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017.- Justificación por la fe o presunción
Dentro del movimiento laico, independiente o congregacional, se ha estado introduciendo
de una manera furtiva, y casi imperceptible, la teoría evangélica de que una vez salvos
siempre salvos. Las falsas creencias, en las que el enemigo ha conseguido permear nuestras
sanas doctrinas, ha hecho que la mayoría de los adventistas del séptimo día, no puedan
comprender lo que significa la verdadera Justificación por la fe, y la confunden con
presunción.
Si bien es cierto que, somos “salvos por gracia” a través del sacrificio de nuestro Señor
Jesús, este sacrificio aunque completo, no puede llegar a serlo sin la colaboración del ser
humano: “Al que venciere…” Cristo hizo todo lo que tenía que hacer para que cada uno
de nosotros alcanzásemos la salvación, pero, la verdadera salvación depende de la actitud
de cada uno de nosotros. Como bien hemos dicho siempre, la salvación es individual, y la
misma depende de mi relación constante, permanente, segundo a segundo, minuto a
minuto, hora tras hora, diaria… con nuestro Dios.
La Palabra de Dios es bien clara al respecto y los testimonios amplían más ese concepto de
la verdadera comprensión de lo que debe significar en nuestra vida la Justificación por la fe
para no caer en la falsa enseñanza y creencia de que por haber aceptado al Salvador ya
somos salvos.
Tenemos que tener mucho cuidado, porque esta creencia es católica y que posteriormente
se introdujo en el mundo evangélico protestante y ahora dentro de las filas adventistas del
séptimo día.
Pablo, el apóstol del que Pedro dice que algunos de sus escritos “los indoctos e
inconstantes tuercen para su propia perdición” 2 Pe.3:16, expresa de una manera muy
perseverante la condición mediante la cual, el hombre puede alcanzar de nuevo lo que Dios
desea restaurar en nosotros a través del Evangelio y no es otra cosa que: Restaurar en el
hombre la imagen perdida de Dios como consecuencia del pecado. En definitiva, lo que el
Evangelio debe producir en nuestra vida es el poder para vivir una vida sin pecado,
“porque el pecado es infracción de la ley” 1 Jn. 3:4 y el pecado, el pecador, no puede
tener acceso directo al Padre porque causa separación porque Dios es santo, y sólo seres
santos podrán un día vivir en su presencia, y es en esta tierra, que cada uno de nosotros
debemos de alcanzar la santidad “sin la cual nadie verá al Señor” Hb.12:14 y la santidad
el mismo Señor Jesús nos dice como debe conseguirse: “Aquí está la paciencia de los
santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” Ap. 14:12. El
Revelador del Apocalipsis está hablando en un tiempo presente, actual. No está hablando
en un tiempo futuro, inalcanzable para el ser humano, sino para nuestros día: “HOY”
como dice el mismo apóstol Pablo en su carta a los hebreos 3:7
En su carta dirigida a los romanos, desarrolla en profundidad la verdadera comprensión de
lo que debe significar la fe y nuestra victoria sobre el pecado. “¿Luego por la fe
invalidamos la ley?” Ro. 3:31 En otras palabras, por decir que tengo fe, ¿puedo seguir
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pecando? Y la respuesta es bien clara. “En ninguna manera, sino que confirmamos la
ley”. Es decir, la misma fe que digo tener en nuestro Señor debe darme el poder para
guardar su santa ley, esa misma ley que hoy, los que dicen tener fe están pisoteando,
justificando su mala comprensión con la verdad del Evangelio.
“¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? En
ninguna manera”. Ro. 6:15 Del mismo, la gracia, me da el poder para dejar de pecar.
Confiar en los méritos de un Salvador que murió por mis pecados, me debe llevar a amarle
guardando precisamente sus mandamientos, para no volverle a crucificar de nuevo por mi
transgresión a esa santa, justa y buena ley que El nos dio.
El mismo apóstol, en todas sus epístolas hace una exhortación a nuestra fidelidad a Dios y
reprende toda clase de pecados y además lleno del poder del Espíritu Santo manifestó en su
carta a los gálatas “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” Gal. 1:8
El verdadero evangelio es que transforma nuestro ser de dentro afuera. Salen de él nuestras
viejos pecados heredados y cultivados, nuestras tendencias heredadas y cultivadas, “de
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
son hechas nuevas” 2 Cor 5:17
“Educar, educar, educar. Los padres que recibieron la verdad deben formar sus hábitos y
prácticas en armonía con la dirección que Dios ha dado. El Señor desea que todos
recordemos que el servicio a Dios es puro y santo. Por lo tanto, los que reciben la verdad
deben ser santificados por el Espíritu en temperamento y corazón, en la conversación, en la
vestimenta y en el hogar, para que los invisibles ángeles de Dios puedan ministrar a los que
serán herederos de la salvación … Todos los que se unen a la feligresía deberían mostrar las
evidencias de la transformación del carácter, que se manifiesta por la reverencia hacia las
cosas santas. Todo el ser tiene que estar moldeado conforme al refinamiento de Cristo.
Deberían ser lo suficiente humildes para recibir instrucciones en todos los aspectos en que
son descuidados, y que pueden y deben cambiar. Tienen que ejercer una influencia
cristiana. Los que no manifiestan cambios en palabras y comportamiento, ni en la
vestimenta o en su hogar, están viviendo por su propia cuenta y no en Cristo. No son
nuevas criaturas en Cristo Jesús. No gozan de la purificación del corazón y de todo lo que
los rodea … Los cristianos serán juzgados por los frutos que produzca la obra de reforma.
Mostrarán el efecto que produjo en ellos cada verdad. El que llega a ser hijo de Dios debe
practicar hábitos de orden y limpieza. Por pequeña que sea, cada acción ejerce su
influencia. El Señor desea que cada ser humano sea un agente por intermedio del cual
Cristo pueda manifestar el Espíritu Santo. No hay razón para que los cristianos sean
indiferentes o descuidados con relación a su apariencia exterior. Deben ser pulcros y estar
bien arreglados, pero sin adornos. Interior y exteriormente también deben ser puros”.
Recibiréis poder 94
La conversión debe transformar el ser entero. No puede haber medias conversiones porque
para Dios no hay término medio. O somos o no somos. Casi ser cristiano es no serlo. Casi
estuvo a punto de tomar el tren, pero, no lo tomó y se quedó. El casi, es perderlo todo. Hay
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que ser cristiano o no serlo, pero, no podemos jugar con medias tintas ante Dios como
tampoco podemos jugar con medias tintas con nuestros semejantes.
“La vida cristiana es una vida de lucha, de conflicto constante. Es una batalla y una
marcha. Pero cada acto de obediencia a Cristo, cada acto de abnegación por amor a él, cada
prueba bien soportada, cada victoria obtenida sobre la tentación, es un paso más en la
marcha a la gloria de la victoria final.” A fin de conocerle pág. 153,255
“La vida cristiana es una lucha y una marcha; pero la victoria que hemos de ganar no se
obtiene por el poder humano. El terreno del corazón es el campo de conflicto. La batalla
que hemos de reñir, la mayor que hayan peleado los hombres, es la rendición del yo a la
voluntad de Dios, el sometimiento del corazón a la soberanía del amor. La vieja naturaleza
nacida de la sangre y de la voluntad de la carne, no puede heredar el reino de Dios. Es
necesario renunciar a las tendencias hereditarias, a las costumbres anteriores.”DMJ 119
“Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es
puro. (1 Juan 3: 3).
“Juan era un maestro de santidad, y en sus cartas a la iglesia señaló reglas infalibles para la
conducta de los cristianos... Enseñó que el cristiano debe ser puro de corazón y vida.
Nunca debe estar satisfecho con una profesión vana. Así como Dios es santo en su esfera,
el hombre caído, por medio de la fe en Cristo, debe ser santo en la suya...
“Hay quienes profesan santidad, quienes declaran que están completamente con el Señor,
quienes pretenden tener derecho a las promesas de Dios, mientras rehúsan prestar
obediencia a sus mandamientos. Dichos transgresores de la ley quieren recibir todas las
cosas que fueron prometidas a los hijos de Dios; pero eso es presunción de su parte, por
cuanto Juan nos dice que el verdadero amor a Dios será revelado mediante la obediencia a
todos sus mandamientos. No basta creer la teoría de la verdad, hacer una profesión de fe en
Cristo... "El que dice, Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos -escribió Juan-, el
tal es un mentiroso, y la verdad no está en él". 1 Jn. 2:4
“Juan no enseñó que la salvación puede ser ganada por la obediencia; sino que la
obediencia es el fruto de la fe y del amor. . . Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios
habita en el corazón, nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo
con la voluntad de Dios... Muchos son los que, aunque se esfuerzan por obedecer los
mandamientos de Dios, tienen poca paz y alegría. Esa falta en su experiencia es el
resultado de no ejercer fe. Caminan como si estuvieran en una tierra salitrosa, o en un
desierto reseco. Demandan poco, cuando podrían pedir mucho, por cuanto no tienen límite
las promesas de Dios. Los tales no representan correctamente la santificación que viene
mediante la obediencia a la verdad. El Señor desea que todos sus hijos sean felices, llenos
de paz y obedientes. Mediante el ejercicio de la fe el creyente llega a poseer esas
bendiciones. Mediante ella puede ser suplida cada deficiencia del carácter, cada
contaminación purificada, cada falta corregida, cada excelencia desarrollada (Los Hechos
de los Apóstoles, págs. 446, 449, 450)
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“Esa así llamada fe en Cristo, que según se declara exime a los hombres de la obligación
de la obediencia a Dios, no es fe sino presunción. "Por gracia sois salvos, por medio de
la fe". Mas "la fe, si no tuviere obras, es de suyo muerta' (Ef. 2:8; Stg 2:7). Jesús dijo de
sí mismo antes de venir al mundo: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y
tu ley está en medio de mi corazón" (Sal 40:8). Y cuando estaba por ascender a los cielos,
dijo otra vez: "Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su
amor' (Jn 15:10). La Escritura dice: "¡Y en esto sabemos que le conocemos a él, a saber,
si guardamos sus mandamientos.... El que dice que mora en él, debe también él mismo
andar así como él anduvo' (1 Jn 2:3-6). "Pues que Cristo también sufrió por vosotros,
dejándoos ejemplo, para que sigáis en sus pisadas" (1 Pe. 2:21).
“La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal
cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a
la ley de Dios, la perfecta justicia. Si la vida eterna se concediera con alguna condición
inferior a ésta, peligraría la felicidad de todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado
con todo su séquito de dolor y miseria para siempre.” CC. 61,62
“No es fe pretender el favor del Cielo sin cumplir las condiciones necesarias para que la
gracia sea concedida. Es presunción, pues la fe verdadera se funda en las promesas y
disposiciones de las Sagradas Escrituras...” Maranata 230
“Cristo no disminuye las exigencias de la ley. En un lenguaje inconfundible, presenta la
obediencia a ella como la condición de la vida eterna: la misma condición que se requería
de Adán antes de su caída... El Señor no espera menos del alma ahora que lo que esperó del
hombre en el paraíso: perfecta obediencia, justicia inmaculada...El requisito que se ha de
llenar bajo el pacto de la gracia es tan amplio como el que se exigía en el Edén: la armonía
con la ley de Dios, que es santa, justa y buena.” PVGM 322,323
Todo esto tiene que convencerme de que es un error pensar de que como creyente
adventista ya tengo ganado el cielo y soy salvo. El mismo apóstol Pablo, tuvo que pelear
hasta el día que entregó su vida por amor al Maestro. “Hermanos, yo mismo no pretendo
haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás,
y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Fil. 3:13 y en su carta a los corintos sigue
manifestando “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” 1 cor.9:27 y EGW
bajo inspiración divina escribió “Pablo siempre estaba en guardia para que no lo
vencieran las malas tendencias. Vigilaba bien sus apetitos, pasiones y malas tendencias”.
Y cuando llegó a su fin, “Porque yo ya estoy para ser sacrificado y el tiempo de mi
partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe.” Entonces es cuando uno puede tener la seguridad si está seguro de haber
andado con el Señor de alcanzar lo que Pablo deseaba obtener “la corona de justicia, la
cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los
que aman su venida” 2 Tim. 4:7,8
Porque el enemigo tiene a todo el mundo en su poder. Sólo esa pequeña minoría que
“guarda los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” según Ap. 12:17 son objeto de su
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ira, ¿y quién puede estar seguro de nuestra victoria si no luchamos con nuestras fuerzas
unidas a Cristo para obtener la victoria?
Y en esa lucha ninguno de nosotros tenemos la garantía de alcanzar la victoria si no
perseveramos en el estudio de las Sagradas Escrituras. “De tal manera que engañarán, si
fuere posible, aun a los escogidos” Mt. 24:24 "El Salvador predijo que en los últimos días
aparecerían falsos profetas que arrastrarían discípulos tras sí; y también que los que en este
tiempo de peligro debieran permanecer fieles a la verdad que está especificada en el libro
de Apocalipsis, tendrían que enfrentarse con errores doctrinales tan sutiles que, de ser
posible, engañarían a los mismos escogidos” Cristo en su santuario pág. 21
“Quienes persistan en la transgresión serán juzgados según su rechazo de la luz.
Escogieron estar del lado del príncipe de las tinieblas para convertirse en su mano
ayudadora. El, si fuese posible, engañaría aun a los mismos escogidos. Rehusaron la
maravillosa dádiva del Cielo, y aunque profesen la justicia y hablen de "apego a los
principios", están al mismo tiempo siguiendo normas opuestas a las nobles normas del
Cielo, y enseñan a otros a poner en práctica los mismos principios corruptores (Manuscrito
161, del 11 de julio de 1903, "El peligro de rechazar la luz"). Alza tus ojos 194
“Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad...” Ez. 3:20,21 no debemos tener
nunca la seguridad de lo que no poseemos. Lo más engañoso del ser humano es el corazón.
David pensaba que estaba bien y tenía un corazón tal que no pudo ver su horrible pecado:
adulterio y asesinato premeditado hasta que fue reprendido por el profeta Natán.
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” Fil. 2:12 porque “Al que
venciere” no a todos los adventistas del séptimo día, sólo a aquel que haya permitido que
su vieja naturaleza haya sido quebrantada a los pies de Cristo. La parábola de las 10
vírgenes nos demuestra nuestra condición de ceguera espiritual. No son hipócritas. No son
los del mundo. Son parte de aquellos que defienden la verdad, por lo tanto aparentemente
tampoco son los tibios. Pero, sólo hay una diferencia entre las dos clases de personas del
tiempo del fin, de entre aquellos que estamos luchando por alcanzar nuestra salvación y
EGW lo expresa muy bien en PVGM. pág. 338
“La clase representada por las vírgenes fatuas no está formada de hipócritas. Sus
componentes manifiestan respeto por la verdad, la han defendido, y son atraídos hacia
aquellos que la creen; pero no se han rendido a si mismos a la obra del Espíritu Santo. No
han caído sobre la Roca, Cristo Jesús, y permitido que su vieja naturaleza fuera
quebrantada.”
“Ser miembro de iglesia no garantiza la salvación. Es una solemne declaración la que hago
a la iglesia, de que ni uno de cada veinte de aquellos cuyos nombres están registrados en los
libros de la iglesia se halla preparado para terminar su historia terrenal, y que estaría tan
ciertamente sin Dios y sin esperanza en el mundo como el pecador común.-SC 52 (1893).
El mensaje de nuestro Señor a los laodicenses, a los adventistas del séptimo día, a ti y a mí,
es “yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y
vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y
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unge tus ojos con colirio para que veas...He aquí yo estoy a la puerta y llamo: si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” Ap. 3:18-
20 En verdad, hemos permitido que Jesús more en nuestro corazón y pueda cenar con
nosotros? Estaría nuestro Señor con nosotros viendo una novela en la TV? Estaría nuestro
Señor con nosotros viendo un partido de fútbol o toda esa clase de basura que roba nuestro
tiempo a él? Estaría nuestro Señor con nosotros en un hogar donde no reine la paz que el
Cielo ofrece? Estaría nuestro Señor con nosotros, cuando gran parte de nuestro tiempo nos
lo dedicamos para nosotros mismos en lugar de avanzar su obra para que El pueda venir
pronto? En lugar de hacer su obra, estamos complaciendo nuestro egoísta corazón. ¿Es eso,
abrirle nuestra puerta para que él pueda morar en nosotros? ¿No seremos presuntuosos por
estar falseando la justificación por la fe de la que tanto nos pavoneamos sin ningún
derecho? Si realmente Jesús estuviera en ti o en mí, recuerda que el mensaje es personal,
individual, estaríamos todos proclamando su Evangelio en lugar de estar estudiando,
trabajando o haciendo las cosas que normalmente nos ocupan tanto tiempo. Estaríamos
siendo partícipes de la Gran Comisión que nos legó. Si Cristo estuviera en nosotros o
permaneciera en nosotros, Juan bajo inspiración divina sigue diciéndonos “Todo aquel que
permanece en él, no peca” y aclara la cuestión cuando añade y “todo aquel que peca, no
le ha visto ni le ha conocido”. 1 Jn. 3:6
“Si después del gran chasco de 1844 los adventistas se hubiesen mantenido firmes en su fe,
y unidos en la providencia de Dios que abría el camino, hubieran proseguido recibiendo el
mensaje del tercer ángel y proclamándolo al mundo con el poder del Espíritu Santo. . . el
Señor hubiera obrado poderosamente acompañando sus esfuerzos, se habría completado la
obra y Cristo habría venido antes de esto para recibir a su pueblo y darle su recompensa.”
Mar 50
“El mensaje de los tres ángeles.
Es nuestro privilegio esperar grandes cosas, aun la demostración del 364 Espíritu de Dios.
Este, es un poder que convence al alma de pecado y la convierte. Nuestro mensaje es un
mensaje de vida o muerte, y debemos hacerlo aparecer como es el gran poder de Dios.
Entonces el Señor lo hará eficaz. Debemos presentarlo en toda su fuerza reveladora. Los
mensajes del primer ángel y del segundo, están ligados con el mensaje del tercer ángel. El
poder de la proclamación del mensaje del primer ángel y del segundo, se concentra en la
del tercero (Carta 209, 1899). La voz... 364
“Los mensajes de los tres ángeles se han de combinar para dar al mundo su triple luz. En el
Apocalipsis, Juan dice: "Vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue
alumbrada con su gloria" (Apoc. 18: 1). . . Esto representa la comunicación del último y
triple mensaje de amonestación al mundo. Mar 171
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y
me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice
a las iglesias” Ap. 3:22 ¿Estás proclamando el mensaje final al mundo y a la iglesia?
Ernesto Farga Gadea