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El rebeco es de origen asiático, aunque se encuentra en Europa desde, por lo menos, el pleistoceno medio, hace unos 350.000 años. El rebeco asturiano (Rupicapra rupicapra parva) es el animal más representativo de la fauna cinegética de alta montaña. De las 3 especies europeas, esta es la de menor tamaño, no sobrepasando los machos adultos los 35 kg. Vive en toda la cordillera Cantábrica, con especial densidad en la mitad oriental de la región y, sobre todo, en el macizo occidental de los Picos de Europa, principalmente en el recinto del Parque Nacional de Covadonga y en los montes de Aller, Caso, Ponga, Amieva, Cangas de Onís, Piloña y Sobrescobio. El rebeco tiene aspecto de cabra, pero con el cuerpo macizo más airoso. Mide de 1,20 a 1,40 metros de longitud, incluida la cola, teniendo una alzada en la cruz que no supera los 75 cm. El peso es muy variable con la edad, el sexo y la época del año, pero 40 kg es un buen peso para un adulto aunque la mayoría de los machos no pasan de los 35 kg. El pelaje es variable, desde el castaño rojizo durante el verano, al pardo negruzco en invierno, época en la que se le espesa y alarga mucho el pelo, especialmente el del espinazo. Esta coloración perdura hasta mayo, incluso en junio es frecuente ver en los montes asturianos rebecos aún con el pelaje oscuro. Su característico morfológica más llamativa son dos bandas negras que cruzan la cara desde la boca, a través de los ojos, hasta las orejas, produciendo gran contraste sobre el color blanco o amarillento de la cabeza. 1

El rebeco

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El rebeco es de origen asiático, aunque se encuentra en Europa desde, por lo menos, el pleistoceno medio, hace unos 350.000 años.

El rebeco asturiano (Rupicapra rupicapra parva) es el animal más representativo de la fauna cinegética de alta montaña. De las 3 especies europeas, esta es la de menor tamaño, no sobrepasando los machos adultos los 35 kg. Vive en toda la cordillera Cantábrica, con especial densidad en la mitad oriental de la región y, sobre todo, en el macizo occidental de los Picos de Europa, principalmente en el recinto del Parque Nacional de Covadonga y en los montes de Aller, Caso, Ponga, Amieva, Cangas de Onís, Piloña y Sobrescobio.

El rebeco tiene aspecto de cabra, pero con el cuerpo macizo más airoso. Mide de 1,20 a 1,40 metros de longitud, incluida la cola, teniendo una alzada en la cruz que no supera los 75 cm. El peso es muy variable con la edad, el sexo y la época del año, pero 40 kg es un buen peso para un adulto aunque la mayoría de los machos no pasan de los 35 kg. El pelaje es variable, desde el castaño rojizo durante el verano, al pardo negruzco en invierno, época en la que se le espesa y alarga mucho el pelo, especialmente el del espinazo. Esta coloración perdura hasta mayo, incluso en junio es frecuente ver en los montes asturianos rebecos aún con el pelaje oscuro. Su característico morfológica más llamativa son dos bandas negras que cruzan la cara desde la boca, a través de los ojos, hasta las orejas, produciendo gran contraste sobre el color blanco o amarillento de la cabeza.

Los cuernos son cortos, lisos y derechos, excepto las puntas, que están curvadas hacia atrás, durando toda la vida del animal, sin perderlos periódicamente. Van creciendo con la edad y rara vez sobrepasan los 20 o 23 cm. Las hembras los tienen más delgados y suelen estar mas separados entre

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sí, por lo que, además de su menor corpulencia, pueden diferenciarse a simple vista de los machos. En el verano vive en zonas de alta montaña, con especial querencia a lugares pedregosos, congregándose en rebaños muy numerosos en los jous de nuestros Picos de Europa. En invierno desciende a los bosques, huyendo de la nieve, siendo entonces frecuente víctima de los lobos y zorros hambrientos, sobre todo los rebecos jóvenes y los disminuidos físicamente, aunque en conjunto no sufre tanta depredación como el corzo, que es mucho más débil frente a la nieve. Su agilidad para caminar por los riscos más empinados y para correr entre las piedras de los montes asturianos es ya proverbial. Los machos se suelen ver separados de las hembras y las crías formando rebaños. El rebeco pasa todo el día comiendo si el tiempo está nublado, ramoneando los pastos de montaña y mordiendo los brotes, bayas de arbustos y hojas de árboles con el ramaje bajo. Siempre hay algún individuo vigilando mientras el resto del rebaño se alimenta. Se alimenta de hierbas, plantas herbáceas, brotes, hojas y acículas de coníferas, líquenes y musgos. Principalmente de actividad diurna, pasta durante las primeras horas del día y después del mediodía. Muda el pelo dos veces al año. El pelo de verano, que le empieza a salir en mayo, le dura hasta octubre.

Resulta ser muy desconfiado y es dificultoso aproximársele en descubierto. La hembra que dirige el rebaño emite en seguida que nos descubre un silbido característico y persistente por las fosas nasales que pone en pie de carrera a todos los rebecos bajo su dirección. Sin embargo, la abundancia de montañeros y la continua presencia en los montes lo han vuelto un poco más confiado. El celo se desarrolla en noviembre y en diciembre, luchando los machos entre sí, sin que parezca que se den respiro unos a otros para comer, de forma que durante esta época adelgazan extraordinariamente. En el mes de mayo o junio nacen las crías.

El rebeco es una de las piezas más codiciadas de la caza mayor en Asturias.

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Bibliografía:

-La fauna salvaje asturiana. Alfredo Noval. Ed. Ayalga. Gijón 1976-http://es.encarta.msn.com/encyclopedia_761559182/Rebeco.html-http://www.faunaiberica.org/?page=rebeco

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