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¿Tu pasado? es ¡tú pasado!
“…NUNCA MÁS ME ACORDARÉ DE SUS PECADOS…” (Hebreos 8:12b)
¿Vuelves al pasado sintiéndote culpable? Si es así, escucha: “…nunca más me acordaré de sus
pecados…” (Hebreos 8:12b). “¿Es Dios olvidadizo? No, ¡Él elige no recordar tus pecados!
Y cuando tú eliges lo contrario, cuestionas su perdón, declaras que tus normas son más altas que
las suyas, permites que el enemigo te lleve hacia la condenación, y pierdes el derecho de la
confianza que necesitas para orar y recibir lo que el Señor tiene para ti.
Cuando repasas tus fracasos pasados, no solamente los mantienes vivos, también les das
poder. Es muy probable que lo que mantienes “en depósito”, lo retires y actúes conforme en la
hora de debilidad… Igual que nadie sabe cuándo un volcán inactivo entrará en erupción, no
puedes predecir cuándo una cosa sin resolver vuelve a salir a la superficie, convirtiendo tus
palabras en “carbón ardiente” y tu comportamiento en una “lumbre de destrucción”. Sólo si te
perdonas a ti mismo y a otros, puedes romper el agarre que el pasado tiene sobre ti, y ser capaz
de seguir con tu vida.
La vergüenza no es una bendición; es una carga que Jesús llevó por ti en la Cruz; déjala y aléjate de
ella. Tienes el derecho de hacerlo, porque la promesa de Dios es: “Cuanto está lejos el oriente del
occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103.12).
Cuando el diablo traiga tú pasado a la superficie, es porque : (a) cree que desconoces tu nueva
realidad, (b) teme por tu futuro, (c) quiere robarte lo mejor que el Señor tiene para ti. “¿Qué
debería hacer?”, preguntas. Indícalo hacia la Cruz, rehúsa discutir más acerca de ello, y ¡sigue
hacia delante!