toma una resolución. Jesús elige libremente a sus doce apósto-les... Son gentes sencillas... Les da poder sobre los espíritus inmundos... y para sanar a los enfermos... Contempla a Jesús eli-giendo a cada uno de sus apóstoles... Les llama por su nombre... ¡Qué suerte la de estos apóstoles... Ser ele-gidos por Jesús. . . ! Y los envió a predicar la Buena Noticia... ¿No sientes en tu interior que Jesús tam-

bién te elige a ti... Que te co-munica su poder gratuitamen-te?... Jesús te llama por tu nombre.. . Oye su llamada. .. Aleja de ti todo ruido que impida escuchar su voz... Purifica tu corazón... Sien-te sobre ti el po-der del Señor... La acción de su

gracia... Dale gracias al Señor porque te ha elegi-do como a los apóstoles... Jesús instruye a sus apóstoles: No seáis como los gentiles... Sed mis testigos ante los hombres... ¿Es así mi vida?... ¿Soy co-mo los demás hombres?... ¿Con mi obrar se me distingue que soy enviado de Jesús? Proclamad que el Reino de Dios está cer-ca.. Que Jesús está en medio de nosotros... Que nos ama... Que nos salva... Aplique-mos a los demás el poder que nos ha dado Jesús de curar, de eliminar las dolencias... Vivamos cerca de los necesitados... cerca del prójimo... preocupado por sus necesida-des. Demos gratuitamente lo que gratui-tamente hemos recibido... ¿No es verdad que nos cuesta dar gratuitamente?... Pide perdón al Señor por las veces que has dado exigiendo respuesta... Jesús nos pide que saludemos a los de-más... Si hay acogida vendrá la paz sobre ellos... Y sino, no temáis, mantened la paz, salid de allí y caminad a otro lugar... No queráis juzgar a esas gentes. El Señor los juzgará en el día del Juicio... No os dejéis contaminar por sus pecados... ¡Qué difícil es esto Señor!... ¡Cuánto nos cuesta acep-tar el fracaso, el reproche, el desprecio de los demás... Ayúdanos Señor a mantener la paz en nuestro interior...

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En dos meses no quedará nada para ayudar a refugiados iraquíes, alerta Cári-tas Jordania AMMÁN, 16 Dic. 14 / 08:32 pm (ACI/EWTN Noticias).- Los cristianos que huyeron de Mosul y de la Llanura de Nínive que encon-traron refugio en Jordania son ahora más de 7.000, y los recursos disponibles para su asistencia se terminarán en dos meses. Es la alarma que ha comunicado Wael Su-leiman, director de Cáritas Jordania, a la agencia vaticana Fides: ―el 70 por ciento de los refugiados cristianos se concentra en el área de Ammán. Un millar de ellos están alojados en 18 parroquias, otros encontra-ron alojamiento en casas‖, señala. ―Viven soñando con escapar a los Estados Unidos, Australia y Europa, en un terrible estado de espera que afecta principalmente a los chicos y chicas en edad escolar: pa-san días enteros sin hacer nada, porque, por razones burocráticas, no tienen acceso a las escuelas jordanas‖. Los refugiados cristianos de Irak alojados en el Reino Hachemita tienen un futuro in-

cierto. ―Como Cáritas Jordania –dice Sulei-man– estamos en un gran problema. Soste-nemos los alquileres de las familias cristia-nas, distribuimos alimentos y artículos de primera necesidad, pero dentro de dos me-ses los fondos asignados a estas iniciativas de asistencia se agotarán. Vamos a tener que decir a esta gente que deje las casas y se marchen a vivir en la calle‖. Los cristianos iraquíes que huyeron de Mo-sul y de la Llanura de Nínive que encontra-ron refugio en Irak son ahora más de 7.000, y los recursos disponibles para su asisten-cia se terminarán en dos meses. Es la alar-ma que lanzó Wael Suleiman, director de Cáritas Jordania. ―Hasta ahora nos ayudaron las Cáritas de Alemania y los Estados Unidos. Pero no llegó ninguna otra ayuda de otras entida-des. Ningún organismo humanitario interna-cional proporciona ayuda a los cristianos, para no ser acusados de actuar de manera discriminatoria‖, concluye.

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En el anterior número de nuestra revista parroquial comentábamos que la oración del Avemaría constaba de dos partes: una primera parte evangélica y una segunda parte eclesial. En esta nueva edición nos centraremos en la parte eclesial de la oración a Mar-ía.

Santa María, Madre de Dios.

La palabra clave es ―Madre‖. ―Madre‖ es aquella per-sona que recibe. Para recibir hay que estar abiertos, vacíos, acogedores y llenos de receptividad. Si no, no hay maternidad.

La maternidad es un gesto de ofrenda y de entrega de lo que en ella se ha gestado. Dar lo que dentro germina, lo que dentro florece.

Esta condición maternal de María no tiene un sentido preferentemente biológico sino trascendente. Cual-quier ser humano puede sentirse inspirado por ello. Ser receptivo es primordial. Es una invitación a vivir siendo ofrenda, siendo un don para los demás.

Ruega por nosotros.

En un gesto de amor con las manos juntas, como cuando nos enseñaban de pequeños a rezar. Unir las manos es expresión de comunión, de solidaridad, de hacernos pre-sentes unos a otros. Por eso nos ponemos en comunión con María, la gran interceso-ra ante su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Pecadores.

Es una buena confesión el reconocimiento de nuestra condición frágil, limitada, endeble… No sentir apuro por ser débiles, sino acogerse en la fragilidad. Es bueno acogerse como se es. Nuestra fragilidad puede ser el camino de una gran fertilidad. Reconocer que somos pecadores es algo maravilloso, nos hace ser humildes, vencer nuestro egoísmo, y el pecado de soberbia.

Os cuento una leyenda:

<<Trata de un monje que era el jardinero del monas-terio. Tenía un arte especial para cuidar el jardín y tenía los jardines y patios bellísimos. Llegó el aviso de que les visitaba el Supervisor de la Federación y este hombre se echó a temblar porque el Supervisor era muy entendido en jardinería. Estuvo días prepa-rando el jardín y lo dejó limpio y muy bonito. La víspe-ra del día que iba a llegar le pidió al abad que diera con él un paseo para que viera lo limpio que estaba. Efectivamente, dieron una vuelta por el jardín y esta-ba reluciente y hermosísimo. Pero al pasar por un árbol el abad lo sacudió y cayeron cientos de hojas…y dijo el abad: “Me gusta más así porque está en co-munión con el cosmos, que es tan frágil y tan débil”>>.

Nuestra sociedad y nuestra cultura nos convierte en seres fuertes, competidores, indestructibles, nosotros queremos ser quienes nunca tenemos un momento de fragilidad. Pero nuestra condición humana contin-gente nos hace ser débiles y pecadores. La cuestión es si somos conscientes o no de ello. Nos hace falta reconocer nuestra condición débil y frágil, nuestra ―ser hechos de barro‖. Una arcilla frágil pero muy mol-deable, siempre y cuando nos pongamos bajo las manos de nuestro Señor.

Ahora.

El ahora es muy sugerente: vivir cada instante, vivir el aquí y el ahora (hic et nunc), vivir cada momento…

Os cuento otra leyenda:

<<Un monje llegó como huésped a otra abadía y dice la leyenda que aquella noche hubo un incendio tre-mendo. Los monjes se levantaron asustados a apa-gar el fuego. De repente se acordaron de que el huésped no estaba allí porque le habían hospedado en otra ala del monasterio. Le llamaron y contestó ―¿Qué pasa?‖. Le dijeron: ―¡Hay un gran fuego!‖. Y dijo él: ―¿Dónde está?‖. ―¡Está al otro lado!‖. Y dijo él: ―Cuando se acerque me avisáis‖>>.

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La vida está habitada del ahora, inundada del aquí y el ahora. No es soñar…nuestra vida es un entero ―ahora‖, como si no hubiera más que este instante.

Cuando se hace de cada hora, de cada minuto, de cada segundo, un ―aquí y un ahora‖ se convierte en melodía, un cántico,…cuando no es así lo converti-mos en tiempo perdido.

Esto es lo más genuino: no vivir ausentes y distraí-dos del ahora. El ahora está sin escribir, es una pági-na virgen, es un tiempo inmaculado. Nuestro vivir a de ser como un libro con las páginas en blanco, siempre atentos al ahora, al instante.

Y en la hora de nuestra muerte.

En el lenguaje de Jesús, la muerte es un alumbra-miento (es el adviento existencial), una espera al nacimiento eterno.

En nuestra conciencia contemplamos la muerte bajo la luz de un alumbramiento. La ―comadrona‖ de esa muerte va a ser el Señor. Tenemos una comadrona muy justa. Dios no está desatento. Nada ocurre sin que Él lo tenga previsto. Es un alumbramiento en el que estamos bien asistidos.

San Pablo dice ―muero diariamente; lo digo, herma-nos, por la gloria que tengo por vosotros en Cristo

Jesús, nuestro Señor‖ (1Cor 15,31).

Podemos vivir así la muerte con confianza, con un

ánimo certero de transformación. María nos inspira

la confianza en la vida, también en ese momento.

Amén.

Somos seres inde-fensos pero libres. Jesús siempre fue libre, pero en la hora de su resu-rrección, su liber-tad se nos hace presente con una dimensión insos-pechada, inimagi-nable.

En la oración, hay una cierta resu-rrección. Una ver-dadera oración nos transforma. No pensemos solo en la resurrección final sino en la resurrección de cada día, de cada momento.

Pues cada día nos vamos transformando, vamos

madurando, vamos creciendo .

Dios te salve, María.

Llena eres de gracia.

El Señor es con-tigo

Bendita tú eres entre todas las

mujeres, y bendi-to es el fruto de

tu vientre, Jesús.

Santa María, Ma-dre de Dios.

Ruega por noso-tros pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

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Escucha a Dios y pon atención en estos días. Coloca, cerca del árbol de Navidad o del Belén, la Biblia abierta con el pasaje del Nacimiento de Cristo. Sigue, cada día, los pasos de la Navidad

Escucha a los tuyos. ¿Por qué no dosificar la televisión? No dejes que, la caja tonta, con-vierta en mudos a los tuyos. Que hable el amor y que se escuchen la voz de los tuyos. Elige los programas adecuados. No todo..es Navidad.

Sal de ti mismo. Haz alguna obra buena. ¿Qué no sabes a quien? La caridad la puedes ejercer a través de Cáritas o de tu misma parroquia. Una Navidad sin solidaridad, no es Navidad.

Canta villancicos. El amor de Belén se manifies-ta a través de estas composiciones popula-res. Preocúpate de hacer un pequeño dos-sier con los villancicos más conocidos. En familia, cuando se canta, la Navidad se vive mejor.

Bendice la mesa todos los días. Que esta Navi-dad sea un motivo para recuperar la acción de gracias a Dios por tantas cosas que nos

da. Sobre todo por el nacimiento de Jesús. Si instalas un Belén en tu casa, reza ante él

todos los días antes de acostarte. Si tienes niños, será un buen testimonio y un gran ejemplo.

Acude a la Eucaristía en familia. El Señor nació y creció en familia. Entérate de los horarios de las celebraciones de tu parroquia. La Navidad será diferente si así lo haces.

Felicita las Navidades. Si lo haces por e-mail o por carta, hazlo con motivos religiosos. Los paisajes están muy bien, pero ¿son propios de un mensaje cristiano?

Adorna el exterior de tu casa con un símbolo navideño. La Sagrada Familia, un Niño Jesús, los Reyes Magos o una estrella pue-den significar que, tu casa, sabe muy bien a quién celebra y por qué se celebra.

La tradición belenística está muy acentuada en nuestra tierra. Visita los belenes que estén a tu alcance. Son una buena catequesis.

JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014 NAVIDAD. B NAVIDAD. B NAVIDAD. B EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1———18)18)18)

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En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la

Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha

hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hom-

bres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió

un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía

como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos

vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra

era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino,

y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el

mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibie-

ron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de

Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni

de amor carnal, ni de amor

humano, sino de Dios. Y la Pala-

bra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos con-

templado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre,

lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y

grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene

detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que

yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia

tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la

gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A

Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en

el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

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DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014 SAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIA EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22———40)40)40)

Cuando llegó el tiempo de la puri-

ficación, según la ley de Moisés,

los padres de Jesús lo llevaron a

Jerusalén, para presentarlo al Se-

ñor, de acuerdo con lo escrito en

la ley del Señor: «Todo primogéni-

to varón será consagrado al Se-

ñor», y para entregar la oblación,

como dice la ley del Señor: «un

par de tórtolas o dos pichones.».

Vivía entonces en Jerusalén un

hombre llamado Simeón, hombre

justo y piadoso, que aguardaba el

consuelo de Israel; y el Espíritu

Santo moraba en él. Había recibi-

do un oráculo del Espíritu Santo:

que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el

Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto

por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

- «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos

los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:

- «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten;

será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos co-

razones. y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una

mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viu-

da hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sir-

viendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba

gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de

Jerusalén.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a

Galilea, a su ciudad de Nazaret.

El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia

de Dios lo acompañaba.

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JUEVES 1 ENERO 2015JUEVES 1 ENERO 2015JUEVES 1 ENERO 2015 SANTA MARÍA MADRE DE DIOSSANTA MARÍA MADRE DE DIOSSANTA MARÍA MADRE DE DIOS EVANGELIO (Lc 2, 16EVANGELIO (Lc 2, 16EVANGELIO (Lc 2, 16———21)21)21)

En aquel tiempo los pastores fueron corrien-do y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les conta-ron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conserva-ba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Los pastores se volvieron dando gloria y ala-banza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circunci-dar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

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En el principio ya existía la Palabra,

y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo,

y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios,

que se llamaba Juan: éste venía como testigo,

para dar testimonio de la luz,

para que por él todos vinieran a la fe No era él la luz,

sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.

Al mundo vino y en el mundo esta-ba;

el mundo se hizo por medio de ella,

y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron,

les da poder para ser hijos de Dios,

si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre,

ni de amor carnal, ni de amor humano,

sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne,

y acampó entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria:

gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita di-

ciendo. —Este es de quien dije: «El que viene

detrás de mi, pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»

Pues de su plenitud todos hemos reci-bido, gracia tras gracia: porque la ley

se dio por medio de Moisés, la gracia

y la verdad vinieron por medio de Je-sucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre,

es quien lo ha dado a conocer.

DOMINGO 4 ENERO 2015DOMINGO 4 ENERO 2015DOMINGO 4 ENERO 2015 2º DOMINGO DE NAVIDAD. B2º DOMINGO DE NAVIDAD. B2º DOMINGO DE NAVIDAD. B EVANGELIO (Jn 1,1EVANGELIO (Jn 1,1EVANGELIO (Jn 1,1---18)18)18)

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Martes 6 enero 2015Martes 6 enero 2015Martes 6 enero 2015 Epifanía del señorEpifanía del señorEpifanía del señor EVANGELIO (Mt 2, 1EVANGELIO (Mt 2, 1EVANGELIO (Mt 2, 1———12)12)12)

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presenta-ron en Jerusalén preguntando: —¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha na-cido? Porque hemos visto salir su estrella y veni-mos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y to-do Jerusalén con él; convocó a los sumos pontí-fices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: —En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: —Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron rega-los: oro, incienso y mirra.

DOMINGO 11 Enero 2015. BDOMINGO 11 Enero 2015. BDOMINGO 11 Enero 2015. B Bautismo del SeñorBautismo del SeñorBautismo del Señor EVANGELIO (Mc 1, 7 EVANGELIO (Mc 1, 7 EVANGELIO (Mc 1, 7 –––11)11)11)

En aquel tiempo proclamaba Juan: —Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: —Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.

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En este número especial, dedicado a la Navidad, os deseo a todos ustedes, fieles a la lectura de esta publicación, unas muy Felices Fiestas, en compañía de todos vuestros seres queridos, sa-biendo que todos formamos la gran familia de la Parroquia de San Pedro.

Al pensar en el tema que podríamos tratar he creído conveniente el detenernos a observar las figuras y perso-najes que forman parte de nuestro Belén (o Naci-miento, como lo d e n o m i n a m o s también). De to-dos es sabido que fue San Francisco de Asís, allá por el siglo XIII, el que realizó la primera representación del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, con buey, mula, pas-torcillos,….Desde entonces, y hasta el día de hoy, han sido miles y miles los belenes que se han puesto, con tanta ilusión y cariño, en todos los puntos del planeta. Más artísticos, más sencillos, pero todos con el mismo fin: Hacer presente, de manera más gráfica y evidente a nuestros sentidos, este gran Misterio de nuestra fe, el hecho de que Dios, Omnipotente y Todopo-deroso, nace como un niño, como el más pobre de los pobres.

Comenzaremos mirando a esa cueva o portal, donde se ha manifestado el Amor de Dios a los hombres, tomando Él mismo, nuestra naturaleza humana. Allí, encontramos unas personas, que son modelo para nosotros: San José, padre adoptivo de Jesús. ¡Que pocas palabras recogen las Escrituras de este elegido de Dios! No tene-mos ningún texto de diálogo en el que se recojan palabras textuales dichas por San José. En Ma-teo 1,19, se relata el sueño en el que un ángel del Señor le anuncia que la criatura que María lleva en su seno es obra del Espíritu Santo. Por otro lado en Lucas 2,4, recoge el viaje de empa-

dronamiento que tuvieron que realizar San José y la Virgen desde Nazaret a Belén, pues José, por ser de la casa y familia de David, tenía que ir a esta ciudad para cumplir con el edicto del em-perador. Allí está san José, junto a María, en el camino, en el portal, en el parto,… Su servicio, su dedicación, su sacrificada entrega, sin apenas notarse, es fundamental y necesaria. Sabemos

que educó a Jesús para que creciera ―en estatura, en inteligencia,…‖, que le en-señó su oficio de carpintero, y que con la misma senci-llez que realizó su misión, se marchó de es-te mundo. Mo-delo para no-sotros, para todos, a la hora de servir y de ayudar a los demás,

cumpliendo en todo momento la voluntad de Dios, aceptando el designio que establezca para cada uno de nosotros.

En ese portal está también Nuestra Señora, la

Virgen María: Criatura privilegiada, anunciada

su existencia desde el comienzo de la Historia

de la Salvación, tal y como podemos leer en

Génesis 3,15: ―pongo hostilidad entre ti y la mu-

jer, entre tu descendencia y su descendencia,

esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras

en el talón‖. Isaías en el capítulo 7, cuando reali-

za el Libro del Emmanuel, dirá de Ella: ―Mirad, la

virgen está encinta y da a luz un hijo, le pondrá

por nombre Emmanuel‖. El ángel Gabriel, envia-

do por Dios, la llama en Lucas 1,28, ―llena de

gracia‖. Mujer piadosa, sencilla, servicial, no du-

da, aún en su estado, de ir a ayudar a su prima

Isabel, y ésta la llama ―bendita entre las muje-

res‖(Lc 1,42), lo que va a dar lugar a uno de los

más bellos

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textos del Nuevo Testamento, con el que María responde al saludo de Isabel, el Magnífi-cat : ―Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; por-que ha mirado la humillación de su esclava. Des-de ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: Su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los sober-bios de corazón, derriba del trono a los podero-sos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como había prometido a nuestros padres- a favor de Abraham y su des-cendencia por siempre‖.

Ella acepta, con su ―Fiat‖, con su ―hágase‖, el ser la madre del Hijo de Dios, el ser la Madre de Dios, sin pensar en las consecuencias, acep-

tando las alegrías y los dolores que ésta decisión le traería. Ella es modelo también de entrega, de servicio, de aceptación de la voluntad de Dios por encima de todo.

Del Niño Jesús, del Emmanuel, de Dios con nosotros, que podemos decir. Anunciado desde el comienzo de la Historia de la Salvación, es el Alfa y Omega del Cosmos y del Historia, es nuestro Salvador, nuestro Redentor. Ese Niño, indefenso, pobre, inocente, ―insignificante‖ es Dios hecho hombre por nosotros. A mí, personal-mente, me evoca el repetirle con respeto, admi-

ración y reverencia el magnífico himno cristológi-co de San Pablo, en su Carta a los Filipenses (Flp 2, 5-11): “Tened entre vosotros los senti-mientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mis-mo, tomando la condición de esclavo, hecho se-mejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de mo-do que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda boca proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre‖. Repitamos este himno, despacio, ―saboreándolo‖, mirando a nuestro pequeño Niño Jesús. Olvidémonos del yo soy…, del yo ten-go…, de nuestro yo…, y dejémonos vaciar por Dios para llenarnos de Dios. Para eso nació y para eso nos creó.

Tampoco suelen faltar en nuestros belenes dos figuras importantes: el buey y la mula. Los solemos poner rodeando al niño Jesús, aportán-dole el calor y abrigo que le habían denegado en la posada, cuando san José pidió cobijo para su mujer parturienta. Ya, habla de ellos el profeta Isaías, en el capítulo 1(Is 1,3): ―El buey conoce a su amo y el asno el pesebre de su dueño‖. El Papa Benedicto XVI, en su libro ―La infancia de Jesús‖ alude a ellos diciendo:‖aparecen por tanto los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendi-miento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conoci-miento y, en la pobreza de ese nacimiento, reci-be la epifanía, que ahora enseña a ver‖.

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Por tanto, miremos a esos dos animales, que dan lo que tienen, calor y abrigo, al Señor, reconociéndole como tal, aunque sin entender lo que es y significa para la humanidad ese Niño, pero en el que reconocen algo grande para ellos.

Siguiendo con esta galería de personajes y figuras vamos a centrarnos ahora en la figura de los Reyes Magos. ¿Quiénes son y de dónde vie-nen? ¿Por qué no se concibe un belén sin ellos? Pues bien, el único evangelio que los menciona es Mateo, en el comienzo del capítulo 2, donde habla de la llegada de unos ―magos de Oriente‖ que preguntan por el nacimiento del Rey de los judíos. Y, prosiguen afirmando que ―hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Por otra parten el nombre de los Magos lo encontramos en el evangelio apócrifo de Pseudo-Tomás, don-de les nombra como Melchor, Gaspar y Baltasar. En ellos está representada la humanidad del hombre y la de todos los tiempos: juventud, ma-durez y ancianidad; de diferentes razas y puede que de diferentes naciones y estatus sociales. Ellos representan a la humanidad entera, que busca la Verdad, que buscan el conocimiento de Dios, independientemente de su origen y forma-ción. Son hombres que dejan la estabilidad de sus casas y países para seguir el camino que les lleva a Jesucristo, el Verbo Encarnado, al Dios Verdadero. Eso somos nosotros, buscadores,

seguidores de un Camino, independientemente de nuestra raza, edad, sexo,… Hagamos como ellos, ¡que nada ni nadie nos detenga!, y una vez encontrado el Niño, volvamos por otro camino, el de un Dios que nos ama y que nos espera

¿Qué nos debe evocar la Estrella de nues-tros belenes? Se habla de que fue un hecho as-trológico: ¿conjunción de planetas?¿la aparición de una nova o cometa? La estrella es un signo

de la naturaleza que nos habla de Dios. Dios se da a conocer a través de la Creación, y se mani-fiesta en el mundo que nos rodea. Pero, ¿somos capaces de ver a Dios en los acontecimientos de cada día? Observemos como el pueblo hebreo, a pesar de las profecías, (Herodes consulta con sus sacerdotes ante el mensaje de los Magos), no ve nada extraordinario en ese hecho. La es-trella es la misma para todos, hebreos y paga-nos, pero sólo los que están atentos a la escu-cha, sólo los buscadores de la verdad, son capa-ces de interpretarla, de seguirla.

Nos queda un personaje también em-blemático: Herodes. Se trata de Herodes I El Grande, que reinó en Judea en tiempos del naci-miento de Jesús. Es de nuevo Mateo, en el capí-tulo 2 de su Evangelio, recogiendo la profecía de Jeremías, quien afirma que ―al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores,…‖. Herodes repre-senta a los opresores de todos los tiempos, a aquellos que son capaces de cometer crímenes abominables para no perder su poder. Este per-sonaje, que nos debe de servir como anti-modelo, nos debe iluminar para que cada uno sea capaz de abrirse a los demás, de no ver co-mo enemigos a los que tenemos a nuestro lado, de no actuar de forma contraria a la ley de Dios, que no es otra que el Amor a todo y a todos, aunque a veces nos suponga renuncias y sacrifi-cios. Y, teniendo en cuenta que, a pesar de la maldad que a veces anida en nuestros corazo-nes, los designios de Dios caminan hacia la ma-nifestación plena y definitiva de su gloria al final de los tiempos.

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Los Santos Inocentes, vinculados a este personaje, y que se ven también representados en algunos belenes (en nuestro pueblo, en el belén de la Parroquia de Santa María), represen-ta a todos los oprimidos, a todos los persegui-dos, a todos los masacrados por causa de Jesu-cristo, que han sido y son muchos a los largo de la Historia. Recemos en estos días por todos ellos.

No quiero extenderme más, pero también hemos de observar otra gran cantidad de figuras, dispersas por el paisaje: Pastores, Panaderas, Lavanderas, Pescadores, Leñadores, y un lar-go etcétera, en el que está representada, tam-bién, la Humanidad entera, con sus quehaceres diarios, más o menos vistosos, más o menos im-portantes, pero todos necesarios. Todos quieren estar y vivir ese acontecimiento, el Aconteci-miento más grande de la Historia, querido y de-seado por Dios, para manifestarnos el Amor tan grande que nos tiene. Todos ellos, reciben el mensaje de Gloria, anunciado por los Ángeles, enviados y mensajeros de Dios, que ponemos aquí y allá (junto a los pastores, en el portal, en el camino,…).

Que este año miremos nuestro belén con otros ojos, y que nos preguntemos ¿dónde es-toy yo? ¿con quién me identifico?¿quién soy? Cada uno de nosotros que le ponga su

nombre a su figura, con sus defectos y virtudes, con sus luces y sus sombras, con las alegrías y las penas del día a día; que nos preguntemos en que parte del camino hacia el portal estoy: ―al amanecer, al mediodía, al atardecer‖, teniendo en cuenta no sólo la edad fisiológica, sino sobre todo, teniendo en cuenta la edad ―espiritual‖. Dios sigue esperando en esa cueva al hombre, a la mujer, del siglo XXI: al niño, con sus ilusiones y sueños, con su inocencia y ganas de conocer; al joven, con sus proyectos, con sus inquietu-des, con su búsqueda constante, para encontrar su lugar; la persona madura, con sus afanes de cada día, con su familia, sus amigos, su trabajo,…, sus angustias y esperanzas; la persona ma-yor, que ha recorrido gran parte del camino, pe-ro que se siente o debe sentirse parte importante de esta sociedad, aunque a veces parece igno-rarles, aunque a veces somos nosotros mismos los que en nuestras propias familias les margina-mos y dejamos a un lado. Todos estamos en ese camino al portal, todos caminamos hacia Cristo: ahora, como Niño Jesús, en esta Navidad 2014, y sobre todo, hacia esa Navidad Eterna, donde nos encontraremos con el Jesús Glorioso y Resucitado, para estar ya siempre junto a Él. Esforcémonos por alcanzar la meta, sabiendo que ―Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo‖.

Feliz Navidad a todos.

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...Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz... Isaías 9, 5.

CELEBRAR Y MEDITAR

Navidad es un tiempo de celebración y profunda alegría que suscita conmovedores ecos en nuestros corazones. Sin embargo, no siempre resulta fácil encontrar una actitud adecuada pa-ra vivir este misterio, que ciertamente nos des-borda. Por ello lo más acertado es volver la mi-rada hacia la Madre.

En un hermoso pasaje, San Lucas nos narra cómo ante la adoración de los pastores en Belén, "María, por su parte, guardaba todas es-tas cosas, y las meditaba en su corazón" (Lc 2, 19). En medio de la profunda alegría que invade el corazón de la Madre, su actitud reverente an-te la elocuencia del misterio presente le permite comprender que dicha alegría no agota de nin-guna manera la densidad del milagro que está presenciando. Ella entiende que es necesario atesorar estas cosas en el corazón y meditarlas.

Es por ello que la Navidad no sólo es un tiempo de profunda celebración, sino también una bella ocasión para meditar en torno a su sentido y sus consecuencias. Se trata de poner el co-razón en sintonía profunda con el de Santa Mar-ía y, latiendo al unísono con sus reflexiones, abrirnos a la gracia para percibir las bendicio-nes traídas por el Hijo de Dios que puso su mo-rada entre nosotros.

LAS PROMESAS CUMPLIDAS

A causa del pecado original el hombre se en-cuentra y se experimenta quebrado interiormen-te. La ruptura signa su existencia, pues llamado a la plena comunión y participación en el en-cuentro con Dios, se descubre lleno de limita-ciones y obstáculos, incapaz de colmar sus an-helos más profundos. La frustración y el dolor le invaden llevándole a la nostalgia por un Recon-ciliador que pueda devolverle el verdadero sen-tido de su existencia y su vocación.

Es así que en el milagro de la Navidad-Encarnación no sólo se ven cumplidas las pro-mesas mesiánicas hechas al pueblo de Israel, sino también nuestras propias expectativas por un Salvador. Toda nuestra nostalgia de reconci-liación, la espera de un Redentor se ven ilumi-nadas por la encarnación del Verbo. Sólo en el Señor Jesús se revela plenamente el misterio de nuestra propia identidad y realización.

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE EN-TREGÓ A SU HIJO ÚNICO

El misterio de la Navidad encierra la máxima expresión del amor de Dios, quien envía a su propio Hijo. Toda la frustración, terrible y deso-lada, de la ruptura frontal con el Dios Amor, la oscuridad que ensombreció el corazón humano, se ve disipada por el destello luminoso y espe-ranzador de la encarnación del Hijo de Dios que se hace hombre.

Las palabras de San Juan no pueden ser más claras cuando nos dice que "en esto se mani-festó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que viva-mos por medio de Él" (Jn 4, 9). Es así que en el Señor Jesús, Dios sale al encuentro del hombre para introducirlo en el dinamismo amoroso de la reconciliación.

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EL VERBO SE HIZO CARNE

El misterio de la Navidad-Encarnación también es una oportunidad para reflexionar en torno a nuestro propio servicio apostólico.

El primer elemento que podemos descubrir es que María da a luz al Hijo de Dios porque antes permitió que Él se encarnase en Ella. De la mis-ma manera el primer paso para nuestro aposto-lado consiste en permitir que el Señor Jesús se encarne en nuestros corazones. No podemos cansarnos de repetir que el primer campo de apostolado soy yo mis-mo. Así la medida de nuestro apostolado no está en las cantidades ni en la espectacularidad de los resultados, sino en la medida de nuestra propia santidad de vida.

EL LENGUAJE DEL MIS-TERIO

No cabe duda que el mis-terio y el asombro en-vuelven con cierto velo enigmático la noche de la Natividad. Sin embargo una mirada reverente nos permite penetrar su transparencia y, desen-trañando el lenguaje de los gestos y los símbolos, recoger tesoros invalora-bles de manos de nues-tra Madre.

El relato del nacimiento nos presenta una escena sumamente sencilla. María, después de dar a luz a su Hijo, "le envol-vió en pañales y le acostó en un pesebre" (Lc 2, 7). Los únicos movimientos de María que recoge el relato son gestos hacia el mismo Señor Jesús, manifestando que Ella, a la vez que muestra al Hijo a toda la humanidad, se encuentra volcada en atención y servicio, en ternura y reverencia hacia Él. Con ello nos educa en el apostolado a transmitir al Señor Jesús a las demás personas con la mirada y el corazón fijos en Él, volcados a su servicio, conmovidos profundamente por su misteriosa presencia.

Por otro lado, siguiendo el relato, San Lucas nos cuenta de unos humildes pastores que, recibien-

do el anuncio de un ejército de ángeles, van pre-surosos a adorar al Salvador que ha nacido bajo el abrigo de la noche. Al llegar al pesebre "encontraron a María y José, y al niño acostado en el pesebre" (Lc 2, 17) y les contaron lo que habían visto y oído. El relato deja entrever que María acoge esto maravillada, su corazón fasci-nado y conmovido guarda todo esto y lo medita interiormente. ¡Qué ejemplo de reverencia nos da la Madre! No son pocas las veces en que no-sotros, rutinizados y cegados por el activismo perdemos nuestra capacidad de asombro y no podemos maravillarnos ante nuestro propio

apostolado, ante el hecho sencillo y sobrecogedor de transmitir al Señor Jesús. Perder dicha capaci-dad de asombro significa perder también una fuente inagotable de profunda alegría.

DIOS HECHO NIÑO

Las primeras palabras del ángel a los pastores de Belén, fueron "No temáis, pues os anuncio una gran alegría..." (Lc 2, 10) y más adelan-te dirá "y esto os servirá de señal: encontraréis un niño en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2, 12). En medio de una cultura y un mundo secularizados, en el que Dios es un enemigo o un rival, an-te un hombre que suele tener mie-do ante lo que Dios le pueda pe-dir, María nos entrega a un Jesús hecho niño. Un niño que no ate-moriza ni inspira desconfianza, sino que por el contrario despierta en el corazón humano sentimien-

tos de ternura y acogida. Esta es una dimensión irrenunciable de nuestro apostolado pues consti-tuye un mandato del mismo Señor Jesús, el de ser "mansos como las palomas" (Mt 10, 16). Y es que Jesús en un pesebre nos señala una acti-tud importante en nuestro servicio evangelizador, la de ser como niños: abiertos, generosos, trans-parentes, espontáneos, carentes de malicia o segundas intenciones, confiados, puros y sobre todo dóciles a la voluntad del Padre. Muchas ba-rreras y temores simplemente se derrumban an-te un corazón transparente que no teme ser auténtico ni mostrarse frágil, permitiendo a un niño acceder a dimensiones humanas que se le niegan a un corazón endurecido.

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Queridos Reyes Magos:

Todos los años, cuando llegan estas fe-chas, mi pensamiento se vuelve hacia voso-tros. Y, junto con el pensamiento, mi co-razón va dictando una serie de deseos que, con vuestra ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.

Dejad en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terro-rismo. Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de odio.

Traed, y abundantemente JABÓN. Para limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo como normal y lógico.

Echad, en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIO. Para que, los unos a los otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos co-mo hermanos.

Esconded, debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales por los que luchar.

En un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZÚCAR. Las pri-sas, los agobios, los trabajos, el afán de su-peración, nos está convirtiendo en autóma-

tas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!

Si, en vuestros almacenes existen, solicita-mos que nos proporcionéis unas LIMAS. Cada día que pasa, y por diversas circuns-tancias, los tropiezos, las dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!

Traednos unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros. Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la es-peranza y de la caridad. ¡Ayudadnos a ves-tir con el traje de la Fe!

Que vuestros pajes, aunque tal vez piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco de ALEGRÍA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde vi-vimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreír!.

Todos los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el pre-sente año dejadnos unos ZAPATOS CE-LESTIALES. De tal manera que, al colocar-los en nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?

Si además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un IMPER-MEABLE para protegernos de las tormen-tas que descargan contra nuestras convic-ciones religiosas, os quedaré –como si fue-ra un niño- altamente agradecido.

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Impacto mundial causó el ataque de un gru-

po de talibanes paquistaníes en contra de un

colegio gestionado por el Ejército en la ciu-

dad de Peshawar, en el que murieron al me-

nos 132 niños y siete adultos.

La noticia ocurrió el martes, pero con el co-

rrer de las horas se han ido conociendo de-

talles impactantes, como que la mayoría de

los niños murieron de un balazo en la cabe-

za.

El ataque contra la escuela comenzó cuando

cuatro hombres armados ingresaron al recin-

to estudiantil y comenzaron a dispararle a

todo lo que se moviera.

En principio las autoridades señalaron que

había 84 muertos, pero con el correr de las

horas y también tras el enfrentamiento de la

policía local con los agresores la cifra de

muertos aumentó considerablemente.

Asimismo, también se han liberado imáge-

nes que refleja la crudeza de la masacre de

estudiantes, fotos en las que se puede apre-

ciar el baño de sangre producido por los te-

rroristas.

El ataque ha generado conmoción en Pa-kistán, donde ya definen el hecho como un punto negro en su historia, el asesinato de niños más grande que se haya registrado en ese país.

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Una Navidad en la que todos los cristianos de buena fe deberíamos sentirnos felices y contentos con la llegada del niño Jesús.

Soy persona que añora, y mucho, las cosas de la épocas pasadas, como las navidades en familia, cuando toda la familia nos reunía-mos al calor de la lumbre y cantar un villanci-co en espera de la hora de los Maitines.

Siempre iba con mis padres y mis hermanos a darle las gracias a Dios por todo lo que nos había dado durante el año, y por haber podido llegar otro año a compartir con los tuyos la alegría y el regocijo de sentirnos vi-vos.

Desde la Concebida ya se sentía ese calor-cillo que da el saber que algo grande se va a producir, como es la llegada de nuestro Se-ñor.

Hoy, con el paso de los años, ya no es nada

como antes, pues es verdad que todo ha

cambiado, pero también es cierto que una

gran mayoría quisiéramos seguir pensando

que la humanidad pueda seguir viviendo co-

mo un río paciente y sereno que llenara to-

dos los hogares del mundo.

Por otra parte, la Navidad es la fiesta que

más nos recuerda a nuestros seres queridos

que ya no se encuentran entre nosotros, a

los sin techo, a los que no tienen un trozo de

pan que llevarse a la boca, a los niños que

se encuentran desprotegidos sin nadie que

los acoja en estas noches frías y largas del

invierno.

Cuando leo los 15 minutos en Compañía de

Jesús Sacramentado, hay un párrafo que

dice: ¿qué cosa llama hoy particularmente tu

atención y con qué medios cuentas para

conseguirlo?. Hoy mi atención la llama, Se-

ñor, el desamor que existe en el mundo, la

miseria, monetaria y espiritual, de muchas

personas. Mis medios son escasos, es bien

sabido que yo poco puedo hacer, pero me

gustaría que Tú, Señor, con tu bondad, cui-

des a todos tus hijos, que seas luz en nues-

tro camino, cuidando a los mayores y a los

jóvenes, que protejas a todas las familias y

que entre todos plantemos semillas de bue-

nos deseos, que den trigo y que todos viva-

mos esta Navidad, y siempre, en un mundo

en paz.

Emilia Calahorro Risquez

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Al principio ya existía la Palabra.

La Palabra estaba junto a dios,

Y la Palabra era Dios.

Ya al principio ella estaba junto a

Dios.

Todo fue hecho por ella

Y sin ella no se hizo nada

De cuanto llegó a existir.

En ella estaba la Vida

Y la vida era la luz de los hombres;

La luz resplandece en las tinieblas,

Y las tinieblas no la sofocaron.

...Y la Palabra se hizo carne

Y habitó entre nosotros;

Y hemos visto su gloria,

La gloria propia del Hijo único del Pa-

dre,

Lleno de gracia y de verdad.

(Jn 1,1-5.14)